Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 09 de Julio de 2022

Desde Nuev York

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Hoy he acabado el último paquete, no tengo más remedio que escribirte para estar un poco contigo.

 

Casi nadie me cree, cuando preguntan, que la verdadera razón por la que fumo este tabaco es por un sencillo y romántico  recuerdo amoroso. Ni siquiera tu misma te has atrevido a creértelo. En cada sitio, un paquete verde, da una sensación de presencia que sólo yo sé lo que realmente significa.

 

Y ya va siendo hora de que tú lo sepas. Si soy un poco como he sido, si hay un estilo, una forma de movimientos, en mis caricias…, si elijo un cierto tipo de chicas, es desde que un día te vi subir los bulevares a toda velocidad, con una ligera camiseta sin mangas, sujeta al manillar de tu 125cc.

 

Y es ahora, cuando ya hace tiempo que no sufro tu ausencia, cuando puedo escribirte desde la distancia de una ciudad fascinante que me deja tiempo para decirte estas pocas cosas que no caben en una postal de urgencia donde sólo un recuerdo, un beso y una procedencia apenas alcanzarían para decirte que el Tanausú se ha terminado; cuando, con un elegante paquete de Gitanes en la mesa destartalada de un pequeño apartamento solitario, sigo pensando en ti y en todas las chicas morenas, delgadas, arriesgadas y dulces a las que he amado.

 

Y quizás porque tú fuiste la primera a la que amé verdaderamente, quizás porque tus silencios fueron más firmes, y quizás porque en todos estos años siempre he sabido un poco de ti, de dónde y cómo, más o menos, seguía tu existencia, te escribo ahora esta carta. Cuando he vuelto a encontrar tiempo para llenar de palabras un papel, porque siento que está cumpliéndose un ciclo más de mi cíclico existir. Y porque es el único medio para mi adorable lengua materna, tan poco practicada en estas semanas.

 

Y quizás también porque, una vez más, nuestra última cita, a tu casa ¿recuerdas?, acabó dejándome de noche y cansado de recorrer cabinas telefónicas para que tu teléfono no se descolgara, y terminar regalando a la mujer de un amigo las dos botellas de champán que llevaba.

 

Siento no haber podido mandarte unas flores al día siguiente. Supongo que la economía me lo impediría –una vez más- como ahora, que me obliga a tan solo unas palabras en un papel ligero, un sobre y un sello.

 

Curiosa la vida. A veces me da miedo pensar que nos acercamos a una edad en que la vida ya da menos vueltas, menos sorpresas, y todo se va a parecer a sí mismo cada día más.

 

Es quizás por eso, cuando ya tenía mi casa propia, mi estudio, un trabajo que día a día empezaba  a ser más seguro, cuando una mujer de la que estoy enamorado permanecía a mi lado, mi gato Malibú siempre atento a mis llegadas y a mi lado en todas las despedidas, y una inmensa cantidad de amigos se agrupaba cada tarde alrededor de la mesa camilla; cuando, sin saber muy bien porqué, decidí dejarlo todo y venirme solo a esta ciudad de locos en donde se oyen sirenas constantemente y las cucarachas se pasean lentamente por debajo del frigorífico, sin amigos , sin casa, sin dinero y, desde luego, sin mujer y sin gato.

 

Y aquí estoy. Aprendiendo a que nunca se termina uno si no da por terminada su vida. Una razón más para mantener esa sensación de estar siempre empezando, un poco como me pasa contigo cada vez que me acerco a ti, o nos vemos.

 

Y esa es la razón por la que he venido, para  preservar seguridades profundas y sacudirme de encima el apoltronamiento de este último año, tan agradable y tan seguro. Pero no tengo la menor idea de qué será de mí después de estos dos meses.

 

Nombres como el tuyo –y es el primero- están fijados en una pequeñísima lista de las personas que me dan esa mínima estabilidad que necesito para permanecer vivo y despierto. Saber que existes es lo único que pido.

 

Y ahora vas a tener un hijo. Bueno, eso es otra cosa. Desde luego si es niña me caso con ella, aunque no recibirá la sana influencia de un padre militar ni gozará de familia supernumerosa con veraneos es casa de los abuelos. Pero, a lo peor, no querrá saber nada de un ‘madurote’ solterón que dentro de ocho años cumple una cita para su único compromiso con la mujer que más amó cuando empezaba a saber lo que significaba ese verbo.

 

Si puedes volar antes del parto, que sea a N.Y. Te espero aquí o en cualquier parte, y cuando tú quieras. Con todo el cariño de estos años y el mismo amor de entonces. N.

 

O témpora o mores

 

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