Democracia, no demagogia
![[Img #61421]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2022/8916_mercedes-118761722_10220373602387583_3409966103767385283_o.jpg)
De entrada voy a reproducir una serie de aforismos del presidente norteamericano Abrahán Lincoln (1861- 65, durante su mandato abolió la esclavitud y modernizó la economía) que viene muy bien recordar de vez cuando y más cuando tenemos la sociedad que tenemos.
“Hagas lo que hagas hazlo bien”
“Si queréis poner a prueba el carácter de un hombre dadle poder”.
“Todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son”
“La democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo”.
“Ningún hombre tiene suficiente memoria para tener éxito en mentir”.
“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.
“Dios prefiere a la gente corriente, por eso ha hecho tanta”.
“Una papeleta es más fuerte que una bala de rifle”.
Eran los tiempos de Abraham Lincoln pero sus frases, menos la referencia al rifle, son muy válidas para tener en cuenta hoy. Los tiempos, las costumbres, cambian con el paso del tiempo pero las aspiraciones humanas no parece que cambien por mucho que el tiempo pase.
Y pasando de tiempos, ya en el siglo XX, el filósofo José Ortega y Gasset nos dice entre otras muchas cosas que:
“Ni excesos de democracia ni delirios de libertad que nos conduzca a pensar que no hay límites en relación con el comportamiento individual”.
”No se puede vivir -dice el filósofo español en 1926- sin libertad, pero tampoco se puede vivir única y exclusivamente de libertad”.
Concibe la democracia en un sentido ilustrado, como ideal, como labor de cultura y como imperativo moral.
Habla del achabacanamiento nacional como uno de los grandes males a nivel social y de toda democracia en particular. Piensa que haría falta una férrea labor de ilustración o pedagogía social para afrontar esa lacra. Habla de la importancia de la educación o de la pedagogía como programa político pero también cultural y de carácter moral. Cree que esa responsabilidad de labor de ilustración debería recaer sobre una minoría de individuos excelentes e ilustrados, los más destacados de la sociedad. La fortaleza de una democracia -insiste Ortega- está en su fortaleza pedagógica.
“Cuidado de la democracia. Como norma política parece cosa buena. Pero de la democracia del pensamiento y del gesto, la democracia del corazón y la costumbre es el más peligroso morbo que puede padecer una sociedad”
“Por el alma de España “no han pasado ni Platón ni Newton ni Kant, y con una terquedad incomprensible viene cometiendo, desde hace tres siglos, el gran pecado contra el Espíritu Santo: la incultura, el horror a las ideas y a las teorías”.
Nada ha cambiado desde los tiempos de Ortega.
El filósofo Salvador Pániker comenta al respecto ya en el siglo XXI, es decir hace unos años: “La democracia es un sistema muy perfeccionable. Ya Isaiah Berlin observó que algunas sociedades no democráticas del pasado funcionaron mejor, en ciertos aspectos, que nuestras actuales democracias tan propensas a producir políticos mediocres, cuando no nefastos”. Coincide con Ortega en que “lo que procede es fomentar un caldo de cultivo que favorezca la creación de auténticas élites políticas”. Y Pániker puntualiza “Sí, no ignoro que el electorado aprecia la cercanía del político, en cierto modo su vulgaridad, pero ello no es óbice para que, al mismo tiempo, el líder pueda tener consistencia intelectual y humana. Sabiduría además de carisma. Todo lo cual significa que no basta con fiarse de las imágenes televisivas”.
Ya Platón denunciaba la degradación de la democracia en demagogia. “La masa en los países poco educados suele ser fácilmente vulnerable a la demagogia y al tópico” , remata Pániker.
Esta pequeñísimo repaso histórico sobre la democracia y la política viene a cuento como rebote a la situación del bla bla bla, del ‘y tú más’, y de la descalificación constante que estamos viviendo en el día a día inmersos en la mediocridad de los dirigentes de nuestra democracia y la crisis institucional, constitucional y democrática a la que nos está llevando tanta mediocridad.
“El pasado no nos dirá lo que tenemos que hacer pero sí lo que deberíamos evitar” (Ortega).
