Al trote de los tronos
![[Img #62766]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/5673_4-nuria-critos-en-un-camion-copia.jpg)
Se vienen tiempos de trombones y túnica. De amaneceres rasgados en violeta, madero y tiniebla. Esta semana refleja lo que se esconde detrás de los sinsabores y las costumbres del mundo pagano. Sí pagano, aunque se denominen ellos mismos cristianos devotos y los párrocos tengan que intervenir ante su debacle, expulsándolos del templo y llamándolos malos cristianos. Se ha llegado a un punto de no retorno en las apariencias, en el placer de figurar y en las desdichadas broncas casi folclóricas dentro de tanta cofradía que confunde la fe con el éxtasis que da la borrachera y el desenfreno de capillo. Dan ganas de abdicar de los tronos dorados. Si el santo en la peana pudiese deslizarse hasta el escondite del coro de la iglesia seguro que lo realizaría gustosamente; renunciando a tanto boato y adorno superfluo y florido que arruina el estado de las arcas parroquiales y cofrades.
Una mirada subjetiva u objetiva, como quieran ustedes, sobre el acontecer de las calles invadidas por personal que solamente abandona su refugio cuando se escuchan trompetas y clarines de desfile. De pronto todo se aparece como un sueño siniestro y delirante, entre la plasticidad de las imágenes, la mística, y la devoción coloreada de granates, negros, amarillos, verdes, y faroles. Porque con tanta cofradía emergente ha de repartirse el arcoíris. Si no fuese por los jóvenes que realmente en su inocencia y su fervor llevan la ilusión de salir procesionando en serio, todo resultaría realmente tremendo en su patetismo de limonada edulcorada y bocata de calamares bajo túnica.
Un año más se escucharán gritos y vítores al paso de la comitiva. Una tremenda confusión en el ambiente. Hemos olvidado lo que es el recogimiento y lo que representa la semana santa castellana o no. Una cabalgata aderezada por sus espectadores con un extraño confeti de cáscaras de pipa y maní anegará las calles. Globos de colores al paso de dolorosas de Gregorio Hernández. El espectáculo de la desolación está servido en bandejas para la antología del desconcierto y la intemperie.
Desde que los Santos se venden en dispensadores de refrescos a la entrada de los aparcamientos como ‘souvenir’ indispensable para regalar al amigo de turno o ubicarlo encima de la televisión, la perplejidad inunda el mundo. Suma y sigue. Consiga su San Pancracio o su Santa Teresa a golpe de billete, que la maquinita le devolverá el cambio, eso si no se atasca y le sale el capricho por veinte euros de nada.
Qué razón tuvo Antonio Machado al escribir su ‘Saeta’. Realmente fue un visionario aunque murió sin sospechar que sus versos reflejan a la perfección lo que muchos deseamos.
Dijo una voz popular
¿Quién me presta una escalera
Para subir al madero
Para quitarle los clavos
A Jesús el Nazareno?
¡Oh, no eres tú mi cantar
No puedo cantar ni quiero
A este Jesús del madero
Sino al que anduvo en la mar!
![[Img #62766]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/5673_4-nuria-critos-en-un-camion-copia.jpg)
Se vienen tiempos de trombones y túnica. De amaneceres rasgados en violeta, madero y tiniebla. Esta semana refleja lo que se esconde detrás de los sinsabores y las costumbres del mundo pagano. Sí pagano, aunque se denominen ellos mismos cristianos devotos y los párrocos tengan que intervenir ante su debacle, expulsándolos del templo y llamándolos malos cristianos. Se ha llegado a un punto de no retorno en las apariencias, en el placer de figurar y en las desdichadas broncas casi folclóricas dentro de tanta cofradía que confunde la fe con el éxtasis que da la borrachera y el desenfreno de capillo. Dan ganas de abdicar de los tronos dorados. Si el santo en la peana pudiese deslizarse hasta el escondite del coro de la iglesia seguro que lo realizaría gustosamente; renunciando a tanto boato y adorno superfluo y florido que arruina el estado de las arcas parroquiales y cofrades.
Una mirada subjetiva u objetiva, como quieran ustedes, sobre el acontecer de las calles invadidas por personal que solamente abandona su refugio cuando se escuchan trompetas y clarines de desfile. De pronto todo se aparece como un sueño siniestro y delirante, entre la plasticidad de las imágenes, la mística, y la devoción coloreada de granates, negros, amarillos, verdes, y faroles. Porque con tanta cofradía emergente ha de repartirse el arcoíris. Si no fuese por los jóvenes que realmente en su inocencia y su fervor llevan la ilusión de salir procesionando en serio, todo resultaría realmente tremendo en su patetismo de limonada edulcorada y bocata de calamares bajo túnica.
Un año más se escucharán gritos y vítores al paso de la comitiva. Una tremenda confusión en el ambiente. Hemos olvidado lo que es el recogimiento y lo que representa la semana santa castellana o no. Una cabalgata aderezada por sus espectadores con un extraño confeti de cáscaras de pipa y maní anegará las calles. Globos de colores al paso de dolorosas de Gregorio Hernández. El espectáculo de la desolación está servido en bandejas para la antología del desconcierto y la intemperie.
Desde que los Santos se venden en dispensadores de refrescos a la entrada de los aparcamientos como ‘souvenir’ indispensable para regalar al amigo de turno o ubicarlo encima de la televisión, la perplejidad inunda el mundo. Suma y sigue. Consiga su San Pancracio o su Santa Teresa a golpe de billete, que la maquinita le devolverá el cambio, eso si no se atasca y le sale el capricho por veinte euros de nada.
Qué razón tuvo Antonio Machado al escribir su ‘Saeta’. Realmente fue un visionario aunque murió sin sospechar que sus versos reflejan a la perfección lo que muchos deseamos.
Dijo una voz popular
¿Quién me presta una escalera
Para subir al madero
Para quitarle los clavos
A Jesús el Nazareno?
¡Oh, no eres tú mi cantar
No puedo cantar ni quiero
A este Jesús del madero
Sino al que anduvo en la mar!






