Memorias de un astorgano (y XII)
![[Img #61204]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2022/2278_ccf_000066.jpg)
(...)
Teníamos una niña, que nació en el año 30 y a ella nos dedicamos, deseando darle estudios; y en el año 40 tuvimos otra y en el año 41 fue terrible la subsistencia para muchos pero era más apremiante para los señalados como rojos. ¡Cuántas calumnias y cuánto veneno se lanzó sobre ellos! El caso es que ¿quién sería el promotor?, porque posteriormente en el trato con muchos fascistas he visto el engaño de que fueron víctimas. Mi suegra, que era de Nistal, tenía unos parientes en Posadilla de la Vega, a los cuales recurrí y emulando mis tiempos de caballista en mi niñez y en los lomos de un caballo, prestado, de un amigo, allí iba todos los domingo, con el constante peligro de ser cogido por la Guardia Civil, que vigilaba las carreteras; pero, como dicen los gitanos, el hambre espabila y allí me lanzaba ante la necesidad.
En tantos viajes no podía menos de sucederme algún contratiempo y me sucedieron varios. Una vez conseguí 20 kilos de trigo y tuve que ir una noche a las dos de la mañana a Nistal a un molino a que los moliera, en combinación con el molinero a fin de evitar que me los confiscaran. Era en invierno y resultó que estuvo lloviendo y a causa de ellos anduve cojo el año y con dolores debido a un reúma que cogí.
Otra vez, ya de noche y de vuelta de Posadilla, desemboqué sin darme cuenta en la Plaza de Nistal, llena de gente y con baile de fiesta. Como no podía retroceder, intenté seguir, pero unos mozalbetes empezaron a dar voces de “estraperlo, estraperlo” y uno más audaz, tiró por el saco y me lo tiró arremolinándose la gente y querían denunciarme; pero una mujer, que Dios la premie, dijo en alta voz: “Este señor no tiene pinta de estraperlista y será para mantener a su familia”. “Exacto", le dije y además he de decirle que "yo estoy casado con una hija de ‘Josefa la Larga’ que es natural de este pueblo y por aquí habrá gente que la conozca”. Mirándose unos a otros pues todos eran jóvenes, uno de ellos dijo: “Llamar al señor Juan”, quien personalmente, certificó conocerla y ayudándome a coger el saco, me despidió amablemente, dándole un palo al caballo en la grasera que por poco me tira al saltar el reguero que cruzaba la misma Plaza.
Viniendo de Estébanez con patatas, cerca del puente de San Justo, nos detiene ia Guardia Civil; veníamos cuatro y mientras ordenan que se bajen y registran yo eché a andar y cuando se dieron cuenta yo ya habla desaparecido. Dijeron que no me conocían cuando les preguntaron quién era.
El caso más peregrino quizás fuera el que viniendo mi cuñada y yo de Riego de la Vega, al llegar a Celada, el señor Jesús estaba a la puerta sentado con otros cuatro hombres jugando a las cartas y nos habían dicho que con ellos estaba la Guardia Civil; y nosotros nos ocultábamos pero al ver que no estaban, quisimos pasar desapercibidos por el otro lado de la carretera; pero tanto nos separamos que dio un traspiés el caballo y tiró el saco para la cuneta y si no es por los cuatro hombres, que nos ayudaron con linternas a cogerlos, pues el saco se abrió desparramándoles, allí quedarla la mitad entre las hierbas.
Habían pasado 10 años, después de terminada la guerra y aún estábamos nosotros en cuarentena y cualquier analfabeto te podía meter en cintura y en un compromiso gordo, por una actitud o palabra tonta que en la conversación tuvieras.
