Asturica o las chicas del 19 (XV)
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El folletín de Asturica
‘Asturica’ no podía vegetar sin dar a luz un folletín encuadernable. En el número 5 se anuncia; y a partir del 6 comienza su publicación. No se terminará nunca de publicar, pues quedará interrumpida. La última inserción corresponde al número 14. Se habían publicado ya treinta y dos páginas, queda inconcluso. Muchos misterios hay en torno a este folletín de ‘Asturica’, original para la revista. Desconocemos su autor, que se esconde tras el seudónimo de ‘Max de Mirtyl’. Se titula ‘Sangre en la aurora’ y se aclara: "novedad de pasión y de misterio". Lo edita Sierra. Conozcamos alguno de los elementos propagandísticos del lanzamiento de tal novela. El anuncio, lo mismo que la novela, se carga de intenciones, yo creo que críticas y humorísticas; no otro sentido tendrá su presentación publicitaria: "para toda raza que lleve en la sangre el generoso espumeo de la idealidad y del sentimentalismo -falerno luminoso que Heber Púber escancia en las sacras ninfalias de la existencia- el folletín es al periódico lo que el pistilo es a la flor, lo que el amor es a la vida; y, pues, la vida sin amor no se comprende -como dijo el clásico- nosotros tampoco comprendemos una publicación sin folletín".
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Concentración lingüístico-modernista
Que como es el folletín, que van a leer a partir de la entrega subsiguiente, nos lo dice. Es el colmo de sus afanes, la cifra, el megatón, la urdimbre aracnÍdea "en que la divina emoción cautiva nuestras almas". Resulta estimulante. En fin, han tenido "la buena fortuna de encontrar un tesoro literario, un joyel del más excitante originalismo, digno del mar refinado sensorio de nuestros lectores". "Un relato obsesivo, fascinador, de la más fascinante potencialidad emotiva junto con el fulmíneo efecto de interés". Todavía más; condensan su efecto en hacer pensar que “se trata de una historia magnética, abismática, ultra etérea coma trágica y fatal", debida al estilete de 'Max de Mirtyl'. "orfebre de la pasión y del ensueño". Las frases son parodia Rubendariana y tienen mucho de los poemas esdrújulos publicados en la misma ‘Asturica’. En resumidas cuentas, que la novela ‘Sangre en la aurora’ es catalogada como cautivadora de "brujesca urdimbre", atravesada "en cuerpo y alma por los buidos demoníacos tridentes de la duda, la ansiedad, el horror, la ternura, el misterio, el heroísmo, la feminidad, la locura, el espasmo, el orgasmo, la muerte muda y la vida sangrante y cálida que sacudirá con morfínicos escalofríos". Los titulares de sus capítulos suenan así. ‘La estrella hipnótica’, ‘los papeles del señor Colombel’, ‘Una velada inquietante’. Este tercer capítulo extenso, ya ni termina.
En el primero, Amaury de Beaucoeur enciende un pitillo bajo la enorme araña. Había perdido todo el juego. Le salvaba el portero del Club. Vive en París y por vez primera, sin dinero, no se dirige al nidito, ni al perfumado asilo vibrador de la hora de los gallos. Sentirá, en el silencio, el roce de su sangre. Sintió que aquella soledad de París era como una vía de muerte y de blandones en la ciudad habitada y silenciosa. Se sintió rodeado como de alguien, como de algo, como un apache. Era ella, como un estilete, verde, roja de sangre, la estrella del Apocalipsis. Gritó porque esperaba un cataclismo. Sale de su extrañamiento en la calle cercana a los Campos Elíseos. Colgados de la ventanilla de un automóvil aparecen unos brazos que no sabe a quién pertenecen.
