Eloy Rubio Carro
Domingo, 22 de Enero de 2023

La cesta del lobo: el poema que se busca

Raquel Ramírez de Arellano. La cesta del lobo; Ya lo dijo Casimiro Parker; 112 páginas; Madrid, noviembre 2022

 

 

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‘La cesta del lobo’ podría ser cualquier cosa, incluso un poema; un poema dentro de un poema incluso podría que fuese. Pero lo que sí será, en cualquier lectura que se hiciera del libro de poemas de Raquel Ramírez de Arellano, es una discusión sobre el ser del poema. ‘La cesta del lobo’ comienza con un poema de título homónimo en una suerte de poética negativa (apofática): “un poema / no es un poema / esto no es / esto no es un poema” ( 6 )

 

Enseguida nos dice lo que sí es un poema, y desde luego por el  momento no es lo que se escribe, sino algo de lo que se escribe, por ejemplo: “un poema es salir contigo / coger juntos un taxi en la plaza Mayor / y que te bajes a la altura de Sol / es uno / uno bueno para correr peligro (…) ( 6 )

 

En este largo recuento de lo que el poema no es, sucede que se le adhiere también la cuenta de lo cotidiano, por ello a la retahíla surrealista puede seguirle algo usual, habitual e inesperado en un poema, en esto que todavía no es un poema, pero que parece auscultarse desde alguna idea aún no formulada de lo que sí sería poema. Ambas idea y 'cosa poema' aunque separadas se entreveran y danzan y tal vez conformen una coreografía. 

 

un poema para plantar allí los trastornos / y beber vino de uva de Nueva Yersey / de noche no puede ser / no puede ser un poema de noche / no puede ser tampoco vampiro el aire / ni luciérnaga ni tecla ni dinero / me quedo sin batería en el poema / me quedo sin vida y no  contaba con eso ahora / que me había subido las medias a la altura del pecho (…) ” ( 8 ) 

 

Tanto observar el propio escrito, que detalla lo que hace al escribirlo, o lo que se evoca, tal vez una aventura de juventud, la de la propia vida, o se nombra la tecla que acabamos de usar para escribirla, tocarla para escribirla: “[abrimos los corchetes / para esconder la casa y su paciencia en el interior / y nos encaminamos hacia la montaña donde se apea el DJ de turno / cerramos los corchetes] / la secuencia alt no es un poema”. (8)  O se pudiera contemplar el poema como palabra, o como cosa con un ‘detrás’, ‘detrás de la cosa’, con suelo, ‘el suelo del poema’, con costados en los que podría rascarse una ballena. Pero siempre queda fuera algo en ese contemplar, como el ojo que mira queda fuera de su mirar.

 

El abordaje de lo que sea poema es dúplice: en el hacerse y en lo que se dice que no es en ese hacerse. Ahí hay atisbos de que el poema es, o puede llegar a ser. Indicios, restos de cosas que anuncian ese poema que se busca. (Aunque también podría ser un poema fracasado, lo cual es un imposible lógico, aunque no poemático).

 

El “no es”, “no es…” y otras formas anafóricas, van edificando el ‘no poema’. Por eso el ‘no poema’ es también un ‘meta no poema’- caso de que el poema no fuera-. Dos curiosas negatividades poemáticas del no que revierten en la 'extravagante' manera en que se escribe este poema. (Acaricia la tecla)

 

En este ‘meta no poema’ inscrito en el poema que se está haciendo, se enumeran algunas de sus pretensiones, tal vez consejas, sino descubrimientos, sobre ese quehacer: “porque todo es perfecto como un poema / que no es / a la salida del placer / tendremos envidia de todos los que no somos / de todos los que visten sin gabardina / de todos los que se desabotonaron el equilibrio / en el collage / de la sintaxis / y la morfología / le devolveremos el saludo (…)” (13) 

 

Se sugieren algunos procedimientos el corta y pega (tal vez de un pretexto), el collage, la vuelta atrás retomando el poema en un punto que quedaría como en suspenso: “quiero volver a cómo llegamos a la estación” (17). 

 

Hay collage en el poema y hay collage entre metapoema y poema, aunque el poema al final sea un todo resolutivo de ambos (como a otro nivel, ‘La cesta del lobo’ es un poema que forma parte del libro de poemas ‘La cesta del lobo’).

 

Quizás esto se justifique mejor en la apostilla final del libro, en la cita de Juan Larrea: “Poema es esto y esto y esto / Y esto que llega a mí en calidad de inocencia hoy, / que existe porque existo y porque el mundo existe / y porque los tres podemos dejar correctamente de existir.” 

