De nuevo en danza
![[Img #63497]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2023/5057_4-mercedes-10658610_10203828648894086_7520782665182290315_o-copia.jpg)
Juanco está de nuevo en danza. Pienso que ahora, como dicen que es un ciudadano más, se le puede llamar de manera más coloquial, Juanco me parece que le va muy bien. Es un nombre que lleva implícito un espíritu de persona juerguista, mujeriego, tarambana, de una inconsciencia algo desenfrenada, muy amigo de sus amigos… Sí, creo que se ajusta bastante a las características de la persona que quiero investir con este nuevo nombre campechano que tiene connotaciones de chico malo, fuerte, dinámico, bribón y engañoso, muy a tono con el personaje. Aunque Juanco suena también a corpulento, y eso ya no, eso ya pasó, ahora de eso poco aunque introduce un aire pretérito que está bien porque en la vida también somos lo que hemos sido, aunque ‘aquello’, lo pasado, lo veamos ahora desenfocado. Dice Ortega que “toda vida es, más o menos, una ruina entre cuyos escombros tenemos que descubrir lo que la persona tenía que haber sido”. En los escombros de Juanco podemos ver claro lo que tenía que haber sido y no fue, y tampoco es. Pero eso ya…es de difícil enmienda.
Cuando parecía que apenas podía moverse de su paraíso abudaví y que ya no estaba ágil para hacer alguna bribonada, o ‘borbonada’, de las suyas, va y vuelve a ponerse en movimiento, vuelve a aparecer por su antiguo reino para que quede constancia, pública y privada, de que él puede, y puede porque quiere, y quiere y puede hacer lo que más le apetezca porque para eso ha sido el ‘Rey de la selva’ y el ‘Rey del mambo’, aunque ahora sólo sea el Emérito sin mérito.
En este caso que nos ocupa ha querido venir a preparase para regatear con su barco Bribón. ‘Regatear en el bribón’ es una frase muy significativa, ni que lo hubiera hecho adrede, lo del nombre me refiero, o sí. Ponerle Bribón a su barco es una cínica humorada, y además regatear con el bribón, otra aguda ocurrencia. Juanco se divierte con nosotros, juega a ver si pillamos su sentido del humor, poco sutil por cierto, mientras hace ‘bribonadas’ económicas y además ‘regatea’ muchos millones a Hacienda, es decir, a los españoles. Desde cómo llegó a su sillón real hasta sus chistes y estilo campechano todo en Juanco es socarronería. Se ha burlado de todos con apariencia de hombre sencillo, franco y natural (“Lo siento no volverá a ocurrir” “Todos somos iguales ante la ley” “Soy inviolable y tengo el derecho a ser irresponsable, me ampara la Constitución. Je je, no me podéis juzgar”.
Pero esa aparente despreocupación que le da el aspecto de hombre desenfadado y desenfrenado en jaranas de la vida, equivoca. Resulta que tiene otra faceta oculta que desarrolla con tenacidad, firmeza y avidez que es la de arrimarse a la sombra dorada del Oriente siguiendo el consejo de aquel refrán que dice que quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija. Y hemos ido descubriendo que nuestro simpático Juanco tiene una gran debilidad, y ansiedad, por lo dorado, y no sólo por los cabellos dorados de las bellas mujeres, sino también por el brillo dorado de los metales. Se encuentra cómodo entre el latón y el bronce de los decorados orientales, pero sobre todo, y ante todo, tiene una mayor predilección por el brillo amarillo intenso del oro, su metal preferido por excelencia porque es denso y maleable. Por eso se ha ido a vivir con los amigos que le proporcionan ese brillo y toda clase de brillos.
Él está encantado, naturalmente, cómo no va a estarlo, tiene a su alrededor mucho brillo amarillo y eso le da subidón y le mantiene en pie a pesar de sus fastidiadas caderas. Lo que siempre me ha intrigado es de dónde nace esa amistad tan y tan empática y generosa que no sólo le agasaja y le llena los bolsillos de dorados doblones sino que también le ponen a su disposición los aviones privados para sus caprichos.
