Ecopoesía. Paz Martínez
En los dos últimos domingos se han sucedido en Astorga y en San Martín del Agostedo dos actos poéticos relacionados con la 'Ecopoesía'. El primero en la Biblioteca Municipal de Astorga con las intervenciones de Julia Barella y Luz Pichel. En San Martín del Agostedo con un recital poético en el que participaron Delfín Nava, Paz Martínez y Eloy Rubio Carro. También de forma no presencial participaba Isasi Cadierno. En las sucesivas semanas volverán esos ecos ecopoéticos con una breve selección de los poemas del recital.
![[Img #60664]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2022/7002__dsc0072.jpg)
Tierra fértil
Así quedará el campo que abono,
el de la tierra sin cultivo y la mies seca,
el de la cañada virgen y el huerto bruto,
yerto y extraño bajo la obra del mundo.
Un paisano pisando el mismo suelo que ocupo
cosecha coplillas y amargas esperas
cautivo de su deber y con la certeza
de que volverá la labor a su tierra.
Cultiva tesón, arrojo y paciencia
leyendo en el mapa del cielo las fechas.
No está vacía su austera labor,
ni presume de más que la vaca que ordeña.
Custodia las piedras y los arroyos cela,
sacude el tamo y atiende las nogueras.
Y sin saber si volverá el tiempo de la siega
baja los oteros ocultos entre la maleza.
Este templo del alma, este campo,
que bajo la bóveda celeste alimento
invoca terco a la espiga y al grano,
ruega por el fruto y la raíz que me puebla.
Hombre de campo, tú que miras
a la luz del astro rey, a la sombra de la encina
la cosecha de mis mantillos, de mis carnes secas
la simiente portentosa que nos devuelva la vida.
No olvides que esta campiña que abono
este cajón de limo y tierra fecunda
esta sed de savia, de pasto verde,
la amasan hora tras hora tus manos aguerridas.
Vigilia del fin del tiempo
Te escribo con palabras abrigo
desde esta primavera desgarrada
postrimera noche del tiempo.
Ausencia. Mundo. Asfixia.
Las aves se derriban contra los cristales,
los océanos no conocen la mar en calma.
Esta es la última emboscada contra el mundo
arropada por silencios antiguos.
Si quieres, podemos salir al camino,
comprometernos con la luz y con el abismo,
habitar las palabras que se quedaron vacías.
Escribir. Inventar. Invocar palabras refugio.
Hallar descanso en la desesperada huida.
Te escribo escondida en una grieta del aire
que emana luces de lejanas y mejores tardes,
recuerdos de caminos tan breves
como las ramas de los árboles al cielo
como el recorrido al fondo de unos ojos
que se nos quedan siempre dentro.
Vivo en las palabras membrudas
que me han hecho resucitar de cordura
que surgen como una música
inundando de juramentos el hemisferio
que me arrastraba hasta el delirio.
Regresa al relámpago conmigo.
Enséñame hacia dónde.
Huyamos de todas las derrotas.
![[Img #60665]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/10_2022/5841__dsc0074.jpg)
Así te veo
con las ramas de los robles repletos de instantes
y harta de todos los discursos
que transpiran ausencias.
Te veo caer como cae la lluvia
cuando aún no es lluvia.
Te veo soñar estéril con los muros rehechos
ante la confirmación del olvido.
Piensas en los nacimientos
que se esfumaron por las rendijas
de los últimos años
en las criaturas perdidas sin tierra y sin resguardo.
Se ríen como tontas y te da rabia
porque se han recortado las raíces al cero
y se han quedado desnudas de ti.
Y te veo. Lloras en este no saber qué hacer
ante el miedo de quedarte vacía
y no volver a sentir el golpe de la azada sobre tu piel.
Como en otro tiempo
Ya no me aparto
como en otro tiempo
de la vida inánime de las piedras
sin escuchar el silencio de la última brisa
que descansa desnuda en las riveras.
Ya no presto atención
al desértico asfalto
de caminos sin rumbo
o a la alquitranada tierra
en las calles sin porvenir.
No quiero estar de acuerdo
con los temores que se dibujan
en el instante fugitivo de un gesto
cuando llora y agita pañuelos
teñidos de resignación.
