Vientre de alquiler
![[Img #62764]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/845_3-mercedes-dsc_8764-copia.jpg)
Estamos asistiendo en estos días a un debate nada fácil, un debate con muchos matices y de opiniones muy extremas. Me refiero, claro, a la maternidad subrogada.
La dichosa Ana Obregón, dichosa y feliz porque ‘ha sido madre’, nos da a conocer en portada, a sabiendas de su impacto, la sorprendente noticia de su maternidad en la revista social que mejor paga y mayor prestigio tiene en el campo de las cosas de corazón (esas cosas que pueden ser de muy diversa índole). Parece un acontecimiento muy feliz.
En fin, esta noticia ha supuesto toda una revolución de juicio y reflexión. Aunque también me parece que hay demasiadas voces cacareando sin mucha consideración. Pero no se puede evitar, ni criticar, que la gente opine cuando la protagonista es un personaje con todos los requisitos de una gran influencer tremendamente mediática.
Varias cuestiones se desprenden de tal acontecimiento.
La primera, el tema de la maternidad subrogada o, más explícito, ‘vientre de alquiler’.
¿Es una explotación y denigra a la mujer? o ¿la mujer hace uso de su libertad individual?
Hay para todos los gustos. Yo opino que la explotación de la mujer se daría si la mujer es obligada contra su voluntad a prestar su vientre a un embarazo; entonces si es denigrante y es explotación. Pero si la mujer, por lo que sea, por la situación o circunstancias que tenga, se presta libremente a esa cuestión ¿Quién tiene derecho a opinar? Yo necesito dinero (por ejemplo) y tú necesitas un vientre para tu hijo, pues…, las dos personas ganan con ese acuerdo. No veo nada denigrante sino una solución innovadora de resolver los problemas de dos personas adultas y conscientes de su libertad de acción. ¿Puede decirse que la mujer que presta su vientre por dinero está obligada por su necesidad económica? Sí, pero es una decisión muy personal, no ajena, y mucho más denigrante es tener que prostituirse, o pedir limosna por las calles, para poder sobrevivir.
Que haya controversias éticas lo puedo entender, porque es un comportamiento nuevo que se incorpora a las costumbres y normas de una sociedad. Siempre lo nuevo suscita controversias de aceptación, necesita su tiempo para que se vaya asimilando y encajando en la cabeza y en las emociones y sentimientos de las personas.
Que haya controversias legales, pues es normal porque es una cuestión desconocida que hay que asimilar y regularizar para que todo suceda de la mejor manera posible para las partes implicadas, y eso lleva tiempo. Cualquier modificación de lo establecido lleva tiempo, porque lleva tiempo estudiar no sólo el hecho en sí sino también sus consecuencias. Hay quien pide que se persiga como un delito de lesa humanidad, me parece una gran barbaridad.
Que hay controversias sociales, pues aquí el campo es más amplio. Se ha hablado mucho de que si la madre Obregón tiene 68 años. Pues sí. Yo en la edad veo un grave problema, no por la madre sino por la hija. Ana Obregón, que por cierto creo que ya ha cumplido los 70 años pues coincidimos en la Universidad, ha dicho en las revistas que está muy feliz porque ya no va a estar nunca más sola. ¿Cómo? ¿Qué tiene a su hija para estar acompañada? ¿Ese no es un motivo francamente egoísta? Vaya responsabilidad más grande le está metiendo en la mochila de la vida a su hija. Por mucho dinero y nanis que tenga, cuando la niña tenga 10 años la madre tendrá 80 años, más que una abuela. Y cuando la niña esté en la edad adolescente, con todos los cambios que ello supone y que requieren de una dedicación importante de los padres, la madre no estará para conducir esos cambios y alteraciones con casi 90 años.
Obregón está feliz, y mucha gente, sobre todo los de su entorno, opinan que es estupendo que tenga la niña porque le ha devuelto la felicidad. Sólo piensan en ella, y ella solo piensa en ella. Me parece un acto muy egoísta, tremendamente egoísta, querer empezar de cero a criar a una niña con 70 años por el mero gusto de sentirse a gusto. La niña no tendrá a su lado una madre sino una abuela de la que tendrá que ocuparse en su vejez, y su vejez ya está ahí, a las puertas, cuando ella nace. Los papeles se cambiarán y en lugar de la madre ocuparse del bienestar (no solamente económico) de la hija será la hija la que a su corta edad tendrá que ocuparse de la madre/abuela y con la perspectiva de quedarse huérfana muy pronto, con poco recorrido familiar. Una carga muy pesada y muy poco satisfactoria para esta hija de madre feliz. Una ventaja, tener a una madre feliz, añosa pero feliz.
