"Ruido seco de martillazos"
En la tarde del Viernes Santo, la procesión del Santo Entierro, organizada por la Cofradía de la Santa Vera Cruz y Confalón, ha realizado la parada en la Plaza de Eduardo de Castro para reallizar el acto del desenclavo y el depósito del cuerpo en la urna, con los cantos Schola Gregoriana de Astorga.
El reportaje fotográfico de Eloy Rubio Carro está acompañado del fragmento de 'Aquel día en Jerusalén', de Dámaso Alonso, un auto de la Pasión, para emisión radiofónica.
![[Img #63041]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/3099_14-dsc_1683-copia.jpg)
CUADRO TERCERO
(Música descriptiva de un viento constante —uno o dos minutos— no tempestuoso. Rumor de viento que continúa cuando cesa la música y que se oye, de vez en cuando, más intenso en lo que sigue).
Claudio. — ¡El viento de la cumbre! ¡Cómo agita la túnica de Jesús mientras le despojan y la soldadesca se reparte sus vestiduras! La túnica no tiene costuras: como no la pueden partir se la están jugando a los dados. Ya brilla el sol sobre las terribles heridas, de sangre fresca, de sangre coagulada. Ya está desnudo Jesús. Alma mía, olvida las desnudeces de tus antiguos dioses, tú que en la cima del monte has visto esta carne limpísima que se cimbrea, llama bajo el viento, surtidor de la vida. Olvida para siempre las pasiones de tu carne.
Ambato. — No mires más, mi amo. Apriétate las manos sobre las cuencas de los ojos. ¡Qué horror! Le están tendiendo sobre la cruz. Aprestan gruesos clavos, ¡le van a taladrar las manos y los pies! ¡Y todo lo contempla su madre! ¡Qué espanto! ¡Cierra los ojos!
Claudio. — No, aunque se me desgarre el alma, mantendré mis ojos abiertos como dos lucernas. Para ser testigo de lo que vi, para referirlo a las gentes.
(Ruido seco de martillazos).
Ambato. — La punta hiende como la cuchilla del matarife la tierna carne, y brotan pétalos de sangre en tomo a cada herida. Saltan como rotas cuerdas de cítara los tendones y se astillan como cristal los huesos delicadísimos. ;Y he aquí mis manos enteras! ¡Oh, manos mías, avaras de abominaciones! ¡Oh, dolor, oh, espanto! ¡Pobre madre! Cada clavo le atraviesa el corazón.
![[Img #63027]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/3799_2-dsc_1560-copia.jpg)
![[Img #63028]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/4485_1-dsc_1554-copia.jpg)
(Nuevos martillazos).
Ya le horadan los pies, que sólo anduvieron las sendas del amor. De ellos manan dos ríos que han de fertilizar el mundo. ¡Oh, vosotros, mis pies, que caminasteis por el odie como por un desierto calcinado!... Ya izan la cruz y el santo cuerpo oscila sacudido como la vela que el huracán golpea contra su mástil. ¡Qué tristeza, amo mío! ¡Mira la angustia de María!
Claudio. — Para mayor escarnio, le han puesto entre dos ladrones. Y yo he vivido siempre entre la maldad de mi carne y la iniquidad de mi alma. En la cabecera de la cruz han colocado, por burla, un letrero que dice: «Jesús Nazareno, Rey de los judíos». Y aún le insultan estos asesinos, lo mismo los sacerdotes que el populacho.
Voz de hombre. — ¿No podías derribar el templo de Dios y reedificarlo en tres días? ¡Pues sálvate a ti mismo!
Un sacerdote. — ¡Vedlo, vedlo! A otros ha salvado, ¡y no puede salvarse a sí mismo! ¡Si es el Rey de Israel, que baje ahora de la cruz y le creeremos!
Otro sacerdote. — ¿No decías que eras el Hijo de Dios?
Varias voces. — ¿No eras el Hijo de Dios? ¡Pues desciende de la cruz! ¡Desciende de la cruz!
