La libertad de elegir
![[Img #63612]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2023/1316_1-isabel-dsc_3508-copia.jpg)
Hay un ejercicio maravilloso de introspección que se nos brinda cuando leemos. Estos días, con todo lo que nos trae la actualidad, visitaba esa ‘Derrota’ del premiado Rafael Cadenas. Repensar mis derrotas tan cerca de mi cumpleaños, de esa fecha que ahora es más restar lo que me queda de vida que sumar horizonte, actúa como un resorte de acción más que de elementos sumatorios para un estado depresivo.
Quizás son los ejemplos de las personas que me rodean y que tanto me enseñan. Esas personas fuertes, a la fuerza, que se enfrentan a los problemas más crueles de este mundo: los de la salud. Y nuestro estilo de vida, y por qué no también, el aumento de la edad entre mis coetáneos, hace que cada vez aumente el número de los que se encuentran a ese lado de la lucha.
Estas personas generosas, aún teniendo que afrontar retos emocionales de envergadura, prefieren concentrar su atención en la parte medio llena del vaso. ¡No he visto seres más agradecidos con las bondades que nos trae cada día! Que las trae, sí aunque creo que es más interesante para la economía y la manipulación que nos fijemos en lo que nos falta que en lo que tenemos, porque sino esta rueda de hámster en la que nos tienen ocupados sin dar demasiada guerra ni requerir atención: bastante tenemos con sobrevivir y conseguir recursos para consumir aquello que pretendidamente nos dará la felicidad, dejará de girar activada por las expectativas.
Qué tengo hoy y qué tengo ahora. También esta semana tuve la inmensa fortuna de asistir a una magistral clase con Germán Cano y Manuel Romero, donde desmenuzaron el realismo capitalista de Mark Fisher que refrendaba la justificación de nuestro actual pensamiento pesimista que, como mantra, también se está instaurando en los jóvenes hasta que consigue que se lo crean “no hay futuro”. Y es que es cierto, pero no es nada nuevo. No hay futuro porque solo hay presente. Es en este presente donde tenemos la oportunidad de pararnos, de pensar, de elegir. Nos hemos olvidado de ese gran poder: el de elegir. Y ya no tanto las acciones que van a provocar las consecuencias, sino dónde poner el foco de nuestra mirada para construir un camino.
Estamos repensando el pasado, volviendo a él una y otra vez con una tremenda nostalgia y melancolía que acaba haciendo que intentemos replicarlo sin imaginar que podemos desterrar por una vez la manida expresión “cualquier tiempo pasado fue mejor”. No sabemos, no tenemos certeza alguna para conocer si el futuro que podamos construir sería mejor, porque nos hemos quedado anclados en la desesperanza. Una desesperanza que justifica este hedónico individualismo que, a mi entender, sigue propiciando un voraz consumismo tan materialista como evitativo.
Tomarnos el tiempo para pensar y agradecer las pequeñas alegrías cotidianas, pasar el tiempo con quienes queremos, darnos el privilegio de elegir y, además, con el regalo de no sentir la presión o la obligatoriedad de pasar por una situación de salud compleja. Vivir, agradecer y disfrutar. ¡Y porque nos da la gana!
Hay un ejercicio maravilloso de introspección que se nos brinda cuando leemos. Estos días, con todo lo que nos trae la actualidad, visitaba esa ‘Derrota’ del premiado Rafael Cadenas. Repensar mis derrotas tan cerca de mi cumpleaños, de esa fecha que ahora es más restar lo que me queda de vida que sumar horizonte, actúa como un resorte de acción más que de elementos sumatorios para un estado depresivo.
Quizás son los ejemplos de las personas que me rodean y que tanto me enseñan. Esas personas fuertes, a la fuerza, que se enfrentan a los problemas más crueles de este mundo: los de la salud. Y nuestro estilo de vida, y por qué no también, el aumento de la edad entre mis coetáneos, hace que cada vez aumente el número de los que se encuentran a ese lado de la lucha.
Estas personas generosas, aún teniendo que afrontar retos emocionales de envergadura, prefieren concentrar su atención en la parte medio llena del vaso. ¡No he visto seres más agradecidos con las bondades que nos trae cada día! Que las trae, sí aunque creo que es más interesante para la economía y la manipulación que nos fijemos en lo que nos falta que en lo que tenemos, porque sino esta rueda de hámster en la que nos tienen ocupados sin dar demasiada guerra ni requerir atención: bastante tenemos con sobrevivir y conseguir recursos para consumir aquello que pretendidamente nos dará la felicidad, dejará de girar activada por las expectativas.
Qué tengo hoy y qué tengo ahora. También esta semana tuve la inmensa fortuna de asistir a una magistral clase con Germán Cano y Manuel Romero, donde desmenuzaron el realismo capitalista de Mark Fisher que refrendaba la justificación de nuestro actual pensamiento pesimista que, como mantra, también se está instaurando en los jóvenes hasta que consigue que se lo crean “no hay futuro”. Y es que es cierto, pero no es nada nuevo. No hay futuro porque solo hay presente. Es en este presente donde tenemos la oportunidad de pararnos, de pensar, de elegir. Nos hemos olvidado de ese gran poder: el de elegir. Y ya no tanto las acciones que van a provocar las consecuencias, sino dónde poner el foco de nuestra mirada para construir un camino.
Estamos repensando el pasado, volviendo a él una y otra vez con una tremenda nostalgia y melancolía que acaba haciendo que intentemos replicarlo sin imaginar que podemos desterrar por una vez la manida expresión “cualquier tiempo pasado fue mejor”. No sabemos, no tenemos certeza alguna para conocer si el futuro que podamos construir sería mejor, porque nos hemos quedado anclados en la desesperanza. Una desesperanza que justifica este hedónico individualismo que, a mi entender, sigue propiciando un voraz consumismo tan materialista como evitativo.
Tomarnos el tiempo para pensar y agradecer las pequeñas alegrías cotidianas, pasar el tiempo con quienes queremos, darnos el privilegio de elegir y, además, con el regalo de no sentir la presión o la obligatoriedad de pasar por una situación de salud compleja. Vivir, agradecer y disfrutar. ¡Y porque nos da la gana!