Miguel García Bañales
Domingo, 01 de Diciembre de 2013

El general Toribio Martínez Cabrera y los artículos de El Combate, unas aclaraciones

En un artículo de José Cabañas del domingo, día 17 de noviembre, aparecen unas referencias del semanario El Combate, que proceden de su fenomenal libro (que será libro de consulta muchos años), sobre el general Martínez Cabrera que creo que merecen varias aclaraciones.

Se dice en el texto que fue represaliado durante la Guerra por leales republicanos, por lo que  se puede entender que él no lo era o dejó de serlo. Haciendo un breve recorrido sobre su lealtad, hay que decir que mantuvo la guarnición de Cartagena leal, con la gran importancia que tenía ya que el control de la Base Naval permitía impedir el paso de las tropas africanas por el Estrecho. Amplió su territorio hasta Albacete y la provincia de Granada y Málaga, con la gran dificultad que tenía por el poco personal disponible y su deficiente instrucción. Fue jefe de del Estado Mayor del Ejército, es decir la máxima autoridad militar del Ejército republicano, y como dice la sentencia que lo condenó “consiguió convertir las “hordas rojas” en fuerzas capaces de enfrentarse a las del Ejército Nacional”. 

Sus éxitos son innegables e imborrables, que se vieron reflejados en las victorias del Ejército republicano en las batallas del Jarama y Guadalajara (fueron las únicas), las cuales dirigió. Dimitirá (es un cese) y se le nombrará Inspector de la Zona Norte, a petición expresa del lendakari Aguirre, que pide al nº 1 del Estado Mayor. Allí pronostica el plazo de tiempo que faltaba para la caída del Frente Norte (no se equivocó) e informa al Presidente Azaña, regresando a Valencia unos meses después. Concluidas  las batallas del Jarama y Guadalajara y a pesar del éxito de estas, pronostica la pérdida de la Guerra, lo que llevará a Azaña al intento de negociación de la paz por medio de Besteiro en Londres, a lo cual se negó Franco: por esto también le condenarán los sublevados. Ya en Valencia le meterán en prisión por los sucesos de Málaga, incluso pedirán que lo fusilen: es a lo que se refiere el artículo cuando dice que le represaliaron. El motivo es que los dos generales que dirigían el Ejército con Largo Caballero, Asensio (Subsecretario) y Cabrera, eran anticomunistas, por lo que los comunistas, que poco a poco van tomando poder, presionarán para que les eche y para ello aprovecharán la pérdida de Málaga, de ahí viene su cese anterior.

La  acusación vendrá por la poca ayuda militar que recibe el frente de Málaga, pero esto viene motivado por la urgente necesidad de fuerzas en Madrid, la repulsa a armar a los anarquistas andaluces por el poco control que se podía ejercer sobre ellos y porque podían volverse contra las autoridades republicanas, ya que iban a su aire, y la previsión de que era mejor dejar caer parte de la zona, buscando la economía de fuerzas. El verdadero culpable era el coronel que mandaba Málaga, ya que teóricamente tenía medios suficientes, y por lo que le procesarán después de la caída de esta, junto al  mando antecesor y al General que mandaba la zona. No debían de estar muy equivocados Asensio y Cabrera, ya que con ellos procesan al  diputado Cayetano Bolivar que era comunista y estaba allí. 

Cuando sucede el desastre del Ebro en 1938, la pérdida de influencia  de los comunistas será evidente, sus mejores unidades serán derrotadas, por lo que Cabrera será declarado sin responsabilidad y puesto en libertad. A finales de 1938 Cabrera estará de Gobernador Militar en Madrid y en 1939 participará en lo que se llamó el “Golpe de Casado” del que sí se le puede “acusar” de deslealtad, por lo que vamos a definir escuetamente este golpe, en el que triunfaron los militares republicanos, los socialistas y los anarquistas. Negrín, socialista y Primer Ministro (dudoso ya que Azaña, Presidente de Gobierno, había dimitido, por lo que se debía  nombrar otro presidente y otro gobierno), apoyado por los comunistas decide continuar la Guerra. 

