Felicidad. Mucha felicidad
![[Img #61605]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/12_2022/2984_mercedes-dsc_5380.jpg)
Hoy es el último día de año y parece que en esta fecha toca hacer el balance de lo pasado.
Lo pasado este año 22 en general, y me refiero por general al mundo mundial, es realmente un año doloroso, triste, incomprensible. Empezó el año con un acontecimiento que no hubiéramos podido imaginar, terriblemente sombrío y lamentable, la invasión a golpe de bombas de un pueblo que vivía una vida cotidiana tranquila y feliz, como vivimos nosotros. Muchos de estos apacibles ciudadanos, seguramente, tendrían sus dificultades domésticas y laborables que les parecerían, y las sufrirían, como importantes problemas sin imaginar que esas contrariedades iban a ser en poco tiempo el menor de sus conflictos; que de la noche a la mañana se iban a encontrar con sus casas bombardeadas, sus familiares despanzurrados por los suelos y su primordial trabajo se iba a limitar a tratar de huir de un enemigo imprevisto, impensado y repentino, para lo que tendrían que abandonar su casa, su ciudad y su país, y vivir de indigente en lugares, costumbres e idiomas desconocidos.
Pienso en estos alegres y familiares días en ellos, en los ucranianos, cómo estarán pasando estas fiestas. Hace un año celebrarían la llegada del año nuevo, del año 22, como lo hacemos nosotros hoy para el 23, con toda la alegría y buenos deseos, Cómo se podrían haber imaginado que en pocos día les iba a saltar por el aire su vida sin motivo ninguno. No, no me puedo imaginar, ni creo que ninguno de nosotros, que nos pasara a nosotros lo mismo que a ellos y en febrero nos atacara Francia inesperadamente para hacerse con el País Vasco, por ejemplo, o Portugal para hacerse con Galicia, y eso desencadenara el bombardeo del país. No entra en nuestra imaginación.
Como tampoco entra en nuestras cabezas la insensata y mostrenca actitud de los talibanes hacia las mujeres; ni la insensata y desaprensiva actitud de los EEUU en sus políticas exteriores que se disfraza de caperucita pero, en realidad, es un feroz lobo hambriento; ni la terrible situación de la emigración africana, un continente tan rico con unos pobladores tan pobres y tan necesitados de jugarse la vida para poder vivir mientras las riquezas de sus países las disfrutan otros, los ricos explotadores. Estos son unos pocos ejemplos de situaciones difíciles de digerir en el siglo XXI. Hay mucho más.
La estúpida guerra que ha provocado ese estúpido personaje ruso ha volteado las vidas del planeta y, por supuesto, las nuestras. Y, ahí nos toca, hacer nuestro pequeño balance del año, cada cual con sus cositas, buenas, malas y regulares. Mi balance, felizmente, es más positivo que negativo. Brindo por ello. Y luego de regocijarme del presente no voy a pedir al futuro aquello de “virgencita, que me quede como esté”, sería demasiado conformista, no, le pediré el “más y mejor”.
Este repaso de las dolorosas locuras que están pasando en el mundo no lo menciono para amargar el espíritu festivo de estos días, lo menciono porque creo que es importante tener presente cuan frágil, y efímera, puede ser la felicidad, la estabilidad y la vida. Así que hoy, y mañana, y siempre brindemos por disfrutar el ‘aquí y ahora’, que ‘el mañana’ es una sorpresa.
Os deseo, a todos los aficionados a leerme, un muy feliz ‘aquí y ahora’ todos los días de este año que empieza. ¡Felicidad y alegría! Y os agradezco de corazón vuestro interés por mis palabras, siempre es un placer saber que interesan. ¡A VUESTRA SALUD!
O témpora o mores
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Hoy es el último día de año y parece que en esta fecha toca hacer el balance de lo pasado.
Lo pasado este año 22 en general, y me refiero por general al mundo mundial, es realmente un año doloroso, triste, incomprensible. Empezó el año con un acontecimiento que no hubiéramos podido imaginar, terriblemente sombrío y lamentable, la invasión a golpe de bombas de un pueblo que vivía una vida cotidiana tranquila y feliz, como vivimos nosotros. Muchos de estos apacibles ciudadanos, seguramente, tendrían sus dificultades domésticas y laborables que les parecerían, y las sufrirían, como importantes problemas sin imaginar que esas contrariedades iban a ser en poco tiempo el menor de sus conflictos; que de la noche a la mañana se iban a encontrar con sus casas bombardeadas, sus familiares despanzurrados por los suelos y su primordial trabajo se iba a limitar a tratar de huir de un enemigo imprevisto, impensado y repentino, para lo que tendrían que abandonar su casa, su ciudad y su país, y vivir de indigente en lugares, costumbres e idiomas desconocidos.
Pienso en estos alegres y familiares días en ellos, en los ucranianos, cómo estarán pasando estas fiestas. Hace un año celebrarían la llegada del año nuevo, del año 22, como lo hacemos nosotros hoy para el 23, con toda la alegría y buenos deseos, Cómo se podrían haber imaginado que en pocos día les iba a saltar por el aire su vida sin motivo ninguno. No, no me puedo imaginar, ni creo que ninguno de nosotros, que nos pasara a nosotros lo mismo que a ellos y en febrero nos atacara Francia inesperadamente para hacerse con el País Vasco, por ejemplo, o Portugal para hacerse con Galicia, y eso desencadenara el bombardeo del país. No entra en nuestra imaginación.
Como tampoco entra en nuestras cabezas la insensata y mostrenca actitud de los talibanes hacia las mujeres; ni la insensata y desaprensiva actitud de los EEUU en sus políticas exteriores que se disfraza de caperucita pero, en realidad, es un feroz lobo hambriento; ni la terrible situación de la emigración africana, un continente tan rico con unos pobladores tan pobres y tan necesitados de jugarse la vida para poder vivir mientras las riquezas de sus países las disfrutan otros, los ricos explotadores. Estos son unos pocos ejemplos de situaciones difíciles de digerir en el siglo XXI. Hay mucho más.
La estúpida guerra que ha provocado ese estúpido personaje ruso ha volteado las vidas del planeta y, por supuesto, las nuestras. Y, ahí nos toca, hacer nuestro pequeño balance del año, cada cual con sus cositas, buenas, malas y regulares. Mi balance, felizmente, es más positivo que negativo. Brindo por ello. Y luego de regocijarme del presente no voy a pedir al futuro aquello de “virgencita, que me quede como esté”, sería demasiado conformista, no, le pediré el “más y mejor”.
Este repaso de las dolorosas locuras que están pasando en el mundo no lo menciono para amargar el espíritu festivo de estos días, lo menciono porque creo que es importante tener presente cuan frágil, y efímera, puede ser la felicidad, la estabilidad y la vida. Así que hoy, y mañana, y siempre brindemos por disfrutar el ‘aquí y ahora’, que ‘el mañana’ es una sorpresa.
Os deseo, a todos los aficionados a leerme, un muy feliz ‘aquí y ahora’ todos los días de este año que empieza. ¡Felicidad y alegría! Y os agradezco de corazón vuestro interés por mis palabras, siempre es un placer saber que interesan. ¡A VUESTRA SALUD!
O témpora o mores






