PERSONAJES DE AQUÍ
La guardiana del saber
![[Img #61853]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2023/9259_esperanza-marcos-3.png)
Pocos honores tan dignos de orgullo como ser tutores del saber. Por esa misión se conoce a los bibliotecarios, depositarios de los libros y obras que han movido el mundo hacia delante. Personas que en las largas distancias del desconocimiento imaginamos como seres huraños, encerrados en sí mismos, asociales, vinculados por cliché social al entorno de silencio espeso y aprisionado que infunde una biblioteca.
Sin embargo, en las distancias cortas del trato, esas personas se pueden transfigurar en individuos joviales y dicharacheros. Con un caso así me he encontrado en Astorga. Esperanza Marcos de Paz es la directora de la biblioteca de la ciudad. Una instalación que frecuento, más para escribir, que para leer, porque entre sus paredes me he topado con el ambiente de quietud que ayuda a encontrar el microclima que demanda la cita de etiqueta con un libro o con la inspiración que guiará el trazo de la pluma sobre el papel en blanco.
Escribiendo estas líneas me acuerdo de Jorge Luis Borges. Decía el argentino que era más por lo que había leído que por lo que había escrito. Frase con toda lógica en un sabio que se definió como bibliotecario por encima de su ocupación más relevante, la de escritor. Una biblioteca es la universidad de las universidades, en la que los libros actúan como asombrosos catedráticos de todos los conocimientos.
Irene Vallejo en su moderno libro, con marchamo ya de clásico. 'El infinito en un junco', nos transporta, en una ensoñación a través del tiempo, a la biblioteca de Alejandría, posiblemente la obra cumbre, en lo que a cultura se refiere, del vasto imperio del macedonio. Ahí parece que empezó todo el concepto de biblioteca moderna en cuanto a recopilación, gestión y archivo de volúmenes.
Vallejo da una pista imbatible del tesoro que es un libro. “Cada vez – puntualiza – que hemos despertado del sueño de nuestras revoluciones o de la pesadilla de nuestras catástrofes humanas, el libro seguía ahí”. Si ese es el valor de uno de sus apéndices, las bibliotecas multiplican exponencialmente un importe a cobrar en beneficio de la humanidad.
![[Img #61856]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2023/9709_esperanza-marcos-6.png)
Esperanza Marcos no sé cómo lee. Puede intuirse. Pero hablar, habla con la locuacidad de todo el que vive entre libros que han supuesto una sucesión de revelaciones. Hay seguridad mezclada con honra, porque nuestra bibliotecaria puede presumir de sumergirse en los libros sin descuidar la conversación con lectores de toda laya. Una doble fuente de aprendizaje de las que imprime carácter como un sacramento.
Para abrir boca, una declaración de intenciones de bibliotecaria lectora. El libro de su vida es 'La regenta', de Leopoldo Alas 'Clarín'. O cualquiera de Miguel Delibes podría encuadrarse en una relación de preferencias. Por el contrario, no pudo terminar 'El péndulo de Focault', de Umberto Eco, pero toca fibra sensible cuando alega que “muchas veces los libros no los coges en el momento adecuado”. Ahora, quizás por obligación profesional, está atenta a los éxitos de ventas y a la novela negra, géneros demandados con preferencia en la biblioteca astorgana. Pero no deja escapar la añoranza: “cuando has leído a los clásicos….”.
Y un clásico fue su primera lectura, de niña. Lo recuerda sin dudar. Fue el cuento de 'La pequeña cerillera', de Hans Christian Andersen, que “me lo regaló una amiga de mi madre por un cumpleaños”.
“La blblioteca de Astorga es casi mi casa”
Esperanza se autodefine como “una persona normal, muy receptiva a las ideas”. Un talante que ha hecho evolucionar la biblioteca municipal astorgana de un almacén de libros en 1990, a lo que es hoy; o, por poner números que familiaricen con la dimensión de una gestión: se ha pasado de 8.000 libros, la mayoría enciclopedias y manuales de historia, a 39.500 volúmenes archivados, incluidos los DVD que conforman una pequeña cinemateca con títulos muy interesantes para todos los gustos. Todo eso le hace decir a nuestra guardiana del saber : “la biblioteca de Astorga es un poco mi obra y casi mi casa”.
