Catalina Tamayo
Sábado, 18 de Febrero de 2023

Las mujeres

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“Que no hay deseos cuerdos

con esperanzas locas.”

(Lope de Vega)

 

Qué quieres que haga, amor, si no me gusta el vino, ni tampoco el tabaco; si de todo solo me gustan las mujeres. Ellas, las mujeres. Nací así, y no lo puedo evitar, es más fuerte que yo. Perdóname, amor.

     

Perdóname, pero me gustan sus caderas, cómo se mueven al andar, al subir los escalones, al bajarlos. A todo. Me gusta su cintura, asirla, notar su temblor. La fuerza de su vida. Me gusta la boca, y los labios, y la sonrisa. La sonrisa inocente y la menos inocente. Las mejillas. Las mejillas arreboladas sobre todo. La mirada. Todas las miradas: la tímida, la impúdica, la profunda, la tierna, la que envuelve, la que abriga, la que habla, la triste; la mirada limpia, transparente, sincera; la de soslayo y la directa; la mirada de frente, esa que hiela, que traspasa, que mata. La mirada insostenible. Me gustan los hombros redondos, morenos o nacarados, que a veces pasan inadvertidos, invisibles, pero tan bellos, y sugerentes. Y las manos; el modo que tienen de coger las cosas, de rozar, de acariciar. Cómo se posan esas manos en las cosas que aman. Cómo quieren. Cómo desean. Cómo temen.  Su lenguaje. El lenguaje de las manos. Cuánto dice, cuánto delata, y sin embargo, a menudo, pasa por delante de nuestros ojos sin ser comprendido. Pasa como si nada. La voz. Me gusta también su voz. Cómo se hace en la boca, cómo cae de los labios, cómo va llegando a mis oídos. Lo difícil que resulta explicar cómo es, pese a que se te queda dentro, adherida a algo, a las entrañas, sonando, sonando, y no hay manera de sacarla, o de acallarla. Y el cabello, cuando, indómito, se precipita por delante de los ojos, no deja ver, y tiene que ser apartado, recogido, también me gusta mucho; también él habla, desea y ama. Da calor.

    

Amor, si me muero, cuando me muera, quiero morirme pensando en tus caderas. En su oleaje. En cómo ese vaivén me ha mecido durante todo este tiempo. En cómo me ha dormido. Me ha mareado. Quiero, en fin, morirme feliz, Amor.

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