O témpora o mores
De entrada voy a reproducir una serie de aforismos del presidente norteamericano Abrahán Lincoln (1861- 65, durante su mandato abolió la esclavitud y modernizó la economía) que viene muy bien recordar de vez cuando y más cuando tenemos la sociedad que tenemos.
“Hagas lo que hagas hazlo bien”
“Si queréis poner a prueba el carácter de un hombre dadle poder”.
“Todos los hombres nacen iguales, pero es la última vez que lo son”
“La democracia es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo”.
“Ningún hombre tiene suficiente memoria para tener éxito en mentir”.
“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.
“Dios prefiere a la gente corriente, por eso ha hecho tanta”.
“Una papeleta es más fuerte que una bala de rifle”.
Eran los tiempos de Abraham Lincoln pero sus frases, menos la referencia al rifle, son muy válidas para tener en cuenta hoy. Los tiempos, las costumbres, cambian con el paso del tiempo pero las aspiraciones humanas no parece que cambien por mucho que el tiempo pase.
Y pasando de tiempos, ya en el siglo XX, el filósofo José Ortega y Gasset nos dice entre otras muchas cosas que:
“Ni excesos de democracia ni delirios de libertad que nos conduzca a pensar que no hay límites en relación con el comportamiento individual”.
”No se puede vivir -dice el filósofo español en 1926- sin libertad, pero tampoco se puede vivir única y exclusivamente de libertad”.
Concibe la democracia en un sentido ilustrado, como ideal, como labor de cultura y como imperativo moral.
Habla del achabacanamiento nacional como uno de los grandes males a nivel social y de toda democracia en particular. Piensa que haría falta una férrea labor de ilustración o pedagogía social para afrontar esa lacra. Habla de la importancia de la educación o de la pedagogía como programa político pero también cultural y de carácter moral. Cree que esa responsabilidad de labor de ilustración debería recaer sobre una minoría de individuos excelentes e ilustrados, los más destacados de la sociedad. La fortaleza de una democracia -insiste Ortega- está en su fortaleza pedagógica.
“Cuidado de la democracia. Como norma política parece cosa buena. Pero de la democracia del pensamiento y del gesto, la democracia del corazón y la costumbre es el más peligroso morbo que puede padecer una sociedad”
“Por el alma de España “no han pasado ni Platón ni Newton ni Kant, y con una terquedad incomprensible viene cometiendo, desde hace tres siglos, el gran pecado contra el Espíritu Santo: la incultura, el horror a las ideas y a las teorías”.
Nada ha cambiado desde los tiempos de Ortega.
El filósofo Salvador Pániker comenta al respecto ya en el siglo XXI, es decir hace unos años: “La democracia es un sistema muy perfeccionable. Ya Isaiah Berlin observó que algunas sociedades no democráticas del pasado funcionaron mejor, en ciertos aspectos, que nuestras actuales democracias tan propensas a producir políticos mediocres, cuando no nefastos”. Coincide con Ortega en que “lo que procede es fomentar un caldo de cultivo que favorezca la creación de auténticas élites políticas”. Y Pániker puntualiza “Sí, no ignoro que el electorado aprecia la cercanía del político, en cierto modo su vulgaridad, pero ello no es óbice para que, al mismo tiempo, el líder pueda tener consistencia intelectual y humana. Sabiduría además de carisma. Todo lo cual significa que no basta con fiarse de las imágenes televisivas”.
Ya Platón denunciaba la degradación de la democracia en demagogia. “La masa en los países poco educados suele ser fácilmente vulnerable a la demagogia y al tópico” , remata Pániker.
Esta pequeñísimo repaso histórico sobre la democracia y la política viene a cuento como rebote a la situación del bla bla bla, del ‘y tú más’, y de la descalificación constante que estamos viviendo en el día a día inmersos en la mediocridad de los dirigentes de nuestra democracia y la crisis institucional, constitucional y democrática a la que nos está llevando tanta mediocridad.
“El pasado no nos dirá lo que tenemos que hacer pero sí lo que deberíamos evitar” (Ortega).
O témpora o mores