Juan Antonio Cordero Alonso
Sábado, 06 de Mayo de 2023

Olé por la abogada berciana

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Acabo de leer con gran alegría como una abogada de origen leonés, doblega nada menos que al Ministerio del Interior y a la Academia Vasca de Policía y Emergencias del Gobierno Vasco, en Arcaute. Dos pájaros de un tiro.

 

Se trata de la joven Jana Álvarez Trevin que ha retado a sendos organismos oficiales y los ha puesto a los pies de los caballos en una sentencia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco por la que se obliga a la Policía a admitir a un aspirante a Erzchaina que había sido rechazado en la prueba de la ‘entrevista’. Dicho Tribunal se la da por aprobada y considera nula la actuación Gobierno Vasco.

 

También ha salido en la foto, Interior, que tan servilmente sirve al doctor en Jefe de los veintitantos ministerios de propaganda. El Tribunal Superior de Justicia de Madrid ha enmendado al ministerio ‘marlasco’. Parece ser que también ha tirado de ‘entrevista’ para sustituir méritos por amiguismo, militancia, simpatía, cuñadismo o buen rollito en los accesos al Cuerpo Nacional de Policía tanto en la escala básica como en la ejecutiva, y ha sentenciado incorporar a los afectados por la selección trucada con carácter retroactivo de escalafón y dinerarios. Ole y olé.

 

Pero esto no es nuevo, el agua del vaso que ahora rebosa, comenzó a caer mucho antes y va más allá de los ‘guardias y ladrones’ (Pudiera no ser  una metáfora).

 

Treinta y tantos años atrás son muchos años, pero allí comenzó el manoseo o mamoneo, que a veces son indistinguibles desde fuera y supongo que desde dentro. Fue entonces cuando comenzó en ‘entrevisteo’, el vestir a la mona de seda, la corrupción disfrazada de talante progresista, el poder de la palabra como sustituta de la realidad, la fe ciega, que ciega al creyente, el mensaje calculado de lo que la feligresía desea oír. Como los antiguos predicadores del catolicismo franquista, de los sermones de domingo a las 12: "Haced lo que yo digo, no lo que hago".

 

Y creo que todo esto comenzó en el entorno del acceso a la Inspección Educativa, y que debió de servir como base de experimentación. Mayorías absolutas y absolutísimas fueron afianzando el modelo ‘entrevistero’ del Concurso (lo de Oposición era sólo para despistar). Por la puerta de atrás, con una sonrisa de falso amigo se repartían cargos sin sonrojos ni tensiones, se arrinconaban los Inspectores por Oposición, ya mayores, se sustituían los técnicos expertos del Cuerpo por militantes políticos hambrientos de escalafón para dar apoyatura a leyes cuestionables, incumplimiento de sentencias y el uso de tapabocas o sordinas al sentido común. Así comenzó a reconvertirse la ‘nueva educación’ en otra cosa que cada vez tenía que ver con la misma.

 

El gallinero de esa Alta Inspección (otro chiringuito, pero cuando fue creado -1985- aún no lo sabíamos) y aledaños fue madurando hasta convertirse en un brazo político del poder, donde los méritos se medían en años de  militancia y docilidad al Gobierno de turno, o en su defecto, al superior inmediato. Tiempos donde un conmilitón del PSC, JM, Jefe de la Alta Inspección, debió terciar contra el origen de la Inmersión en Cataluña, inventada, no por la Convergencia de JP, sino por el Socialismo de NS, RO, MM y compañía. Y claro, el citado jefe-comisario tuvo que mirar para otro lado, como ahora sigue ocurriendo con el incumplimiento de las sentencias sobre el castellano en Cataluña. Antes y ahora. Nada nuevo bajo el sol.

 

Desde el origen de la Democracia, el uso de la famosa ‘Entrevista’ para el acceso a puestos de la función pública ha sido, entre casi siempre y siempre, a favor de los convocantes, claro, los que nombran el Tribunal, los políticos electos, y la entrevista nunca ha pasado de ser realmente una burda tapadera para difuminar los méritos objetivos de los candidatos.

 

Los baremos de las convocatorias cuantifican la puntuación de los méritos objetivos milimétricamente, pero no la forma de valorar la entrevista. Para la entrevista ya se podía utilizar el trazo grueso de las opiniones, los pareceres, las creencias, las sensaciones y una larga fila de indefiniciones donde poder explayarse en la perversión de un sistema que se vendía como riguroso y selectivo pero que estaba totalmente gangrenado por dentro. No se buscaban méritos sino militancias, ni currículos o títulos sino partido, ni otro criterio que no fuera la obediencia. Todo ello se convirtió en la forma de acceso de muchos funcionarios, y lo que es peor, el mismo sistema sirvió como la vía de medraje blindada de cargos y carguitos, la mayoría de ellos nuevos, ad hoc.

 

Un servidor participó en un par de esas entrevistas, en Madrid, en el Ministerio de Educación, para acceso a la Función Inspectora de Educación. Podría dar nombres, pero no merece la pena. Al fin y al cabo todos estamos ya jubilados y seguramente sus hijos no se merecen conocer la moral limitada o el comportamiento acomodado en estas tareas de sus ancestros. Eran los finales de los 80 y comienzos de los 90, cuando el BOE complementaba la línea editorial de El País, cuando aún casi todos creíamos en el cambio. Yo, también. Durante varios años intenté ampliar y ajustar mi perfil docente.