Ambato. — Algo murmura Jesús. Irá, tal vez, a maldecir a esos miserables. Está hablando...
Jesús. — ¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que se hacen!
Ambato, — ¡Oh caridad sin límites! ¡Aún pide al Padre por ellos! Pero ahora, en su agonía, habla con su madre y con un discípulo, que están al pie de la cruz. Es a María a quien se dirige.
Jesús. — Mujer, he ahí a tu hijo.
Ambato. — Éste es el discípulo preferido, me lo dijo Pedro. Ahora habla al discípulo.
Jesús. — He ahí a tu madre.
Q. Claudio. — Yo tenía una madre cuando niño, en Roma. Ya estoy solo. Yo quiero ser también su hijo, servirle de hijo. No se lo ha dicho a él, se lo ha dicho a todos los hombres. María, sé tú mi madre, ampárame como madre. — Pero, mira, Ambato, ¿qué es esta negrura que avanza como la boca del abismo, como el ala de un inmenso murciélago viscoso, que llenara el mundo, que lo chorreara de tinta y goma negra? No hay nube alguna: el cielo está raso. Y el inmenso negror, como un cuerpo sólido, avanza y avanza. ¿No oyes el ulular del viento?
![[Img #63029]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/2380_3-dsc_1575-copia.jpg)
![[Img #63030]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/3610_4-dsc_1583-copia.jpg)
![[Img #63035]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/6482_9-dsc_1631-copia.jpg)
(Ruge el viento borrascoso).
¿Y no ves extraños signos galopar sobre su oleaje, desmelenados cometas en fuga hacia el báratro? He aquí que los soldados de Roma tiemblan. Mira-cuán sombrío está el rostro del centurión que los manda. Pero hasta nosotros viene para hablarnos.
Centurión. — ¿Eres tú también de Roma? Compatriota mío, amigo mío, ¡qué horrible crimen estamos presenciando! ¿Por qué no habré muerto en una batalla? Jamás sentí miedo hasta hoy. He aquí que el sol se oscurece, la naturaleza gime. ¡Y este hombre ha dicho que era Hijo de Dios!
Q. Claudio. — ¿Y no le crees aún, centurión? Yo no necesito el prodigio horrendo que estamos contemplando. ¡Hijo de Dios! No me lo he dicho así nunca, pero lo he sentido en mi entraña desde la primera vez que le vi...
Ambato. — Aún, aún Jesús va a hablar desde la cruz.
Jesús. — ¡Eloi, Eloi, lamma sabacthani!
Q. Claudio. — ¿Qué dice, Ambato?
Ambato. — Ha dicho: Padre mío, ¿por qué me has abandonado? En la angustia mortal se dirige al Padre. Verdaderamente está muriendo el Hijo de Dios.
![[Img #63031]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/4629_5-dsc_1591-copia.jpg)
![[Img #63032]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/2447_6-dsc_1595-copia.jpg)
![[Img #63033]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/6741_7-dsc_1600-copia.jpg)
![[Img #63034]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/7374_8-dsc_1622-copia.jpg)
(Huracán).
Aún se mueve. Parece que quiere hablar de nuevo.
Jesús. — ¡Tengo sed!
Ambato. — Tiene sed, y sólo un poco de vinagre le han acercado a los labios. Va a expirar. ¡Aún habla!
Jesús. — ¡Todo está consumado!... Padre..., en tus manos encomiendo mi espíritu.
Q. Claudio. — Ha inclinado la cabeza. Ha muerto.
(Terremoto. Entrechocar de rocas, derrumbarse de edificios.)
Q. Claudio. — ¡Este hombre era Hijo de Dios, era Dios! ¡Llora, llora, naturaleza, a tu rey-muerto! La negrura es total. Las peñas chocan cual olas de un piélago; las tumbas se agrietan y lanzan fuera sus cadáveres, que se ponen en pie y caminan entre el huracán; ios edificios se hunden, sabedores de que ha terminado una era del mundo; los mares se lanzan llameantes contra las montañas. ¡Llora, llora, naturaleza, a tu rey muerto! ¡Centurión, centurión! ¿Dónde estás?
