Paulino Cordero
Jueves, 13 de Octubre de 2022

Carmina ya está en la grada

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"Sí Javi, sí, que has fallado tú". Y repitió la frase, en tono bajo, tantas veces como un juvenil jugador vestido de verde con el 4 a la espalda, pedía, o se pedía explicaciones con los brazos agitados lejos del cuerpo.

 

En aquel partido de su nieto pequeño (hijo de su hijo pequeño), hace apenas meses, redescubrí las sensaciones de la conversación sobre el fútbol y la vida que hacía algo así como 20 años no tenía con Carmina Fernández Calvo, madre y abuela de futbolistas, uno de ellos excelso y parido en abril para que ni el fútbol se lo robara.

 

Le llamé yo la atención en la tribuna porque le costó reconocerme después de tanto tiempo sin charlar, porque con Carmina se charlaba. Y así lo hicimos un ratito en un encuentro de juveniles del Atlético Astorga en La Eragudina. Poniéndonos al día de las familias y los destinos. El de ella, allí me enteré, seguía en lo cercano permanentemente ligado al fútbol, especial y extraordinariamente al balompié de los suyos.

 

La madre de Felipe y Miguel Ángel Miñambres Fernández (Míguel, acentuaba de cariño la i al pronunciar su nombre). La abuela futbolera de los futbolistas Alberto y Javi, seguía yendo a la grada allá donde el apellido estuviera atacando o defendiendo porterías, con cierto tono de amargor porque lo profético y la tierra suelen estar reñidos. "Felipe (esposo) no viene porque no le gustan algunas cosas", afirmaba apesadumbrada y resignada.

 

Carmina era así, siempre natural de naturalidad y sencillez. Incluso cuando le recordé una entrevista televisiva que le concedió en la plaza Eduardo de Castro a un profesional de primerísimo orden a la hora de preguntar como Fulgencio Fernández (El tío Ful) en sus "Personajes".

 

Y prosiguió durante minutos aquella charla sobre el fútbol y sus venturas y desventuras.

 

Como la temporada futbolística terminó, la grada y el saludo con una persona digna de aprecio estuvieron en los bancos de San Francisco, La Muralla y El Jardín, que frecuentaba con sus amigas.

 

Y allá donde estuvieran o fueran reconocidos sus vástagos futbolistas, que siempre ocurre.

 

Por seguirlos con esa devoción maternal, hasta en la Vuelta Chapista y juegos para veteranos en la Feria agosteña: "Carmina que a Miguel Ángel se le pasa el turno", advertí. "No, que está atento", aseguró, antes de cambiar de ubicación buscando asiento.

 

Los golpes de la vida que nadie queremos nos sitúan en el lugar que ocupamos en el corazón de quienes nos aprecian y apreciamos. Y en el caso de Carmina, desde que un servidor empezó a hablar en un micrófono de un deporte al que ella ha entregado cuatro vidas ( y muchas lavaduras de ropa embarrada en Santa Clara), además de su alma en tardes de frío, calor, venturanza,  malestar...

 

Carmina ya está en la grada de un universo al que van  las almas buenas y las gentes mejores. Y si no la hubiera,  se quedará a pie de campo, asida a la barandilla cercana del amor al fútbol y por el fútbol de los suyos.

 

Descansa en paz.

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