Paz Martínez
Domingo, 09 de Octubre de 2022

Ecopoesía. Paz Martínez

En los dos últimos domingos se han sucedido en Astorga y en San Martín del Agostedo dos actos poéticos relacionados con la 'Ecopoesía'. El primero en la Biblioteca Municipal de Astorga con las intervenciones de Julia Barella y Luz Pichel. En San Martín del Agostedo con un recital poético en el que participaron Delfín Nava, Paz Martínez y Eloy Rubio Carro. También de forma no presencial participaba Isasi Cadierno. En las sucesivas semanas volverán esos ecos ecopoéticos con una breve selección de los poemas del recital.

[Img #60664]

 

 

Tierra fértil

 

Así quedará el campo que abono,

el de la tierra sin cultivo y la mies seca,

el de la cañada virgen y el huerto bruto,

yerto y extraño bajo la obra del mundo.

 

Un paisano pisando el mismo suelo que ocupo 

cosecha coplillas y amargas esperas

cautivo de su deber y con la certeza

de que volverá la labor a su tierra.

 

Cultiva tesón, arrojo y paciencia

leyendo en el mapa del cielo las fechas.

No está vacía su austera labor,

ni presume de más que la vaca que ordeña.

 

Custodia las piedras y los arroyos cela,

sacude el tamo y atiende las nogueras.

Y sin saber si volverá el tiempo de la siega

baja los oteros ocultos entre la maleza.

 

Este templo del alma, este campo,

que bajo la bóveda celeste alimento

invoca terco a la espiga y al grano,

ruega por el fruto y la raíz que me puebla.

 

Hombre de campo, tú que miras

a la luz del astro rey, a la sombra de la encina

la cosecha de mis mantillos, de mis carnes secas

la simiente portentosa que nos devuelva la vida.

 

No olvides que esta campiña que abono

este cajón de limo y tierra fecunda

esta sed de savia, de pasto verde,

la amasan hora tras hora tus manos aguerridas.

 

 

Vigilia del fin del tiempo

 

Te escribo con palabras abrigo

desde esta primavera desgarrada

postrimera noche del tiempo.

Ausencia. Mundo. Asfixia.

 

Las aves se derriban contra los cristales,

los océanos no conocen la mar en calma.

Esta es la última emboscada contra el mundo

arropada por silencios antiguos.

 

Si quieres, podemos salir al camino,

comprometernos con la luz y con el abismo,

habitar las palabras que se quedaron vacías.

Escribir. Inventar. Invocar palabras refugio.

Hallar descanso en la desesperada huida.

 

Te escribo escondida en una grieta del aire

que emana luces de lejanas y mejores tardes,

recuerdos de caminos tan breves

como las ramas de los árboles al cielo

como el recorrido al fondo de unos ojos

que se nos quedan siempre dentro.

 

Vivo en las palabras membrudas

que me han hecho resucitar de cordura

que surgen como una música

inundando de juramentos el hemisferio

que me arrastraba hasta el delirio.

Regresa al relámpago conmigo.

Enséñame hacia dónde.

Huyamos de todas las derrotas.

 

 

[Img #60665]

 

 

Así te veo

con las ramas de los robles repletos de instantes

y harta de todos los discursos

que transpiran ausencias.

Te veo caer como cae la lluvia

cuando aún no es lluvia.

Te veo soñar estéril con los muros rehechos

ante la confirmación del olvido.

Piensas en los nacimientos

que se esfumaron por las rendijas

de los últimos años

en las criaturas perdidas sin tierra y sin resguardo.

Se ríen como tontas y te da rabia

porque se han recortado las raíces al cero

y se han quedado desnudas de ti.

Y te veo. Lloras en este no saber qué hacer

ante el miedo de quedarte vacía

y no volver a sentir el golpe de la azada sobre tu piel.

 

 

Como en otro tiempo

 

Ya no me aparto

como en otro tiempo

de la vida inánime de las piedras

sin escuchar el silencio de la última brisa

que descansa desnuda en las riveras.

 

Ya no presto atención

al desértico asfalto

de caminos sin rumbo

o a la alquitranada tierra

en las calles sin porvenir.

 

No quiero estar de acuerdo

con los temores que se dibujan

en el instante fugitivo de un gesto

cuando llora y agita pañuelos

teñidos de resignación.

 

Voy al encuentro de una vida

que me lleve a dejar de lado,

las perturbaciones del momento,

las mesas revueltas, dilatadas de llanto,

las noches a oscuras en la niebla y

la huida inexorable de mis pasos.

 

Ya no me aparto

como en otro tiempo,

cuando te acercas no me espanto.

Donde antes menguaba mi camino

por el desértico asfalto

cultivé a la luz de los años

un verde y tupido manto.

Más allá me alumbra el sol.

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