'Asturica' o las chicas del 19 (VIII)
![[Img #62291]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2023/1998_escanear0002.jpg)
(...)
Los versos de Asturica
Una de las secciones más nutridas es la dedicada a la poesía. Hay un fuerte despegue de José María Luengo como poeta, frecuentemente erótico. Es sin duda quien escribe más poemas a lo largo de los dieciséis números de la revista que analizamos.
Su primer poema es un romance que quiere ser una ‘Albada’. Es el encuentro con la doncella que titula: ‘La hora del amor’:
"La hora del amor es ya llegada:
se deshoja el azahar en la floresta…
La doncella temblando sufre y calla…
El velo del misterio se descorre
y figura la luz de la alborada…
(...)
¡Mientras fluye la fuente de la vida
junta tus labios a mi boca, amada!..."
También ensaya el soneto elegíaco:
"Ya estás solo en el mundo. No te queda
otra mano de nácar que te pueda
ofrecer del amor las rojas flores."
Más adelante en otro poema que se titula ‘¿Qué es el amor?’ se cuestiona esa quemazón y dice que el amor es una ilusión, un misterioso encanto, un pájaro, luz y misterio, que luego resuelve en la segunda parte, más apasionadamente en un poema de amor más físico y menos romántico:
"Ven a mis brazos, y tu cara hermosa
en mi rostro reclina dulcemente…
Dame un beso con tus labios de rosa…
¿Vas sintiendo el amor, niña inocente?
El amor, como ves, es una 'cosa'...
que no se dice, pero si se siente…"
El posmodernismo o el romanticismo rezagado aparece en la poesía de José María Luengo. Más adelante dedica un 'Recuerdo' "a Garcilaso de la Vega, príncipe de todos los poetas castellanos, con toda humildad y rendimiento":
"Tu pecho de cristal, donde encerradas
fueron las delicadas y amorosas
églogas, tan sabrosas y pulidas."
En el mismo número en que se publica este poema en homenaje a Garcilaso, otro escritor, Leonardo Polo, fecha en Madrid, el 22 de mayo de 1919, un elogio a la lira del astorgano de quien dice que ya desde pequeño fue un idealista y tiene "gran corazón, pensar alto y recio y clara y galana manera de decir, que era una soberbia anunciación de su estilo de hoy -brillante de portentoso tallado que, en sus mil facetas, los mil rayos de su inspiración quiébranse en maravillosas irisaciones-, dio a sus íntimos en sus primeras producciones, y un poco más tarde a todos, en las publicadas en la prensa de Madrid, la sensación cálida y onda de que un prosista acabado y un poeta sentido, profundo y fácil, era venido a ser amado del triunfo". "Con solo el valor de su pluma, alcanzó en sus primeros pasos literarios, el trofeo de que su tercer artículo entre los publicados fuese admirado en las columnas de un periódico de la corte. Su prosa fluida y límpida culminó, ya por entonces, en 'La risa del pueblo' y 'Pasividad' y en la serie de artículos críticos de la Exposición Nacional de Pintura". Leonardo Polo encuentra genialidad en los cuentos de José María Luengo especialmente en 'El brujo'. En el soneto ‘Amanecer’ evoca a los Argensola por su colorido; sus romances, “del más retozón y puro erotismo de nuestras edades heroicas”; su definitiva “canción de canciones", "suprema vislumbre del sentido definidor de la vida".
![[Img #62289]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2023/3281_carnavales-1919.jpg)
Sigamos tras de sus poesías publicadas en ‘Asturica’.
En el número 9, un soneto a Don Quijote ‘El caballero del ideal’. Mayúsculas simbólicas, emblemas y mitos grecolatinos acuden a su condensado soneto en que Don Quijote:
"Va a encender una luz en noche oscura
y a sufrir el escarnio que la augura
la difícil empresa comenzada"
Estos mismos aspectos de la poesía y su cliché grecolatino afloran en el soneto que dedicó a una de las tres muchachas que ganaron el concurso de belleza. El primer poema dedicado a las gracias en ‘Tríptico de bellezas’ es el dedicado a Pepita Crespo:
“Bien te cuadra la gran soberanía
de ninfa de Belleza que te han dado,
pues tu cuerpo gracioso y delicado,
el brillar como bella merecía.
Tus líneas en eurítmica armonía,
cual escultor jamás ha cincelado,
a Venus Citerea han despojado
de la fama de hermosa que tenía.