Centurión. — Heme aquí, compatriota: no te puedo ver. Desde las sombras te lo digo: verdaderamente este hombre era hijo de Dios.
Q. Claudio. — ¡Ambato! ¡Ambato! ;Hermano mío! ¿Dónde estás?
'
Ambato. — Heme aquí, que desde la tiniebla te respondo, amo mío, hermano mío: este hombre era Dios.
Un discípulo de Jesús. — Hermanos míos, hermanos míos...
Q. Claudio. — ¿Qué nueva voz nos habla desde la calígine? ¿Quién eres tú?
Discípulo de Jesús. — Hermanos míos: soy un discípulo de Jesús, de los más indignos. Pero os digo: no temáis, pronto habrá luz; pronto la luz llenará el mundo. Ahora, José de Arimatea y unas santas mujeres están descendiendo el sagrado cuerpo de la cruz. Venid conmigo: le acompañaremos a la tumba. En la sombra oí vuestras voces y comprendí que erais de los nuestros. Mas conozco que aún os falta saber muchas cosas. Por el camino os explicaré. Lloradle, sí; pero no temáis, y estad dispuestos al júbilo. Sus discípulos lo sabemos: resucitará al tercer día de entre los muertos; luego se irá, pero ha prometido permanecer entre nosotros bajo especies sacramentales. Todo lo sabréis. Venid conmigo: hay mucha mies y necesitamos obreros. Tú, noble romano, ¿no sentías el vacío de tu vida?
Q. Claudio. — Ahora la siento llena; y llena de dolor y de esperanza mi alma. La luz de mi sueño se extenderá por el mundo. Ya tiene fin mi vida: yo seré uno de los que propaguen esa luz, de los que hagan que esa luz llene la tierra. Vamos todos, hermanos. Tú en especial, no te separes de mí, hermano mío, Ambato. Al pie de la cruz de tu padre, en tu España nativa, aprendiste el odio y la venganza; al pie de la cruz de Cristo has aprendido el amor.
Discípulo. — Sí, venid todos con este indigno discípulo de Jesús; mientras llegamos al sepulcro, oíd cómo los ángeles cantan ya el triunfo de la resurrección.
![[Img #63036]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/631_10-dsc_1636-copia.jpg)
![[Img #63037]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/5026_11-dsc_1637-copia.jpg)
![[Img #63038]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/9418_12-dsc_1668-copia.jpg)
![[Img #63039]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/2960_13-dsc_1672-copia.jpg)
(Música entre triste y gozosa. Gozoso, en especial, el estribillo.)
¡Oh vosotros los que vais
a enterrar al Salvador,
decidnos, ¿por qué lloráis?
¡Cantad su gloria, mejor!
Porque ya
pronto resucitará.
Cual hombre pagó el tributo
el que Dios eterno es.
Lo que hoy os sirve de luto
júbilo será después.
Porque ya
pronto resucitará.
![[Img #63040]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/2040_13-dsc_1698-copia.jpg)
![[Img #63042]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/8188_15-dsc_1703-copia.jpg)
![[Img #63043]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/3117_16-dsc_1708-copia.jpg)
![[Img #63044]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/5664_17-dsc_1712-copia.jpg)
![[Img #63045]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/1958_18-dsc_1721-copia.jpg)
![[Img #63046]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/4019_19-dsc_1736-copia.jpg)
![[Img #63047]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/4275_20-dsc_1740-copia-2.jpg)
(Acabada de cantar esta canción, surge poderosa voz de órgano, como llenando todo el ámbito de una iglesia, con cuyo acompañamiento se ca/.tarán algunas estrofas del himno « Vexilla regis prodeunt». Cántense las estrofas que empiezan: «Impleta sunt quae concinit». «Arbor decora et fulgida», «O Crux, ave, spes única» y «Te fons salutis, Trinitas». Con lo que; se .terminará el Auto.)
DÁMASO ALONSO. Fragmento de 'Aquel día en Jerusalén'.
