Doctrina pueril
![[Img #62496]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2023/9915_1andresdsc_0066poy-copia.jpg)
Así se titulaba una de las obras de Raimundo Lulio, no por alusión a la presunta insignificancia de sus razonamientos, sino por su contenido pedagógico. Educación para jóvenes; eso es, porque los mayores ya somos un caso perdido. Los consejos que daba a su hijo Ramón quien fuera paje de Jaime I el Conquistador, preceptor del heredero Jaime II y con el tiempo Doctor Iluminado, me parece que siguen teniendo valor siete siglos y medio después. Hoy quiero recordarlos para decírselos, bajito, a mis pequeñuelos y por si a alguien más le pudieran interesar.
Solo las buenas costumbres son gratas al alma. Serás sabio y discreto, pequeñuelo mío, si adquieres buenas costumbres. Así tendrás paz en tu conciencia.
Da limosna, no subestimes la oración y consuélate en Dios si se te dio la fe.
Ten ansia de conocer. Por tanto, lee.
Acostúmbrate al trabajo, no seas perezoso. Y ejercita la voluntad.
Recuerda, para no olvidar.
Ama, para ser amado.
Domina las pasiones; sé templado y abstente de cuanto no sea necesario.
No seas apocado al hablar ante los demás, pero refrena tu lengua.
Aprende a escuchar, para que entiendas bien.
Da, para tener.
Sé leal.
Ten la verdad en los labios y en el corazón.
Sé limpio.
Aleja de ti la vanidad.
Y no olvides ser valeroso, sin llegar jamás a la imprudencia.
Busca siempre la paz.
Huye de la ira y no caigas en crueldad ni en rebeldía.
Considera, pequeño mío, que solo la suavidad engendra paz. Sé cortés y amable; y ojalá las hadas esas de Baudelaire te concedan el difícil don de agradar.
Pero no seas ingenuo. Ten también presente que el mundo ya casi no es así.
![[Img #62496]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2023/9915_1andresdsc_0066poy-copia.jpg)
Así se titulaba una de las obras de Raimundo Lulio, no por alusión a la presunta insignificancia de sus razonamientos, sino por su contenido pedagógico. Educación para jóvenes; eso es, porque los mayores ya somos un caso perdido. Los consejos que daba a su hijo Ramón quien fuera paje de Jaime I el Conquistador, preceptor del heredero Jaime II y con el tiempo Doctor Iluminado, me parece que siguen teniendo valor siete siglos y medio después. Hoy quiero recordarlos para decírselos, bajito, a mis pequeñuelos y por si a alguien más le pudieran interesar.
Solo las buenas costumbres son gratas al alma. Serás sabio y discreto, pequeñuelo mío, si adquieres buenas costumbres. Así tendrás paz en tu conciencia.
Da limosna, no subestimes la oración y consuélate en Dios si se te dio la fe.
Ten ansia de conocer. Por tanto, lee.
Acostúmbrate al trabajo, no seas perezoso. Y ejercita la voluntad.
Recuerda, para no olvidar.
Ama, para ser amado.
Domina las pasiones; sé templado y abstente de cuanto no sea necesario.
No seas apocado al hablar ante los demás, pero refrena tu lengua.
Aprende a escuchar, para que entiendas bien.
Da, para tener.
Sé leal.
Ten la verdad en los labios y en el corazón.
Sé limpio.
Aleja de ti la vanidad.
Y no olvides ser valeroso, sin llegar jamás a la imprudencia.
Busca siempre la paz.
Huye de la ira y no caigas en crueldad ni en rebeldía.
Considera, pequeño mío, que solo la suavidad engendra paz. Sé cortés y amable; y ojalá las hadas esas de Baudelaire te concedan el difícil don de agradar.
Pero no seas ingenuo. Ten también presente que el mundo ya casi no es así.






