La luna roja
![[Img #61041]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2022/5966__nuria-dsc0257.jpg)
Ella cuenta los días como si le esperara la felicidad al final del tiempo y, seguramente, le espera el desasosiego. ¿Qué se puede hacer con esa indomable alma romántica y quimérica?
El amor…, el posible amor sería más correcto llamarlo, la enloquece. Bueno, decir que la enloquece es demasiado fuerte quizás, pero en verdad sí que ante el tema de los amores sufre un cierto trastorno de enajenamiento emocional. Ella aspira a bastante más que a un amor o felicidad al estilo habitual, a eso que se conoce usualmente por amor. No, no, ella persigue, busca, espera otra cosa más intensa, más total, mucho más armónica, algo tan empático y excepcional que solo de pensarlo tiembla de deseo y de miedo.
Ayer se detuvo a observar el cielo nocturno como casi todas las noches y vio que la Luna ‘sangraba’ y su alma se sobrecogió de angustia. “Mal presagio” le recordaron otras voces pero ella no quiso creerlo.
Ella es empeñosa pero compleja. Tiene claro lo que quiere pero maneja muchas variantes ante la dificultad de encontrar ‘aquello’ que quizás no exista. No quiere empezar lo que puede acabar, pero no quiere acabar lo que puede empezar. Quiere empezar lo que pueda no acabar, pero también recela del ‘no acabar’.
Sabe que la prudencia es sabia, y quizás acertada, pero no es caliente, ni intensa, ni valiente, ni retadora de vivencias.
Ayer la Luna se mostraba escarlata como si abrigara un trágico presagio, pero ella quiso leer en su encendido resplandor un anuncio de pasión y de encuentros esperados. Entonces se le ocurre dedicar al astro una plegaria que escribe en una hoja volandera:
Luna de esperanzas furtivas. Luna de Sol engañada. Presagio de intensas pasiones. Luna que a la noche disfrazas. Abriga mis ilusiones, protege mis emociones y apadrina mis amores.
Y, hoy, él llama y propone. Hoy ella se echa a sus brazos sin poder contener el impulso arrollador de su entusiasmo. Está entre sus brazos pero…, no siente gran cosa. Su abrazo tan sólo le transmite algún sentimiento errante pero ningún calor, ese calor que arropa y enciende, ese calor que transmite profundas agitaciones, ese calor que ella esperaba con apetito. No, entre sus brazos envolventes no había transmisión de emociones que pudieran indicar la existencia de algo más allá del apretón.
A pesar de su obstinación en ese ‘ciego’ anhelo ella empieza a ser consciente de que a él le falta cultura emocional. Sí, es cierto, parece que él tiene sentimientos pero son sentimientos sin emociones, sentimientos fríos podríamos decir, o sentimientos envueltos en miedos. Y, buscando una salida a ese análisis tan poco esperanzador, piensa que quizás sí tenga emociones pero por cualquier oscura razón las tiene apretujadas en algún rincón del corazón. Sin embargo, a pesar de su buena disposición a ‘entender’ se desalienta y se impacienta. Se queda en ‘suspenso’ cuando él le habla de sentimientos con un análisis absolutamente racional y una determinación funcional. Mientras ella le hablaba de entrega él hablaba de agenda.
Hay desencuentro de ‘agitaciones’, sí, pero esta noche ella se ha propuesto disfrutar, le pone mucha imaginación y disfruta de su propia explosión de emociones. Y ya, de madrugada, no puede resistirse a dejarle una nota escrita al lado de la taza de café del desayuno. Nota que decía:
Me interesa encontrar ese punto recóndito dónde pueda lamer tu fragilidad.
Necesito saber no lo que sientes sino cómo lo sientes.
Necesito amar tu emoción no sólo tu sentimiento.
Necesito sentir cómo te quema mi calor no que me lo cuentes.
Todo esto necesito para encontrarnos.
La Luna esta noche seguía estando roja.