En la red, en Yass, ha colgado Valeria sus experiencias. Una hija adoptada por unos padres de sesenta y muchos años. Cuenta lo duro que ha sido para ella vivir esa circunstancia. Lo duro que le resultaba ver los jóvenes padres de los compañeros del colegio y que los niños llamaran abuelos a sus padres. Su padre se murió cuando ella tenía 5 años, la edad en que se suelen morir los abuelos. Que a la edad de que sus amigos salían y se divertían ella tenía que cuidar a su madre de casi 90 años. Cuenta que no ha sido fácil vivir esa diferencia tan grande de edades. Lógico.
Dicen en prensa, quien se considera bien informado, que la cuestión es que Ana Obregón es realmente la abuela porque el óvulo está fecundado por el espermatozoide de su hijo, es decir, que su hijo sería el padre de la niña. Bueno, es una posibilidad bastante posible ¿por qué no? A Obregón le dio tiempo, durante la larga enfermedad de su hijo, a pensar en esas cosas y preparar la descendencia de su hijo para poder tener su continuidad y poder seguir disfrutándole en su herencia. Ella está feliz. Quizás es la continuidad de su hijo en la niña lo que la tiene tan feliz. Podría ser ¿por qué no? Eso tendría más explicación y se sostendría mejor.
Anita, como se le llama en muchos foros, es imprevisible. No sé si algún día sabremos algo de todo ello, Anita lo cuenta todo, sus pesares y sus alegrías, y con mucha reiteración, como la terrible desgracia de la muerte de su hijo. Es terrible y es una desgracia, pero con la insistencia parece que es a la única en el mundo que se le ha muerto un hijo; hace tres años y todavía seguimos hablando de ello en la prensa. Todo ello me resulta bastante impúdico. Claro que cada manifestación en prensa seguro que le produce unos buenísimos réditos, y eso es una estupenda contrapartida. Una muy buena compensación para tanto sufrimiento. Ni el dolor ni la alegría están reñidos con el dinero. “Lo cortés no quita lo valiente”.
O témpora o mores
Estamos asistiendo en estos días a un debate nada fácil, un debate con muchos matices y de opiniones muy extremas. Me refiero, claro, a la maternidad subrogada.
La dichosa Ana Obregón, dichosa y feliz porque ‘ha sido madre’, nos da a conocer en portada, a sabiendas de su impacto, la sorprendente noticia de su maternidad en la revista social que mejor paga y mayor prestigio tiene en el campo de las cosas de corazón (esas cosas que pueden ser de muy diversa índole). Parece un acontecimiento muy feliz.
En fin, esta noticia ha supuesto toda una revolución de juicio y reflexión. Aunque también me parece que hay demasiadas voces cacareando sin mucha consideración. Pero no se puede evitar, ni criticar, que la gente opine cuando la protagonista es un personaje con todos los requisitos de una gran influencer tremendamente mediática.
Varias cuestiones se desprenden de tal acontecimiento.
La primera, el tema de la maternidad subrogada o, más explícito, ‘vientre de alquiler’.
¿Es una explotación y denigra a la mujer? o ¿la mujer hace uso de su libertad individual?
Hay para todos los gustos. Yo opino que la explotación de la mujer se daría si la mujer es obligada contra su voluntad a prestar su vientre a un embarazo; entonces si es denigrante y es explotación. Pero si la mujer, por lo que sea, por la situación o circunstancias que tenga, se presta libremente a esa cuestión ¿Quién tiene derecho a opinar? Yo necesito dinero (por ejemplo) y tú necesitas un vientre para tu hijo, pues…, las dos personas ganan con ese acuerdo. No veo nada denigrante sino una solución innovadora de resolver los problemas de dos personas adultas y conscientes de su libertad de acción. ¿Puede decirse que la mujer que presta su vientre por dinero está obligada por su necesidad económica? Sí, pero es una decisión muy personal, no ajena, y mucho más denigrante es tener que prostituirse, o pedir limosna por las calles, para poder sobrevivir.
Que haya controversias éticas lo puedo entender, porque es un comportamiento nuevo que se incorpora a las costumbres y normas de una sociedad. Siempre lo nuevo suscita controversias de aceptación, necesita su tiempo para que se vaya asimilando y encajando en la cabeza y en las emociones y sentimientos de las personas.