Leo que en este último viaje ha hecho escala en Londres desde Dubai de camino a su Sanxenxo, naturalmente en un avión privado de uno de los jeques amigos, y en la capital financiera ha cenado en el club más exclusivo y más selecto de la ciudad, el Oawald’s, con la mujer de un multimillonario de origen sirio-saudí, Wafic Saïd, y con una prestigiosa abogada española, Miriam González Durántez. Amistades dulces y peligrosas. ¿Qué se traerá entre manos Juanco? Pues parece ser, dicen las ‘malas lenguas’, que mover los oscuros circuitos de sus millones, esos que tiene bien escondidos. Desde luego los personajes y el lugar eran los más apropiados para esos menesteres. Oficialmente su parada en Londres se disfraza con “una visita a Carlos III” antes de su coronación, visita que, naturalmente, no se produjo.
Y…, acto seguido a esa reunión privada con millonaria árabe y abogada española, vuela a la ciudad de Vitoria en el jet privado prestado (dicen) para visitar médicos (dicen), aunque casualmente es donde vive su chivo expiatorio, es decir, su ex queridísimo yerno Iñaki, aquel que le sirvió de tapadera y le salvó de mayores vergüenzas y ser despellejado vivo. Verde y con asas… Todo apunta a que está negociando las exigencias que ahora el ex encarcelado Urdangarín tiene el valor y el honor de reclamar, y seguramente sabe muy bien lo que puede reclamar porque sabe muy bien lo que su suegro acumuló en sus años de negocios conjuntos. Naturalmente ahora le toca al joven jugar su baza, parece que se lo ha ganado y que resolverá con amplitud la economía de su vida a cambio de un silencio sepulcral.
Como se sabe, las experiencias de nuestros primeros años en esta vida nos marcan para nuestro desarrollo futuro. Juanco pasó su juventud y su primera madurez con pocas monedillas en los bolsillos, sólo con la paga que le pasaba el ‘papá’ Francisco (no confundir con el papa Francisco). Y se sabe que Franco era muy austero (toda la ansiedad de atesorar y acumular la acapararon su mujer y su yerno) por lo que las perrillas para sus gastos no debían de ser muchas. En aquella época Juanito era un chico dicharachero y graciosillo pero con pocos posibles. Salvaba con la naturalidad de su gracejo la imposibilidad de lucirse materialmente en sociedad. E aquí uno de los motivos por los que cuando pudo manejar los hilos de su hucha, una vez que adquirió la posición de mando, se puso a ello con afán. Echó mano de sus amigos de infancia, que tampoco andaban muy sobrados, como Manuel de Prado, para organizar un sistema de flujos ‘dineriles’ que llegaran fácilmente a sus flacos bolsillos y, parece que fue entonces cuando se inició esta íntima amistad de Juanito con los habitantes arábigos de kufiyya rojiblanca que estaban entonces en plena explotación y expansión de su oro negro. Y parece que fue entonces cuando Juanito descubrió que había que mancharse las manos con la untuosidad densa y viscosa, y de mal olor, del oro oscuro para llegar a poseer entre las manos negras grandes cantidades del oro amarillo de limpios brillos.
Fue así como poco a poco Juanito se fue transformando en Juanco, pues su sencilla simpatía mudó a alegre jovialidad por mor a sus arábigas actividades sociales que le propiciaron el crecimiento de su amor por llenar (no de tintineantes monedillas sino de gordos fajos de billetes) sus pelados bolsillos e incluso más allá de sus bolsillos, los bolsillos de sus simpáticas amigas, y más allá de sus amigas los bolsillos de su familia, y más allá de su familia los bolsillos los distintos escondites donde ha ido guardando sus tesoros para que nadie se los quite. Ya de pequeño le gustaba jugar al escondite inglés sin mover los pies.
