Eloy Rubio Carro
Domingo, 24 de Julio de 2022

Tres poemas antediluviales

[Img #59355]


 

 

En el calor de El Estrecho 

 

Hacíamos de noche el pan,

una montaña de panes,

un túnel por el oleaje que nos brindaba de peces,

para sacudirse

la sal escupida del rebaño.

 

Construyendo la casa nueva,

las muñecas desangradas por las sanguijuelas de los humedales

de una muerte hipotérmica,

arando el mar

con la navaja de la desolación

encetando la hogaza

a la hoguera de El Estrecho.

...

O volvías de una guerra olvidada

y ya no eras ese

que volvía

con el pie izquierdo sin calzar,

el shiboleth de tu condena.

Dime 'pan' ¿Cómo se dice pan? ¿Cómo agua?

 

Y te quemaré el pico

y clavaré tus clavículas

a una estaca de cubierta

e izaré un campo de cruces

en la costa normanda

y les pondré el nombre

de tu tierra.

 

Barruntos climáticos

 

Mi ventana bulle en verano

de pájaros huidos de la nieve,

las seis puntas que clavan sus pechitos.

 

Todavía revuela la urraca los despojos del cordero

y se encaperuza el cráneo para sorberle las sombras

a cincel desde la especie.

Bulle el verano

no sé si algazara o gritos

y la nieve no le punza la manzana ni se deletrea en agua.

 

Y por dentro tampoco

si no sea lo que engulle

y le clava el copo su aguijón,

su temblor de sangre

en babeo

lácteo de su pico

hacia el balido.

 

Ahí el estéreo de nuestras mentes

como tu muñeca de guitarra

que rasguña las seis cuerdas

hasta el eco 

de la actual melodía (¿algaracea o grita?)

que se masculla en verano

desde mi ventana

a cal y canto cerrada.

 

* ‘El copo de nieve de seis puntas’, es un estudio de Kepler sobre la nieve.

 

 

Isla de plásticos (heraclitiana)

 

La muerte es una práctica 

de modales infinitos:

la guerra de los mercenarios

o la prostitución,

morirse en la cama en un crucero 

a islas bienaventuradas del confín distante

entre cantos y veleidades de tempestad,

o apaciguado por la sordera desdeñosa 

del óleo incandescente.

 

No hay todavía audífonos para acceder a la belleza

y menos aún inalámbricos,

ni el objetivo fuera oírla y desdeñarla,

sino arder la arboladura

y 'arbotarse' a la mar

arbolada

y treparla cuando niño

estaca por estaca a echar los dados

a las floraciones 

donde anidan gaviotas,

o algún pez nocturno llamado búho

y cogerlos por las patas, o robarles la ovada.

 

Ese reino de 'aion' confuso,

este arreglo más íntimo de un montón de basuras reunido al azar.

 

 

 

 

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