La situación de la población de Madrid es insoportable por la falta de medios, las posibilidades de aguantar un envite son mínimas, ya que saben que Franco no lo hace porque no quiere, por lo que los militares republicanos deciden que lo mejor es negociar la paz y la salida del país de lo más implicados, ya que el exterminio podía ser tremendo. No debían de estar muy equivocados los militares ya que se les unen los socialistas moderados (Besteiro), los socialistas radicales (Wenceslao Carrillo, el padre de Santiago Carrillo) y los anarquistas (Mera). Pero, además, aparece un documento en el cual consta que una compra de armas en Estados Unidos, que eran muy necesarias, se han desviado mediante una venta a Méjico. Esto parece indicar que la idea de seguir la guerra no era cierta y lo que subyace es que van a negociar los comunistas y que tanto a los militares, así como a los socialistas y anarquistas, los van a dejar abandonados. Rápidamente se puede deducir que lo hicieron para salvarse ellos, pero no es así, ya que tanto Besteiro como Cabrera se quedarán: este último, incluso, a sabiendas de que le iba a costar la vida, como así fue. Además, Casado,  que ve que por las circunstancias no se puede evacuar a todos, sobre todo a parte de los más comprometidos, querrá quedarse y será Cabrera el que le obligará a marcharse. 

Hoy, en la bibliografía reciente, se defiende la actuación de Negrín y para ello se “desguaza” a Casado. Casado era un militar excepcional  y fue “los ojos” de Cabrera en las Batallas del Jarama y Guadalajara, así como en las maniobras que se hicieron aquí en el año del 34: en estas también estuvo Rojo, por interés especial de Cabrera. Con Rojo, del lado republicano, estuvieron las cabezas más brillantes del Ejército, es decir Casado, Asensio, Guarner y, por supuesto, Cabrera. Estos tres últimos fueron muy perseguidos por los comunistas, incluso cuando criticaron a Rojo (llevaba implícito a las unidades comunistas) por el desastre del Ebro y por el cual las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo, partiendo la zona republicana en dos: esto lo resaltó e insistió Cabrera que nunca debía de suceder. Franco, cuando sus generales fracasaban, les quitaba el mando por muy brillantes que fueran, pero tuvo la habilidad de recuperarlos cuando le eran necesarios, el Ejército republicano no.

Sobre las maniobras en Maragatería del 34 parece que se deduce de Cabrera que se movía por intereses económicos. Esto es fácil de desmontar y que reflejaré con dos sucesos. Uno cuando Cabrera sale de la prisión, por lo de Málaga, y reside en San Quirce de Safaja (Barcelona), su asistente, era de Tabladillo, y su conductor, al hacer un agujero en el campo, se encuentran con un bulto lleno de joyas. Para que no se pierdan, ya que no se fía de las autoridades del lugar, Cabrera se queda con ellas y se las entregará al juez para la devolución a sus propietarios, cuando lo detienen en Valencia. El segundo es que a la vista del inventario que se hace para el embargo de bienes, como consecuencia de su condena, no aparecen bienes exagerados, si no los que le correspondían por su herencia en Andiñuela, además de la participación en un negocio familiar, así como su casa en Madrid. Estos más bien parecen cortos pues Cabrera paralelamente a su vida militar se dedicó a la enseñanza privada  militar además de la civil: tenía una academia.

Se refleja, también, la carretera que se construye por zapadores militares, que él paga de su peculio particular y que termina en una finca suya. Cabrera para las maniobras monta su puesto de mando en su casa de Andiñuela, ya que por el tiempo de preparación lo habitual era hacerlo en una casa, y lo cual produjo un ahorro para el Estado. Era pues normal que la carretera se hiciera o se arreglara, como se hizo con otros muchos caminos y carreteras de Maragatería, especialmente ya que venía el Presidente del Gobierno y, además, por que la pagó con su propio dinero, lo cual pudo no haberlo hecho.

Además se refleja, que aprovechó la campaña electoral para entregar unas medallas, en cierto modo interesadas. Ya en octubre  y en noviembre de 1935 Gil Robles entrega muchas medallas a civiles por los Sucesos del 34, incluidas las monjas que participaban en la atención sanitaria, aunque parece ser que la legislación sólo lo permitía dársela a los militares. Cabrera que entra de Subsecretario el 19 de diciembre se siente obligado, por el precedente anterior, de hacer lo mismo con los que habían colaborado, la mayoría desinteresadamente, con dichas maniobras del 34, por lo que aprovechará las de los Sucesos para meterlas: autoridades, periodistas, las monjas del Hospital, médico… Queda en el aire, pues, los que se beneficiaron económicamente porque suministraban u otras cosas. 

