Isabel ll (la inglesa) habla con el Marqués de Sade
![[Img #59011]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/06_2022/4697_aidan-descristado-2.jpg)
- Feliz cumpleaños.
- Se equivoca, no es mi cumple…
- Lo digo metafóricamente.
- ¿Usted quién es?
- Monsieur de Sade.
- ¿El Marqués?
- Bueno, en el cielo no hay aristócratas. El Todopoderoso no es tonto.
- ¿Está usted en el cielo?
- Al menos en la nube -y me puede encontrar en cualquier biblioteca honesta, decente.
- ¿Decente? Confieso que no me han hablado bien de usted.
- ¿Me ha leído?
- La verdad es que no. Una vez en Escocia leí una entrada -más bien una biografía- en La Enciclopedia Británica…
- Que ya es una empresa americana…
- Sí, una lástima… ¿Qué hace usted en mi sueño?
- Es que he querido hacerle una pregunta.
- No pretendo hablar de sexo…
- No se preocupe. La gente chic no habla de sexo. Es una pregunta de índole moral.
- Usted no es precisamente el parangón de la virtud.
- Lo sé. Pero no soy amoral. Me interesa la conducta del ser humano.
- O sea, tal vez usted sea inmoral pero no amoral….
- ¡Qué placer presenciar una inteligencia tan aguda!
- No soy una pensadora, pero tampoco soy inocente. ¿De qué se trata?
- Del poder…
- Usted sabrá que mis funciones y mis actuaciones están determinadas por un parlamento democrático. Soy una figura, un símbolo. No propongo y no decreto.
- Usted influye, aunque de manera sentimental. Ni Canadá ni Australia son repúblicas.
- De momento. Todo cambia. Así es la naturaleza de la existencia.
- Sí. Y, sin embargo, usted simboliza la constancia, la tradición, la familia…
- No me hable de la familia. Ha habido mucha vulgaridad últimamente, y muchas desgracias.
- Usted… ¿No se enfada?
- Mi papel es uno de serenidad, de proveer un nexo de identidad para todos los pueblos del Reino y de la Commonwealth…
- Ya. Me refiero al estado actual del mundo.
- A algunos nos toca mantener un marco de estabilidad esperanzador, ofrecer la luz de la ilusión, de la continuidad, a pesar de todos los contratiempos.
- Es casi una posición religiosa.
- Bueno, usted sabrá de la etimología de tal palabra.
- Sí. Pero ¿cómo puede disfrutar de una semana de celebraciones habiendo una guerra en el patio de al lado?
- Admito la pregunta. ¿Usted va a dejar de cenar con un buen vino por las crisis de los demás? De todos modos, la gente está cansada tras el susto de la pandemia. En París (y luego, curiosamente, en la Catedral de La Almudena) acaban de celebrar una fiesta de fútbol…
- Y el joven Nadal es un fenómeno.
- Pues eso. La vida sigue.
- Ya. Pero si usted se hubiera aprovechado de la publicidad (vaya, todos los periódicos del mundo), si hubiera dicho: “¡La invasión es inmoral y cruel y puede haber accidentes nucleares!”, ¿no sería un espaldarazo, un gran beso de solidaridad?
- No soy un caudillo espiritual. No soy como el Papa (risita traviesa y atávica). Y no me lo han propuesto.
- Claro, de usted no podemos esperar un acto radical de rebeldía personal, fuera del guion… Habría sido un golpe magistral: romper el protocolo, desafiar a las instituciones con la imaginación individual… Vengarse de los Sex Pistols…
- ¿Quiénes? Y no grite.
- No importa.
- Oiga, la monarquía es del pueblo. Ni siquiera el Partido Laborista es republicano.
- No lo entiendo, de veras.
- ¿Acaso entiende usted a Napoleón?
- ¿Lo compara con Putin?
- Le contestaré cuando éste se haya muerto.
- Keep calm and carry on, pues.