![[Img #61207]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2022/6832_domingo-sierra.jpg)
Voy a poner un ejemplo de los muchos que sucedían. Para evitar ciertas cosas yo me pasaba la vida en la imprenta y en casa, sin frecuentar ninguna sala de espectáculos. Entre mis compañeros en el taller me encontraba tranquilo, pues en la calle te comprometían. Mi carácter alegre salía a flote en ocasiones y, como los pájaros en la jaula, con el ruido de las máquinas y yo manipulándolas a veces cantaba y también los demás. Los cantares salían a borbotones y lo mismo era 'Cara al Sol' que 'Corazón Santo, tu reinarás' que '¡Viva Sevilla y olé!', uno de ellos empezó el cantar carlista de 'Si te preguntan a ver quien vive...' y los demás lo coreamos, pero un fallo de la máquina les hizo callar y se pusieron a repararla, mientras yo seguía a todo pulmón cantándolo, cuando de pronto se abre la puerta del patio y penetra un albañil que estaba limpiando el pozo y a voces me increpa diciéndome “Ahora cantas eso, pero no nos engañas, porque tú eres un anarquista”. Yo le dije: “¿Tú sabes lo que es anarquismo?”, y me lanza “anarquistas son los socialistas criminales y tu eres uno de ellos y calla la boca no sea que te tragues la paleta que tengo en la mano”. “¿Quién se ha metido contigo?” le contesté yo, pero él amenazándome se dirigía hacia mí y gracias al alboroto, salió mi tía y obligó a aquél imbécil a seguir en su trabajo.
Estas cosas sucedían en todos los sitios de reunión, por menos de una perra gorda, y a todos los que eran sospechosos de rojos, lo mejor era no salir de casa, si querían evitar líos de cualquier clase. Yo que era incapaz de matar una mosca y que entre los míos me llamaban burgués porque reprobaba los extremismos, se me tachaba nada menos que de asesino y criminal, y me daba pena de aquella pobre gente fanática y embaucada al igual que de aquella otra extremista contraria que sin educación y falta de cultura teníamos la desgracia de contemplarlos y sufrirlos.
Por fin los años se iban pasando y todo se iba amainando y como todo llega, también llegó un momento de empezar a salir a la calle, y me acució el ver las obras que un grupo de aficionados estaba poniendo en escena en el Gullón y que a mí tanto me gustaban, pasando ratos muy buenos al presenciar la interpretación de Pedro Gómez, el pescadero, en papeles jocosos, con Olimpia García y el popular cómico, Santiago Riva, así como escuchar las agradables voces de los tenores José Antonio y Nonide. Después de 14 años de encierro voluntario, empecé a frecuentar los sitios de reunión y esparcimiento. Me hice socio de la Cultural Sociedad Recreativa, establecida en el Teatro Manuel Gullón, de tan gratos recuerdos de mi mocedad, con los ensayos de las funciones y en el año 54 entré a formar parte de la Directiva y me hicieron secretario y en cuyo cargo creo que estuve unos tres años.
![[Img #61206]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2022/8386_escanear0011.jpg)
A todo esto mi hija mayor había terminado la carrera del Magisterio y la segunda estaba estudiando y ya iban siendo mozas. Mi esposa y yo, encontrándonos aún jóvenes y después de salir de la persecución, nos encontramos con nueva vida y habiendo conocido poco territorio español fuera del ámbito provincial, tomamos todos los años,casi un mes de vacaciones y siempre que podíamos nos dedicamos a viajar y, exceptuando Andalucía y Levante, recorrimos la Península entera, hasta que mi mujer se puso enferma y, cansada, no le apetecía caminar. Mi afición viajera continuó aun faltándome mi esposa y unas veces sólo y otras acompañado de un amigo, continué conociendo regiones y provincias.
En el año 72, una conversación con mi prima Aurora Aragón, dio lugar a saber que Cáritas organizaba viajes veraniegos y que su madre, que estaba apuntada, no iba, y si quería sustituirla que fuera a ver y así lo hice, y de primera intención me dijeron que estaban completas las plazas, pero que a última hora siempre fallaba alguna, que entonces me llamarían; y así sucedió y no se me olvidarla nunca que, presentándome a las cinco de la madrugada en la Plaza Mayor, me encontré en el autobús con unas 40 mujeres adultas, pocas jóvenes, tres curas y media docena de hombres acompañando a sus esposas. Arrinconado en el último asiento, me encontré triste y mohíno, arrepentido de haber emprendido aquel viaje que preveía lleno de latinajos, rosarios a pasto y beatería ñoña que no me cuadraba. ¡Cómo ambicionaba mi libertad, de ir donde quisiera y buscar la compañía que me plazca! ¡Qué equivocado estaba! Nunca hubiera creído que me resultara aquella excursión encantadora. Era gente sencilla, amable, culta y simpática, sin una disidencia de ninguna especie; todo fue amabilidad, alegría y buen humor, con cantos, chistes y bailes. Tan hermanados, con un recuerdo inolvidable, que he repetido la suerte otros tres años a cual más delicioso. En el primer viaje recorrimos Portugal, visitando monumentos y paisajes y ciudades muy bellas. En el segundo fuimos a Italia, recorriendo sus principales ciudades y atravesando Francia pasando por Marsella. Otra vez a las Islas Baleares y la última a las Canarias. Y si ellos me admiten, y mi salud lo permite, me sentiré acompañante perpetuo.
