Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 28 de Mayo de 2022
La fricción entre realidad y ficción
Estoy considerablemente bien de salud. Lo afirmo así, en primera instancia, para tranquilizar a esos espíritus bondadosos que se preocuparon la semana pasada por mi estado de lozanía al no encontrar mis pensamientos en la cita semanal de este periódico. A todos les agradezco su fidelidad y sentimientos. Pues sí, estoy mejor a pesar de que todavía mi vitalidad sigue estando menguada por el efecto ómicron, pero la principal razón de mi ausencia ha sido fundamentalmente otra.
Resulta que el viernes por la mañana estaba escribiendo sobre los acontecimientos ‘importantes’ de la semana cuando tuve que atender la llegada de un grupo de amigos que venían a pasar el fin de semana, no especialmente para verme sino para trabajar. Sí, son amigos que viven (trabajan) en el irreal/real mundo del cine. Han venido a localizar los espacios para las escenas de su nueva película, porque vendrán a finales de junio a rodar una película en el molino y aledaños. Será algo divertido ver rodar una película en mi casa, aunque también soy consciente de que lo que tiene de gracioso/curioso puede tenerlo de perturbador/agotador. La ficción y la realidad han de tener sus fricciones. La creatividad es así.
Se trata de una película de sesgo intimista en una casa de campo. Evidentemente el molino les da mucho juego. Bueno, llegaron y ya la abducción fue completa. El artículo se me quedó a la mitad y ya no tuve tiempo ni energías para terminarlo ni en la nocturnidad; ahí mi fatiga omicroniana me ganó la partida. Ese ha sido el motivo de mi ausencia. Como información adicional os recomiendo la última película documental de estos chicos, Quien lo impide, de la productora Los Ilusos, con la que han ganado varios premios, entre ellos un Goya.
Pues, el tema que tenía entre líneas la semana pasada era el tema de Emérito, como correspondía a ese momento ‘histórico’ de su llegada al país y la expectación que suscitaba su comportamiento. Ahora es ya un tema pasado, pasado en el tiempo y pasado en los miles de comentarios escritos y hablados Aun así me gustaría analizar y relacionar algunas cosas de ese acontecimiento. Por ejemplo, la oportuna llegada del emir de Qatar de sencillo nombre Tamin bin Hamad Al Thani justo unos días antes de la llegada del Emérito de aquellas tierras orientales a estas nuestras.
Estoy convencida que las dos visitas que vinieron la semana pasada del cercano Oriente estaban muy bien orquestadas. Primero viene el Jeque, con su Jequesa, de avanzadilla. Vienen anunciando una gran simpatía por nuestro país, y la Casa Real, e instituciones, les reciben como a Bienvenido Mister Marshall, con honores militares, trompetas al viento, bombos y platillos para anunciar un futuro prometedor de gran colaboración económica, con promesa de abastecernos de ese gas tan necesario para las calefacciones y cocinas de las casas españolas porque, creemos, que quienes eran nuestros amigos y proveedores, los argelinos, nos pueden cortar el grifo del gas en cualquier momento. Se han cabreado, y con razón pienso yo, al habernos hecho de pronto amiguetes de su eterno enemigo y vecino Mohamed VI, el rey marroquí, que anda en contubernios con los norteamericanos e israelíes. “Los amigos de mi enemigo son mis enemigos”, pensarán.
Por cierto, este pronto de nuestro Presi de ponerle en bandeja al marrullero Mohamed VI nuestro antiguo Sahara Occidental, sin explicación alguna, tiene mucho de oculto y misterioso; pondría la mano en el fuego que se trata de una presión americana por y para sus intereses, naturalmente. ¿Qué nos darán a cambio los yanquis por este giro de 180º en nuestra posición con el Sahara y Marruecos, y por enemistarnos con Argel, nuestro proveedor, justo en el momento que existe una crisis internacional de abastecimiento de materias primas?, seguramente migajas. Esto huele mal.
Forzar a este cambio de amistades en un momento tan crítico pinta a juego de estrategia económica con la geopolítica por medio de ajenos. Nos están forzando a que ‘regalemos’ las riquezas del Sahara (importantes en materias primas y en zona pesquera) a Marruecos porque yanquis e israelitas tienen mucho interés en sacarle partido a su, desde hace un tiempo, interesante e interesado amigo Mohamed VI, al que le gustan mucho los dólares y es fácilmente convencible. Los yanquis ya han asentado importantes bases en la costa marroquí para control del Mediterráneo.