 

 

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Del lado del poema que se busca y entrevera con la metadicción pondríamos la cita con la que abre el libro, de Diane de Prima. “Al día siguiente, les corté los tacones a los zapatos con un serrucho y me puse unos vaqueros anchos de Billy que me até a la cintura con una cuerda para que no se me cayeran, y comencé a vivir en el campo.” 

 

La cesta del lobo es una colección de poemas cuyo primer poema lleva por título ‘La cesta del lobo’. En el interior de ‘La cesta del lobo’ está por tanto ‘La cesta del lobo’ y algunas otras cosas más, la cesta interior (por de dentro) y las demás cosas son lo que hacen este libro. Un libro de poemas formado por una escritura a la caza de lo que sea en cada caso un poema. La negación y la contradicción son el motor de búsqueda que generará el verdadero poema, pues es en esa distancia, en esa negación a ser lo que se dice, en esa disensión entre la semántica y la semiótica, entre el sentido y la expresividad donde se fragua el poema. Por eso, como dice Agamben, el final del poema traicionaría el poema, porque ahí ese juego se interrumpe, se viola, el lenguaje deja de decirse. Curiosa contradicción de aquello que desaparece cuando se ultima. Tal vez Raquel Rámirez de Arellano pretenda invertir intuitivamente esa negación que supone el final de poema, proporcionándonos el poema justo al final, para lo que deberá de dejar en suspenso, encabalgándolo en el no el final del poema, alargándolo infinitamente. 

 

En ‘SEXY THING’ (50), la aventura del ‘no poema’ para ser poema transcurre en un sueño, Un sueño en el interior de un cuadro de Leonora Carrington (no nos será posible leer ese poema en su significado, pero sí podríamos fundirnos en él). Viajar por un cuadro de Leonora Carrington como viajar en un no poema, una aventura surreal donde las palabras se plasman sin ideas, olvidadizas, en busca de la palabra pura. Podríamos fundirnos en el poema sin la obsesión de entenderlo. Tal como se vive un sueño. Como esa ‘palra’ materna a la que se refiere Dante, sin gramática, como un aerolito lingüístico, irrepetible, de una sola vez en la vida. 

 

En ‘AHORA ERA VIEJA’ (58), el verso inicial nos desplaza de cualquier tiempo posible al incluirlos todos; “Ahora será es fuimos era vieja” (58). ‘A diario (…)’ y ‘ahora (…) como anáforas atraviesan el poema reificando continuamente el presente de todos los tiempos: “Ahora era (…) Ahora ardían (…) Ahora el lenguaje había (…) Ahora la vida ni siquiera era la vida (…)”.

 

 

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Ese zócalo de entrada al tiempo del poema, en el modo verbal de los juegos infantiles, en pretérito imperfecto: ‘Yo era Caperucita y tú el cazador’, nadie quería ser el lobo. Aprovecha también ese tiempo del ‘como sí’, este modo experimental de anticipar las posibilidades vitales para denunciar las miserias del presente: “Ahora la vida ni siquiera era la vida / (…) / Me preocupaba de los niños descalzos / y de las mujeres que hurgan sin fusil al hombro / en los contenedores de basura.” (58) 

 

Mantiene en cada poema la metadicción, incluso el metapoema: “El malabarismo consiste en colocar los verbos fuera de la casilla de una frase” (59). ¿Qué es la casilla de una frase? Quizás desvincular el verbo de sus complementos o también de su sujeto, o tal vez creando huecos en el fraseo, un texto corrompido, un cadavre - exquis de una misma, a la espera de un sentido que viniera de fuera, de un alter multiplicado. El sentido del poema y el sentido de sí misma viniendo desde fuera.

 

Por eso la vieja se proyecta fuera de sí, se olvida de que es ella misma, se ve como otra. Esa vieja a la que juega adquiere entidad, se hace otra, sale del juego, se la recuerda: “Ahora era vieja / la más vieja con su incipiente frasco de preguntas sobre la repisa / ¿Cómo se llama? / ¿Cuántos años vive? / ¿Por qué usa ese significado elitista? / ¿Para qué sirven las cajas? / Ahora era vieja(…)” (59)

 