![[Img #61205]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2022/1293_1462646_10205982777465539_815354967623285035_o.jpg)
Diré que en el año 1958, mi hija María del Pilar, que era ya maestra nacional hacia cinco años, se casó y en el año 1960, lo hizo la menor, Yolanda, quedando desprovisto de preocupaciones y acercándonos el término de mis memorias, pues los últimos años, llenos de tranquilidad, no hubo más acontecimientos importantes para mí que la construcción de nuestra casa y una huerta aneja donde, sin haber nunca plantado perejil, me entretengo bien y me he hecho un hortelano de pies a cabeza y un amante de la tierra.
El laboreo de la huerta, la lectura y el colaborar con mis escritos en ‘El Pensamiento Astorgano’ son mis ocupaciones favoritas en mi jubilación, cogida a los 70 años, después de 57 años de profesión en la imprenta.
Tengo cuatro nietos, un varón y tres hembras, de 19, 17, 16 y 14 años, respectivamente, llamados Fernando, Mercedes, Yolanda y Rosario.
Estoy contento con mi familia, y me satisface verla exenta de la miseria. Al recordar mi niñez desamparada y después de tantas vicisitudes dejo a un lado los odios y los pesares, no niego la edad ni tampoco pienso en el sueño eterno y mucho menos que me acerco a la muerte; pero, tan veleidosa es que, sin olvidar a nadie, a unos los aparta descuidadamente y a otros los lleva rápido, y yo alegre y confiado, vivo feliz hasta que Dios quiera.
(FIN)
![[Img #61204]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2022/2278_ccf_000066.jpg)
(...)
Teníamos una niña, que nació en el año 30 y a ella nos dedicamos, deseando darle estudios; y en el año 40 tuvimos otra y en el año 41 fue terrible la subsistencia para muchos pero era más apremiante para los señalados como rojos. ¡Cuántas calumnias y cuánto veneno se lanzó sobre ellos! El caso es que ¿quién sería el promotor?, porque posteriormente en el trato con muchos fascistas he visto el engaño de que fueron víctimas. Mi suegra, que era de Nistal, tenía unos parientes en Posadilla de la Vega, a los cuales recurrí y emulando mis tiempos de caballista en mi niñez y en los lomos de un caballo, prestado, de un amigo, allí iba todos los domingo, con el constante peligro de ser cogido por la Guardia Civil, que vigilaba las carreteras; pero, como dicen los gitanos, el hambre espabila y allí me lanzaba ante la necesidad.
En tantos viajes no podía menos de sucederme algún contratiempo y me sucedieron varios. Una vez conseguí 20 kilos de trigo y tuve que ir una noche a las dos de la mañana a Nistal a un molino a que los moliera, en combinación con el molinero a fin de evitar que me los confiscaran. Era en invierno y resultó que estuvo lloviendo y a causa de ellos anduve cojo el año y con dolores debido a un reúma que cogí.
Otra vez, ya de noche y de vuelta de Posadilla, desemboqué sin darme cuenta en la Plaza de Nistal, llena de gente y con baile de fiesta. Como no podía retroceder, intenté seguir, pero unos mozalbetes empezaron a dar voces de “estraperlo, estraperlo” y uno más audaz, tiró por el saco y me lo tiró arremolinándose la gente y querían denunciarme; pero una mujer, que Dios la premie, dijo en alta voz: “Este señor no tiene pinta de estraperlista y será para mantener a su familia”. “Exacto", le dije y además he de decirle que "yo estoy casado con una hija de ‘Josefa la Larga’ que es natural de este pueblo y por aquí habrá gente que la conozca”. Mirándose unos a otros pues todos eran jóvenes, uno de ellos dijo: “Llamar al señor Juan”, quien personalmente, certificó conocerla y ayudándome a coger el saco, me despidió amablemente, dándole un palo al caballo en la grasera que por poco me tira al saltar el reguero que cruzaba la misma Plaza.