Y completan tu reino entre las flores
de los ricos vergeles femeninos,
de tus ojos los mágicos fulgores;
el reír de tus labios peregrinos,
encanto de tus mil adoradores,
y tus portes triunfales y divinos.”
Tras este soneto bien conjuntado de lugares comunes, visto desde hoy pero no tanto en su época, José María lanza unas redondillas: 'Canto de esperanza'. Recorre los temas del amor, del corazón, de la nieve enterrada, de la azucena, de la alborada, del árbol de la paciencia amorosa, de la primavera. Al fin:
“En el parque solitario
cantando está un ruiseñor
y es su cantar emisario
de algún Madrigal de amor.”
Efectivamente todos los poemas de Luengo han sido un madrugar del madrigal de amor. Menos ahora que su poema fechado en Ponferrada, el 10 de julio se titula ‘La musa enlutada’. Tiene relación con su novia aunque se encubra tras de la reja. La ve llorando. Dice que aún no ha encontrado el amor:
“Con la faz doliente,
entre las trenzas lacias,
con los ojos fijos
solo en la esperanza
se ve entre las flores
que hay en la ventana,
como virgen pura
la musa enlutada.”
![[Img #62290]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2023/4154_jose-maria-luengo-asturica.jpg)
El tres de agosto de 1919 escribe ‘Rima’ coincidiendo con el número 15 y penúltimo, y es el poema más exaltado que se ampara en el becquerianismo del título. Es la búsqueda de la caricia, del beso, de la mirada. Suena una guitarra, pero el centro del poema se abalanza hacia estos versos:
“La novia enamorada
el placer fue buscando en mis caricias,
y en un abrazo de pasión, eterno,
nos fundimos los dos en uno solo.”
Esta es la clave más directa en cuanto a la interpretación de la poesía de José María Luengo. En el 16, el soneto se ha diferenciado. De aquellos versos anteriores llenos de sabiduría y retórica griega se condensa en '¡Ella!...' con puntos suspensivos y admiraciones:
"Y en su loca carrera bajo sus plantas, huella
mi corazón que muere como una flor marchita,
y sigue huyendo, huyendo...mi voz su nombre grita…
¡Y, sin poder lograrla, mi único amor es Ella!..."
El soneto en verso alejandrino lo ha fechado ya en Ponferrada.
![[Img #62291]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2023/1998_escanear0002.jpg)
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Los versos de Asturica
Una de las secciones más nutridas es la dedicada a la poesía. Hay un fuerte despegue de José María Luengo como poeta, frecuentemente erótico. Es sin duda quien escribe más poemas a lo largo de los dieciséis números de la revista que analizamos.
Su primer poema es un romance que quiere ser una ‘Albada’. Es el encuentro con la doncella que titula: ‘La hora del amor’:
"La hora del amor es ya llegada:
se deshoja el azahar en la floresta…
La doncella temblando sufre y calla…
El velo del misterio se descorre
y figura la luz de la alborada…
(...)
¡Mientras fluye la fuente de la vida
junta tus labios a mi boca, amada!..."
También ensaya el soneto elegíaco:
"Ya estás solo en el mundo. No te queda
otra mano de nácar que te pueda
ofrecer del amor las rojas flores."
Más adelante en otro poema que se titula ‘¿Qué es el amor?’ se cuestiona esa quemazón y dice que el amor es una ilusión, un misterioso encanto, un pájaro, luz y misterio, que luego resuelve en la segunda parte, más apasionadamente en un poema de amor más físico y menos romántico:
"Ven a mis brazos, y tu cara hermosa
en mi rostro reclina dulcemente…
Dame un beso con tus labios de rosa…
¿Vas sintiendo el amor, niña inocente?
El amor, como ves, es una 'cosa'...
que no se dice, pero si se siente…"
El posmodernismo o el romanticismo rezagado aparece en la poesía de José María Luengo. Más adelante dedica un 'Recuerdo' "a Garcilaso de la Vega, príncipe de todos los poetas castellanos, con toda humildad y rendimiento":
"Tu pecho de cristal, donde encerradas
fueron las delicadas y amorosas
églogas, tan sabrosas y pulidas."