![[Img #63523]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2023/9368_2-jhg-copia.jpg)
La curva del abdomen del ujier
En el segundo capítulo de esta novela de pasión y misterio, "Sangre en la aurora", aparece el inevitable ujier cabeceando su sueño de San silvestre sobre la curva del abdomen en su diván de reps carmesí. Lleva patillas como mofletes prestigiados, da pavoroso ronquidos de órgano sinaítico mediante sus fosas nasales. Y en el silencio de la medianoche con el sonido del reloj de péndulo suena un campanillazo, hasta cinco veces, sin que aparezca el tañedor. Después, muchos más, cada diez segundos. Y por último, el apagón de luz, la caída del ujier sobre la escalera. Hacia el despacho del ministro Colombel avanza a Amaury, con las manos tanteantes, sin tropezar, automático, con los ojos cerrados. Roba los papeles del Quai D'orsay. Llega a toda prisa el jefe de seguridad, general Leo Mauclair, con su gardenia en el ojal y con el bigote recortado a la inglesa. El ministro dice que nadie tenía llave de su combinación, que nadie sabía de sus papeles, ni el vizconde, que todo estaba en su sitio, que no sueña en alto, que duerme solo. Mauclair salió de la entrevista con el ministro y compró un periódico donde se contaba el robo de los papeles secretos.
El capítulo tercero de esta novela de ‘Asturica’ ya está incompleto. Comienza en una 'brasserie' con arcos voltaicos y faroles de gas. Renè de Ofrey reconoció allí al director del trust del acero, la cabeza del consorcio de bancos alemanes, a un diplomático, a un japonés y otros cobrizos. Comentan sobre el suceso de Colombel. Uno piensa que es robo de secretos; otro, una jugarreta fabulosa de político; el de más allá, que un cuento tártaro, porque Beaucoeur estuvo toda la noche jugando con ellos. Si el vizconde les acompañó hasta las cinco de la mañana, ¿Cómo pudo robar los papeles a las cuatro y diez? En esta conversación le han sorprendido las doce, y uno de los interlocutores habla de que las manecillas del reloj avanzan a doble proporción, hasta el punto de "yo no prestaría mucho crédito a sus indicaciones, a no ver que coincide con las de los relojes tan respetables como el del honorable señor von Khirchoff, que me parece un reloj de por lo menos cuarenta H. P."
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El folletín de Asturica
‘Asturica’ no podía vegetar sin dar a luz un folletín encuadernable. En el número 5 se anuncia; y a partir del 6 comienza su publicación. No se terminará nunca de publicar, pues quedará interrumpida. La última inserción corresponde al número 14. Se habían publicado ya treinta y dos páginas, queda inconcluso. Muchos misterios hay en torno a este folletín de ‘Asturica’, original para la revista. Desconocemos su autor, que se esconde tras el seudónimo de ‘Max de Mirtyl’. Se titula ‘Sangre en la aurora’ y se aclara: "novedad de pasión y de misterio". Lo edita Sierra. Conozcamos alguno de los elementos propagandísticos del lanzamiento de tal novela. El anuncio, lo mismo que la novela, se carga de intenciones, yo creo que críticas y humorísticas; no otro sentido tendrá su presentación publicitaria: "para toda raza que lleve en la sangre el generoso espumeo de la idealidad y del sentimentalismo -falerno luminoso que Heber Púber escancia en las sacras ninfalias de la existencia- el folletín es al periódico lo que el pistilo es a la flor, lo que el amor es a la vida; y, pues, la vida sin amor no se comprende -como dijo el clásico- nosotros tampoco comprendemos una publicación sin folletín".