Viniendo de Estébanez con patatas, cerca del puente de San Justo, nos detiene ia Guardia Civil; veníamos cuatro y mientras ordenan que se bajen y registran yo eché a andar y cuando se dieron cuenta yo ya habla desaparecido. Dijeron que no me conocían cuando les preguntaron quién era.
El caso más peregrino quizás fuera el que viniendo mi cuñada y yo de Riego de la Vega, al llegar a Celada, el señor Jesús estaba a la puerta sentado con otros cuatro hombres jugando a las cartas y nos habían dicho que con ellos estaba la Guardia Civil; y nosotros nos ocultábamos pero al ver que no estaban, quisimos pasar desapercibidos por el otro lado de la carretera; pero tanto nos separamos que dio un traspiés el caballo y tiró el saco para la cuneta y si no es por los cuatro hombres, que nos ayudaron con linternas a cogerlos, pues el saco se abrió desparramándoles, allí quedarla la mitad entre las hierbas.
Habían pasado 10 años, después de terminada la guerra y aún estábamos nosotros en cuarentena y cualquier analfabeto te podía meter en cintura y en un compromiso gordo, por una actitud o palabra tonta que en la conversación tuvieras.
![[Img #61207]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2022/6832_domingo-sierra.jpg)
Voy a poner un ejemplo de los muchos que sucedían. Para evitar ciertas cosas yo me pasaba la vida en la imprenta y en casa, sin frecuentar ninguna sala de espectáculos. Entre mis compañeros en el taller me encontraba tranquilo, pues en la calle te comprometían. Mi carácter alegre salía a flote en ocasiones y, como los pájaros en la jaula, con el ruido de las máquinas y yo manipulándolas a veces cantaba y también los demás. Los cantares salían a borbotones y lo mismo era 'Cara al Sol' que 'Corazón Santo, tu reinarás' que '¡Viva Sevilla y olé!', uno de ellos empezó el cantar carlista de 'Si te preguntan a ver quien vive...' y los demás lo coreamos, pero un fallo de la máquina les hizo callar y se pusieron a repararla, mientras yo seguía a todo pulmón cantándolo, cuando de pronto se abre la puerta del patio y penetra un albañil que estaba limpiando el pozo y a voces me increpa diciéndome “Ahora cantas eso, pero no nos engañas, porque tú eres un anarquista”. Yo le dije: “¿Tú sabes lo que es anarquismo?”, y me lanza “anarquistas son los socialistas criminales y tu eres uno de ellos y calla la boca no sea que te tragues la paleta que tengo en la mano”. “¿Quién se ha metido contigo?” le contesté yo, pero él amenazándome se dirigía hacia mí y gracias al alboroto, salió mi tía y obligó a aquél imbécil a seguir en su trabajo.
Estas cosas sucedían en todos los sitios de reunión, por menos de una perra gorda, y a todos los que eran sospechosos de rojos, lo mejor era no salir de casa, si querían evitar líos de cualquier clase. Yo que era incapaz de matar una mosca y que entre los míos me llamaban burgués porque reprobaba los extremismos, se me tachaba nada menos que de asesino y criminal, y me daba pena de aquella pobre gente fanática y embaucada al igual que de aquella otra extremista contraria que sin educación y falta de cultura teníamos la desgracia de contemplarlos y sufrirlos.
Por fin los años se iban pasando y todo se iba amainando y como todo llega, también llegó un momento de empezar a salir a la calle, y me acució el ver las obras que un grupo de aficionados estaba poniendo en escena en el Gullón y que a mí tanto me gustaban, pasando ratos muy buenos al presenciar la interpretación de Pedro Gómez, el pescadero, en papeles jocosos, con Olimpia García y el popular cómico, Santiago Riva, así como escuchar las agradables voces de los tenores José Antonio y Nonide. Después de 14 años de encierro voluntario, empecé a frecuentar los sitios de reunión y esparcimiento. Me hice socio de la Cultural Sociedad Recreativa, establecida en el Teatro Manuel Gullón, de tan gratos recuerdos de mi mocedad, con los ensayos de las funciones y en el año 54 entré a formar parte de la Directiva y me hicieron secretario y en cuyo cargo creo que estuve unos tres años.
