Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 04 de Marzo de 2023

Las sombras de la Casa son alargadas

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La Casa Real es como la Caja de Pandora, nadie sabe lo que hay dentro pero van saliendo cosas y más cosas sorprendentes que nos dejan con la boca abierta sin capacidad de reacción, tan solo con un ¡AH!, ¡OH! ¡VAYA!, y ya. Con este goteo de sorpresas parece que nos vamos acostumbrando y normalizando que las cosas de la Casa Real son así. De vez en cuando paramos a reflexionar y nos preguntamos ¿pero, por qué son así?

 

Como el secretismo de esa Casa es acérrimo todo lo que vemos que pasa, que es una mínima parte de lo que pasa, lo interpretamos, y claro, en la interpretación está la variedad de los gustos. Puede que nos pasemos pero lo más seguro es que nos quedemos cortos en la interpretación.

 

No es de recibo, es decir, no deberíamos admitir todo el oscurantismo entorno a esta familia a la que pagamos muy bien para que hagan su papel de relaciones públicas, que es su principal  cometido.

 

Ellos tienen su papel en la sociedad como lo tenemos todos, cada uno el suyo. A todos nos tienen controlados, nuestros salarios, nuestros movimientos, nuestro patrimonio…,  y eso que nos ganamos el pan con el sudor de nuestra frente (un decir). A la Casa Real le estamos pagando con el sudor de nuestra frente (sigue siendo un decir), por lo que qué menos que sepamos qué hacen y cómo lo hacen.

 

Información es aproximación, es alimentar cercanía. Oscurantismo es desafecto, es fomentar el recelo, la animadversión.

 

No sabemos, o yo no sé, qué equipo de comunicación tienen los reales pero con la actitud que vienen llevando están echando piedras sobre su tejado y se les van rompiendo muchas tejas. Como sigan así se quedaran sin tejado, y una casa sin tejado es una casa desprotegida y en vías de ruina.

 

Muchos nos preguntamos, pero no sé si se lo pregunta Hacienda, ¿de qué viven, por ejemplo, la infanta Elena y sus hijos? ¿De dónde sacan el dinero para ese extraordinario tren de vida? ¿La infanta Elena en qué se ocupa? Vaguedades. ¿En qué se ocupa la Infanta Cristina para ganar, según dice la periodista Pilar Eyre, 400.000€ trabajando con el multimillonario imán de los musulmanes chiitas, el Aga Khan, buen amigo de su padre? Un buen sueldo que le da para sostener su alto nivel de vida, a todos sus hijos y parece que también al todavía marido?  Un regalo. Pero eso sí, su escolta en Suiza hace 10 años le costaba al erario público 300.000€, ahora será algo más.

 

Utilizar las influencias y a los amigos para colocar a la familia en buenos puestos entra dentro de lo habitual, pero una familia pública, y la familia real tiene que ser pública porque vive del dinero público  y su puesto es fundamentalmente público y, además, está bailando en una pública cuerda floja desde sus inicios, tiene que ser muy rigurosa con lo que hace, como lo hace y de qué manera lo comunica si lo que pretende es asentar su reales en el trono para sí y sus descendientes. Si no, se la está jugando.

 

Me pareció, y me sigue pareciendo, una tomadura de pelo, sí, una gran tomadura de pelo, un chiste de mal gusto, aquella aparición del Emérito sin mérito en la que manifestaba con cara compungida como de estar haciendo una confesión profunda e inalienable, la gloriosa frase de “Todos somos iguales ante la ley”, pero…,  de que. ¿De qué todos y de qué ley estaba hablando? Con aquella frase dicha con constreñida humildad se atrevió a darnos una lección de honestidad y dignidad cuando estaba metido hasta las cejas en los ‘negocios’ de, y con, su yerno. Se atrevió a meterse en el circuito de la ley cuando en el ‘indecente’ caso Noos  su hija estaba en la primera línea de culpabilidad y la sacaron de rositas por arte de magia para que no  salpicara el asunto  ni a ella ni a la familia y fuera todo para el que no era de la familia, el chivo expiatorio, el marido Urdangarín, que pringó cárcel por todos, salvando así el honor del suegro y la mujer y la Casa Real. Estaban clarísimas las implicaciones pero…, así se resolvió la historia y los ‘reales’ quedaron felices y el pringado a pringar.

 

Ahora han cambiado las tornas y el que pringó por todos en la cárcel quiere su compensación, no faltaría más. Él sacrificó su prestigio, su tiempo y su salud mental por soportar el aislamiento carcelario y eso tiene un precio. Se está hablando de que pide patrimonio (alguna casa) más 25.000€ mensuales para otorgar el divorcio. Será eso, será más o será menos, pero Urdangarín  ha demostrado ser una persona con ambiciones y no se va a quedar corto a la hora de pedir para asegurar económicamente el resto de su vida. Ya ha experimentado lo feliz que se vive a lo grande sin tener que trabajar mucho y el que ha probado las mieles ya no quiere hieles, dice un sabio refrán. Ahora es su baza y está apostando con un órdago a la grande.  Él conoce bien los oscuros manejos y los dineros que tiene el suegro, Emérito sin mérito, escondidos por los rincones financieros. El yernísimo aprendió del suegrísimo. Manifestó en algún momento que él sólo actuó como vio que se actuaba en casa de su suegro. 

 

Seguro que gana este órdago porque tengo el presentimiento de que el Emérito sin mérito y la Infanta están temblando. Se ha abierto una importante Caja de Pandora royal desde que el prófugo Enrique de Inglaterra ha hecho película y libro con sus historias familiares y sobre todo, lo más importante, ha hecho acopio de varios millones de dólares por esa alegría de contar. La familias royals europeas, todas con lazos familiares, se han quedado ojipláticos  y aterrados de la nueva línea de actuación de los hijos díscolos. El ejemplo Harry es muy goloso para los de segunda fila.