De pronto vuelve a ser niña, cuando el juego retorna: “Ahora era vieja y llamé  a mi padre".  Ya se percata de todos los juegos posibles o imposibles de ser en que podría reiniciarse: “Si esto fuera México ya me habrían asesinado / Si fuera Somalia también sería negra / Es una vergüenza haber nacido en este lado de la frontera / Ahora era tan solo una cosa que nunca podría hacer”. (60)

 

 

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En ‘GREGOR SAMSA’ (71) se proponen definiciones de palabras que permitirán reinterpretarl el propio poema. El propio escrito proporciona sus claves. “Benjamín Pèret escribía a veces en un lenguaje muy especial en el que por ejemplo la palabra francesa ‘porte feuilles’ había de ser entendida como si en castellano significara ‘estanque cubierto de nenúfares’”. 'Malditos', 'AMÉN', nenúfares para añadir a está cesta de lobo... 

 

En ‘AHORCADOS’ (73) juega con el caligrama de la soga ‘des pendus’. 

 

En tantas ocasiones la frase, a veces el verso, si bien correcto sintácticamente se muestra semánticamente extraño. Como si los sujetos y los predicados provinieran de campos semánticos muy alejados. Esto convoca a una poesía de la acción de consecuencias impredecibles, donde las atribuciones del yo son totalmente otras, inesperadas. Sin llegar a ser una poesía del no yo, es una poesía de un yo en continua gestación, contradicción y con-fusión. Unos versos de “EL PISO ANEGADO DE AGUA NI RASTRO DE LA SANGRE ARRANCADAS LAS PUERTAS DE SUS BISAGRAS NADA ES DESOLADOR TODO ES UNA POÉTICA DE LA CATÁSTROFE” (83), dedicado a la zurcidora Guadalupe Grande dan cuenta de ello: “Dame palabras” le pide insistentemente, “dame palabras” y según se las va dando “donde eras tú ahora soy ella / donde ella eras yo ahora soy tú” (87) y en esa con-fusión recibe las palabras: “dame palabras / toma palabras entre las piernas".(88) 

 

De recién recibidas se las retorna: “toma palabras / un borrón se desliza por la piedra de tanto silencio / palabras / solo seremos alguien en algo incómodo a punto de saltar” (88)

 

 

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En ‘PELUQUERÍAS MADRID: OFERTAS EN ESTILISTAS’ (95) pone en boca de Diane di Prima, poeta beatnik, algunas de las intenciones metapoéticas de este escrito: “Lo dejó escrito Diane di Prima en la puerta del baño / des-me-lé-na-te / del lado de la experimentación haré buen uso de vuestra catástrofe”. (94)

 

La metapoesía se le va tragando el poema; se entreveran y entrelazan. El poema se va encestando, se confunden continente y contenido, cesta y encestado, con un aviso que juega a un tiempo a 'meta' y a poema: “¡recórcholis! / no quiero que lo comprendas / mejor no lo comprendas” (97).

 

‘SEGURO QUE NO’ (106), el último poema del libro abunda en la negación sobre si ‘La cesta del lobo’ es un poema. Hay en él mayores seguridades que esa, una lista entera de cosas que no son. Hay que darse cuenta que esa seguridad que genera es algo afirmativo, el 'no ser', es. ‘LA CESTA DEL LOBO’ es en cualquier sentido algo más que un poema, pues no puede ser un no poema, y esa negación al final cuando ya lo es convierte a todo el libro en una gran paradoja. En el sentido numérico es más de un poema, en el sentido existencial es aquello que se dice que no es, un es no es: “voy a reescribir uno de los poemas de Ashbery que nunca supo qué / significaban sus poemas para cagarnos juntos en la historia de los / reglamentos ¿qué dices que es una ley? ¿qué dices que es una norma? / La capacidad de mi mano sobre la tecla no es otra cosa que destruir / Con violencia lo que un día tuvo significado(…) (107) 

 

Una verdadera poética como una imposibilidad pues tanto la reescritura de lo que no tiene significado o es siempre lo mismo o habría diferentes formas de asignificar, lo que las vuelve significativas; o la destrucción de aquello que un día tuvo significado no está ausente del mismo, aunque ya sea otro. Termina su poética: “(…) ¿es este poema un ejercicio de / escritura automática ¿es este poema un haz de luz de la caverna del / surrealismo? ¿es este poema un invento para truchas marsupiales y / logaritmos éticos? no seguro que no” (107) 

 

Eso ‘no’, será, será ese ‘no’ y lo que brota de él. ‘La cesta del lobo’ en la que prolifera la rebelión epidémica de la vida que vendrá. La cesta del lobo no va de vacío.. 

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