También los yanquis pueden sacar partido con el problema que nos ha creado este ‘regalo’. Nos quedamos sin gas pero tenemos a los ‘salvadores’ norteamericanos para servimos su gas, que parece que tienen mucho. Ah, y también está disponible para abastecernos de gas este Jeque que nos acaba de visitar, de nombre imposible, y amigo de los yanquis y gran amigo de nuestro Emérito.
Cesión del Sahara a Marruecos, Jeque que viene a regalarnos simpatía, que no dinero, Emérito detrás al rebufo de la simpatía del Jeque; argelinos cabreados, yanquis y Jeque ofreciéndonos la salvación. Es como un círculo donde ruedan todos los actores de estos últimos acontecimientos, y me asaltan en la cabeza los conceptos de intermediarios, acuerdos y comisiones. Estamos aprendiendo últimamente que esto de ser intermediario (también llamado conseguidor, palabra más adecuada) y cobrar comisiones es un negocio muy, pero que muy rentable, y muy, pero que muy habitual.
El tema parece que se trata de que nosotros hagamos un regalo (forzados) que nos perjudica para gran beneficio de quien nos fuerza a ello. Es decir, como siempre (históricamente) en nuestra política exterior, somos unos pringados.
¡Ay!, que me desvío. Viene el Jeque de Qatar y tras recibir múltiples honores, en la cena de gala en Palacio, ante cien escogidos comensales y naturalmente los Reyes, el Emir se pone de pie y anuncia con solemnidad que va a invertir en nuestro país 4.720 millones de euros. Nuestro Rey le agradece la confianza del emirato en nuestra economía y le anima a seguir siendo inversor. Una puesta en escena derrochando boato, de película. Al día siguiente el Jeque firma con el gobierno un acuerdo de asociación estratégica y, luego, las medallas: el máximo grado de distinción el Collar de la orden de Isabel la Católica, la Llave de Oro de la Villa de Madrid, y las medallas del Congreso y el Senado, ¿Quién da más? ¿Acaso esos millones son un regalo?
Tamin bin Hamad Al Thani forma parte del grupo de amigos con kufiya (pañuelo a la cabeza) que tiene el Emérito en aquellas tierras de Oriente y con los que ha hecho, y hace, muchos negocietes y francachelas. Por eso son amigos.
Qué casualidad que este Mister Marshall a lo petroriental llega, dos días antes que el controvertido regreso de su amigo Emérito, aireando algunos millones de su bolsillo (francamente pocos para los que tiene en su haber) y lo festejamos como si nos los fuera a regalar, cuando en realidad de regalo nada, nos anuncia que va a hacer un negocio en nuestro país. No regala sino que invierte para ganar dinero. Está, bien, invierte, pero no exageremos con las loas.
Pues a donde quería ir a parar es que viene el amigo árabe abriendo camino con sus millones por delante y organizado aquí grandes saraos como si fuera un gran benefactor. Y dos días después, tras la estela de alegría y agradecimiento al amigo árabe, llega el amigo autoexiliado (o autoescondido) protagonista de … muchos asuntos no muy limpios ni agradables. Parece como si esta vuelta del Emérito quisiera protegerse bajo los millones ofrecidos del árabe; como queriendo redimirse ante la opinión publica de los petrodólares que se quedó, o que le regalaron por su cara bonita o su derroche de simpatía. Como queriendo demostrar que sus amigos no sólo le dan dinero a él sino que también nos lo dan a todos los españoles. “¡Cuánto hace el Emérito por España, sus amigos árabes nos traen dinero. Viva el Émerito!”. Y la orquesta sigue tocando y los ‘elegidos’ bailando.
Discreta, discreta, como se anunciaba, no ha sido la llegada del antiguo Rey. Más bien estaba todo organizado para se le recibiera en loor de multitudes. Aunque en realidad fue una flaca multitud aleccionada y vociferosa en Sanxenxo. Y a su querido amigo gallego, en otras ocasiones tan discreto, esta vez le han dado el papel de juglar para que anunciara de todo lo referente al ex Rey pródigo, comidas, cenas, horarios, pensamientos y deseos. Francamente la puesta en escena del Emérito en Sanxenxo ha sido ruidosa y penosa, se notaba todo muy forzado, como forzada parecía también la de su amigo el árabe de los millones, solo que esta última con bastante más glamur.
