Eloy Rubio
Jueves, 11 de Agosto de 2022

'Luna de Cortos' entre la utopía de Aztlán y el realismo rumano

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Ya en el ecuador del IX Festival Internacional 'Luna de Cortos' que se celebra en Riego de la Vega hasta el 13 de agosto, se han proyectando los cortos de las diferentes secciones a concurso: Cine Rural, Castilla y León, Cineastas Comprometidos, Cine y Mujer, Documentales.

 

Entre las actividades paralelas que se suceden entre dos tandas de cortos, destacan la exposición fotográfica 'Baselsberg. La ciudad de la UFA', con la colaboración del Institut Goethe de Madrid, o la exposición de ‘Paradise del cinematógrafo’ con una selección de los proyectores de Miguel Pérez García, 'Trébol'.

 

Dentro de estas actividades paralelas, este martes se celebraba la ‘Mesa Aztlán. La América afín. El cine chicano de los Estados Unidos’. Con tres ponentes que trataron de desvelar el sentido y el origen del nombre Aztlán, país invitado, en el contexto del cine chicano.

 

Armando Miguélez, el primero de los intervinientes, dijo que Aztlán es un término mítico, pero que algunos quisieran que fuera verdad. En la tradición es un lugar del norte donde vivían los aztecas originarios. Su destino sin embargo era salir de su tierra hacia otro lugar en el sur, donde se toparían con un águila comiendo una serpiente enroscada en un nopal. Un signo propicio a una fundación. Estuvieron caminando durante dos siglos y llegaron al lugar donde los mexicas guiados por Huitzilopochtli fundaron México, Tenochtitlan. Tiempo después Moctezuma y Tlacaelel decidieron organizar una expedición de búsqueda y retorno a Aztlán, a sus orígenes. Según los códices antiguos, siguiendo el sentido inverso al camino recorrido llegarían a Aztlán que se encontraría en la región del ‘color blanco’, descrita como el 'lugar de las garzas'. Un periplo que duró más de 200 años y al cual solo arribaron algunos expedicionarios transformados en animales feroces. Allí los recibió la anciana Coatlicue. Un lugar que debía permanecer en las brumas de la animalidad prehumana, desconocido e ignoto según pensaba Moctezuma.

 

En los años 60 un movimiento mexicano llegó al retomar el nombre y a darle importancia política. Es en este mismo momento cuando el poeta Alberto Baltasar Urista Heredia, 'Alurista', retoma el término Aztlán y lo convierte en el espacio mítico de los chicanos. Estos que se sentían rechazados tanto por los mexicanos como por los estadounidenses estaban necesitados de un referente así, una nación sin tierra a la que volver. A esta iniciativa político poética se agregó un movimiento estudiantil chicano denominado también Aztlán.

 

Con respecto al cine, Armando Miguélez distinguió tres momentos: uno originario que corresponde al cine del oeste en la imaginación del los anglosajones del continente americano. Una manera colonial, usurpadora, basada en el estereotipo tradicional de las películas del oeste. Destacó películas como ‘Gigante’ que ya presentaba a los mexicanos de una manera más amable. Otra película importante y que ya manifiesta un cambio es ‘Sal de la tierra’ producida por "gringos del partido comunista", sobre la desigualdad de los mineros mexicanos, aborda también el rol de la mujer. Se trata de un cine casi ya de ideología chicana.

 

Un segundo periodo se caracteriza porque los temas son ya mexicanos sobre chicanos: 'Gringo viejo' o ‘Murieron a mitad del río’, podían ser excelentes ejemplos.

 

El tercer periodo se caracteriza porque los personajes tienen una problemática específicamente chicana. El ejemplo más palmario e inaugural es ‘Yo soy chicano’. Mencionó entonces una serie de directores representativos de este tercer periodo como son Robert Rodríguez o Luis Valdés.

 

 

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José Juan Gómez Becerra (on line) comentó el término Aztlán como icono del movimiento chicano. Lo definió toponímicamente como un espacio histórico-poético que articula la identidad chicana. Comentó la imprecisión del significado de la palabra y sobre el lugar exacto de su ubicación, e insistió en que en la década de 1960 resurge con un uso más cultural, icono de la identidad chicana en el suroeste norteamericano.

 

Se preguntó entonces por la necesidad de crear esta identidad o ¿cómo se crea una nación dentro de otra nación? ¿Una colonia entera anexada por los Estados Unidos?

 

Esta imposición de la cultura anglosajona criminaliza a la población mexicana, decía Gómez Becerra. De ahí el apelar a una narrativa distinta sobre el suroeste que no considere al mexicano como el ocupante de un territorio, sino como el poblador originario que va a legitimar el reclamo por la tierra y por ser en ese territorio.

 

Hizo mención de las demandas de Reyes López Tejerina y del poeta Rodolfo Corqui González en sus reclamaciones de ese espacio histórico que ayudaría a ir formando esa nación chicana.

 

Uno de los primeros documentos en el plano espiritual de Aztlán, comentó José Juan, surge en la primera reunión de jóvenes chicanos en Estados Unidos que pretende fomentar los rasgos propios y el plan espiritual de Aztlán, con una propuesta metódica para superar este estado de colonización chicano, inspirados en el poema de Rodolfo Corqui. Rememoró también del primer corto dirigido por Luis Valdés, un chicano que en 1969 decide visualizar el poema 'Yo soy Joaquín'. En esa relación de literatura y cine el mismo Luis Valdés dirige 'Pachuco'.

 

Destacó la obra de Josefina López, con una historia muy real chicana llevada al cine, donde los protagonistas son latinos y se conviertió en una película muy taquillera en 2002, contribuyendo a difundir las problemáticas de los chicanos.