Me cuenta, con el rostro del que sabe que ha hecho una buena labor, que a su actual destino llegó por oposición. “Venía – comenta – de la biblioteca de León en la que trabajaba con contrato temporal. Salió una plaza aquí y la gané por oposición. Cuando llegué pensaba en una instalación con personal, y no había más que una persona. Las estanterías estaban llenas, pero no había préstamos. Era una sala de lectura y los libros no podían salir de aquí. La sala infantil, en la que estamos, era un archivo. Me dieron unas llaves y me dejaron a mi suerte".
Como primer objetivo, Esperanza se marcó introducir y regularizar los préstamos de libros y elaborar un catálogo de las obras depositadas. “Cuando se reglamentó el préstamo de libros empezó a venir la gente y se sorprendía de poder llevárselo a su casa”.
![[Img #61855]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2023/8278_esperanza-marcos-5.png)
En 2022 se puede superar la cifra de visitantes de la prepandemia
A los trabajos de organización del patrimonio bibliográfico siguieron la sala infantil y la hemeroteca. La parte documental de los siglos XIX y XX hoy está depositada en el Ayuntamiento. "Con estas acciones – zanja Esperanza – la biblioteca pasó de un lugar moribundo a algo vivo y participativo”.
“El año pasado (se refiere a 2021, pues la entrevista fue hecha en fechas navideñas) contabilizamos 7.978 préstamos de monografías y 1.057 DVD. Respecto a visitantes alcanzamos 43.468. Llegamos a tener en 2019, un año antes de la pandemia 66.127, y esperamos en 2022 superar esa cifra. Creo que, con el encierro de la pandemia. a mucha gente le salvó anímicamente la lectura. Durante el COVID hubo abundante petición de contraseñas de libros digitales. Leer fue como un salvavidas, como personal sanitario”, proclama la directora.
El retrato robot del lector astorgano no se dispersa mucho del prototipo del resto de España. Esperanza aclara que gusta de la ficción actual o del llamado best-seller o éxito de ventas, así como la novela negra, y en un tono menor, los denominados manuales de autoayuda y de psicología. Pero diferencia entre sexos y edades, porque las señoras mayores se entregan a las novelas románticas. Los de edad media se decantan, bastantes, por el ensayo, y entre los más pequeños, naturalmente, los cuentos, con una particularidad, la implicación de los padres en la elección de esas lecturas. La poesía, en tierra de poetas insignes, no cuenta con muchos adeptos. En casa del herrero….
A la biblioteca, según nuestra protagonista, “viene todo el mundo. Los mayores leen periódicos y se conectan en los ordenadores. Por aquí pasan personas que no han perdonado un día de estancia. La gente percibe la biblioteca como un refugio. Es importante escucharles, ofrecerles un entorno familiar. Los jóvenes también la utilizan. Hay mucho opositor. Todos los que estudian aquí, aprueban. Otras veces vienen con los profesores y les animamos a leer, pero es difícil. Muchos hacen uso del ordenador y del móvil, y leer les cuesta trabajo. Si por medio están las nuevas tecnologías, el chaval entra mejor en la lectura. Las familias se implican en las lecturas de sus hijos. Es muy difícil cuando no son lectores desde pequeños que luego manejen los libros. Hemos hecho también actividades de bebeteca”.
Pero esta biblioteca no es solo un coqueto y práctico archivo bibliográfico. Esperanza y su equipo la han convertido en un lugar atrayente para el público, sobre todo, los niños. “disponemos de sesiones de cuentacuentos, concursos de marcapáginas, escapes, recitales de poesía, celebramos el mes friki y días señalados como el día de la biblioteca y del libro. También organizamos visitas guidas para los escolares de la comarca".
![[Img #61857]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2023/2673_esperanza-marcos-4.png)
Las bibliocabinas
El proyecto de presente, para Esperanza, se centra en recuperar el uso de las cabinas telefónicas como depósito e intercambio de libros. “En fase experimental ya está la de San Bartolo y va funcionando bien, pues los ciudadanos dejan libros de todos los géneros. Y lo que es más importante, se están respetando (dice con visible satisfacción). La iniciativa tendrá dos nuevas bibliocabinas en la rotonda de los Pendones y en la Plaza de Santocildes. Con esto pretendemos reutilizar, reciclar y animar a la lectura. Creo que hay gente que le da miedo venir a la biblioteca. Con esto le facilitamos una forma de leer”.
Motivo de especial orgullo para Esperanza Marcos de Paz es que desde el año 2000 hasta el 2022, la biblioteca municipal, bajo su dirección y el equipo que la apoya, ha ganado el premio María Moliner para proyectos de animación a la lectura en ciudades de menos de 50.000 habitantes en alguna de sus categorías. El premio, dotado con 2.700 euros, se destina a la compra de libros. Pero el momento culmen llegó en 2009 cuando obtuvo el primer galardón global y la cantidad de 12.000 euros. “Los proyectos que presentamos los coordinamos con los centros educativos de Astorga y su comarca”.
