E. S. D.
Domingo, 04 de Septiembre de 2022

Terminantemente prohibido (XX y final)

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(...)

 

Habíamos ido al cine. En la cartelera se anunciaba ‘Las Cruzadas’. Los latinos estábamos sentados en las butacas de adelante. Esperábamos que de un momento a otro apareciera el Nodo. Había silbidos y golpes rítmicos en las butacas de madera. La carcajada hizo explosión cuando Alejandro que llegaba tarde hizo genuflexión ante la pantalla. Desde entonces le empezamos a llamar Saladino que era el personaje de la película, yo creo que para conmemorar la genuflexión.

 

El lector subió al púlpito, abrió las 'prácticas de piedad' y dijo sobre toda la comunidad arrodillada

-Examen.

 

Se organizó un silencio como el de todos los días que rompió el mismo lector iniciando una estación a Jesús Sacramentado. Al final dos golpecitos del pasante para hacer a un tiempo la genuflexión.

 

Pasamos bajo la caja de la escalera de madera para desembocar luego en el pasillo del comedor. Nos colocamos. El superior bendijo la mesa en latín "Benedicnos Deus et haec tua dona..." El amén sonaba mezclado con ruido de cubiertos y fundía con el seco barullo de las sillas al sentarnos. Del torno salían las fumaradas de la sopa. Los sirvientes hacían cola. Los mayores tenían que atravesar nuestro comedor para ir al suyo, muy distinto del nuestro. Era un comedor amplio y claro con mesas de mármol, zócalo de azulejos y grandes ventanales orientados hacia el patio que estaban defendidos con tela metálica contra posibles pelotazos. En cambio, el nuestro era oscuro y tenía ventanas de fuertes enrejados. El lector inició torpemente la lectura del martirologio en latín; al final con más soltura y sin mirar el libro dijo de carrerilla: "et alibi aliorum sanctorum martirum atque sanctarum virginum". Después empezaron un libro nuevo 'Yo escogí la libertad'. El superior sostenía un mazo de cartas, repasaba de vez en cuando las señas. Comprobaba el remite de algunas. Al comenzar el postre se las entregó al cartero que las repartió en silencio después de ordenarlas por cursos.

 

A un golpe de palmada del superior nos levantamos todos. Antes de rezar el acción de gracias nos dijo:

-Atended los de tercero. Al comenzar el estudio os espera el señor rector en la antesala de su habitación. Procurad ir en orden y puntuales.

 

El recreo se hizo comentario y conjetura. Entramos en la antesala de la rectoral, en silencio. El rector nos recibió con una carta en la mano. Nos dijo mostrándonos el sobre que aquella carta venía dirigida a los de tercero y nos pedía que no hiciéramos uso de su contenido. Extrajo una cuartilla del interior del sobre y nos leyó:

 

"Curso tercero de humanidades:

Estimados compañeros:

tenéis que perdonarme que no me haya sincerado antes con vosotros. Comprended que era muy difícil para mí. Lamento lo que ocurrió el pasado año y más siendo yo el responsable de todo. He creído necesario para mayor tranquilidad de mi conciencia deciros que fui yo el que escribió en la clase de segundo. Lo siento por Abad a quien también he escrito pidiéndole disculpas. Espero que sabréis perdonarme. Recuerdo los momentos difíciles que os hice pasar. Me gustaría que no me guardéis rencor. Un saludo afectuoso. Ovidio."

 

Salimos de la rectoral. Allí dentro, sin querer habíamos recordado la tensión de otra fecha. El patio del pozo lindante con el claustro rebosaba de niebla. Una niebla blanquecina que oprimía los días hasta hacerlos monótonos.

 

 

FIN

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