Esteban Carro Celada
Lunes, 01 de Mayo de 2023

Asturica o las chicas del 19 (XIV)

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La provincia en ‘Asturica’

 

La población mejor representada es la de La Bañeza. Comienza Pelayo Loidy felicitándose por la 'halagadora Trinidad' de las revistas artístico literarias presididas según él por 'Juventud', 'Cultura', y 'Asturica'. Echa mano del orgullo de las momias pasadas y propicia albricias mientras se muestra dispuesto a la colaboración.

 

De León llega el saludo firmado ‘Pasta Flora’ y ‘Mastriquel’ en otra revista igualmente juvenil ‘Guante Blanco’. Acaba ésta de dejar de publicarse. Saludan a las muchachas leonesas.

 

'El amigo ‘Melquíades' es nuevo colaborador de La Bañeza y comenta en su artículo como La Bañeza ha cambiado con "este ir y venir de automóviles electoreros que han transformado la ciudad en una capital. Los caballitos del tío vivo que nos distraen aunque nos aligeran los bolsillos". Era el tiempo en que aún no estaba madura la verbena electoral de Pérez Crespo, aunque había caído en el bote, es una Astorga, la ineludible de ‘Manolín Gullón’.

 

Firmado el día de la Ascensión envía el comentario ‘Brisas bañezanas. Bombones rellenos'. Se dice de un matrimonio bañezano en Valladolid, asegura la contrariedad de una morena al no llegar cierta motocicleta, se comenta que un comerciante de telas salta de rama en rama.

 

Otro día Pelayo Loidy se pone historiador y logra hacer saltar a la primera página de ‘Asturica’ una sección titulada ‘León artístico y monumental. La Bañeza pintoresca. Las ruinas del convento’. Con el texto se acompaña una foto de las ‘Ruinas del convento de religiosas carmelitas autorizado el 5 de diciembre de 1596’ continúa ampliando que actualmente "tanto las ruinas como el terreno que las circundan son de propiedad particular". A lo largo del comentario habla de Bedunia, de amarillentos pergaminos, de la triste soledad de las ruinas bajo la luna de junio.

 

El artículo siguiente de ‘Escenas de la tierra. La visita de pésame’ con Pelayo Loidy, lo firma Felipe Alonso, en el día del Corpus. Es una casa con ventanuco a la calle, mobiliario de ventruda cómoda de chopo, retratos familiares y búcaros polvorientos con flores artificiales. Es la casa de Emeterio y Micaelo. Los presentes van tentando un barril de morapio. Hablan en dialecto vulgar bañezano sobre el progreso de las enfermedades. Es un buen bodegón bañezano. Se publican nuevos ‘Bombones bañezanos’ con los rumores de los amores de la juventud de la villa.

 

Un día de estos viaja José Aragón hasta Ponferrada. De su visita queda un artículo sobre la campiña feraz, el ajedrezado de los campos, las mujeres hermosas y la campiña. Visitó las ruinas del castillo y bebió el vino 'Queipo', revividor de los instintos troveros como el Chipre y el Falerno. Al fin saluda a la bella Ponferrada porque el Sil, entre otras cosas, se extiende "con gigantescos brazos de plata que abrazan, como avaro que temiera perder un tesoro de más quilates que el oro de sus arenas, y de tanta poesía como ese aroma de leyenda que te cubre y que sólo el Sil murmura en una lengua extraña a los mortales".

 

Figuras conocidas

 

En el número dos con una caricatura de Álvaro se habla del director de Asturica a quien sus compañeros en muchachería llaman “‘Charanga’, domine decidor, simpático a torrentes, comediógrafo, periodista… y tal". Se ciñe en su caricatura a decir de este José Aragón, usando palabras de “San Jacinto Benavente, que los grandes hombres son más divinos cuanto más humanos. De ahí la conveniencia de sacar a flote las debilidades y flaquezas" del silueteado: las macanas de sus casi apostólicas correrías por Silván, la amenidad y gracejo no fallan aunque las bolas sean menores que las de César Pallarés y Monteserin. Solo teme a los chicos de su escuela que son por la calle  "el terror de los canes pacíficos y de los gatos en celo…"

 

José María Luengo que firma con sus iniciales, entrevista a ‘Alvarín’, su caricaturista. Con un gran pañuelo, ‘Alvarín’ es "pulidito, perfumado y sonriente". La única silla vacante está ocupada por su traje sport. Sobre la cama tiene tirado su traje azul. Se muestra ‘Alvarito’ como partidario de pertenecer a la farándula. Es trashumante y la música le hace llorar. Por un autorretrato le conocemos casi icosaédrico, siendo catastrófico por su guapeza, jotero, magistral lápiz tiene alma infantil de cuento de hadas con Blancanieves. Es adicto al cuplé ‘La Balbina’, bailarín y otra vez galante.