 

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Gabriela Gutiérrez Muhs volvió sobre el término chicano del que dijo que podría traducirse “como un ver con los ojos del otro” y que implica una concepción sociopolítica del mundo. Descartó que el término ‘chicano’ sea un concepto biológico. Dijo que está adquiriendo una connotación positiva, de orgullo, de sentirse mexicano en Estados Unidos. Son los hijos de los trabajadores los que han activado este concepto. Decía que para 50 millones de chicanos es muy importante verse representados en la pantalla grande. Aunque los que mejor los están representando son las ‘pantallas chicas’ tipo 'Netflix' ampliando la subjetividad, multiplicando las entidades que representan.

 

Destacó que Aztlán ya es un lugar mítico que facilita una concientización de que no se necesita tierra para ser un país y tener una identidad.

 

Insistió en que desde Hollywood no se ha parado de criminalizar a los chicanos. Sin embargo existe una clase media que no ha sido representada.

 

Por otra parte los actores chicanos tienen que representar estereotipos que desdeñan y les incomodan como actores. Existen variantes en los últimos años que escaparían de la caricatura aunque son escasos.

 

Una película que destacó como muy importante es 'Mi familia' de Gregory Nava, en la que tres generaciones de una misma familia de inmigrantes mexicanos ven crecer la ciudad de Los Ángeles a su alrededor, mientras tratan de integrarse en la sociedad americana y conseguir sus sueños de prosperidad.

 

En general, terminó diciendo Gabriela, se trata de un cine incipiente que intenta posicionarse sobre la visión estereotipada de Hollywood, un cine reivindicativo que pretende el reconocimiento del otro. Lo que supone una postura política vindicativa.

 

 

 

Cine rumano

 

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Continuando con esta sección de actividades paralelas este miércoles Alicia Juan Lobato impartió la charla ‘El nuevo cine rumano’.

 

Alicia Juan que está a punto de dar a luz su tesis sobre el cine rumano y que ha entrevistado a más de 28 directores del cine de ese país, proporcionó datos acerca de la realidad rumana, de su carácter como de su historia reciente. Abordó el nuevo cine rumano situando su comienzo en el 2001 con la road movie 'Marfa si banii'. Una película galardonada en Cannes y que da origen a la llamada 'Nueva ola rumana'.

 

El cine rumano logró la fama en la década de los 2000 con la aparición de películas como ‘La muerte del señor Lazarescu', de Cristo Puiu de 2005. (La intervención de Alicia estuvo puntuada por secuencias elegidas de las películas que comentaba). Otra película importante que mencionó fue '4 meses 3 semanas y 2 días…' dirigida por Cristian Mungiu (ganador de la Palme d'or en Cannes 2007), una crítica salvaje al intento del control de natalidad por parte de Ceaucescu.

 

Mencionó como antecedentes una variedad de películas como 'La reconstrucción' de 1968, de Lucían Pintilie, basada en la novela de Hora Patrascu, un drama de adolescencia y alcoholismo. 'Prueba de micrófono' de Mircea Daneliuc, de 1980, donde afloran verdades dolorosas. Una historia de odio y amor arrebatadora. O 'Secuencias', de Alexandru Tatos, de 1982. Cine ya muy crítico contra el sistema.

 

Una característica común de las películas de ‘la Nueva ola rumana’ es que suelen ser películas en interiores (llamadas de fregadero) que pretenden desvelar desde muchas perspectivas la época de Ceaucescu. Intentan, estos cineastas, eludir las valoraciones personales, abordar los temas de una manera neutra. Por ello lo fundamental recae en el guión, el director y la producción.

 

Lucien Pintilie, a su regreso del exilio, fue, en este proceso de transformación del cine rumano, un catalizador desde la Academia Nacional de Creadores Rumanos. Pintilie fomentó la producción con otros países apoyando a los jóvenes rumanos que destacaban en la creación cinematográfica.

 

Otras características de esta ‘Nueva ola rumana’ que destacaba Alicia Juan son la ausencia de banda sonora. Consideran que la imagen no necesita de adornos. La cámara suele manejarse a mano; tampoco tienen una conciencia unitaria de pertenecer a esa nueva ola, pues hacen importantes declaraciones de su propia individualidad y autonomía. Carecen de un manifiesto común. La denominación de nueva ola proviene de fuera.

 

Después de resituar al público en el contexto político y el advenimiento de la democracia, Alicia Juan Lobato abordó una serie de autores y sus respectivas películas como son: 'La furia' de Radu Muntean, con una reflexión sobre el comunismo y las consecuencias de la transición política. 'Love Sick' (2006) de Tudor Giurgiu, presidente del festival Internacional de Transilvania. '12:08 al este de Bucarest' y un sinfín más de películas con mucho sentido del humor y con referencias al mundo del teatro y la literatura.

 

Destacó también la serie de cortos con el título común 'Historias de la edad de oro' de varios directores. Película satírica de episodios, ambientada en la Rumanía de los años 80 que, bajo el mandato dictatorial de Ceaucescu, intentaba convencer al país de hallarse en la época dorada a la que remite el título. Los episodios del film desmienten semejante afirmación, plasmando una serie de pequeñas leyendas en clave humorística.

 

Terminó su intervención con imágenes y el comentario de ‘Aurora’ de Cristie Puiu (2010) donde el director hace a su vez de protagonista de la película, tres horas en las que parece no suceder nada y sin embargo esa nada podrá estar preñada de contenidos.

 

 

Otras actividades paralelas

 

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Dentro de las  actividades paralelas de 'Luna de Cortos' también se ha celebrado el 'Homenaje teatral al cine clásico' con '¿Qué fue de Baby Jane' un corto de 20 minutos de Ángeles Nieto y José Domingo Gutiérrez; además de la 'Retrospectiva sobre los cortos realizados por Javier Gutiérrez'.

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