Creo que con este ejemplo se entiende perfectamente: cuando yo hacía cocinas en el Cuartel había unos excelentes proveedores, pero había uno en especial que sobresalía, por supuesto con su beneficio económico que es de lo que vivía, por su dedicación, colaboración, nunca había horas, trabajaba y asesoraba en la confección y en muchas otras cosas, que se merecía esa medalla de las que hablamos, que creo que nunca se le dio y al que estaré siempre agradecido, pues el éxito (si lo hubo) de aquellas cocinas se debía en gran parte gracias a él: se llama Ricardo Carro.
 
Se dice que algunas de la personas se negaron a recibir las medallas, pero que yo conozca sólo fueron las monjas, seguramente por humildad o por el hecho de que se dijera que Cabrera era masón (esto, con anterioridad, le costó a Cabrera la futura boda con una maragata), y un miembro de la Cámara de Comercio que era de Izquierda Republicana. Para las monjas ya en noviembre se había pedido en la ciudad dichas medallas por los Sucesos del 34, no por las maniobras, es decir que no fue, exactamente, iniciativa de Cabrera.

Ya en febrero de 1935 el Diputado Cano, que tomó parte en el golpe de Sanjurjo, metió en el “saco” de los generales masones a  Cabrera, la mayoría de los nombrados no lo eran, los he comprobado uno a uno, y por supuesto Cabrera tampoco. En esa alocución se le acusa, también, de fraude económico, que también, se demostró que era falso. Además dijo que era un “burro”, cuando ya sabemos que en la Guerra era el nº 1 del Estado Mayor. El problema de Cabrera viene de las maniobras del 34 en las cuales los generales, que después se sublevaron, vieron en él a un peligroso izquierdista (era de centro, más bien de derechas y católico), por lo que ahí empezarán su persecución.

Se habla también de que consigue ayudas económicas para la zona, incluida La Cabrera, con fines electorales. Tanto los diputados Gabriel Franco, de Izquierda Republicana, como Martínez Juárez, de la CEDA, luchan muy meritoriamente desde sus escaños o puestos en la Administración por lograr mejoras para Astorga, fundamentalmente para paliar el paro: Cabrera no iba a ser la excepción y hay que tener en cuenta que entra en el Ministerio de la Guerra el 19 de diciembre, es decir que su permanencia en éste y las elecciones se solapan. Es sorprendente, que aún hoy se escuchen comentarios sobre Gabriel Franco, que consiguió muchísimas cosas para la ciudad y que, por lo que dicen, colocaba en Madrid a muchos de sus paisanos, se le observe con aires de “nepotismo”: no se debe juzgar aquella época, que tenía sus peculiaridades, con la mentalidad de hoy, y más con la que está cayendo, esto es injusto.

Cabrera presumió siempre de su origen humilde, de haberse hecho así mismo, de ser maragato y que de joven vestía bragas, maragatas claro: esto le creará el repudio de la “nobleza” militar, que le acusarán de rudo y bruto, pero tanto no debía de ser, ya que era hombre culto, y que, además, se granjeó la amistad del Rey y la Reina, que continuó con las visitas a la familia real, cuando ésta estaba en el exilio desde la entrada de la República. Como esto se puede mal interpretar: Cabrera  era funcionario público, es decir servía lealmente a los gobiernos que había en cada momento, y así lo hizo, lealmente, con el Gobierno de la República.

Cuentan que estaban en Andiñuela en una boda  y llegó Cabrera vestido de general, dos personas que le vieron comentaron: ya verás, dentro de un rato está trillando vestido de militar y con el fajín puesto. Como así fue. 

