Esteban Carro Celada
Domingo, 16 de Abril de 2023

Asturica o las chicas del 19 (XII)

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En el número XI hablan del general aplauso en el acatamiento del fallo de las ‘Tres Gracias’. En ese número se recoge en el artículo firmado por L. y A. el hecho de la muerte de una muchacha que se suicida en La Estrada.

 

Leía una novela, vestía de blanco, andaba entre pájaros y flores y encañonó la escopeta sobre la víscera cardíaca. Comenta en la segunda parte del artículo la extravagancia de un inglés que dice que en 1910 será el fin del mundo: “aconsejamos a nuestros lectores y endiabladas lectoras que oren, recen, pidan, rueguen y se disciplinen y descarguen (con cariño, porque no creemos que hayan de ser tan exigentes allende el éter)”. 

 

Bajo el nombre de feminismo, al terminar este concurso convocan otro en que se hacen preguntas a las astorganas. Serán preguntas “las más vitales que puedan hacer referencia a la mujer y su misión social con el único fin de llevar las más sanas convicciones al ánimo de nuestras lectoras y dentro solo de la corriente moderna de esta tendencia”. Las respuestas han de ser del tamaño de una tarjeta a lo sumo.

 

En la encuesta sobre “Qué debe enseñarse esencialmente a la mujer” Pilar Novo piensa que ha de ser religiosa, trabajadora. María H: el catecismo. Virtud, urbanidad y educación son las cualidades que proponía Pepita Crespo. Madre, dice Esther Gullón. Educada, útil y agradable, dice Petra del Castillo. Virtud, piedad y trabajo: Antonia Núñez. Ama de casa: Dolores G. Revillo. María de la Riba en otro número contesta extensamente sobre la necesidad de la ilustración en la mujer. La educación moral dice Manolita Panero y Núñez .Pepita Gavela: ilustración, para que comprenda la mujer todos sus derechos. María Teresa Alonso Benito sobre los dos versos de que la mujer “cultive flores y gallinas cluecas despunte agujas y jorobe ruecas” especifica que “debe ser devota sin mojigatería ilustrada sin dejos pedantescos, sociable sin afectación…”. Lucrecia Panero concibe a la mujer como “sabedora de los deberes de ama de casa”. Dolores Domínguez subraya la administración doméstica y como adorno: “música, pintura a base de recreo o entretenimiento”.

 

En ese mismo número José María Luengo pasa por otra fase de su poética amorosa que no habíamos captado el del soneto de los ‘Celos’.


 

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En el número XII organizan un nuevo concurso destinado a captar el ambiente femenino veraniego y la mayor cantidad de lectoras dominicales. Se titula ‘Simpatías femeninas’. El cupón que se publica es así: “Concurso de simpatías masculinas. ¿Qué hombre conocido en Astorga te gusta más? ¿Por qué?” Entre las condiciones del concurso se incluye la de “ser mayor de 18 años y menor de 137, nacido en Astorga o ser más conocido que ‘Turrina’, o tan popular como el chocolate, no estar procesado, aunque sí amorosamente, hallarse soltero, viudo o bien en estado tranquilo para no creerse molestado viéndose objeto de la predilección de las damas y no ser analfabeto, zarabeto ni llamarse Chilberto Figiberto o alguna otra camelancia por el estilo”

 