Voy al encuentro de una vida
que me lleve a dejar de lado,
las perturbaciones del momento,
las mesas revueltas, dilatadas de llanto,
las noches a oscuras en la niebla y
la huida inexorable de mis pasos.
Ya no me aparto
como en otro tiempo,
cuando te acercas no me espanto.
Donde antes menguaba mi camino
por el desértico asfalto
cultivé a la luz de los años
un verde y tupido manto.
Más allá me alumbra el sol.
Tierra fértil
Así quedará el campo que abono,
el de la tierra sin cultivo y la mies seca,
el de la cañada virgen y el huerto bruto,
yerto y extraño bajo la obra del mundo.
Un paisano pisando el mismo suelo que ocupo
cosecha coplillas y amargas esperas
cautivo de su deber y con la certeza
de que volverá la labor a su tierra.
Cultiva tesón, arrojo y paciencia
leyendo en el mapa del cielo las fechas.
No está vacía su austera labor,
ni presume de más que la vaca que ordeña.
Custodia las piedras y los arroyos cela,
sacude el tamo y atiende las nogueras.
Y sin saber si volverá el tiempo de la siega
baja los oteros ocultos entre la maleza.
Este templo del alma, este campo,
que bajo la bóveda celeste alimento
invoca terco a la espiga y al grano,
ruega por el fruto y la raíz que me puebla.
Hombre de campo, tú que miras
a la luz del astro rey, a la sombra de la encina
la cosecha de mis mantillos, de mis carnes secas
la simiente portentosa que nos devuelva la vida.
No olvides que esta campiña que abono
este cajón de limo y tierra fecunda
esta sed de savia, de pasto verde,
la amasan hora tras hora tus manos aguerridas.
Vigilia del fin del tiempo
Te escribo con palabras abrigo
desde esta primavera desgarrada
postrimera noche del tiempo.
Ausencia. Mundo. Asfixia.
Las aves se derriban contra los cristales,
los océanos no conocen la mar en calma.
Esta es la última emboscada contra el mundo
arropada por silencios antiguos.
Si quieres, podemos salir al camino,
comprometernos con la luz y con el abismo,
habitar las palabras que se quedaron vacías.
Escribir. Inventar. Invocar palabras refugio.
Hallar descanso en la desesperada huida.
Te escribo escondida en una grieta del aire
que emana luces de lejanas y mejores tardes,
recuerdos de caminos tan breves
como las ramas de los árboles al cielo
como el recorrido al fondo de unos ojos
que se nos quedan siempre dentro.
Vivo en las palabras membrudas
que me han hecho resucitar de cordura
que surgen como una música
inundando de juramentos el hemisferio
que me arrastraba hasta el delirio.
Regresa al relámpago conmigo.
Enséñame hacia dónde.
Huyamos de todas las derrotas.
Así te veo
con las ramas de los robles repletos de instantes
y harta de todos los discursos
que transpiran ausencias.
Te veo caer como cae la lluvia
cuando aún no es lluvia.
Te veo soñar estéril con los muros rehechos
ante la confirmación del olvido.
Piensas en los nacimientos
que se esfumaron por las rendijas
de los últimos años
en las criaturas perdidas sin tierra y sin resguardo.
Se ríen como tontas y te da rabia
porque se han recortado las raíces al cero
y se han quedado desnudas de ti.
Y te veo. Lloras en este no saber qué hacer
ante el miedo de quedarte vacía
y no volver a sentir el golpe de la azada sobre tu piel.
Como en otro tiempo
Ya no me aparto
como en otro tiempo
de la vida inánime de las piedras
sin escuchar el silencio de la última brisa
que descansa desnuda en las riveras.
Ya no presto atención
al desértico asfalto
de caminos sin rumbo
o a la alquitranada tierra
en las calles sin porvenir.
No quiero estar de acuerdo
con los temores que se dibujan
en el instante fugitivo de un gesto
cuando llora y agita pañuelos
teñidos de resignación.
Voy al encuentro de una vida
que me lleve a dejar de lado,
las perturbaciones del momento,
las mesas revueltas, dilatadas de llanto,
las noches a oscuras en la niebla y
la huida inexorable de mis pasos.
Ya no me aparto
como en otro tiempo,
cuando te acercas no me espanto.
Donde antes menguaba mi camino
por el desértico asfalto
cultivé a la luz de los años
un verde y tupido manto.
Más allá me alumbra el sol.