O témpora o mores
![[Img #61041]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2022/5966__nuria-dsc0257.jpg)
Ella cuenta los días como si le esperara la felicidad al final del tiempo y, seguramente, le espera el desasosiego. ¿Qué se puede hacer con esa indomable alma romántica y quimérica?
El amor…, el posible amor sería más correcto llamarlo, la enloquece. Bueno, decir que la enloquece es demasiado fuerte quizás, pero en verdad sí que ante el tema de los amores sufre un cierto trastorno de enajenamiento emocional. Ella aspira a bastante más que a un amor o felicidad al estilo habitual, a eso que se conoce usualmente por amor. No, no, ella persigue, busca, espera otra cosa más intensa, más total, mucho más armónica, algo tan empático y excepcional que solo de pensarlo tiembla de deseo y de miedo.
Ayer se detuvo a observar el cielo nocturno como casi todas las noches y vio que la Luna ‘sangraba’ y su alma se sobrecogió de angustia. “Mal presagio” le recordaron otras voces pero ella no quiso creerlo.
Ella es empeñosa pero compleja. Tiene claro lo que quiere pero maneja muchas variantes ante la dificultad de encontrar ‘aquello’ que quizás no exista. No quiere empezar lo que puede acabar, pero no quiere acabar lo que puede empezar. Quiere empezar lo que pueda no acabar, pero también recela del ‘no acabar’.
Sabe que la prudencia es sabia, y quizás acertada, pero no es caliente, ni intensa, ni valiente, ni retadora de vivencias.
Ayer la Luna se mostraba escarlata como si abrigara un trágico presagio, pero ella quiso leer en su encendido resplandor un anuncio de pasión y de encuentros esperados. Entonces se le ocurre dedicar al astro una plegaria que escribe en una hoja volandera:
Luna de esperanzas furtivas. Luna de Sol engañada. Presagio de intensas pasiones. Luna que a la noche disfrazas. Abriga mis ilusiones, protege mis emociones y apadrina mis amores.
Y, hoy, él llama y propone. Hoy ella se echa a sus brazos sin poder contener el impulso arrollador de su entusiasmo. Está entre sus brazos pero…, no siente gran cosa. Su abrazo tan sólo le transmite algún sentimiento errante pero ningún calor, ese calor que arropa y enciende, ese calor que transmite profundas agitaciones, ese calor que ella esperaba con apetito. No, entre sus brazos envolventes no había transmisión de emociones que pudieran indicar la existencia de algo más allá del apretón.
A pesar de su obstinación en ese ‘ciego’ anhelo ella empieza a ser consciente de que a él le falta cultura emocional. Sí, es cierto, parece que él tiene sentimientos pero son sentimientos sin emociones, sentimientos fríos podríamos decir, o sentimientos envueltos en miedos. Y, buscando una salida a ese análisis tan poco esperanzador, piensa que quizás sí tenga emociones pero por cualquier oscura razón las tiene apretujadas en algún rincón del corazón. Sin embargo, a pesar de su buena disposición a ‘entender’ se desalienta y se impacienta. Se queda en ‘suspenso’ cuando él le habla de sentimientos con un análisis absolutamente racional y una determinación funcional. Mientras ella le hablaba de entrega él hablaba de agenda.
Hay desencuentro de ‘agitaciones’, sí, pero esta noche ella se ha propuesto disfrutar, le pone mucha imaginación y disfruta de su propia explosión de emociones. Y ya, de madrugada, no puede resistirse a dejarle una nota escrita al lado de la taza de café del desayuno. Nota que decía:
Me interesa encontrar ese punto recóndito dónde pueda lamer tu fragilidad.
Necesito saber no lo que sientes sino cómo lo sientes.
Necesito amar tu emoción no sólo tu sentimiento.
Necesito sentir cómo te quema mi calor no que me lo cuentes.
Todo esto necesito para encontrarnos.
La Luna esta noche seguía estando roja.
O témpora o mores