 

Urdangarín sabe mucho de los tejemanejes de su familia política y quiere y necesita dinero, así que viendo lo visto, lo que puede ganar por contar, se plantea sacarle partido a la situación porque tiene las cartas ganadoras en su mano. Tiemblan, seguro que están temblando los reales españoles. Antes el yerno era un ser querido y admirado y ahora resulta ser un ser peligroso y temido. Son los giros que da la vida.

 

Hay que comprar el silencio. El Emérito sin mérito no tiene problema porque dinero tiene para ello. Aunque nos vuelva a mentir diciendo que no tiene lo tiene escondido. Ha aprendido mucho en su reinado. Cuando era príncipe vivía de ‘un sueldín’ que le pasaba Franco y que a él le parecía ridículo y humillante para un príncipe, así que cuando llegó a Rey se quiso desquitar y se desquitó haciendo sus manejos dineriles desde su real trono para disfrutar de la vida, para satisfacer y mantener con ostentosos regalos a sus múltiples amantes y para acumular para un futuro posiblemente incierto. El problema ahora con el yerno está en qué cantidad será la adecuada para sellar la boca, esa es la vacilación de envite ante el órdago de Urdangarín. ¿Será suficiente? La incertidumbre está en que si no queda satisfecho puede acudir a los medios de comunicación mundiales donde sin grandes esfuerzos puede ganar millones.

 

El Emérito sin mérito no tiene problemas porque si necesita seguir escondiendo sus dineros  para que no le pillen por aquella jocosa manifestación de que “la justicia es igual para todos” tiene a sus amigos árabes que son su fuente de ‘inspiración’ y de ‘gratificación’. Es impresionante está cercanía, este hermanamiento que tiene nuestro exRey con el mundo árabe. ¿De dónde le viene tanta amistad? ¿Por qué le cubren de dólares? ¿Qué ha hecho para le llenen los bolsillos como al rey Midas?

 

Las respuestas son parte del oscurantismo. Juanito no tenía de familia dinero ni relación con los árabes, le vino ya de Rey, y de Rey es cuando empezó a ‘negociar’ y a ver venir los dineros a espuertas para sus ‘puertas’. Con su amigo Manuel de Prado y el de la Rosa manejaron los hilos de los negocios particulares desde la cúspide de la Jerarquía Estatal. Hasta ahí sabemos.

 

Algunas filtraciones hacia la luz desde esa oscuridad dicen que nada más subir al pedestal negoció la venta de petróleo árabe para España y acordó llevarse un tanto por ciento de cada barril de petróleo que comprábamos. Es decir, que de cada barril le pagábamos al recién estrenado Rey de España un dinerito sin nosotros saberlo. Hoy en día se consumen 1.200 barriles al día, lo que supone 36.000 barriles al mes. Entonces, quizás, no serían tantos, pero a poco que fuera el tanto por ciento de cada barril ya le entraba un dinerito contante y sonante de manera oscura.

 

Aunque de Príncipe ya apuntaba maneras y llegó a negociar con los EEUU el soltar el Sahara a Mohamed V (el rey de Marruecos entonces) a cambio de la promesa de apoyo de esa gran potencia, y de los países árabes, a su futuro reinado. Esto dicen unos papeles desclasificados.

 

Mucho debió de favorecer a los árabes durante su reinado el Emérito sin mérito para que ahora le tengan cuidándole como el gran abuelo árabe, Jalifa bin Juan Carlos bin Juan Al Borbón, y hasta recojan en sus almohadolares al nieto díscolo.

 

A lo que voy. Es una vergüenza y una enorme falta de consideración el oscurantismo en la que nos sigue teniendo la Casa Real a pesar de lo que sabemos e intuimos. El Emérito sin mérito está pringado hasta las trancas, por qué todo el mundo lo esconde, los políticos, los medios, los juzgados… ¿Por qué no hay transparencia ni antes ni ahora con el nuevo Rey como en otras casas reales? ¿Tienen miedo a que sepamos? El que algo teme algo esconde.

 

No está claro nada. Cuánto nos cuesta la monarquía. Si el papel que hacen está a la altura de lo que hacen. Si compensa a la sociedad mantener todo ese ‘tinglado monárquico’. A  los ingleses sí les compensa porque lo venden muy bien y le sacan muchísimas libras turísticas a la cosa real y parece que dan la cuentas claras. ¿Pero nosotros? Perdimos nuestro glamur real, ese que se vende, hace mucho tiempo. Ahora no sé qué decir de estos Reyes que tenemos, ‘descafeinados’ es el adjetivo que me viene así de pronto. Me parece que cumplen lo justo, con poca pasión y menos emoción. Aunque él, a pesar de ser buen navegante, a veces se escora hacia lados no convenientes. No sé muy bien que aportan salvo la muestra de  modelitos de ella. Y en cuanto a la ‘transparencia’ de la que alardean tan solo dan unas pocas cifras y con eso pasan el trámite y venden  la moto. Para nada hay transparencia.

 

La Casa Real quiere sobrevivir a toda costa y asegurar el modus vivendi para el futuro de la descendencia, pero van camino de no tenerlo fácil porque la Casa hace aguas por muchas fisuras, la fontanería no les funciona, y además no se muestran empáticos.

 

Veremos en qué queda este capítulo de Urdangarín aunque luego vendrán  otros. Seguro. Y las ventanas de la Casa cerradas.

 

O témpora, o mores.

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