Los ojos pegados
![[Img #62566]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/03_2023/8342_viuda-ninasmusac1-copia-2.jpg)
Existen días en los que sueño que intento despertar y entonces no puedo abrir los ojos. Asumiendo un esfuerzo ímprobo lo intento una y otra vez, permanecen cerrados como las valvas de las conchas contenedorasde perlas. Créanme que se trata de una sensación espantosa, inaudita, como si una ceguera insoportable hubiese invadido las concavidades, pero no, es aún peor, se trata de no poder despegar los párpados. Cuando al fin me desprendo de esta pesadilla que me encarcela me siento liberada pero torpe, y esa torpeza dura ya todo el día, como si el sopor no me abandonase y mis pasos fuesen lentos, imperceptibles y pesadamente paquidermos.
Me paro a pensar y deduzco que los profanadores de las ciudades en guerra es justo lo que desean conseguir con las personas que se han perdido entre tanta devastación ilimitada; que les cueste abrir los ojos, que se peguen sus párpados para poder así doblegar más su alma si cabe, para convertirlos en títeres tristes, en guiñapos inconexos, en desaparecidos, porque no existe nada peor en la tierra que enarbolar la bandera de la desaparición.
A veces no comprendo como queda gente respirando entre las ruinas de sus casas. Supervivientes a pulso calentándose con lo que queda de los muebles destrozados que van rebuscando por las calles sin nombre; que ya no son calles, ni plazas, ni avenidas. Son angosturas de silencio ya que todo ha desaparecido bajo los ataques asesinos. Como si el cielo se inclinase a realizar una pregunta definitiva para que el mundo se percate de esta situación irreversible de tremenda zozobra.
Los ojos se erigen en testigos mudos de la estepa urbana y artificial creada por la barbarie. Ojos que se han trasladado al centro del conocimiento fiel de “La mano que mece la cuna.”
Ojos que desean cerrarse para no perderse en la sección ‘no retorno’ de los grandes almacenes del sector misil- bomba-granada-cuchillo. ¿Escándalo?
Ojos delirantes que casi son capaces de emitir un sonido al anegarse en llanto. ¿Naufragios?
Ojos que no van a aprender a caminar sobre las aguas cenagosas del asombro. Instalados bajo laberintos imperecederos de escombros herrumbrosos y lluvia antigua. Sobre jergones sin posibilidades de ofrecer cobijo. ¿Desafíos?
Es incomprensible y milagrosa la resistencia humana ante el horror y la intemperie o como dijo Mario Benedetti:“Cuando los desaparecidos se desentierran por algún milagro y nos recuerdan sus mensajes justos no hay amnistía ni misericordia para depredadores y verdugos-"
Existen días en los que sueño que intento despertar y entonces no puedo abrir los ojos. Asumiendo un esfuerzo ímprobo lo intento una y otra vez, permanecen cerrados como las valvas de las conchas contenedorasde perlas. Créanme que se trata de una sensación espantosa, inaudita, como si una ceguera insoportable hubiese invadido las concavidades, pero no, es aún peor, se trata de no poder despegar los párpados. Cuando al fin me desprendo de esta pesadilla que me encarcela me siento liberada pero torpe, y esa torpeza dura ya todo el día, como si el sopor no me abandonase y mis pasos fuesen lentos, imperceptibles y pesadamente paquidermos.
Me paro a pensar y deduzco que los profanadores de las ciudades en guerra es justo lo que desean conseguir con las personas que se han perdido entre tanta devastación ilimitada; que les cueste abrir los ojos, que se peguen sus párpados para poder así doblegar más su alma si cabe, para convertirlos en títeres tristes, en guiñapos inconexos, en desaparecidos, porque no existe nada peor en la tierra que enarbolar la bandera de la desaparición.
A veces no comprendo como queda gente respirando entre las ruinas de sus casas. Supervivientes a pulso calentándose con lo que queda de los muebles destrozados que van rebuscando por las calles sin nombre; que ya no son calles, ni plazas, ni avenidas. Son angosturas de silencio ya que todo ha desaparecido bajo los ataques asesinos. Como si el cielo se inclinase a realizar una pregunta definitiva para que el mundo se percate de esta situación irreversible de tremenda zozobra.
Los ojos se erigen en testigos mudos de la estepa urbana y artificial creada por la barbarie. Ojos que se han trasladado al centro del conocimiento fiel de “La mano que mece la cuna.”
Ojos que desean cerrarse para no perderse en la sección ‘no retorno’ de los grandes almacenes del sector misil- bomba-granada-cuchillo. ¿Escándalo?
Ojos delirantes que casi son capaces de emitir un sonido al anegarse en llanto. ¿Naufragios?
Ojos que no van a aprender a caminar sobre las aguas cenagosas del asombro. Instalados bajo laberintos imperecederos de escombros herrumbrosos y lluvia antigua. Sobre jergones sin posibilidades de ofrecer cobijo. ¿Desafíos?
Es incomprensible y milagrosa la resistencia humana ante el horror y la intemperie o como dijo Mario Benedetti:“Cuando los desaparecidos se desentierran por algún milagro y nos recuerdan sus mensajes justos no hay amnistía ni misericordia para depredadores y verdugos-"