En fin, yo quería recrearme en la conexión organizada de estos dos personajes y eso es lo que pretendo con estas líneas. Ah, por cierto, me he saltado un eslabón, para mí bastante chusco. Unos días antes de que vinera el emir de Qatar, nuestro joven Rey viajó a Abu Dabi donde reside su padre, Juan Carlos I y, sorprendentemente, los medios nos han repetido hasta la saciedad que padre e hijo no se vieron, “¡no se vieron!” (¿quién lo demuestra? y, además, lo lógico y natural es que se vieran), y han insistido en que Felipe VI aprovechó que estaba en esa lejana ciudad para hablar por teléfono con su padre (que estaba a la vuelta de la esquina) y organizar una cita en Madrid.
Pero… estamos hablando del siglo XXI o del XVIII. ¿Qué estupidez es esa de que el hijo aprovecha que está en la misma ciudad árabe que su padre para hablar por teléfono con él? El Rey ha tenido que hacer 7.500 kilómetros para un acto oficial y ha aprovechado que estaba allí para llamar por teléfono a su padre, nos lo cuentan como la gran actuación. Es de chiste. ¿A quién se le ocurrió contarnos tamaña tontería? ¿Es que en Zarzuela no hay teléfonos? ¿O quizás piensan que una conferencia con Abu Dabi les va a costar mucho dinero y esperan a hacer el viaje y estar más cerca? Los medios han repetido sin cesar esa sandez como si se hubiera dado una situación trascendental de comunicación. ¿Qué pasa con los periodistas? ¿Repiten como loros sin pensar? Es un razonamiento de una simpleza supina y una sombría consideración de la población.
Yo creo que estamos cansados de oír tantas estupideces y mentiras a los políticos y personajes públicos que ya oímos sin escuchar. Nos han saturado tantos disparates, desatinos y pedanterías, que ya tan sólo queremos tener nuestra cabeza relajada. Hemos llegado a tal saturación que oímos como quien oye llover, acostumbrados al ruido. No escuchar tonterías es una buena actitud para el espíritu, pero también muy buena para los que amparados en el ruido manejan los hilos; consecuencia, bueno para nuestro humor malo para la defensa de nuestros derechos.
O nos esforzarnos por batirnos en duelo con un sistema demasiado corrupto e inepto o escondemos la cabeza bajo el ala y tratamos de vivir lo más dichosamente posible. Yo, como ya voy de salida, opto por lo segundo, pero a los que todavía les queda recorrido deberían sacar de vez en cuando la espada.
De momento voy a preparar algún attrezzo para mis amigos cineastas. La ficción me parece mucho más divertida que la realidad.
O témpora o mores
![[Img #58810]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2022/4410_mercedes-dsc_0021.jpg)
Estoy considerablemente bien de salud. Lo afirmo así, en primera instancia, para tranquilizar a esos espíritus bondadosos que se preocuparon la semana pasada por mi estado de lozanía al no encontrar mis pensamientos en la cita semanal de este periódico. A todos les agradezco su fidelidad y sentimientos. Pues sí, estoy mejor a pesar de que todavía mi vitalidad sigue estando menguada por el efecto ómicron, pero la principal razón de mi ausencia ha sido fundamentalmente otra.
Resulta que el viernes por la mañana estaba escribiendo sobre los acontecimientos ‘importantes’ de la semana cuando tuve que atender la llegada de un grupo de amigos que venían a pasar el fin de semana, no especialmente para verme sino para trabajar. Sí, son amigos que viven (trabajan) en el irreal/real mundo del cine. Han venido a localizar los espacios para las escenas de su nueva película, porque vendrán a finales de junio a rodar una película en el molino y aledaños. Será algo divertido ver rodar una película en mi casa, aunque también soy consciente de que lo que tiene de gracioso/curioso puede tenerlo de perturbador/agotador. La ficción y la realidad han de tener sus fricciones. La creatividad es así.
Se trata de una película de sesgo intimista en una casa de campo. Evidentemente el molino les da mucho juego. Bueno, llegaron y ya la abducción fue completa. El artículo se me quedó a la mitad y ya no tuve tiempo ni energías para terminarlo ni en la nocturnidad; ahí mi fatiga omicroniana me ganó la partida. Ese ha sido el motivo de mi ausencia. Como información adicional os recomiendo la última película documental de estos chicos, Quien lo impide, de la productora Los Ilusos, con la que han ganado varios premios, entre ellos un Goya.
Pues, el tema que tenía entre líneas la semana pasada era el tema de Emérito, como correspondía a ese momento ‘histórico’ de su llegada al país y la expectación que suscitaba su comportamiento. Ahora es ya un tema pasado, pasado en el tiempo y pasado en los miles de comentarios escritos y hablados Aun así me gustaría analizar y relacionar algunas cosas de ese acontecimiento. Por ejemplo, la oportuna llegada del emir de Qatar de sencillo nombre Tamin bin Hamad Al Thani justo unos días antes de la llegada del Emérito de aquellas tierras orientales a estas nuestras.
