Eloy Rubio
Viernes, 07 de Abril de 2023

"Empezar a correr y no parar, así durante 200 años"

Desde bien temprano los tambores han comenzado a redoblar en las calles de Astorga este Viernes Santo. Han acompañado a la procesión del Encuentro que salió de Puerta Rey, con 'San Juanín' 'dispuesto' a protagonizar la carrera en su 200 cumpleaños. La Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de la Soledad escenificó en la Plaza Mayor el encuentro entre Jesús Nazareno y la Virgen Dolorosa.

El reportaje fotográfico de Eloy Rubio Carro va acompañado de una carta de felicitación a 'San Juanico', de José Antonio Carro Celada y un texto conmemorativo del propio Eloy Rubio Carro.

 

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San Juanico cumple 200 años

 

Empezar a correr y no parar, como el fumar, así durante 200 años y tal vez desde antes de que fuera el santo de madera que es, desde 2000 años atrás, cuando una comisión devota viaja a Palestina a rogar a María, madre de Cristo, que les acogiese bajo su tutela, o como dice Pedro Junco, y corrobora como posible el antropólogo Julio Carro, que una representación de astorganos suplicó al mismo Salvador que se viniese a predicar el evangelio a las tierras astorganas; a lo que Cristo les respondió que miraran, que estaba muy atareado, pero que enviaría sin demora a uno de sus discípulos principales. Yo tengo para mí que, si esa visita a Palestina pudo tener lugar, el emisario del evangelio pudo ser Juan, que bien vendría en compañía de Santiago, pues un viaje en solitario en aquellos tiempos era muy aventurado.

 

 

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Los astorganos ya estábamos ahí, puntualmente, como ahora, a la espera. Se habían anticipado emisarios y entraría por la plaza luego de amanecida. Dio una vuelta completa al ruedo de la plaza con el índice apuntando la buena nueva y contó a los asistentes el misterio de la Pasión del Señor. Tras el ensayo de este tipo de prédicas año a año, consignaría su memoria de los hechos en ese evangelio tan suyo, como de primera mano.

 

Desde aquel entonces Juan el pescador se inscribió en el bucle del tiempo y nosotros también; por eso tras cada revuelta, cada 25 lunas, regresa de primavera por el lado del naciente a la Plaza Mayor de Astorga.

 

Ha dormido en la cofradía de Puerta de Rey, como también hacen los Magos de Oriente, por Navidad. Saliendo de madrugada, tras el canto de un gallo negro, anticipando el del ruiseñor que convoca siempre la repitición del sueño del Abad Virila, como ensueño en que se parase el tiempo de todos los astorganos y despertaramos, vivos y muertos, otra vez sorprendidos en la Plaza Mayor, esperando a San Juanico.

 

 

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Apenas recuperados del enclavamiento nocturno, con esos martillazos todavía en la  sien que taladran piel, huesos, ligamentos, que cosen nuestra madera a la madera del árbol. Parece como si también eso recordáramos del sueño como “si la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma…Yo no sé”. Pues con su venida, con su anuncio grácil de gacela hemos regresado otra vez al antes de la noche, antes del penoso ascenso a la calavera y al enclavamiento que nos llega como onda sonora gravitando ese bucle que hemos oído, como si pudiéramos evitarla.

 

Juan transmite su nerviosismo a los asistentes, también su infancia, el dolor y el gozo en sus manos luminosas que vienen de la luz de la luna. Tanto dolor es reabsorbido por un instante en la palpitación de la vida. Se detiene ante la aparición de María, y por medio de la multitud que estalla en vocerío levita su carrera de aviso o de consuelo. No lo es todavía pero ya se sabe su hijo adoptivo. Antes de ver los gemidos de su hijo, María, los supo por boca de  ‘San Juanico’. Ahora van emparejados al consuelo del condenado. El dolor y la compasión de los astorganos refluye tras el gozo y los aplausos en un dolor mental, una pizca culpable de reír el espectáculo. “Y Jesús, temblando, bañado en el sudor del miedo, no tuvo que preguntar para saber que también su madre se había despertado”.

 

 

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Un año llegara en que San Juanico hará su carrera esteri, y no habría nadie. Ya decía Jesucristo que al desierto solo es posible ir desnudo.

 

Eloy Rubio Carro

 

 

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Carta a San Juanico

 

Querido San Juanico: En las vísperas de tu trajín anual, cuando ya tienes cercano el hormiguillo de tu capa airosa, quiero prevenirte de una carta que este año no recibirás. La carta puntual que todos los años te escribía mi hermano Esteban. No quiero sin embargo que la eches de menos. Por eso te escribo yo; para darte a conocer parte de un largo poema que te escribió hace años y que tituló ‘Nacimiento de lo íntimo’.

 

Estás en la Iglesia de Puerta de Rey. Quizá todavía en la trastera, pero ya lavada la cara, planchada la túnica primaveral, dispuesto a salir en la madrugada del viernes. Saldrás temprano.

 

“El corazón sus árboles enciende

al alba”.

 

 

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Vas a salir una vez más del espejo íntimo de nuestra infancia, escalando recuerdos.

 

“La gracia

y sus dedos de primavera por la calle

conducen al sueño y a la sonrisa”.

 

Tu vestidura verde y roja, tu dedo de horizonte futuro arderá por las calles de Astorga a bordo de ágiles muchachos.

 

“… San Juanico ahonda

sus ojos ignorantes del futuro

del dedo, que apunta hacia el dolor,

remejido de olor, igual que un mar verde,

que un largo río de amapolas”.

 

 

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Subirás la cuesta, treparás por las pálidas ojeras de los astorganos recién salidos de casa, a la búsqueda de tu apresurada presencia. Llegarás a la Plaza Mayor y allí encontrarás el corazón reunido.

 

“Como madero de ojos levantados en vilo

la corriente de tu vuelo restrega el corazón”.

 

Ejercerás tu labor anual de reportero en la mañana, portando una noticia grata y corredora. Nos inquietaremos todos en la Plaza compartiendo la tenue alegría de tu nerviosismo. Después te retirarás bajo los soportales, esperando tímidamente a que concluya el encuentro:

 

“¡Resumida cuartilla, prisa en luz,

noticia redactada en soportal,

de olor a Pascua, a nube de media asta;

pálpito candoroso de la risa,

respiración cuadrada de la Plaza.

Purísimo Teleno, mañado

dolor!”

 

 

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Allí desde tu sótano de soportales contemplarás en propias dimensiones de altura humana el ciprés de San Pedro, la lengua chata ensalivada de ‘Cañinas’ y el pendón funerario del Viernes Santo.

 

Bajarás airoso y tremolante la cuesta con la alegría indicadora de tus noticias y la sorpresa acuosa de los niños astorganos. Todos te llamamos ‘San Juanico La Carrera’, afectivamente, como algo propio y corretón, como la sínteis de una semana que corre hacia el sol del domingo.

 

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Pongo punto final. Perdona mi intromisión en el envío.

 

José Antonio Carro Celada. Publicado el 26-III-1975 en 'El Pensamiento Astorgano'

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