Auto de la pasión, para emisión radiofónica. (En un prólogo y tres cuadros) Estrenado por la compañía de Teatro Invisible de Radio Nacional de España, dirigida por Claudio de la Torre, el Miércoles Santo , 28 de marzo de 1945
El reportaje fotográfico de Eloy Rubio Carro está acompañado del fragmento de 'Aquel día en Jerusalén', de Dámaso Alonso, un auto de la Pasión, para emisión radiofónica.
![[Img #63041]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/3099_14-dsc_1683-copia.jpg)
CUADRO TERCERO
(Música descriptiva de un viento constante —uno o dos minutos— no tempestuoso. Rumor de viento que continúa cuando cesa la música y que se oye, de vez en cuando, más intenso en lo que sigue).
Claudio. — ¡El viento de la cumbre! ¡Cómo agita la túnica de Jesús mientras le despojan y la soldadesca se reparte sus vestiduras! La túnica no tiene costuras: como no la pueden partir se la están jugando a los dados. Ya brilla el sol sobre las terribles heridas, de sangre fresca, de sangre coagulada. Ya está desnudo Jesús. Alma mía, olvida las desnudeces de tus antiguos dioses, tú que en la cima del monte has visto esta carne limpísima que se cimbrea, llama bajo el viento, surtidor de la vida. Olvida para siempre las pasiones de tu carne.
Ambato. — No mires más, mi amo. Apriétate las manos sobre las cuencas de los ojos. ¡Qué horror! Le están tendiendo sobre la cruz. Aprestan gruesos clavos, ¡le van a taladrar las manos y los pies! ¡Y todo lo contempla su madre! ¡Qué espanto! ¡Cierra los ojos!
Claudio. — No, aunque se me desgarre el alma, mantendré mis ojos abiertos como dos lucernas. Para ser testigo de lo que vi, para referirlo a las gentes.
(Ruido seco de martillazos).
Ambato. — La punta hiende como la cuchilla del matarife la tierna carne, y brotan pétalos de sangre en tomo a cada herida. Saltan como rotas cuerdas de cítara los tendones y se astillan como cristal los huesos delicadísimos. ;Y he aquí mis manos enteras! ¡Oh, manos mías, avaras de abominaciones! ¡Oh, dolor, oh, espanto! ¡Pobre madre! Cada clavo le atraviesa el corazón.
![[Img #63027]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/3799_2-dsc_1560-copia.jpg)
![[Img #63028]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/4485_1-dsc_1554-copia.jpg)
(Nuevos martillazos).
Ya le horadan los pies, que sólo anduvieron las sendas del amor. De ellos manan dos ríos que han de fertilizar el mundo. ¡Oh, vosotros, mis pies, que caminasteis por el odie como por un desierto calcinado!... Ya izan la cruz y el santo cuerpo oscila sacudido como la vela que el huracán golpea contra su mástil. ¡Qué tristeza, amo mío! ¡Mira la angustia de María!
Claudio. — Para mayor escarnio, le han puesto entre dos ladrones. Y yo he vivido siempre entre la maldad de mi carne y la iniquidad de mi alma. En la cabecera de la cruz han colocado, por burla, un letrero que dice: «Jesús Nazareno, Rey de los judíos». Y aún le insultan estos asesinos, lo mismo los sacerdotes que el populacho.
Voz de hombre. — ¿No podías derribar el templo de Dios y reedificarlo en tres días? ¡Pues sálvate a ti mismo!
Un sacerdote. — ¡Vedlo, vedlo! A otros ha salvado, ¡y no puede salvarse a sí mismo! ¡Si es el Rey de Israel, que baje ahora de la cruz y le creeremos!
Otro sacerdote. — ¿No decías que eras el Hijo de Dios?
Varias voces. — ¿No eras el Hijo de Dios? ¡Pues desciende de la cruz! ¡Desciende de la cruz!
Ambato. — Algo murmura Jesús. Irá, tal vez, a maldecir a esos miserables. Está hablando...