Estoy convencida que las dos visitas que vinieron la semana pasada del cercano Oriente estaban muy bien orquestadas. Primero viene el Jeque, con su Jequesa, de avanzadilla. Vienen anunciando una gran simpatía por nuestro país, y la Casa Real, e instituciones, les reciben como a Bienvenido Mister Marshall, con honores militares, trompetas al viento, bombos y platillos para anunciar un futuro prometedor de gran colaboración económica, con promesa de abastecernos de ese gas tan necesario para las calefacciones y cocinas de las casas españolas porque, creemos, que quienes eran nuestros amigos y proveedores, los argelinos, nos pueden cortar el grifo del gas en cualquier momento. Se han cabreado, y con razón pienso yo, al habernos hecho de pronto amiguetes de su eterno enemigo y vecino Mohamed VI, el rey marroquí, que anda en contubernios con los norteamericanos e israelíes. “Los amigos de mi enemigo son mis enemigos”, pensarán.
Por cierto, este pronto de nuestro Presi de ponerle en bandeja al marrullero Mohamed VI nuestro antiguo Sahara Occidental, sin explicación alguna, tiene mucho de oculto y misterioso; pondría la mano en el fuego que se trata de una presión americana por y para sus intereses, naturalmente. ¿Qué nos darán a cambio los yanquis por este giro de 180º en nuestra posición con el Sahara y Marruecos, y por enemistarnos con Argel, nuestro proveedor, justo en el momento que existe una crisis internacional de abastecimiento de materias primas?, seguramente migajas. Esto huele mal.
Forzar a este cambio de amistades en un momento tan crítico pinta a juego de estrategia económica con la geopolítica por medio de ajenos. Nos están forzando a que ‘regalemos’ las riquezas del Sahara (importantes en materias primas y en zona pesquera) a Marruecos porque yanquis e israelitas tienen mucho interés en sacarle partido a su, desde hace un tiempo, interesante e interesado amigo Mohamed VI, al que le gustan mucho los dólares y es fácilmente convencible. Los yanquis ya han asentado importantes bases en la costa marroquí para control del Mediterráneo.
También los yanquis pueden sacar partido con el problema que nos ha creado este ‘regalo’. Nos quedamos sin gas pero tenemos a los ‘salvadores’ norteamericanos para servimos su gas, que parece que tienen mucho. Ah, y también está disponible para abastecernos de gas este Jeque que nos acaba de visitar, de nombre imposible, y amigo de los yanquis y gran amigo de nuestro Emérito.
Cesión del Sahara a Marruecos, Jeque que viene a regalarnos simpatía, que no dinero, Emérito detrás al rebufo de la simpatía del Jeque; argelinos cabreados, yanquis y Jeque ofreciéndonos la salvación. Es como un círculo donde ruedan todos los actores de estos últimos acontecimientos, y me asaltan en la cabeza los conceptos de intermediarios, acuerdos y comisiones. Estamos aprendiendo últimamente que esto de ser intermediario (también llamado conseguidor, palabra más adecuada) y cobrar comisiones es un negocio muy, pero que muy rentable, y muy, pero que muy habitual.
El tema parece que se trata de que nosotros hagamos un regalo (forzados) que nos perjudica para gran beneficio de quien nos fuerza a ello. Es decir, como siempre (históricamente) en nuestra política exterior, somos unos pringados.
¡Ay!, que me desvío. Viene el Jeque de Qatar y tras recibir múltiples honores, en la cena de gala en Palacio, ante cien escogidos comensales y naturalmente los Reyes, el Emir se pone de pie y anuncia con solemnidad que va a invertir en nuestro país 4.720 millones de euros. Nuestro Rey le agradece la confianza del emirato en nuestra economía y le anima a seguir siendo inversor. Una puesta en escena derrochando boato, de película. Al día siguiente el Jeque firma con el gobierno un acuerdo de asociación estratégica y, luego, las medallas: el máximo grado de distinción el Collar de la orden de Isabel la Católica, la Llave de Oro de la Villa de Madrid, y las medallas del Congreso y el Senado, ¿Quién da más? ¿Acaso esos millones son un regalo?
Tamin bin Hamad Al Thani forma parte del grupo de amigos con kufiya (pañuelo a la cabeza) que tiene el Emérito en aquellas tierras de Oriente y con los que ha hecho, y hace, muchos negocietes y francachelas. Por eso son amigos.
