E. S. D.
Domingo, 10 de Julio de 2022

Terminantemente prohibido (XV)

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(...)

 

Querida Maruja: me pides en tu última carta que sea más largo, que te cuente mi vida. Ya te puedes imaginar cómo se pasa en un pueblo. Si tú al menos estuvieras aquí saldríamos y todo sería distinto. Veo que estás intrigada por la carta de que te hablé. En una palabra no vuelvo al seminario. Pero no tienes por qué ponerte triste, ya te escribiré, te prometo que te escribiré y a lo mejor… después te diré. Si vieras el follón de mi casa… Para mi madre fue una tragedia. Creí que le daba algo. Mi padre lo encajó mejor pero de todas formas que ya lo esperaba, que vaya dinero perdido. Yo creí que iba a reaccionar más violentamente. El peor fue el cura, aunque ya se lo tenía tragado desde hace tiempo, si esto ya lo veía yo, mucha fiesta en los pueblos y poco comulgar. Ahora ya se le ha pasado el berrinche.

 

En la fiesta de Colmenar vi a Elena, andaba con un chico que estaba haciendo Magisterio. Ella venga a mirarme, a estirarse el jersey, pero yo ni caso. Aquello ya pasó a la historia.

 

Mi padre quiere que siga estudiando, pero el problema es que no me sirven para nada el curso de los Maristas ni el del seminario. Tengo que empezar primero otra vez. Aquí va la bomba. Ya he convencido a mi padre para que no me mande a un internado y haré todo lo posible para que me deje estudiar ahí en una academia. Parece que no lo ve con mal ojo. ¿Te gusta la idea?

 

Yo pienso que podía preparar tercero y matricularme libre de los tres cursos. Tendré que apretar un poco en matemáticas que es en lo que más flojo estoy, lo demás sobre todo la geografía y el castellano se me da muy bien que fue en lo que saqué 'meritísimus'. Ya te conté el nerviosismo de cuando don Albino leía las notas públicamente en el salón. No me lo creía. Él iba diciendo los nombres ayudado por una regla para no pasarse de línea y leyó mi nombre con cinco 'meritisimus'. La única nota baja fue música pero eso total no me sirve para nada.

 

Ahora estoy preocupado por ¿te acuerdas de aquel chico que te conté que se marchó del seminario por el lío de la clase? Me ha escrito una carta diciéndome que yo tuve la culpa de todo, que me inventé sus sospechas. No le he contestado todavía y no pienso hacerlo. No sé tú que pensarás.

 

Ya estarà por ahí en la jaula de los seminaristas. Este año han ido tres nuevos de aquí del pueblo. Los otros me han hecho el vacío durante todo el verano. No te lo había dicho pero seguro que los superiores les leyeron la cartilla a final de curso y les dijeron cuidado con Carvajal que está muy maleado, eso se veía leguas. Cuando salíamos de misa se hacían los suecos, que tenían mucho que hacer, que esto, que lo otro y varias veces los vi juntos después, y a mí no hay quien me quite de la cabeza que algo les habían dicho. Pero yo hacía mi vida, cogía la bicicleta y me iba con mi primo al río, y no digamos nada cuando vinieron del campamento. Como vieron que yo no había ido sacaron la conclusión de que la había colgado como era cierto; mejor, me la habían hecho colgar, pero no me dirigían palabra. Perdona que entonces no te dijera nada claro pero me pareció mejor decirlo ahora a principio de curso para evitar líos. Tú sabes bien que a mí no me iba la vida de seminario, que estaba acostumbrado a otra libertad y además debió chivarse alguien de lo de lo nuestro si no cómo entiendes tú la carta que le mandó el rector a mi padre: "No es grato para mí comunicarle que la Junta Disciplinar de este centro ha considerado irregular la conducta de su hijo durante el pasado curso. Por ello he tomado la decisión de sugerirle la conveniencia de que deje el seminario. Parece que Dios no le llama por este camino, etcétera." Con esta carta ya te puedes imaginar en casa y todos a la carga y el cura más que nadie. Tengo ganas de salir de aquí que acaben estas monsergas. Esto ya lo vi yo venir desde los últimos días de curso, sobre todo desde el examen de castellano. Estuvo en el tribunal rector. Don Albino me daba buena nota porque el cuaderno se lo llevaba planchado, pero al rector lo vi venir enseguida, iba a suspenderme. Don Albino ya me mandaba marchar, pero el rector me detuvo y dijo que me quería sondear un poco y empezó a preguntarme de oraciones sustantivas y se vio que iba con mala idea, a cargarme, pero no le valió.

 

Nunca te había contado cosas así pero quiero que la sepas y si voy a estudiar a la academia ya te contaré más. Esto es lo que más me gustaría, poderte ver todos los días. Elena es solo un recuerdo, ella sigue en sus trece y se me hace la encontradiza, pero yo buenos días Elena y nada más. El otro día me preguntó ¿No vas al seminario?. No este año me quedo aquí, y yo le noto que anda con idea de sonsacarme, pero que se vaya con el del día de la fiesta. En cambio pienso mucho en ti y te imagino apoyada al balcón sonriendo o que vamos de paseo en bicicleta y me siento a gusto porque pienso que estamos juntos.

 

Estaría escribiendo siempre, pero ya tendremos ocasión de vernos y hablar mucho. Un abrazo. Pedro Carvajal.

 

 

Hola Pedro: me hizo mucha ilusión tu carta. Es la primera vez que me cuentas con detalle tus preocupaciones. Pero lo que más me gusta es que hayas decidido venir a estudiar a la academia. Te espero con mucha alegría. Llevo dos días sin dormir por tu culpa, me hace tan feliz imaginarte aquí todo el año.

 

Lo que dices de tu casa me lo imagino. Algo parecido voy a pasar yo. Me examiné de los suspensos de junio, lo hice fatal y estoy temblando que lleguen las notas. Papá me pregunto qué tal y yo le dije que regular para preparar el terreno pero seguro que me cargan.

 

Salgo con Merce todas las tardes, paseamos por la muralla aunque ya empieza a hacer un poco de frío. Papá me amenaza con no dejarme salir si no apruebo. Pero bueno eso se le pasará.

 

No te preocupes demasiado de la carta de aquel chico, pienso como tú que es mejor callar y no darle importancia, pero prométeme que no vas a darle vueltas. Más lo de la carta del rector por la culpa que me toca si es que se enteraron de lo nuestro. Aunque me deja algo tranquila lo que me dices de que la vida del seminario no era para ti.

 

Desde hace algunos días oigo la campana de la casona a todas horas. Miro hacia la ventana a la que tú te asomabas y siento un poco de tristeza. El mismo día de la entrada aunque sospechaba no sé por qué que no volverías, intentaba localizarte y en una ocasión te confundí con uno que debía ser filósofo y llevaba un traje gris marengo como el que tú llevabas el día de salir.

 

Acaba de tocar el timbre de casa y debe ser Merce que quedó de venir a las siete. No quiero que me vea escribirte porque es una curiosa y luego no me deja en paz. Un saludo cariñoso. Te quiere. Maruja.

 

(...)

 

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