El futuro rara vez deja de ser inquietante. La biblioteca de Astorga no va ser menos. Esperanza exuda una opinión en esa línea. “Es un problema. Los libros ocupan mucho espacio y se nos está agotando. El libro no va a desaparecer por mucha digitalización que haya".
Ya que la crónica de este personaje ocupa una variante literaria poderosa, habremos de llamarla andanzas de una bibliotecaria. Esperanza Marcos de Paz es paisana, natural de Carrizo de la Ribera, un pueblo, como ella dice, cuya gente hace vida en León, la capital. Reconoce que de adolescente y joven, Astorga era un lugar que les pillaba lejos. Cuanta relatividad hay en las distancias. Estudió Filología Hispánica, como herramienta para abrirse al mundo de la docencia. Pero el capricho del destino, en forma de una amiga de la madre, la desvió hacia un curso de archivos y bibliotecas, para luego acceder a la carrera de Biblioteconomía y Documentación. Encontró ahí su causa vital.
Me recreo en un ejercicio de vanidad, en una frase que creo de mi cosecha: “si un sanitario cuida de la salud de mi cuerpo, un librero cuida de la de mi espíritu”. En esta segunda parte tiene cabida la figura al alimón de un bibliotecario. Allá se andan en el complicado tratado de los consejos en pro de la sabiduría. Porque todo buen lector sabe apreciar, en su auténtica valía, la recomendación de un buen libro. Hay gente a la que le ha cambiado la vida. Muestra del efecto sanador de libreros y bibliotecarios.
El solo acto de entrar en una biblioteca posibilita adentrarse, como la Alicia de Lewis Carroll, en un país de las maravillas. Es viajar en el tiempo, es recorrer el mundo y sus continentes, razas y religiones, es atravesar el cosmos, es participar de la historia, es la convivencia entre el gozo de la aventura feliz y el sufrimiento del final atribulado, es la sonrisa por la comicidad del disparate, junto al sobresalto de la intriga y el terror. ¿Algún lugar puede ofrecer más por menos?
Un bibliotecario es un mago, un hacedor de sortilegios. Bella profesión.
![[Img #61854]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2023/3073_esperanza-marcos-1.png)
Pocos honores tan dignos de orgullo como ser tutores del saber. Por esa misión se conoce a los bibliotecarios, depositarios de los libros y obras que han movido el mundo hacia delante. Personas que en las largas distancias del desconocimiento imaginamos como seres huraños, encerrados en sí mismos, asociales, vinculados por cliché social al entorno de silencio espeso y aprisionado que infunde una biblioteca.
Sin embargo, en las distancias cortas del trato, esas personas se pueden transfigurar en individuos joviales y dicharacheros. Con un caso así me he encontrado en Astorga. Esperanza Marcos de Paz es la directora de la biblioteca de la ciudad. Una instalación que frecuento, más para escribir, que para leer, porque entre sus paredes me he topado con el ambiente de quietud que ayuda a encontrar el microclima que demanda la cita de etiqueta con un libro o con la inspiración que guiará el trazo de la pluma sobre el papel en blanco.
Escribiendo estas líneas me acuerdo de Jorge Luis Borges. Decía el argentino que era más por lo que había leído que por lo que había escrito. Frase con toda lógica en un sabio que se definió como bibliotecario por encima de su ocupación más relevante, la de escritor. Una biblioteca es la universidad de las universidades, en la que los libros actúan como asombrosos catedráticos de todos los conocimientos.
Irene Vallejo en su moderno libro, con marchamo ya de clásico. 'El infinito en un junco', nos transporta, en una ensoñación a través del tiempo, a la biblioteca de Alejandría, posiblemente la obra cumbre, en lo que a cultura se refiere, del vasto imperio del macedonio. Ahí parece que empezó todo el concepto de biblioteca moderna en cuanto a recopilación, gestión y archivo de volúmenes.
Vallejo da una pista imbatible del tesoro que es un libro. “Cada vez – puntualiza – que hemos despertado del sueño de nuestras revoluciones o de la pesadilla de nuestras catástrofes humanas, el libro seguía ahí”. Si ese es el valor de uno de sus apéndices, las bibliotecas multiplican exponencialmente un importe a cobrar en beneficio de la humanidad.