Que haya controversias legales, pues es normal porque es una cuestión desconocida que hay que asimilar y regularizar para que todo suceda de la mejor manera posible para las partes implicadas, y eso lleva tiempo. Cualquier modificación de lo establecido lleva tiempo, porque lleva tiempo estudiar no sólo el hecho en sí sino también sus consecuencias. Hay quien pide que se persiga como un delito de lesa humanidad, me parece una gran barbaridad.
Que hay controversias sociales, pues aquí el campo es más amplio. Se ha hablado mucho de que si la madre Obregón tiene 68 años. Pues sí. Yo en la edad veo un grave problema, no por la madre sino por la hija. Ana Obregón, que por cierto creo que ya ha cumplido los 70 años pues coincidimos en la Universidad, ha dicho en las revistas que está muy feliz porque ya no va a estar nunca más sola. ¿Cómo? ¿Qué tiene a su hija para estar acompañada? ¿Ese no es un motivo francamente egoísta? Vaya responsabilidad más grande le está metiendo en la mochila de la vida a su hija. Por mucho dinero y nanis que tenga, cuando la niña tenga 10 años la madre tendrá 80 años, más que una abuela. Y cuando la niña esté en la edad adolescente, con todos los cambios que ello supone y que requieren de una dedicación importante de los padres, la madre no estará para conducir esos cambios y alteraciones con casi 90 años.
Obregón está feliz, y mucha gente, sobre todo los de su entorno, opinan que es estupendo que tenga la niña porque le ha devuelto la felicidad. Sólo piensan en ella, y ella solo piensa en ella. Me parece un acto muy egoísta, tremendamente egoísta, querer empezar de cero a criar a una niña con 70 años por el mero gusto de sentirse a gusto. La niña no tendrá a su lado una madre sino una abuela de la que tendrá que ocuparse en su vejez, y su vejez ya está ahí, a las puertas, cuando ella nace. Los papeles se cambiarán y en lugar de la madre ocuparse del bienestar (no solamente económico) de la hija será la hija la que a su corta edad tendrá que ocuparse de la madre/abuela y con la perspectiva de quedarse huérfana muy pronto, con poco recorrido familiar. Una carga muy pesada y muy poco satisfactoria para esta hija de madre feliz. Una ventaja, tener a una madre feliz, añosa pero feliz.
En la red, en Yass, ha colgado Valeria sus experiencias. Una hija adoptada por unos padres de sesenta y muchos años. Cuenta lo duro que ha sido para ella vivir esa circunstancia. Lo duro que le resultaba ver los jóvenes padres de los compañeros del colegio y que los niños llamaran abuelos a sus padres. Su padre se murió cuando ella tenía 5 años, la edad en que se suelen morir los abuelos. Que a la edad de que sus amigos salían y se divertían ella tenía que cuidar a su madre de casi 90 años. Cuenta que no ha sido fácil vivir esa diferencia tan grande de edades. Lógico.
Dicen en prensa, quien se considera bien informado, que la cuestión es que Ana Obregón es realmente la abuela porque el óvulo está fecundado por el espermatozoide de su hijo, es decir, que su hijo sería el padre de la niña. Bueno, es una posibilidad bastante posible ¿por qué no? A Obregón le dio tiempo, durante la larga enfermedad de su hijo, a pensar en esas cosas y preparar la descendencia de su hijo para poder tener su continuidad y poder seguir disfrutándole en su herencia. Ella está feliz. Quizás es la continuidad de su hijo en la niña lo que la tiene tan feliz. Podría ser ¿por qué no? Eso tendría más explicación y se sostendría mejor.
Anita, como se le llama en muchos foros, es imprevisible. No sé si algún día sabremos algo de todo ello, Anita lo cuenta todo, sus pesares y sus alegrías, y con mucha reiteración, como la terrible desgracia de la muerte de su hijo. Es terrible y es una desgracia, pero con la insistencia parece que es a la única en el mundo que se le ha muerto un hijo; hace tres años y todavía seguimos hablando de ello en la prensa. Todo ello me resulta bastante impúdico. Claro que cada manifestación en prensa seguro que le produce unos buenísimos réditos, y eso es una estupenda contrapartida. Una muy buena compensación para tanto sufrimiento. Ni el dolor ni la alegría están reñidos con el dinero. “Lo cortés no quita lo valiente”.
O témpora o mores