La manzana (Microviajes)
![[Img #59881]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2022/3529__mo-jose-dsc2027.jpg)
Desperezaba el día, detrás de los vidrios de plomo del encartujado refugio de sí misma, aquella mañana de domingo tan contemplativa y silenciosa desde que puedo recordar.
El frío pálpito de la soledad bullía como un maleficio entre las paredes mudas de la casa. No había tiempo que perder; ya estaba todo perdido, todo gastado...
En el microsurco del alma, el vinilo de su propia vida daba vueltas y vueltas sin parar, dejando trozos de añoranza con sabor agridulce. Supuso que lo mejor sería emprender un viaje rápido, cual subterfugio del tedio, un viaje nada más, o nada menos, pues todo viaje requiere movilidad y ésta un empuje necesario o imprescindible para llevarlo a cabo.
Salió a la calle. Anduvo caminando unos cuantos metros por la acera y, al doblar la esquina, visualizó el asador de pollos con su olor característico. Volvió a doblar la esquina siguiente: saludó al tendero, al del bar de enfrente al tendero, a los del locutorio enfrente al del bar, al zapatero al lado del locutorio...Volvió a doblar la esquina siguiente. Y así, en ese viaje emprendido sin cruzar calle alguna, recordó a Adán, cuando le ofreció a Eva una manzana: el principio de todos los principios.
Así mismo, el principio de todos los viajes.
Desperezaba el día, detrás de los vidrios de plomo del encartujado refugio de sí misma, aquella mañana de domingo tan contemplativa y silenciosa desde que puedo recordar.
El frío pálpito de la soledad bullía como un maleficio entre las paredes mudas de la casa. No había tiempo que perder; ya estaba todo perdido, todo gastado...
En el microsurco del alma, el vinilo de su propia vida daba vueltas y vueltas sin parar, dejando trozos de añoranza con sabor agridulce. Supuso que lo mejor sería emprender un viaje rápido, cual subterfugio del tedio, un viaje nada más, o nada menos, pues todo viaje requiere movilidad y ésta un empuje necesario o imprescindible para llevarlo a cabo.
Salió a la calle. Anduvo caminando unos cuantos metros por la acera y, al doblar la esquina, visualizó el asador de pollos con su olor característico. Volvió a doblar la esquina siguiente: saludó al tendero, al del bar de enfrente al tendero, a los del locutorio enfrente al del bar, al zapatero al lado del locutorio...Volvió a doblar la esquina siguiente. Y así, en ese viaje emprendido sin cruzar calle alguna, recordó a Adán, cuando le ofreció a Eva una manzana: el principio de todos los principios.
Así mismo, el principio de todos los viajes.