En el mismo número en que se publica este poema en homenaje a Garcilaso, otro escritor, Leonardo Polo, fecha en Madrid, el 22 de mayo de 1919, un elogio a la lira del astorgano de quien dice que ya desde pequeño fue un idealista y tiene "gran corazón, pensar alto y recio y clara y galana manera de decir, que era una soberbia anunciación de su estilo de hoy -brillante de portentoso tallado que, en sus mil facetas, los mil rayos de su inspiración quiébranse en maravillosas irisaciones-, dio a sus íntimos en sus primeras producciones, y un poco más tarde a todos, en las publicadas en la prensa de Madrid, la sensación cálida y onda de que un prosista acabado y un poeta sentido, profundo y fácil, era venido a ser amado del triunfo". "Con solo el valor de su pluma, alcanzó en sus primeros pasos literarios, el trofeo de que su tercer artículo entre los publicados fuese admirado en las columnas de un periódico de la corte. Su prosa fluida y límpida culminó, ya por entonces, en 'La risa del pueblo' y 'Pasividad' y en la serie de artículos críticos de la Exposición Nacional de Pintura". Leonardo Polo encuentra genialidad en los cuentos de José María Luengo especialmente en 'El brujo'. En el soneto ‘Amanecer’ evoca a los Argensola por su colorido; sus romances, “del más retozón y puro erotismo de nuestras edades heroicas”; su definitiva “canción de canciones", "suprema vislumbre del sentido definidor de la vida".
![[Img #62289]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2023/3281_carnavales-1919.jpg)
Sigamos tras de sus poesías publicadas en ‘Asturica’.
En el número 9, un soneto a Don Quijote ‘El caballero del ideal’. Mayúsculas simbólicas, emblemas y mitos grecolatinos acuden a su condensado soneto en que Don Quijote:
"Va a encender una luz en noche oscura
y a sufrir el escarnio que la augura
la difícil empresa comenzada"
Estos mismos aspectos de la poesía y su cliché grecolatino afloran en el soneto que dedicó a una de las tres muchachas que ganaron el concurso de belleza. El primer poema dedicado a las gracias en ‘Tríptico de bellezas’ es el dedicado a Pepita Crespo:
“Bien te cuadra la gran soberanía
de ninfa de Belleza que te han dado,
pues tu cuerpo gracioso y delicado,
el brillar como bella merecía.
Tus líneas en eurítmica armonía,
cual escultor jamás ha cincelado,
a Venus Citerea han despojado
de la fama de hermosa que tenía.
Y completan tu reino entre las flores
de los ricos vergeles femeninos,
de tus ojos los mágicos fulgores;
el reír de tus labios peregrinos,
encanto de tus mil adoradores,
y tus portes triunfales y divinos.”
Tras este soneto bien conjuntado de lugares comunes, visto desde hoy pero no tanto en su época, José María lanza unas redondillas: 'Canto de esperanza'. Recorre los temas del amor, del corazón, de la nieve enterrada, de la azucena, de la alborada, del árbol de la paciencia amorosa, de la primavera. Al fin:
“En el parque solitario
cantando está un ruiseñor
y es su cantar emisario
de algún Madrigal de amor.”
Efectivamente todos los poemas de Luengo han sido un madrugar del madrigal de amor. Menos ahora que su poema fechado en Ponferrada, el 10 de julio se titula ‘La musa enlutada’. Tiene relación con su novia aunque se encubra tras de la reja. La ve llorando. Dice que aún no ha encontrado el amor:
“Con la faz doliente,
entre las trenzas lacias,
con los ojos fijos
solo en la esperanza
se ve entre las flores
que hay en la ventana,
como virgen pura
la musa enlutada.”
![[Img #62290]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/02_2023/4154_jose-maria-luengo-asturica.jpg)
El tres de agosto de 1919 escribe ‘Rima’ coincidiendo con el número 15 y penúltimo, y es el poema más exaltado que se ampara en el becquerianismo del título. Es la búsqueda de la caricia, del beso, de la mirada. Suena una guitarra, pero el centro del poema se abalanza hacia estos versos:
“La novia enamorada
el placer fue buscando en mis caricias,
y en un abrazo de pasión, eterno,
nos fundimos los dos en uno solo.”
Esta es la clave más directa en cuanto a la interpretación de la poesía de José María Luengo. En el 16, el soneto se ha diferenciado. De aquellos versos anteriores llenos de sabiduría y retórica griega se condensa en '¡Ella!...' con puntos suspensivos y admiraciones:
"Y en su loca carrera bajo sus plantas, huella
mi corazón que muere como una flor marchita,
y sigue huyendo, huyendo...mi voz su nombre grita…
¡Y, sin poder lograrla, mi único amor es Ella!..."
El soneto en verso alejandrino lo ha fechado ya en Ponferrada.