De pronto me viene la imagen del tío millonario del pato Donald, el tío Gilito, en una habitación rodeado de una montaña de monedas de oro, y así se me aparece ahora nuestro Juanco en esas latitudes orientales en las que se ha ido a esconder con todos sus oros acumulados y rodeado de los brillos que siempre prosiguió. La infancia marca mucho y al pobre Juanito se le despertó en aquella época un tanto infeliz el ansia de poseer, es psicológicamente razonable, y se puso manos a la obra en cuanto tuvo su sillón real y los próceres del país le dejaron vía libre para hacer lo que quisiera con el artículo 56 de la Constitución que le hacía inviolable y no sujeto a responsabilidad. Un chollo que supo aprovechar a conciencia. Y empezó a reírse de los complejos ajustes familiares en Estoril y de las apuradas perrillas de Franco. Tonos grises. Ahora quería a toda costa alegrar su vida con tonos amarillos y verdes, y con celeridad consiguió la abundancia de esos colores en su nueva vida.
Cuando parecía que sólo le interesaba hacerse a la mar subido en el Bribón vimos que también le interesaban los montes cuando aprendió que todo el monte es orégano. Y supo manejar las velas contra el viento en el bribón y se llevarse el orégano de los montes que recolectó.
Ahora ha saltado a las páginas cuché otro capricho de nuestro Juanco elevado a sultán, una nueva hija, Alejandra Rojas, y no será la última. Abierta la caja de Pandora podemos encontrarnos con una familia muy numerosa. El pobre Albert Solá, el llamado ‘Monarca de la Bisbal’, supuesto primer hijo del entonces Juanito, ya no estará para verlo ni disfrutarlo. El tema de la prole desconocida de nuestro Borbón emérito sin mérito es otro tema a abordar en otro momento, pero lo que sí tengo ganas de decir es que en las pocas fotos que he visto de Alejandra Rojas detecto un parecido enorme con Leonor, la nieta. Infalibles las leyes de Mendel.
O témpora o mores
Juanco está de nuevo en danza. Pienso que ahora, como dicen que es un ciudadano más, se le puede llamar de manera más coloquial, Juanco me parece que le va muy bien. Es un nombre que lleva implícito un espíritu de persona juerguista, mujeriego, tarambana, de una inconsciencia algo desenfrenada, muy amigo de sus amigos… Sí, creo que se ajusta bastante a las características de la persona que quiero investir con este nuevo nombre campechano que tiene connotaciones de chico malo, fuerte, dinámico, bribón y engañoso, muy a tono con el personaje. Aunque Juanco suena también a corpulento, y eso ya no, eso ya pasó, ahora de eso poco aunque introduce un aire pretérito que está bien porque en la vida también somos lo que hemos sido, aunque ‘aquello’, lo pasado, lo veamos ahora desenfocado. Dice Ortega que “toda vida es, más o menos, una ruina entre cuyos escombros tenemos que descubrir lo que la persona tenía que haber sido”. En los escombros de Juanco podemos ver claro lo que tenía que haber sido y no fue, y tampoco es. Pero eso ya…es de difícil enmienda.
Cuando parecía que apenas podía moverse de su paraíso abudaví y que ya no estaba ágil para hacer alguna bribonada, o ‘borbonada’, de las suyas, va y vuelve a ponerse en movimiento, vuelve a aparecer por su antiguo reino para que quede constancia, pública y privada, de que él puede, y puede porque quiere, y quiere y puede hacer lo que más le apetezca porque para eso ha sido el ‘Rey de la selva’ y el ‘Rey del mambo’, aunque ahora sólo sea el Emérito sin mérito.
