Andrés Martínez Oria
Sábado, 11 de Marzo de 2023

Doctrina pueril

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Así se titulaba una de las obras de Raimundo Lulio, no por alusión a la presunta insignificancia de sus razonamientos, sino por su contenido pedagógico. Educación para jóvenes; eso es, porque los mayores ya somos un caso perdido. Los consejos que daba a su hijo Ramón quien fuera paje de Jaime I el Conquistador, preceptor del heredero Jaime II y con el tiempo Doctor Iluminado, me parece que siguen teniendo valor siete siglos y medio después. Hoy quiero recordarlos para decírselos, bajito, a mis pequeñuelos y por si a alguien más le pudieran interesar.

 

Solo las buenas costumbres son gratas al alma. Serás sabio y discreto, pequeñuelo mío, si adquieres buenas costumbres. Así tendrás paz en tu conciencia.

 

Da limosna, no subestimes la oración y consuélate en Dios si se te dio la fe.

Ten ansia de conocer. Por tanto, lee.

Acostúmbrate al trabajo, no seas perezoso. Y ejercita la voluntad.

Recuerda, para no olvidar.

Ama, para ser amado.

Domina las pasiones; sé templado y abstente de cuanto no sea necesario.

No seas apocado al hablar ante los demás, pero refrena tu lengua.

Aprende a escuchar, para que entiendas bien.

Da, para tener.

Sé leal.

Ten la verdad en los labios y en el corazón.

Sé limpio.

Aleja de ti la vanidad.

Y no olvides ser valeroso, sin llegar jamás a la imprudencia.

Busca siempre la paz.

Huye de la ira y no caigas en crueldad ni en rebeldía.

Considera, pequeño mío, que solo la suavidad engendra paz. Sé cortés y amable; y ojalá las hadas esas de Baudelaire te concedan el difícil don de agradar.

Pero no seas ingenuo. Ten también presente que el mundo ya casi no es así.

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