![[Img #61206]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2022/8386_escanear0011.jpg)
A todo esto mi hija mayor había terminado la carrera del Magisterio y la segunda estaba estudiando y ya iban siendo mozas. Mi esposa y yo, encontrándonos aún jóvenes y después de salir de la persecución, nos encontramos con nueva vida y habiendo conocido poco territorio español fuera del ámbito provincial, tomamos todos los años,casi un mes de vacaciones y siempre que podíamos nos dedicamos a viajar y, exceptuando Andalucía y Levante, recorrimos la Península entera, hasta que mi mujer se puso enferma y, cansada, no le apetecía caminar. Mi afición viajera continuó aun faltándome mi esposa y unas veces sólo y otras acompañado de un amigo, continué conociendo regiones y provincias.
En el año 72, una conversación con mi prima Aurora Aragón, dio lugar a saber que Cáritas organizaba viajes veraniegos y que su madre, que estaba apuntada, no iba, y si quería sustituirla que fuera a ver y así lo hice, y de primera intención me dijeron que estaban completas las plazas, pero que a última hora siempre fallaba alguna, que entonces me llamarían; y así sucedió y no se me olvidarla nunca que, presentándome a las cinco de la madrugada en la Plaza Mayor, me encontré en el autobús con unas 40 mujeres adultas, pocas jóvenes, tres curas y media docena de hombres acompañando a sus esposas. Arrinconado en el último asiento, me encontré triste y mohíno, arrepentido de haber emprendido aquel viaje que preveía lleno de latinajos, rosarios a pasto y beatería ñoña que no me cuadraba. ¡Cómo ambicionaba mi libertad, de ir donde quisiera y buscar la compañía que me plazca! ¡Qué equivocado estaba! Nunca hubiera creído que me resultara aquella excursión encantadora. Era gente sencilla, amable, culta y simpática, sin una disidencia de ninguna especie; todo fue amabilidad, alegría y buen humor, con cantos, chistes y bailes. Tan hermanados, con un recuerdo inolvidable, que he repetido la suerte otros tres años a cual más delicioso. En el primer viaje recorrimos Portugal, visitando monumentos y paisajes y ciudades muy bellas. En el segundo fuimos a Italia, recorriendo sus principales ciudades y atravesando Francia pasando por Marsella. Otra vez a las Islas Baleares y la última a las Canarias. Y si ellos me admiten, y mi salud lo permite, me sentiré acompañante perpetuo.
![[Img #61205]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/11_2022/1293_1462646_10205982777465539_815354967623285035_o.jpg)
Diré que en el año 1958, mi hija María del Pilar, que era ya maestra nacional hacia cinco años, se casó y en el año 1960, lo hizo la menor, Yolanda, quedando desprovisto de preocupaciones y acercándonos el término de mis memorias, pues los últimos años, llenos de tranquilidad, no hubo más acontecimientos importantes para mí que la construcción de nuestra casa y una huerta aneja donde, sin haber nunca plantado perejil, me entretengo bien y me he hecho un hortelano de pies a cabeza y un amante de la tierra.
El laboreo de la huerta, la lectura y el colaborar con mis escritos en ‘El Pensamiento Astorgano’ son mis ocupaciones favoritas en mi jubilación, cogida a los 70 años, después de 57 años de profesión en la imprenta.
Tengo cuatro nietos, un varón y tres hembras, de 19, 17, 16 y 14 años, respectivamente, llamados Fernando, Mercedes, Yolanda y Rosario.
Estoy contento con mi familia, y me satisface verla exenta de la miseria. Al recordar mi niñez desamparada y después de tantas vicisitudes dejo a un lado los odios y los pesares, no niego la edad ni tampoco pienso en el sueño eterno y mucho menos que me acerco a la muerte; pero, tan veleidosa es que, sin olvidar a nadie, a unos los aparta descuidadamente y a otros los lleva rápido, y yo alegre y confiado, vivo feliz hasta que Dios quiera.
(FIN)