Con los cupones en un franqueo de 0,05, sin que se vendan cupones sueltos. El tribunal lo compondrán tres señoritas “de la localidad que velen por la pureza del sufragio”. Y ya sabemos el porqué de las predilecciones de las astorganas. La simpatía le viene a Agustín Alonso Murciego, por el lunar; a Revillo por querubín; A Manolo Goy, por simpático; a Manolo Aragón, por guapísimo y buen tipo; a José Domínguez (Funeraria), por saber medir bien y llevarnos en coche; a Pedro Mato, por el puesto más alto; a Cico y Ricardo, los hijos del ti Alcalde, por lo bien que pelan por Santa Ana; a José López el Rizo, por lo Tenorio y simpático con las mujeres; a Roberto Alonso Benito, por su marcialidad y estrella (era militar); al maragato de la plaza, porque es un maragato que da la hora; a Benigno Postigo. por lo risueño; a Heriberto Granel, por los millones, por los espolones y por lo guapo; al Cajero del Banco, porque le llevo la gorra el aire y anda a pelo; a Valentín Fidalgo, galanterías, por lo intelectual; a Gonzalo Goy, por enseñar los dientes; a Carlín, por lo rechiquitín; A Senén el mozo de Panero, porque mira contra el gobierno; a Facundo Goy, por el modo de ceñirse la gabardina; a Daniel González, por lo curioso y buen mozo; a Antonio el del Banco, porque le gusta la ropa Juliana; a Ramón el pregonero, por lo feo y ocurrente que es; a Gregorio Rodríguez, por su parecido con Bombita el torero; a Fortunato Martínez, por los simpático de sus andares; a Ignacio Fuertes, por ‘historiador del Ateneo zapateril’; a Marcelino Crespo, por gustador de los chocolates y mantecadas ‘Geijo’; a Valentín Miñambres, por el buen tipo; A Jovino López, por lo afrodisiaco; a Ángel Fuertes, por grueso y guapo; a César Pallarés, por lo trabajador; a Ángel Alonso, por la buena sidra que tiene por Santa Ana; a Juanito Botas, por guapísimo y fino; a José Botas, por lo germanófilo; a Enrique Martínez, por el buen tipo; a Daniel Hoyos, por su cara; a Marcelino Crespo, por su esperanza de matrimonio; a Miguel Satué, por su rectitud; a Leovigildo Blanco, por la delicia del piano; a Primo Núñez, porque constituye una esperanza para las chicas solteras.

 

Este es sin duda uno de los más hermosos censos de la juventud masculina de una pequeña ciudad como Astorga. Esto sucedía por los últimos números de la publicación cuando se extasiaban buscando la semántica de los colores, el blanco, el rojo, verde azul, amarillo, negro, rosa, verdegay o limonado o castaño, pardo, morado, argentino y oro. Y lo encontraban en ‘Os Lusiadas’ o comunicaban a la juventud astorgana el origen de Ney, hijo tonelero; como Pareja, el pintor de esclavos; o Pertinax de libertos; o Rossini, de un músico callejero; o Rousseau de un relojero; o Sixto V, Papa y porquero; o Virgilio hijo de un alfarero. 

 

Por cierto, que hay un suelto dedicado a “Nuestro suplemento litográfico”. “Es un artístico trabajo que acredita los talleres tipolitograficos de los señores Sierra. El dibujo muy hermoso y alegórico, es original del maestro litógrafo Sr. Castillo. “-La redacción no ha escatimado sacrificio alguno para que el suplemento resulte digno de las tres gracias a quienes se ofrenda”.

 

 

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Se pregunta a las astorganas una cuestión importante: ¿Quién debe saludar primero, las señoras o los caballeros? En Inglaterra las señoras toman la iniciativa. Esa es la norma que da Angelita a las astorganas del 19 y les añade que “los que, al saludar, solo dan uno o dos dedos, no pueden pasar por modelos de urbanidad y cortesía”. Igualmente las curiosidades se refieren al anillo de los esponsales, a la juventud de la mujer, a la prueba de amor extraño. Los ‘pensamientos’ sobre la mujer pueden ser de Milton, Chillón, Ortega y Frías. 

 

‘El Cabo Geranio’ vulgariza históricamente el origen de ‘las ligas’. Es un juego humorístico a base de equivocar, corvos y corvas, Media y media, minino y mi…Nino y Semiramis con “se… mira… mis…ligas”, con esta aclaración en nota, “se, es una exclamación completamente babilónica y que equivale al ¡eh! castellano”. 

 

Una sección corta muy mantenida es la que se refiere a ‘Gazapos y conejos’ donde se copia una frase sintácticamente descoyuntada o ambigua aparecida en un periódico local. La gracia está en extraerla de su contexto para que sea percibida como una greguería o con un comentario abajo como tantos despistes nacionales, que en este caso son locales.

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