Lo de colaborar con Astorga, ya venía de lejos, por eso le viene lo de tantos homenajes y reconocimientos,  que sí serán unánimes, pues incluso será el impulsor de la creación de un campo de tiro en la zona de Castrillo con el objetivo de que no se marchara el cuartel  e incluso que se incrementaran sus efectivos, pues la ciudad lo demandaba para paliar el paro. En todo el tránsito republicano tanto desde la izquierda como desde la derecha potenciarán esto, en especial el Alcalde Miguel Carro. Esto no es contrario al sentimiento pacifista de este último, que lo expondrá brillantemente ante los agregados militares extranjeros en su discurso, en  este sentido, con motivo de la maniobras del 34. Este campo de tiro en su fase inicial, como posteriormente en el Teleno, será esencial para que aún hoy las unidades del Ejército permanezcan en Astorga. Alguno pensará que poco sentimiento ecologista había en aquella época, que poco había, pero yo creo que lo que pensaban era que la primera especie que había que proteger era al hombre: lo fundamental era comer.

El tema más polémico del artículo es el titular 'La cacicada electoral…' y que no se describe. El tema viene porque el general Cabrera va dar un mitin en Astorga por el Partido Centrista, por cuyo partido se presenta como candidato, y le pide al Alcalde que le haga la presentación, lo cual este le confirma. A Cabrera le criticarán porque sale, en esas fechas, una legislación propuesta por él en la cual dice que se prohíbe a los militares la participación política (en los cuarteles o fuera de ellos, ir a las manifestaciones de uniforme,…), pero no la de la representación parlamentaria, como es su caso, o que siguieron otros como  el general Fanjul, o quisieron seguir como el general Franco: a Cabrera le pidió Niceto Alcalá Zamora que se presentara por León, aunque estaba más cercano al Partido Radical. Siguiendo con el tema, el hecho es que el Alcalde no se presentará en el mitin porque se lo impide su partido, el Radical. El acto debía de ser inocuo para el Alcalde y ante su negativa Cabrera se lo tomará como una deslealtad hacia él, ya que fueron varios años ayudándolo. El hecho es que Cabrera le pide al Gobernador Civil que destituya al Alcalde, que debió de confirmar  el Gobierno, pero debió de ser un gran error ya que legalmente no se podía hacer. La situación del Alcalde, cuyo nombramiento procedía por la injusta deposición de Miguel Carro en el 34, no era facultad del Gobernador Civil. Subyace que dicho alcalde a mediados de enero le acusan de tener o tapar un incidente nocturno y por el cual seguramente quiso sancionarlo el Gobernador: al alcalde, que dicen que era muy buena persona y que quisieron represariarlo durante la Guerra, en el pueblo le cantaban coplas.

El Gobernador Civil, que también se siente traicionado, quizás por esto último, le pide la dimisión, a lo que el Alcalde se niega, por lo que decide que se vuelva al ayuntamiento anterior (esto posteriormente se hizo por Consejo de Ministros, luego no parece muy legal), es decir en el que estaba Miguel Carro, y lo comunica todo por escrito. El revuelo en la ciudad será alto por el regreso de Miguel Carro, ya que era muy querido, pero la derecha no lo quería. El Alcalde finalmente cede y el Gobernador Civil rectificará anulando los escritos. Ante esto una comisión de Izquierda Republicana y Socialista se presenta en el Gobierno Civil para protestar, ya habían estado el día anterior por que esta nueva situación la veían venir: decían que la “caverna” se estaba moviendo para que Carro no volviese. El Gobernador les confirma que quedan suspendidos los escritos y les propone hablar con Cabrera que está allí. Este les dice que él se desentiende del tema y que lo único que quiere es que dimita el alcalde, que ya lo ha hecho. Al insinuarle estos que no es así Cabrera montará en cólera: al día siguiente el Alcalde dimitirá definitivamente, el Ayuntamiento seguirá igual que estaba con otro alcalde y Carro seguirá en el “destierro”. La izquierda dirá que Cabrera había cedido a las presiones de la “caverna”, pero la realidad es que el Gobierno no quiere ni toma esa decisión y por lo tanto no se podía ni se debía hacer.

Sí se desarrolla en el artículo el tema de un nuevo semanario editado por Fidalgo, que imprimía La Luz, con la falsa referencia de edición que es similar a la de la imprenta de Sierra,  cuya cabecera será ALFA y de contenido centrista, por lo que dirán que es para confundirlo con el de la cabecera de  AFA de contenido derechista y sí impreso por Sierra.