Esperanza Marcos no sé cómo lee. Puede intuirse. Pero hablar, habla con la locuacidad de todo el que vive entre libros que han supuesto una sucesión de revelaciones. Hay seguridad mezclada con honra, porque nuestra bibliotecaria puede presumir de sumergirse en los libros sin descuidar la conversación con lectores de toda laya. Una doble fuente de aprendizaje de las que imprime carácter como un sacramento.
Para abrir boca, una declaración de intenciones de bibliotecaria lectora. El libro de su vida es 'La regenta', de Leopoldo Alas 'Clarín'. O cualquiera de Miguel Delibes podría encuadrarse en una relación de preferencias. Por el contrario, no pudo terminar 'El péndulo de Focault', de Umberto Eco, pero toca fibra sensible cuando alega que “muchas veces los libros no los coges en el momento adecuado”. Ahora, quizás por obligación profesional, está atenta a los éxitos de ventas y a la novela negra, géneros demandados con preferencia en la biblioteca astorgana. Pero no deja escapar la añoranza: “cuando has leído a los clásicos….”.
Y un clásico fue su primera lectura, de niña. Lo recuerda sin dudar. Fue el cuento de 'La pequeña cerillera', de Hans Christian Andersen, que “me lo regaló una amiga de mi madre por un cumpleaños”.
“La blblioteca de Astorga es casi mi casa”
Esperanza se autodefine como “una persona normal, muy receptiva a las ideas”. Un talante que ha hecho evolucionar la biblioteca municipal astorgana de un almacén de libros en 1990, a lo que es hoy; o, por poner números que familiaricen con la dimensión de una gestión: se ha pasado de 8.000 libros, la mayoría enciclopedias y manuales de historia, a 39.500 volúmenes archivados, incluidos los DVD que conforman una pequeña cinemateca con títulos muy interesantes para todos los gustos. Todo eso le hace decir a nuestra guardiana del saber : “la biblioteca de Astorga es un poco mi obra y casi mi casa”.
Me cuenta, con el rostro del que sabe que ha hecho una buena labor, que a su actual destino llegó por oposición. “Venía – comenta – de la biblioteca de León en la que trabajaba con contrato temporal. Salió una plaza aquí y la gané por oposición. Cuando llegué pensaba en una instalación con personal, y no había más que una persona. Las estanterías estaban llenas, pero no había préstamos. Era una sala de lectura y los libros no podían salir de aquí. La sala infantil, en la que estamos, era un archivo. Me dieron unas llaves y me dejaron a mi suerte".
Como primer objetivo, Esperanza se marcó introducir y regularizar los préstamos de libros y elaborar un catálogo de las obras depositadas. “Cuando se reglamentó el préstamo de libros empezó a venir la gente y se sorprendía de poder llevárselo a su casa”.
En 2022 se puede superar la cifra de visitantes de la prepandemia
A los trabajos de organización del patrimonio bibliográfico siguieron la sala infantil y la hemeroteca. La parte documental de los siglos XIX y XX hoy está depositada en el Ayuntamiento. "Con estas acciones – zanja Esperanza – la biblioteca pasó de un lugar moribundo a algo vivo y participativo”.
“El año pasado (se refiere a 2021, pues la entrevista fue hecha en fechas navideñas) contabilizamos 7.978 préstamos de monografías y 1.057 DVD. Respecto a visitantes alcanzamos 43.468. Llegamos a tener en 2019, un año antes de la pandemia 66.127, y esperamos en 2022 superar esa cifra. Creo que, con el encierro de la pandemia. a mucha gente le salvó anímicamente la lectura. Durante el COVID hubo abundante petición de contraseñas de libros digitales. Leer fue como un salvavidas, como personal sanitario”, proclama la directora.
El retrato robot del lector astorgano no se dispersa mucho del prototipo del resto de España. Esperanza aclara que gusta de la ficción actual o del llamado best-seller o éxito de ventas, así como la novela negra, y en un tono menor, los denominados manuales de autoayuda y de psicología. Pero diferencia entre sexos y edades, porque las señoras mayores se entregan a las novelas románticas. Los de edad media se decantan, bastantes, por el ensayo, y entre los más pequeños, naturalmente, los cuentos, con una particularidad, la implicación de los padres en la elección de esas lecturas. La poesía, en tierra de poetas insignes, no cuenta con muchos adeptos. En casa del herrero….
