Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 20 de Agosto de 2022

Enriqueta. El amor fantasma

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  • Pensé en mil cosas distintas. Me pareció injusto, olvidadizo, extemporáneo. Me pareció una relación fea de agravios.

 

  • Entendiste mal el tono. Las palabras adquieren su alma, y por lo tanto su significado, en el tono en que se las imprime. Aquellas mías iban libres, algodonosas, cómplices de una relación manca, rara, difícil. Iban con esperanza (no aspereza), con necesidad de ética y estética. Iban con cariño y con ganas de avanzar más rápido, mucho más rápido que hasta ahora.

 

  • La tentación fue de no contestar.

 

  • ¿? ¿Cómo puedes pensar eso si este es el único medio que tenemos de comunicarnos?

 

  • Luego la de contestar uno a uno a los puntos de lo escrito. Pero estoy cansado de tanta burocracia. Con la de la oficina tengo bastante. Contigo no ¡¡por favor!!

 

  • ¡¡Desde luego que no!! No creo que sea comparable la burocracia con una correspondencia en la que se trata de ponernos íntimamente al día.

 

  • Pero sobre todo me sorprendió, y decidí contestarte.

 

  • Y a mí me sorprende tu sorpresa y pretendo que “algo cambie para que algo no siga igual”.

 

  • ¿Es posible, de verdad, que pienses o creas que tienes que decirme lo que eres o lo que has hecho?

 

  • Creo que no sé lo que sabes de mí, ni lo que piensas sobre mí. Sin acritud, ni crítica, ni rencor ni nada de todo eso que presupones. Son palabras escritas en el más relajado y cordial y confidencial de los tonos. Porque no recuerdo que hayamos tenido conversación al respecto. Realmente no tengo idea de la visión que tienes de mí. Una cosa es pensar en mí y otra que me manifiestes tus pensamientos.

 

  • ¿Es posible que no recuerdes mis llamadas telefónicas, mis intentos de verte, de hablar contigo año tras año?

 

  • Cómo no voy a recordar tus llamadas. Claro que las recuerdo. Llamadas que siempre me hicieron mucha ilusión, como creo que te he manifestado en su momento, y en las que percibía tu cariño, pero convendrás conmigo en que una llamada al año no es lo que se dice manifestar cercanía.

 

  • ¿Te has puesto a pensar un instante en el infierno que ha supuesto querer estar contigo y no poder. En el infierno de querer estar contigo y no recibir nunca una señal de tu parte?

 

  • ¿Cómo voy a pensar eso si en ningún momento me lo has dicho ni me lo has dejado sentir hasta ahora, después de un montón de años y de silencios?

 

  • Nunca me llamaste y en eso tengo que reconocer tu mayor coherencia. Ni por un momento rompiste esa regla.

 

  • Te hubiera llamado una y muchas veces si hubiera pensado por un momento que te sentías sólo, si hubieras sufrido tres operaciones de cáncer (no sólo te hubiera llamado sino que te hubiera ido a ver al hospital o a tu casa no una sino muchas veces a pesar de los inconvenientes o del Papa de Roma); si el tratamiento de  quimioterapia y radioterapia te hubieran destruido por dentro durante un año tremendamente sufridor; si hubieras vivido un drama  familiar durante largo tiempo …; y por supuesto habría estado en contacto contigo en tu separación, siguiendo los vaivenes emocionales y el enorme desgaste físico y psíquico que siempre conllevan esas situaciones. Sí, te habría seguido de cerca con llamadas desde mis importantes despachos (si los hubiera tenido). Creo que todo eso hubiera hecho para que sintieras mi apoyo y mi calor, mi cercanía y mi cariño. Pero los supuestos no se dieron porque todo eso no te pasó a ti sino a mí. Los infiernos son relativos y creo que tienes poca idea de los míos. Yo desde luego ninguna de los tuyos pero en ningún momento te digo si te has parado a pensar en los míos cuya índole y extensión es enorme.

 

  • ¡Pero qué importa eso ahora!

 

  • Importa, claro que importa hablar de todo ¿por qué no?

 

  • Lo que te escribí quería y quiere reflejar un deseo de futuro. De partir de ahora hacia adelante. De sentirme por la escritura libre contigo de una libertad nunca antes plenamente disfrutada.

 

  • Entonces ¿? ¿De dónde nace el estupor? Precisamente por eso importa y mucho ponernos al día. Apareces de pronto, de la nada y, de pronto lo quieres todo, sin más.

 

  • Pensé que desearas que te escribiera y deseabas escribirme y por eso lo hice.

 

  • Claro que deseo que me escribas y escribirte, por eso lo estamos haciendo.

 

  • Desde la distancia y desde el tiempo nunca he dejado de pensar en ti ni nunca ha dejado de desear verte.

 

  • Ah, qué bonito. Parece una estrofa de una canción. Y ¿cómo quieres que esté al corriente de tus movimientos del alma si no me los has hecho sentir nunca?

 

  • Has sido una persona muy importante en mi vida, y lo eres. He sufrido y he sido feliz contigo. He vivido contigo sin haber vivido contigo. Es como una utopía, conforme haces intentos de atraparla se aleja más y más, pero lo esencial, en definitiva, es que te hace caminar.

 

  • ¡Sorpresa! Sorpresa ha sido para mí tu entusiasmo por iniciar una vía de comunicación después de tantos años en silencio. Sorpresa las entrañables, cariñosas y amorosas palabras que me escribes. Sorpresa fuiste en muchos momentos de siempre cuando la respuesta se volvía ambigua. Sorpresa ante un amor que se ha manifestado con tanta precaución que ha sido imposible detectarle; un amor diluido en un silencioso deseo; un amor evadido de la realidad; un amor fantasma; un amor que se viste de desamor; un amor recreado en sí mismo; un amor evanescente; un amor sin contornos; un amor que aparece, extranjero, muy de cuando en cuando, para reflejarse a sí mismo como alimento poético del alma y sustento de un espíritu insatisfecho; un amor licuado que gotea entre palabras; un amor dispersado en el viento de los acontecimientos. 

 

Creo que decididamente, querido aparecido, te voy a desear que  sigas caminando feliz hacia tus utopías. Quizás algún día podamos encontrarnos en algún cruce de nuestras rutas, y quizás, entonces, coincidamos en un mismo lenguaje.

 

O témpora o mores

 

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