Cómo destruir 2.870 músicos
![[Img #61886]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2023/9477_aidan-autorretratoyjaula.jpg)
Lo abstracto
Han sido unas semanas fascinantes. En mi casa. El estado del mundo es otra cosa. A veces pienso que la ignorancia es una forma de protección contra la decepción. Es seductora como la tranquilidad de un convento, por ejemplo, siempre que estés ahí por elección propia y que te hayan explicado la diferencia entre delito y pecado.
Creo que es sano examinar las convicciones antes de heredarlas, pero sé que esto es un lujo si estás ocupado con la letra pequeña de la supervivencia.
He descubierto un gran truco para poder seguir cultivándome. Al evitar dos partidos de fútbol cada siete días gano 240 minutos de tiempo libre (es un cálculo flexible, naturalmente- y depende del tipo de campeonato -pero es un número que valoro simbólicamente porque me recuerda la duración de un día, sobre todo cuando no duermo).
Ahora, mi gran debilidad en cuanto al empleo de ese tiempo ganado y un indicio de nuestros tiempos ya marcados para siempre por las nuevas tecnologías es no centrarme: me encanta tanto mi ignorancia que no sé por dónde empezar.
La verdad es que nos asustan (pero con placer, como un viaje en una montaña rusa…un símil desafortunado, lo sé) las posibilidades infinitas que nos proporciona la red. Ayer me enteré de dos datos que en principio no están relacionados: los pobres albaneses tardaron desde el año 1750 hasta 1908 en ponerse de acuerdo sobre qué alfabeto emplear, y que en vez de comprarte un tanque Abrams podrías derrochar el dinero en 2.870 guitarras de las buenas.
Desde luego el asombro es un nexo fácil, y la información me invita a ser indulgente con el baile de fechas que nos regala el gobierno de cara a la inauguración del AVE León-Asturias, pero lo que más me conmueve es que los analfabetos (“es como un videojuego, tío”)* que conducen los tanques cobran lo equivalente a diez guitarras al año. Y no, no hay servicio a bordo.
Lo físico
Creo que una de las razones por las que no hay un clamor masivo por la paz es que la mayoría de la gente nunca ha experimentado la realidad, lo físico (como perder una mano en un desastre laboral).
Desde terremotos hasta trincheras, desde viajar en la parte trasera de una ambulancia hasta escapar de una casa en llamas, desde un choque de trenes hasta un atentado terrorista (podría seguir, pero usted no es estúpido/a/i/u/e).
Casi todo lo que sabemos sobre la actividad grotesca diaria del planeta es virtual. La mayoría nunca ha visto (¡olido!) un ternero nacer o un accidente automovilístico en directo o la amenaza dolorosa de un cáncer.
Todo lo que hemos visto es de segunda mano a través de una pantalla u otro medio, como un libro. (Y dejaré que una persona más interesante como Eduardo Zaplana nos dé una clase sobre Platón).
Salimos a trabajar y vamos de compras y, de vez en cuando, de vacaciones o de excursión. No hemos sentido nada impactante nunca. No es que seamos inmunes al horror; no tenemos ni idea al respecto. Me hablan del metaverso y me pregunto ¿Cuál de ellos?
![[Img #61886]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/01_2023/9477_aidan-autorretratoyjaula.jpg)
Lo abstracto
Han sido unas semanas fascinantes. En mi casa. El estado del mundo es otra cosa. A veces pienso que la ignorancia es una forma de protección contra la decepción. Es seductora como la tranquilidad de un convento, por ejemplo, siempre que estés ahí por elección propia y que te hayan explicado la diferencia entre delito y pecado.
Creo que es sano examinar las convicciones antes de heredarlas, pero sé que esto es un lujo si estás ocupado con la letra pequeña de la supervivencia.
He descubierto un gran truco para poder seguir cultivándome. Al evitar dos partidos de fútbol cada siete días gano 240 minutos de tiempo libre (es un cálculo flexible, naturalmente- y depende del tipo de campeonato -pero es un número que valoro simbólicamente porque me recuerda la duración de un día, sobre todo cuando no duermo).
Ahora, mi gran debilidad en cuanto al empleo de ese tiempo ganado y un indicio de nuestros tiempos ya marcados para siempre por las nuevas tecnologías es no centrarme: me encanta tanto mi ignorancia que no sé por dónde empezar.
La verdad es que nos asustan (pero con placer, como un viaje en una montaña rusa…un símil desafortunado, lo sé) las posibilidades infinitas que nos proporciona la red. Ayer me enteré de dos datos que en principio no están relacionados: los pobres albaneses tardaron desde el año 1750 hasta 1908 en ponerse de acuerdo sobre qué alfabeto emplear, y que en vez de comprarte un tanque Abrams podrías derrochar el dinero en 2.870 guitarras de las buenas.
Desde luego el asombro es un nexo fácil, y la información me invita a ser indulgente con el baile de fechas que nos regala el gobierno de cara a la inauguración del AVE León-Asturias, pero lo que más me conmueve es que los analfabetos (“es como un videojuego, tío”)* que conducen los tanques cobran lo equivalente a diez guitarras al año. Y no, no hay servicio a bordo.
Lo físico
Creo que una de las razones por las que no hay un clamor masivo por la paz es que la mayoría de la gente nunca ha experimentado la realidad, lo físico (como perder una mano en un desastre laboral).
Desde terremotos hasta trincheras, desde viajar en la parte trasera de una ambulancia hasta escapar de una casa en llamas, desde un choque de trenes hasta un atentado terrorista (podría seguir, pero usted no es estúpido/a/i/u/e).
Casi todo lo que sabemos sobre la actividad grotesca diaria del planeta es virtual. La mayoría nunca ha visto (¡olido!) un ternero nacer o un accidente automovilístico en directo o la amenaza dolorosa de un cáncer.
Todo lo que hemos visto es de segunda mano a través de una pantalla u otro medio, como un libro. (Y dejaré que una persona más interesante como Eduardo Zaplana nos dé una clase sobre Platón).
Salimos a trabajar y vamos de compras y, de vez en cuando, de vacaciones o de excursión. No hemos sentido nada impactante nunca. No es que seamos inmunes al horror; no tenemos ni idea al respecto. Me hablan del metaverso y me pregunto ¿Cuál de ellos?