Jesús. — ¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que se hacen!
Ambato, — ¡Oh caridad sin límites! ¡Aún pide al Padre por ellos! Pero ahora, en su agonía, habla con su madre y con un discípulo, que están al pie de la cruz. Es a María a quien se dirige.
Jesús. — Mujer, he ahí a tu hijo.
Ambato. — Éste es el discípulo preferido, me lo dijo Pedro. Ahora habla al discípulo.
Jesús. — He ahí a tu madre.
Q. Claudio. — Yo tenía una madre cuando niño, en Roma. Ya estoy solo. Yo quiero ser también su hijo, servirle de hijo. No se lo ha dicho a él, se lo ha dicho a todos los hombres. María, sé tú mi madre, ampárame como madre. — Pero, mira, Ambato, ¿qué es esta negrura que avanza como la boca del abismo, como el ala de un inmenso murciélago viscoso, que llenara el mundo, que lo chorreara de tinta y goma negra? No hay nube alguna: el cielo está raso. Y el inmenso negror, como un cuerpo sólido, avanza y avanza. ¿No oyes el ulular del viento?
![[Img #63029]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/2380_3-dsc_1575-copia.jpg)
![[Img #63030]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/3610_4-dsc_1583-copia.jpg)
![[Img #63035]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/6482_9-dsc_1631-copia.jpg)
(Ruge el viento borrascoso).
¿Y no ves extraños signos galopar sobre su oleaje, desmelenados cometas en fuga hacia el báratro? He aquí que los soldados de Roma tiemblan. Mira-cuán sombrío está el rostro del centurión que los manda. Pero hasta nosotros viene para hablarnos.
Centurión. — ¿Eres tú también de Roma? Compatriota mío, amigo mío, ¡qué horrible crimen estamos presenciando! ¿Por qué no habré muerto en una batalla? Jamás sentí miedo hasta hoy. He aquí que el sol se oscurece, la naturaleza gime. ¡Y este hombre ha dicho que era Hijo de Dios!
Q. Claudio. — ¿Y no le crees aún, centurión? Yo no necesito el prodigio horrendo que estamos contemplando. ¡Hijo de Dios! No me lo he dicho así nunca, pero lo he sentido en mi entraña desde la primera vez que le vi...
Ambato. — Aún, aún Jesús va a hablar desde la cruz.
Jesús. — ¡Eloi, Eloi, lamma sabacthani!
Q. Claudio. — ¿Qué dice, Ambato?
Ambato. — Ha dicho: Padre mío, ¿por qué me has abandonado? En la angustia mortal se dirige al Padre. Verdaderamente está muriendo el Hijo de Dios.
![[Img #63031]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/4629_5-dsc_1591-copia.jpg)
![[Img #63032]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/2447_6-dsc_1595-copia.jpg)
![[Img #63033]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/6741_7-dsc_1600-copia.jpg)
![[Img #63034]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/7374_8-dsc_1622-copia.jpg)
(Huracán).
Aún se mueve. Parece que quiere hablar de nuevo.
Jesús. — ¡Tengo sed!
Ambato. — Tiene sed, y sólo un poco de vinagre le han acercado a los labios. Va a expirar. ¡Aún habla!
Jesús. — ¡Todo está consumado!... Padre..., en tus manos encomiendo mi espíritu.
Q. Claudio. — Ha inclinado la cabeza. Ha muerto.
(Terremoto. Entrechocar de rocas, derrumbarse de edificios.)
Q. Claudio. — ¡Este hombre era Hijo de Dios, era Dios! ¡Llora, llora, naturaleza, a tu rey-muerto! La negrura es total. Las peñas chocan cual olas de un piélago; las tumbas se agrietan y lanzan fuera sus cadáveres, que se ponen en pie y caminan entre el huracán; ios edificios se hunden, sabedores de que ha terminado una era del mundo; los mares se lanzan llameantes contra las montañas. ¡Llora, llora, naturaleza, a tu rey muerto! ¡Centurión, centurión! ¿Dónde estás?