 

 

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Gameson no se priva de dar unas pinceladas sobre una tarde de junio en la casa de Manuel Gullón, tan atareado entonces por los manejos ‘electoleros’ del momento. Ante la casa del diputado hay muchas comisiones, y de poner orden cuida Bartolo el alguacil. Manolo tiene una mano suave, corta y abultada. Allí esperan el honorable sacerdote como el hábil secretario, el diligente alcalde, como el simple estanquero. La voz atiplada de Gavela, como secretario y administrador por otra parte en la gerencia de Asturias introduce comisiones de Magaz, Truchas, Quintana del Castillo. El héroe les tiende la mano suave: "apenas la tocan, como si fuera una joya frágil que temiesen romper al oprimirla". Manolito les conoce por los apodos, César Pallares sonríe: -"Antoñito, un puro para estos buenos amigos"-. Y guardan el cigarro como preciado tesoro que enseñarán orgullosos en la tabernaria tertulia pueblerina. “El alcalde se levanta nervioso, sudoroso; tose y mira a todas partes y expone a grandes rasgos, y no sin gran esfuerzo, la necesidad de la carretera, la importancia del puente, los imprescindibles bancos unipersonales para la escuela". El soniquete del teléfono lujoso le corta al alcalde que tanto se había desvelado en estudiar su discurso en que puso su miga de pan el secretario.

 

“Un tentempié y aquella uniforme masa de carne vuelve a ser el flamante alcalde, por obra y gracia de M. Gullón, y a instancias de sus adláteres Santiaguín y Germán". Se toma buena nota de todo. Dice la comisión el consabido "adiós don Manolito", "para exhibirse como prohombres de confianza ante aquella masa electoral que espera". Bartolo da acceso a la representación del municipio astorgano, es decir "la jacarandosa representación municipal".

 

He aquí la deliciosa pintura de ‘Gameson’: "Entra Juan Antonio con sombrero ribeteado que está hecho una monada. Bernardo trae distraída la lezna en el bolsillo de la americana. Gómez se sale con una disculpa a tomar un diez en casa de Andrés.-Román y Salvadores bailan la entradilla maurista que tenían ensayada de antemano.- habla Manrique y asienten con la cabeza Felipe y García del Otero. Ferreras mira a los habanos y dice para su coleta: "no caerá esa breva". Pero hubo breva para todos .-“Pallarés socarronamente les mira con aire de contador… y no eléctrico.- Grave y ceremonioso se despide el lúcido festejo de la ciudad, de García Prieto y Marcelo Macías.-Manolo se queda pensativo un instante. Su secretario le previene de la visita de dos distinguidos extranjeros que vienen en busca del ilustre abogado.- y por un momento sustituye al expansivo y simpático diputado el conciso e insigne jurisconsulto".

 

Marcos de Obregón nos habla de un pintor astorgano, de César Casado Garnacho. Vive por entonces en una aristocrático barrio madrileño, pero unos años antes era aquel chiquillo "que correteaba por las calles de Astorga y que ya en el colegio asombraba por la habilidad prodigiosa de su lápiz, más dado a los artísticos dibujos que a las arideces de la raíz cúbica"(...) “El estudio está un poco desordenado, en penumbra y se siente invadido de cuadros, dibujos y apuntes". Le gustaba pintar maragatas y muchachas con muchos adornos y colores. Vestidos de formas extrañas y Lucientes colores. "Sabe muy bien que la perfección de la línea, del color hará grandes técnicos, pero nunca pintores de verdad ni geniales artistas". Reproduce Asturica el cuadro con que Casado Garnacho consiguió el premio de ‘El Círculo de Bellas Artes’. Por entonces modelaba a sus dos hermanas. Y Gonzalo Goy se entusiasma, porque "ha sabido copiar también el inquietante misterio de los ojos bellos de Amparo…"

 

El caballero Gaby por otro lado ha decidido contarnos algunas de sus excursiones sombrías por la noche de Astorga bajo la luna. En el parque, sobre las ocho, se encuentra a dos parejas pelando la paba. Una de sus conversaciones es sorprendida: “- Ay, riquín, cuando nos casaremos.-pronto preciosidad, antes que bajen las subsistencias, contesta al galán un poquito emocionado".

 

 

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El reportero mira hacia otra parte del jardín y se encuentra una nueva parejita que por "sus caricias, un tanto censurables, se nos antojan idilios más apasionados que habrán tenido otros días a juzgar por las confianzas habidas en esta noche…". Tras la exuberancia de estos cariños, el cronista se retira, y en la plaza ve como "dos tobilleras hacen guiños a sus Adonis. Álvaro Panero, que atento las mira, dice para su coleto: pero qué tobilleras, Dios mío, pero qué tobilleras, mientras el grave don José le responde a dúo y separando su vista de las alucinantes iniciaciones que vela una transparente media de gasa… ¡Qué inmoralidad!, Ricardo, ¡qué inmoralidad!".

 

La voz aguardentosa del sereno que avanza cantando las doce de la noche coincide con la de los ediles, desombrerados: "-Nada, chico; parece mentira que Astorga, este año, a juzgar por la pasividad reinante de nuestro ‘coliseo’, no tenga al menos toros, ya que fiestas o festejos es imposible…"

 

El mismo 'Caballero Gaby' en el número 9 del 22 de junio se plantea una cuestión vital, la de "¿Cómo ha de ser la mujer?". Piensa que debe ser virtuosa sin hosquedad, cultivadora de la belleza sin el incienso maléfico. Luego enumera su parecido con la violeta, con el astro de blanco albor, con el bálsamo. Ha de huir de cualquier orgullo y coquetería, porque "esta es la red que ella se fabrica y con la que se ata". ¿Qué tiempos, abuela!

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