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Concentración lingüístico-modernista
Que como es el folletín, que van a leer a partir de la entrega subsiguiente, nos lo dice. Es el colmo de sus afanes, la cifra, el megatón, la urdimbre aracnÍdea "en que la divina emoción cautiva nuestras almas". Resulta estimulante. En fin, han tenido "la buena fortuna de encontrar un tesoro literario, un joyel del más excitante originalismo, digno del mar refinado sensorio de nuestros lectores". "Un relato obsesivo, fascinador, de la más fascinante potencialidad emotiva junto con el fulmíneo efecto de interés". Todavía más; condensan su efecto en hacer pensar que “se trata de una historia magnética, abismática, ultra etérea coma trágica y fatal", debida al estilete de 'Max de Mirtyl'. "orfebre de la pasión y del ensueño". Las frases son parodia Rubendariana y tienen mucho de los poemas esdrújulos publicados en la misma ‘Asturica’. En resumidas cuentas, que la novela ‘Sangre en la aurora’ es catalogada como cautivadora de "brujesca urdimbre", atravesada "en cuerpo y alma por los buidos demoníacos tridentes de la duda, la ansiedad, el horror, la ternura, el misterio, el heroísmo, la feminidad, la locura, el espasmo, el orgasmo, la muerte muda y la vida sangrante y cálida que sacudirá con morfínicos escalofríos". Los titulares de sus capítulos suenan así. ‘La estrella hipnótica’, ‘los papeles del señor Colombel’, ‘Una velada inquietante’. Este tercer capítulo extenso, ya ni termina.
En el primero, Amaury de Beaucoeur enciende un pitillo bajo la enorme araña. Había perdido todo el juego. Le salvaba el portero del Club. Vive en París y por vez primera, sin dinero, no se dirige al nidito, ni al perfumado asilo vibrador de la hora de los gallos. Sentirá, en el silencio, el roce de su sangre. Sintió que aquella soledad de París era como una vía de muerte y de blandones en la ciudad habitada y silenciosa. Se sintió rodeado como de alguien, como de algo, como un apache. Era ella, como un estilete, verde, roja de sangre, la estrella del Apocalipsis. Gritó porque esperaba un cataclismo. Sale de su extrañamiento en la calle cercana a los Campos Elíseos. Colgados de la ventanilla de un automóvil aparecen unos brazos que no sabe a quién pertenecen.
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La curva del abdomen del ujier
En el segundo capítulo de esta novela de pasión y misterio, "Sangre en la aurora", aparece el inevitable ujier cabeceando su sueño de San silvestre sobre la curva del abdomen en su diván de reps carmesí. Lleva patillas como mofletes prestigiados, da pavoroso ronquidos de órgano sinaítico mediante sus fosas nasales. Y en el silencio de la medianoche con el sonido del reloj de péndulo suena un campanillazo, hasta cinco veces, sin que aparezca el tañedor. Después, muchos más, cada diez segundos. Y por último, el apagón de luz, la caída del ujier sobre la escalera. Hacia el despacho del ministro Colombel avanza a Amaury, con las manos tanteantes, sin tropezar, automático, con los ojos cerrados. Roba los papeles del Quai D'orsay. Llega a toda prisa el jefe de seguridad, general Leo Mauclair, con su gardenia en el ojal y con el bigote recortado a la inglesa. El ministro dice que nadie tenía llave de su combinación, que nadie sabía de sus papeles, ni el vizconde, que todo estaba en su sitio, que no sueña en alto, que duerme solo. Mauclair salió de la entrevista con el ministro y compró un periódico donde se contaba el robo de los papeles secretos.
El capítulo tercero de esta novela de ‘Asturica’ ya está incompleto. Comienza en una 'brasserie' con arcos voltaicos y faroles de gas. Renè de Ofrey reconoció allí al director del trust del acero, la cabeza del consorcio de bancos alemanes, a un diplomático, a un japonés y otros cobrizos. Comentan sobre el suceso de Colombel. Uno piensa que es robo de secretos; otro, una jugarreta fabulosa de político; el de más allá, que un cuento tártaro, porque Beaucoeur estuvo toda la noche jugando con ellos. Si el vizconde les acompañó hasta las cinco de la mañana, ¿Cómo pudo robar los papeles a las cuatro y diez? En esta conversación le han sorprendido las doce, y uno de los interlocutores habla de que las manecillas del reloj avanzan a doble proporción, hasta el punto de "yo no prestaría mucho crédito a sus indicaciones, a no ver que coincide con las de los relojes tan respetables como el del honorable señor von Khirchoff, que me parece un reloj de por lo menos cuarenta H. P."




