A la biblioteca, según nuestra protagonista, “viene todo el mundo. Los mayores leen periódicos y se conectan en los ordenadores. Por aquí pasan personas que no han perdonado un día de estancia. La gente percibe la biblioteca como un refugio. Es importante escucharles, ofrecerles un entorno familiar. Los jóvenes también la utilizan. Hay mucho opositor. Todos los que estudian aquí, aprueban. Otras veces vienen con los profesores y les animamos a leer, pero es difícil. Muchos hacen uso del ordenador y del móvil, y leer les cuesta trabajo. Si por medio están las nuevas tecnologías, el chaval entra mejor en la lectura. Las familias se implican en las lecturas de sus hijos. Es muy difícil cuando no son lectores desde pequeños que luego manejen los libros. Hemos hecho también actividades de bebeteca”.
Pero esta biblioteca no es solo un coqueto y práctico archivo bibliográfico. Esperanza y su equipo la han convertido en un lugar atrayente para el público, sobre todo, los niños. “disponemos de sesiones de cuentacuentos, concursos de marcapáginas, escapes, recitales de poesía, celebramos el mes friki y días señalados como el día de la biblioteca y del libro. También organizamos visitas guidas para los escolares de la comarca".
Las bibliocabinas
El proyecto de presente, para Esperanza, se centra en recuperar el uso de las cabinas telefónicas como depósito e intercambio de libros. “En fase experimental ya está la de San Bartolo y va funcionando bien, pues los ciudadanos dejan libros de todos los géneros. Y lo que es más importante, se están respetando (dice con visible satisfacción). La iniciativa tendrá dos nuevas bibliocabinas en la rotonda de los Pendones y en la Plaza de Santocildes. Con esto pretendemos reutilizar, reciclar y animar a la lectura. Creo que hay gente que le da miedo venir a la biblioteca. Con esto le facilitamos una forma de leer”.
Motivo de especial orgullo para Esperanza Marcos de Paz es que desde el año 2000 hasta el 2022, la biblioteca municipal, bajo su dirección y el equipo que la apoya, ha ganado el premio María Moliner para proyectos de animación a la lectura en ciudades de menos de 50.000 habitantes en alguna de sus categorías. El premio, dotado con 2.700 euros, se destina a la compra de libros. Pero el momento culmen llegó en 2009 cuando obtuvo el primer galardón global y la cantidad de 12.000 euros. “Los proyectos que presentamos los coordinamos con los centros educativos de Astorga y su comarca”.
El futuro rara vez deja de ser inquietante. La biblioteca de Astorga no va ser menos. Esperanza exuda una opinión en esa línea. “Es un problema. Los libros ocupan mucho espacio y se nos está agotando. El libro no va a desaparecer por mucha digitalización que haya".
Ya que la crónica de este personaje ocupa una variante literaria poderosa, habremos de llamarla andanzas de una bibliotecaria. Esperanza Marcos de Paz es paisana, natural de Carrizo de la Ribera, un pueblo, como ella dice, cuya gente hace vida en León, la capital. Reconoce que de adolescente y joven, Astorga era un lugar que les pillaba lejos. Cuanta relatividad hay en las distancias. Estudió Filología Hispánica, como herramienta para abrirse al mundo de la docencia. Pero el capricho del destino, en forma de una amiga de la madre, la desvió hacia un curso de archivos y bibliotecas, para luego acceder a la carrera de Biblioteconomía y Documentación. Encontró ahí su causa vital.
Me recreo en un ejercicio de vanidad, en una frase que creo de mi cosecha: “si un sanitario cuida de la salud de mi cuerpo, un librero cuida de la de mi espíritu”. En esta segunda parte tiene cabida la figura al alimón de un bibliotecario. Allá se andan en el complicado tratado de los consejos en pro de la sabiduría. Porque todo buen lector sabe apreciar, en su auténtica valía, la recomendación de un buen libro. Hay gente a la que le ha cambiado la vida. Muestra del efecto sanador de libreros y bibliotecarios.
El solo acto de entrar en una biblioteca posibilita adentrarse, como la Alicia de Lewis Carroll, en un país de las maravillas. Es viajar en el tiempo, es recorrer el mundo y sus continentes, razas y religiones, es atravesar el cosmos, es participar de la historia, es la convivencia entre el gozo de la aventura feliz y el sufrimiento del final atribulado, es la sonrisa por la comicidad del disparate, junto al sobresalto de la intriga y el terror. ¿Algún lugar puede ofrecer más por menos?
Un bibliotecario es un mago, un hacedor de sortilegios. Bella profesión.