En este caso que nos ocupa ha querido venir a preparase para regatear con su barco Bribón. ‘Regatear en el bribón’ es una frase muy significativa, ni que lo hubiera hecho adrede, lo del nombre me refiero, o sí. Ponerle Bribón a su barco es una cínica humorada, y además regatear con el bribón, otra aguda ocurrencia. Juanco se divierte con nosotros, juega a ver si pillamos su sentido del humor, poco sutil por cierto, mientras hace ‘bribonadas’ económicas y además ‘regatea’ muchos millones a Hacienda, es decir, a los españoles. Desde cómo llegó a su sillón real hasta sus chistes y estilo campechano todo en Juanco es socarronería. Se ha burlado de todos con apariencia de hombre sencillo, franco y natural (“Lo siento no volverá a ocurrir” “Todos somos iguales ante la ley” “Soy inviolable y tengo el derecho a ser irresponsable, me ampara la Constitución. Je je, no me podéis juzgar”.
Pero esa aparente despreocupación que le da el aspecto de hombre desenfadado y desenfrenado en jaranas de la vida, equivoca. Resulta que tiene otra faceta oculta que desarrolla con tenacidad, firmeza y avidez que es la de arrimarse a la sombra dorada del Oriente siguiendo el consejo de aquel refrán que dice que quien a buen árbol se arrima buena sombra le cobija. Y hemos ido descubriendo que nuestro simpático Juanco tiene una gran debilidad, y ansiedad, por lo dorado, y no sólo por los cabellos dorados de las bellas mujeres, sino también por el brillo dorado de los metales. Se encuentra cómodo entre el latón y el bronce de los decorados orientales, pero sobre todo, y ante todo, tiene una mayor predilección por el brillo amarillo intenso del oro, su metal preferido por excelencia porque es denso y maleable. Por eso se ha ido a vivir con los amigos que le proporcionan ese brillo y toda clase de brillos.
Él está encantado, naturalmente, cómo no va a estarlo, tiene a su alrededor mucho brillo amarillo y eso le da subidón y le mantiene en pie a pesar de sus fastidiadas caderas. Lo que siempre me ha intrigado es de dónde nace esa amistad tan y tan empática y generosa que no sólo le agasaja y le llena los bolsillos de dorados doblones sino que también le ponen a su disposición los aviones privados para sus caprichos.
Leo que en este último viaje ha hecho escala en Londres desde Dubai de camino a su Sanxenxo, naturalmente en un avión privado de uno de los jeques amigos, y en la capital financiera ha cenado en el club más exclusivo y más selecto de la ciudad, el Oawald’s, con la mujer de un multimillonario de origen sirio-saudí, Wafic Saïd, y con una prestigiosa abogada española, Miriam González Durántez. Amistades dulces y peligrosas. ¿Qué se traerá entre manos Juanco? Pues parece ser, dicen las ‘malas lenguas’, que mover los oscuros circuitos de sus millones, esos que tiene bien escondidos. Desde luego los personajes y el lugar eran los más apropiados para esos menesteres. Oficialmente su parada en Londres se disfraza con “una visita a Carlos III” antes de su coronación, visita que, naturalmente, no se produjo.
Y…, acto seguido a esa reunión privada con millonaria árabe y abogada española, vuela a la ciudad de Vitoria en el jet privado prestado (dicen) para visitar médicos (dicen), aunque casualmente es donde vive su chivo expiatorio, es decir, su ex queridísimo yerno Iñaki, aquel que le sirvió de tapadera y le salvó de mayores vergüenzas y ser despellejado vivo. Verde y con asas… Todo apunta a que está negociando las exigencias que ahora el ex encarcelado Urdangarín tiene el valor y el honor de reclamar, y seguramente sabe muy bien lo que puede reclamar porque sabe muy bien lo que su suegro acumuló en sus años de negocios conjuntos. Naturalmente ahora le toca al joven jugar su baza, parece que se lo ha ganado y que resolverá con amplitud la economía de su vida a cambio de un silencio sepulcral.
