Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 25 de Junio de 2022

Al Este del Paraná esquina con tus ojos

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Ahora tú. Al fin tú.

Tantos años dando vueltas alrededor, viajado en los vientos que llevaban las puertas que tú abrías… y ahora estrenas palabras entre nosotros.

Esos ‘ahora’ que medimos en carta y café.

Hemos dormido separados por tanto tiempo que apenas ahora descubro, en secreto, el placer de todos estos silencios.

Nos hemos tomado diez años para acariciar el placer y tardamos tres besos en descubrir el dolor. Y dos años en dolerlo.

He sentido tantas veces que te sigo… en un camino largo y complicado… miles de kilómetros de países, de casas, amigos, trabajos y mujeres… ajando presencias, frugalizando encuentros y abreviando promesas… para encontrarte siempre en el mismo sitio, con la sonrisa agazapada en tu desinterés, atenta siempre en tu despiste  y una promesa siempre callada en el gesto de tu mano de la imprescindible y última despedida lejana. Y, yo quieto, tú en marcha.

Te he visto ir sobre ruedas tantas veces…Yo regresaba, caminando, a un mundo cada vez distinto, otra casa, otros nombres, otras luces…

Te has ido tantas veces que no me daba cuenta de que eras tú la que se quedaba. Tú has tenido siempre tu sitio…, yo he pasado la vida buscándote sin atreverme nunca en llegar hasta ti, a tu sitio. Dispuesto a regar tus plantas.

He encontrado recuerdos de ti en otros pelos, en otros arcos de ojos, en otros tamaños de dedo siempre bajo otra piel…

Me siento a veces condenado a no pertenecer. A nadie, a ninguna ciudad, a ningún país…  Sólo cuento con el tiempo de tus cartas, los mejores recuerdos de tus silencios, el lugar de tu ausencia.

Estoy tan acostumbrado a gastar papeles recordándote que da aliento sentir que quizás te esté dirigiendo una carta.

Nunca soñé que te podrías asomar al patio de los celos. No sé si honor, nostalgia o pena. No pensé que lo conocías.

Y ahora, sigues sin estar sólo que más cerca.

Podemos tomar café, jugar con el recuerdo de aquel ‘nocturno’ y entretener el tiempo en contestadores automáticos y consultas profesionales. Pero tú siempre te sacarás una carta de la manga en el momento preciso.

Yo no pierdo de vista un negocio que tengo fichado en un afluente del Uruguay. Al Este del Paraná esquina con tus ojos. Hay allí una compañía de transporte fluvial que en quince o veinte años se verá obligada a ponerse en venta a muy buen precio. Mientras tanto, el alcalde me ha ofrecido el oficio de escribano.

Creo que así podré aprender a escribir cartas de amor.

O témpora o mores

 

 

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