 

Era maestro y ser Inspector requería una Titulación Superior, no valía la Media. Una segunda carrera, dos postgrados, un doctorado, publicaciones en revistas de educación, clases de TIC a maestros y licenciados, planes de investigación sobre mejora educativa, coordinación informática, jefatura de estudios varios años, etc, etc, etc. Recuerdo, por ejemplo, que la publicación de un artículo de temática educativa en revistas tipo ‘Infancia y aprendizaje’, valía 0.1 punto, sólo acumulables hasta 0.5. Los libros algo más pero con límite... no vaya a ser que se les fuera de la mano. La Tesis Doctoral, de cinco años de trabajo, y sin negro, sobre temática educativa, 0.5 puntos. Ese el nivel de detalle y control sobre los méritos objetivos aunque había movimientos en las convocatorias para favorecer colectivos muy concretos y cercanos a los intereses del poder, que de aquella se lavaban la cara y aún se esforzaban por parecer democráticos. Puntuación máxima total de méritos: 30 puntos, siendo realmente imposible lograr más de quince por las limitaciones y acotaciones de los baremos. Frente a eso, puntuación de la entrevista: 30, sin límite, sin explicaciones ni justificaciones, inapelable. Sin videos ni grabaciones, tramposo... El Tribunal de dóciles campando a sus anchas y haciendo el trabajo sucio del Régimen.

 

Dos o tres años fui a Madrid (vivía y trabajaba en Barcelona), dejando un sustituto en la clase, pagando el tren de ida y vuelta, un hotel una o dos noches, y con ilusión porque seguía creyendo en el cambio. Más tarde, desesperanza. Cuarenta años de docencia viendo las políticas que nos han llevado a como estamos, situación que no hace falta explicar porque se ve, desgraciadamente, en todos los ámbitos.

 

Recuerdo que un año esos ‘tribunos paniaguados’ me propusieron desarrollar el tema de còmo hacer para bajar el fracaso escolar de 15% al 5% como tema de la entrevista. Dije lo que supe y pude al tiempo que estaba muy clara mi futura baja puntuación. Puedes decir lo que quieras y como quieras, que siempre podrán valorar tus explicaciones entre 1 y 29 (se dejan los extremos, no vaya la gente a pensar mal). Ese era el papel de la Entrevista, favorecer a los amigos, conocidos, algún enchufado y hundir en la miseria a los que sólo poseían méritos objetivos y cuantificables.

 

Quedan los recuerdos, tristes, por haber sido utilizado como un papel de usar y tirar, como kleenex o un títere dentro de una escenografía que sólo tenía la finalidad de dar apariencia de transparencia democrática. Puro fariseísmo. !Qué envidia me dan a veces los colegas que no se han enterado de todas estas trampas y juego sucio!

 

Cuesta tiempo cicatrizar tanto daño, si es que se logra, pero me conformo con la distancia, y con que 40 años después alguien señale como pervertida esa práxis de apariencia democrática, hoy viejuna y casposa, facturada como modernidad, pero que apesta.

 

En algunos momentos creímos que el cambio del poder podría evitar estas desmesuras. ¡Que ingenuidad! Después del PSOE, paso por el mismo sitio el PP, en Cataluña el pujolismo carlistón, en el País Vasco los de Sabino Arana con o sin metralleta y otros quince gobiernillos locales más. No han hecho nada para enmendar la situación, pero han hecho todo lo que han podido para estrujarla hasta sacarle la última gota. Véase, por ejemplo, la Cataluña actual donde sediciones y malversaciones han borrado del mapa las éticas y morales.

 

El PP y todos los demás, cuando han llegado al Gobierno, han utilizado muy a gusto las leyes del PSOE, en su propio beneficio. El camino de la discrecionalidad está servido y parece que vino para quedarse. Nadie está interesado en tener buenas cabezas en la función pública, aquel invento de los franceses que les daba independencia frente al poder político, hoy también conocido aquí como casta.

 

Por eso estoy alegre ante la lectura de esta noticia. Alegre porque puede ser que se acabe un chiringuito del que han comido miles de mediocres sin otro mérito que ser útiles al poder, serviles a los dictados, acríticos a lo que pasa y carentes de la más mínima sensibilidad social. Alegre porque grabarán en video las entrevistas para que puedan ser vistas por cualquiera, lo que incluye a los Jueces. Y eso si que es un triunfo de la Democracia con mayúsculas, no de la propaganda con que los sucesivos poderes la han confundido.

 

Gracias Jana por estar ahí, por levantar la bandera de la igualdad de los funcionarios frente a las arbitrariedades de la Administración, por desenmascarar la madeja del clientelismo muy bien urdido y abonado durante más de 30 años. Gracias por tu labor. La nuestra, seguir señalando, desde el inconformismo, las perversiones de todos los poderes, sin excepciones. Las corrupciones y corruptelas no tienen ideologías sino corruptos que se reparten democráticamente por todas ellas. El pensamiento es libre pero no lo es el comportamiento frente a la ley. La ley es lo único que nos protege frente a los abusos del poder.

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