- Touché,mon petit chien, et… à chacun sa prison.
-
- Feliz cumpleaños.
- Se equivoca, no es mi cumple…
- Lo digo metafóricamente.
- ¿Usted quién es?
- Monsieur de Sade.
- ¿El Marqués?
- Bueno, en el cielo no hay aristócratas. El Todopoderoso no es tonto.
- ¿Está usted en el cielo?
- Al menos en la nube -y me puede encontrar en cualquier biblioteca honesta, decente.
- ¿Decente? Confieso que no me han hablado bien de usted.
- ¿Me ha leído?
- La verdad es que no. Una vez en Escocia leí una entrada -más bien una biografía- en La Enciclopedia Británica…
- Que ya es una empresa americana…
- Sí, una lástima… ¿Qué hace usted en mi sueño?
- Es que he querido hacerle una pregunta.
- No pretendo hablar de sexo…
- No se preocupe. La gente chic no habla de sexo. Es una pregunta de índole moral.
- Usted no es precisamente el parangón de la virtud.
- Lo sé. Pero no soy amoral. Me interesa la conducta del ser humano.
- O sea, tal vez usted sea inmoral pero no amoral….
- ¡Qué placer presenciar una inteligencia tan aguda!
- No soy una pensadora, pero tampoco soy inocente. ¿De qué se trata?
- Del poder…
- Usted sabrá que mis funciones y mis actuaciones están determinadas por un parlamento democrático. Soy una figura, un símbolo. No propongo y no decreto.
- Usted influye, aunque de manera sentimental. Ni Canadá ni Australia son repúblicas.
- De momento. Todo cambia. Así es la naturaleza de la existencia.
- Sí. Y, sin embargo, usted simboliza la constancia, la tradición, la familia…
- No me hable de la familia. Ha habido mucha vulgaridad últimamente, y muchas desgracias.
- Usted… ¿No se enfada?
- Mi papel es uno de serenidad, de proveer un nexo de identidad para todos los pueblos del Reino y de la Commonwealth…
- Ya. Me refiero al estado actual del mundo.
- A algunos nos toca mantener un marco de estabilidad esperanzador, ofrecer la luz de la ilusión, de la continuidad, a pesar de todos los contratiempos.
- Es casi una posición religiosa.
- Bueno, usted sabrá de la etimología de tal palabra.
- Sí. Pero ¿cómo puede disfrutar de una semana de celebraciones habiendo una guerra en el patio de al lado?
- Admito la pregunta. ¿Usted va a dejar de cenar con un buen vino por las crisis de los demás? De todos modos, la gente está cansada tras el susto de la pandemia. En París (y luego, curiosamente, en la Catedral de La Almudena) acaban de celebrar una fiesta de fútbol…
- Y el joven Nadal es un fenómeno.
- Pues eso. La vida sigue.
- Ya. Pero si usted se hubiera aprovechado de la publicidad (vaya, todos los periódicos del mundo), si hubiera dicho: “¡La invasión es inmoral y cruel y puede haber accidentes nucleares!”, ¿no sería un espaldarazo, un gran beso de solidaridad?
- No soy un caudillo espiritual. No soy como el Papa (risita traviesa y atávica). Y no me lo han propuesto.
- Claro, de usted no podemos esperar un acto radical de rebeldía personal, fuera del guion… Habría sido un golpe magistral: romper el protocolo, desafiar a las instituciones con la imaginación individual… Vengarse de los Sex Pistols…
- ¿Quiénes? Y no grite.
- No importa.
- Oiga, la monarquía es del pueblo. Ni siquiera el Partido Laborista es republicano.
- No lo entiendo, de veras.
- ¿Acaso entiende usted a Napoleón?
- ¿Lo compara con Putin?
- Le contestaré cuando éste se haya muerto.
- Keep calm and carry on, pues.
- Touché,mon petit chien, et… à chacun sa prison.
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