No parece que el cambio de cabecera sea confundible por los habituales lectores, aunque podía ser llamativo. Lo anterior no parece tan trascendente, pero el momento político demandaba la lucha encarnizada, y no parece tampoco que Cabrera tuviera algo que ver, si no más  bien parece una maniobra de Fidalgo, por  que teniendo las ideas que tenía, tradicionalistas, quizás quiso ocultarse como impresor ante sus lectores habituales de La Luz, de corte tradicionalista. También, podía ser una maniobra propiciada por Fidalgo, por defender sus propias ideas y al objeto de desacreditarle, ya que todo era tan “burdo” que se sabía que se descubriría antes de las elecciones, como así fue, ya que Sierra lo denunció en El Pensamiento: parece que la amistad de Cabrera y Fidalgo, que  venía de lejos, descartaría la mala intención. Esta crítica intensa que será reflejada en El Adelanto, no lo será por la prensa astorgana, a no ser la nota de Sierra, que ya he indicado, diciendo que él no lo imprimió.

En las elecciones de febrero de 1936 se buscó la bipolaridad tanto por el Frente Popular  como por el Frente Nacional, por lo que ambos arremeterán con fiereza contra todos aquellos partidos que les podían “robar” votos, como era el Centrista: los resultados de este serán desastrosos y, por consiguiente, Cabrera no saldrá diputado. Las noticias de prensa, tanto por un lado como por el otro, hay que cogerlas con cierta reserva pues son sesgadas.

Voy a poner un ejemplo, que también aparece en el libro: en noviembre de 1934, ya destituido Carro,  la mayoría de los socialistas detenidos saliendo de la cárcel y la prensa de izquierdas clausurada, aparece la noticia en El Pensamiento Astorgano, con censura eclesiástica, de que el Director del Instituto de Higiene es un “matón”, se refiere a Cortés.

El tema es que se denuncia una agresión de Cortés a un redactor del periódico, que como muy bien amplía Cabañas se resolvió con una condena por vejaciones y una multa de 20 ptas., lo cual no parece muy grave. El fondo es que Revillo denuncia en su periódico que en el Centro de Higiene, del cual Cortés era el director, se discrimina a unos niños a favor de otros, lo cual era falso y que la Inspección de Sanidad resolverá diciendo que la actuación en el Centro era la correcta. Seguramente, Cortés respondió desafortunadamente, ya que el tema era muy sensible para él, primero porque se hablaba de niños (con lo que él se preocupaba de los niños pobres) y segundo por que se dudaba de su honradez. A pesar de esto, la “agresión”, como vemos, no parece disculpable, por lo que vamos a ver el contesto.

Ya este periódico había arremetido, en todo el recorrido del Alcalde Miguel Carro, contra este “injuriándole”, incluso Carro presentará alguna denuncia, pero se archivarán. La mayoría de las autoridades  tanto judiciales como policiales (Policía, Guardia Civil, Guardia de Asalto, e incluso los Serenos) estarán en manos de personas radicalizadas, como ya sabemos. El objetivo claro es echar a Cortés del Centro de Higiene, como hicieron con Carro (primero de la alcaldía y después, por ser empleado de Correos, mandándolo a Córdoba), e incluso eliminarlo, como se verá después de ganar el Frente Popular las elecciones del 36: la ciudad clamará para que no le echen, ya que un médico requeté se moverá para ocupar su plaza. La agresividad de Falange hacia Cortés, sobre todo cuando este ordena la detención de varios extremistas al ser nombrado Delegado de Orden Público en marzo del 36, le llevará a ser condenado por agresión a un joven falangista, aunque esto tampoco será grave: los “matones” falangistas (pagados normalmente) campeaban a sus anchas, pero lo más impresionante (no se si poner triste o alucinante) es que alguno procedía de la izquierda. A Cortés en estas fechas del 36 le amenazarán de muerte. Como vemos el ambiente de los socialistas más destacados (los “intelectuales”, el resto eran obreros manuales) no era muy tranquilo y Cortés necesitaba algo de la “paciencia pacífica” del Alcalde Carro, pero cada uno es como es y aquello había que vivirlo: ¡verdad!

Las noticias no son “dogmas” y para entenderlas hay que conocer el contexto, por lo que es muy conveniente leerse el libro de Cabañas para entenderlas mejor.


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