Como se sabe, las experiencias de nuestros primeros años en esta vida nos marcan para nuestro desarrollo futuro. Juanco pasó su juventud y su primera madurez con pocas monedillas en los bolsillos, sólo con la paga que le pasaba el ‘papá’ Francisco (no confundir con el papa Francisco). Y se sabe que Franco era muy austero (toda la ansiedad de atesorar y acumular la acapararon su mujer y su yerno) por lo que las perrillas para sus gastos no debían de ser muchas. En aquella época Juanito era un chico dicharachero y graciosillo pero con pocos posibles. Salvaba con la naturalidad de su gracejo la imposibilidad de lucirse materialmente en sociedad. E aquí uno de los motivos por los que cuando pudo manejar los hilos de su hucha, una vez que adquirió la posición de mando, se puso a ello con afán. Echó mano de sus amigos de infancia, que tampoco andaban muy sobrados, como Manuel de Prado, para organizar un sistema de flujos ‘dineriles’ que llegaran fácilmente a sus flacos bolsillos y, parece que fue entonces cuando se inició esta íntima amistad de Juanito con los habitantes arábigos de kufiyya rojiblanca que estaban entonces en plena explotación y expansión de su oro negro. Y parece que fue entonces cuando Juanito descubrió que había que mancharse las manos con la untuosidad densa y viscosa, y de mal olor, del oro oscuro para llegar a poseer entre las manos negras grandes cantidades del oro amarillo de limpios brillos.
Fue así como poco a poco Juanito se fue transformando en Juanco, pues su sencilla simpatía mudó a alegre jovialidad por mor a sus arábigas actividades sociales que le propiciaron el crecimiento de su amor por llenar (no de tintineantes monedillas sino de gordos fajos de billetes) sus pelados bolsillos e incluso más allá de sus bolsillos, los bolsillos de sus simpáticas amigas, y más allá de sus amigas los bolsillos de su familia, y más allá de su familia los bolsillos los distintos escondites donde ha ido guardando sus tesoros para que nadie se los quite. Ya de pequeño le gustaba jugar al escondite inglés sin mover los pies.
De pronto me viene la imagen del tío millonario del pato Donald, el tío Gilito, en una habitación rodeado de una montaña de monedas de oro, y así se me aparece ahora nuestro Juanco en esas latitudes orientales en las que se ha ido a esconder con todos sus oros acumulados y rodeado de los brillos que siempre prosiguió. La infancia marca mucho y al pobre Juanito se le despertó en aquella época un tanto infeliz el ansia de poseer, es psicológicamente razonable, y se puso manos a la obra en cuanto tuvo su sillón real y los próceres del país le dejaron vía libre para hacer lo que quisiera con el artículo 56 de la Constitución que le hacía inviolable y no sujeto a responsabilidad. Un chollo que supo aprovechar a conciencia. Y empezó a reírse de los complejos ajustes familiares en Estoril y de las apuradas perrillas de Franco. Tonos grises. Ahora quería a toda costa alegrar su vida con tonos amarillos y verdes, y con celeridad consiguió la abundancia de esos colores en su nueva vida.
Cuando parecía que sólo le interesaba hacerse a la mar subido en el Bribón vimos que también le interesaban los montes cuando aprendió que todo el monte es orégano. Y supo manejar las velas contra el viento en el bribón y se llevarse el orégano de los montes que recolectó.
Ahora ha saltado a las páginas cuché otro capricho de nuestro Juanco elevado a sultán, una nueva hija, Alejandra Rojas, y no será la última. Abierta la caja de Pandora podemos encontrarnos con una familia muy numerosa. El pobre Albert Solá, el llamado ‘Monarca de la Bisbal’, supuesto primer hijo del entonces Juanito, ya no estará para verlo ni disfrutarlo. El tema de la prole desconocida de nuestro Borbón emérito sin mérito es otro tema a abordar en otro momento, pero lo que sí tengo ganas de decir es que en las pocas fotos que he visto de Alejandra Rojas detecto un parecido enorme con Leonor, la nieta. Infalibles las leyes de Mendel.
O témpora o mores