Max Alonso
Sábado, 14 de Enero de 2023

El feminismo y Medea

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Vivimos el último feminismo, en el que las mujeres buscan lograr el cambio necesario en la sociedad para ocupar el espacio que les corresponde, en plan igualitario, muy alejado de los estereotipos en los que han vivido. Es curioso que esto ocurra al tiempo que la sociedad está viviendo la terrible lacra del mayor número de mujeres asesinadas por hombres. Puede parecer sorprendente, pero a la vez es lógico, pues ante su nuevo papel afloran los machos que no lo aceptan.

 

El último mes de diciembre ha resultado alarmante, con once víctimas registradas, en el que se batieron los records desde que hay estadísticas. En el nuevo año, las cosas van todavía peor cuando en la primera decena se alcanzan cinco víctimas. Un cada dos días.

 

Resulta ilustrativo recordar el mito griego de Medea, con su genuina historia al lado de Jasón en su aventura en busca del vellocino de oro. Cuando lo consigue el rey Pelias se niega a entregarle su trono, como había prometido. Como respuesta Medea maquinó su propio plan y se disfrazó de vieja sacedotisa hiperbórea de Artemisa y enseñó a las devotas hijas del rey como se podía rejuvenecer a un anciano. Tenían que cortar la cabeza a un viejo carnero y guisarlo. Así lo hicieron y su padre murió. Los habitantes de Yolco quisieron vengarse del magnicidio y Jasón, con Medea, se vio obligado a salir huyendo.

 

Llegaron a Corinto, donde Medea pretendió tener derechos al trono. Jasón acordó con el rey Creonte abandonar a Medea y casarse con la hija de este, Glauca. Medea, agobiada por los celos, acudió a sus artes. Regaló a la novia un hermoso manto, que se lo vistió, y por la magia de Medea se incendió y la joven se vio convertida en una tea ardiente, que acabó con ella y con su padre cuando intentó salvarla.

 

Los habitantes de Corinto para vengarse la obligaron a abandonar su ciudad y ella lo hizo en un carro tirado por serpientes que volaban. Refugiada en Atenas se casó con el rey Egeo, que esperó de ella que, con sus hechizos, a pesar de su edad, le diera un hijo. Medea se lo dio, pero llegó Teseo y tuvo que huir de nuevo. Después de más aventuras se casó en Fenicia con otro rey viejo, que murió y le sucedió en el trono.

 

Los habitantes de Corinto pagaron a Eurípides para que reescribiera su historia y la hiciera cargar a ella con todos los males de la ciudad y asumir todos sus pecados.  El trágico cambio su figura femenina, haciendo de ella una mujer seria, luchadora y amada, que proclamaba: Nosotras las mujeres somos el ser más desgraciado. Empezamos por tener que comprar un esposo, que se convertirá en el amo de nuestro cuerpo. La peor decisión es tomar a uno malo y no a uno bueno. A las mujeres no les da buena fama la separación del marido y tampoco les es posible repudiarlo.

 

Es la misma Medea de Eurípides la que dice: Si nuestro esfuerzo se ve coronado por el éxito y nuestro esposo convive con nosotras, sin aplicarnos el yugo por la fuerza, nuestra vida es envidiable, pero si no, mejor es morir. También afirma: Dicen que vivimos en la casa una vida exenta de peligros, mientras ellos luchan con su lanza. Necios, Preferiría tres veces estar a pie firme con el escudo, que enfrentarme al parto una sola vez.

 

Todavía añadió: La mujer suele estar llena de temor y esclava para contemplar la lucha y el hierro, pero cuando ve lesionado los derechos de su lecho, no hay otra suerte más asesina.


Es el mismo Eurípides el que la hace decir, en un tono muy adecuado a nuestros días: Si eres considerada superior por poseer conocimientos más variados, parecerás muy molesta. No concluye la idea, pero está clara su intención.

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