Qué casualidad que este Mister Marshall a lo petroriental llega, dos días antes que el controvertido regreso de su amigo Emérito, aireando algunos millones de su bolsillo (francamente pocos para los que tiene en su haber) y lo festejamos como si nos los fuera a regalar, cuando en realidad de regalo nada, nos anuncia que va a hacer un negocio en nuestro país. No regala sino que invierte para ganar dinero. Está, bien, invierte, pero no exageremos con las loas.
Pues a donde quería ir a parar es que viene el amigo árabe abriendo camino con sus millones por delante y organizado aquí grandes saraos como si fuera un gran benefactor. Y dos días después, tras la estela de alegría y agradecimiento al amigo árabe, llega el amigo autoexiliado (o autoescondido) protagonista de … muchos asuntos no muy limpios ni agradables. Parece como si esta vuelta del Emérito quisiera protegerse bajo los millones ofrecidos del árabe; como queriendo redimirse ante la opinión publica de los petrodólares que se quedó, o que le regalaron por su cara bonita o su derroche de simpatía. Como queriendo demostrar que sus amigos no sólo le dan dinero a él sino que también nos lo dan a todos los españoles. “¡Cuánto hace el Emérito por España, sus amigos árabes nos traen dinero. Viva el Émerito!”. Y la orquesta sigue tocando y los ‘elegidos’ bailando.
Discreta, discreta, como se anunciaba, no ha sido la llegada del antiguo Rey. Más bien estaba todo organizado para se le recibiera en loor de multitudes. Aunque en realidad fue una flaca multitud aleccionada y vociferosa en Sanxenxo. Y a su querido amigo gallego, en otras ocasiones tan discreto, esta vez le han dado el papel de juglar para que anunciara de todo lo referente al ex Rey pródigo, comidas, cenas, horarios, pensamientos y deseos. Francamente la puesta en escena del Emérito en Sanxenxo ha sido ruidosa y penosa, se notaba todo muy forzado, como forzada parecía también la de su amigo el árabe de los millones, solo que esta última con bastante más glamur.
En fin, yo quería recrearme en la conexión organizada de estos dos personajes y eso es lo que pretendo con estas líneas. Ah, por cierto, me he saltado un eslabón, para mí bastante chusco. Unos días antes de que vinera el emir de Qatar, nuestro joven Rey viajó a Abu Dabi donde reside su padre, Juan Carlos I y, sorprendentemente, los medios nos han repetido hasta la saciedad que padre e hijo no se vieron, “¡no se vieron!” (¿quién lo demuestra? y, además, lo lógico y natural es que se vieran), y han insistido en que Felipe VI aprovechó que estaba en esa lejana ciudad para hablar por teléfono con su padre (que estaba a la vuelta de la esquina) y organizar una cita en Madrid.
Pero… estamos hablando del siglo XXI o del XVIII. ¿Qué estupidez es esa de que el hijo aprovecha que está en la misma ciudad árabe que su padre para hablar por teléfono con él? El Rey ha tenido que hacer 7.500 kilómetros para un acto oficial y ha aprovechado que estaba allí para llamar por teléfono a su padre, nos lo cuentan como la gran actuación. Es de chiste. ¿A quién se le ocurrió contarnos tamaña tontería? ¿Es que en Zarzuela no hay teléfonos? ¿O quizás piensan que una conferencia con Abu Dabi les va a costar mucho dinero y esperan a hacer el viaje y estar más cerca? Los medios han repetido sin cesar esa sandez como si se hubiera dado una situación trascendental de comunicación. ¿Qué pasa con los periodistas? ¿Repiten como loros sin pensar? Es un razonamiento de una simpleza supina y una sombría consideración de la población.
Yo creo que estamos cansados de oír tantas estupideces y mentiras a los políticos y personajes públicos que ya oímos sin escuchar. Nos han saturado tantos disparates, desatinos y pedanterías, que ya tan sólo queremos tener nuestra cabeza relajada. Hemos llegado a tal saturación que oímos como quien oye llover, acostumbrados al ruido. No escuchar tonterías es una buena actitud para el espíritu, pero también muy buena para los que amparados en el ruido manejan los hilos; consecuencia, bueno para nuestro humor malo para la defensa de nuestros derechos.
O nos esforzarnos por batirnos en duelo con un sistema demasiado corrupto e inepto o escondemos la cabeza bajo el ala y tratamos de vivir lo más dichosamente posible. Yo, como ya voy de salida, opto por lo segundo, pero a los que todavía les queda recorrido deberían sacar de vez en cuando la espada.
De momento voy a preparar algún attrezzo para mis amigos cineastas. La ficción me parece mucho más divertida que la realidad.
O témpora o mores