Centurión. — Heme aquí, compatriota: no te puedo ver. Desde las sombras te lo digo: verdaderamente este hombre era hijo de Dios.
Q. Claudio. — ¡Ambato! ¡Ambato! ;Hermano mío! ¿Dónde estás?
'
Ambato. — Heme aquí, que desde la tiniebla te respondo, amo mío, hermano mío: este hombre era Dios.
Un discípulo de Jesús. — Hermanos míos, hermanos míos...
Q. Claudio. — ¿Qué nueva voz nos habla desde la calígine? ¿Quién eres tú?
Discípulo de Jesús. — Hermanos míos: soy un discípulo de Jesús, de los más indignos. Pero os digo: no temáis, pronto habrá luz; pronto la luz llenará el mundo. Ahora, José de Arimatea y unas santas mujeres están descendiendo el sagrado cuerpo de la cruz. Venid conmigo: le acompañaremos a la tumba. En la sombra oí vuestras voces y comprendí que erais de los nuestros. Mas conozco que aún os falta saber muchas cosas. Por el camino os explicaré. Lloradle, sí; pero no temáis, y estad dispuestos al júbilo. Sus discípulos lo sabemos: resucitará al tercer día de entre los muertos; luego se irá, pero ha prometido permanecer entre nosotros bajo especies sacramentales. Todo lo sabréis. Venid conmigo: hay mucha mies y necesitamos obreros. Tú, noble romano, ¿no sentías el vacío de tu vida?
Q. Claudio. — Ahora la siento llena; y llena de dolor y de esperanza mi alma. La luz de mi sueño se extenderá por el mundo. Ya tiene fin mi vida: yo seré uno de los que propaguen esa luz, de los que hagan que esa luz llene la tierra. Vamos todos, hermanos. Tú en especial, no te separes de mí, hermano mío, Ambato. Al pie de la cruz de tu padre, en tu España nativa, aprendiste el odio y la venganza; al pie de la cruz de Cristo has aprendido el amor.
Discípulo. — Sí, venid todos con este indigno discípulo de Jesús; mientras llegamos al sepulcro, oíd cómo los ángeles cantan ya el triunfo de la resurrección.
![[Img #63036]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/631_10-dsc_1636-copia.jpg)
![[Img #63037]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/5026_11-dsc_1637-copia.jpg)
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![[Img #63039]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/2960_13-dsc_1672-copia.jpg)
(Música entre triste y gozosa. Gozoso, en especial, el estribillo.)
¡Oh vosotros los que vais
a enterrar al Salvador,
decidnos, ¿por qué lloráis?
¡Cantad su gloria, mejor!
Porque ya
pronto resucitará.
Cual hombre pagó el tributo
el que Dios eterno es.
Lo que hoy os sirve de luto
júbilo será después.
Porque ya
pronto resucitará.
![[Img #63040]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/2040_13-dsc_1698-copia.jpg)
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![[Img #63044]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/5664_17-dsc_1712-copia.jpg)
![[Img #63045]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/1958_18-dsc_1721-copia.jpg)
![[Img #63046]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/4019_19-dsc_1736-copia.jpg)
![[Img #63047]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/04_2023/4275_20-dsc_1740-copia-2.jpg)
(Acabada de cantar esta canción, surge poderosa voz de órgano, como llenando todo el ámbito de una iglesia, con cuyo acompañamiento se ca/.tarán algunas estrofas del himno « Vexilla regis prodeunt». Cántense las estrofas que empiezan: «Impleta sunt quae concinit». «Arbor decora et fulgida», «O Crux, ave, spes única» y «Te fons salutis, Trinitas». Con lo que; se .terminará el Auto.)
DÁMASO ALONSO. Fragmento de 'Aquel día en Jerusalén'.
Auto de la pasión, para emisión radiofónica. (En un prólogo y tres cuadros) Estrenado por la compañía de Teatro Invisible de Radio Nacional de España, dirigida por Claudio de la Torre, el Miércoles Santo , 28 de marzo de 1945






