Manuela Bodas Puente
Miércoles, 11 de Diciembre de 2013

Mandela está en el viento

Y el viento siempre está ahí, esperando para repartir semillas, para traer las nubes que dan agua, el agua a su vez, hará crecer las semillas que reposan en la tierra.
 
Mandela es el árbol del bien que creció en el desierto, que enraizó cuando los barrotes de la cárcel le impedían ver la vida, pero no le impedían prepararse para ganar la gran batalla de la equidad.
 
Mandela está en el viento que recorre la galaxia de la lucha sin armas, del perdón a los que te han privado de tus derechos equivocadamente.
 
Mandela es la demostración de que el hombre puede y debe conseguir vivir sin dividir, sin restar, sin apropiarse de los valores y los derechos con los que se nace.
 
Mandela negro, Mandela blanco. Logró teñir de calma los colores de la vida. Logró soñar despierto, bailar al son de su pueblo.
 
Mandela blanco, Mandela negro, ningún ser es más que otro. La humildad siempre al servicio del prójimo. La cercanía, el color más intenso.
 
Mandela está en el viento que transporta el sonido de la paz. Él hizo que su voz sonara en todas las verdades.
 
Mandela abrió un camino, que ya nadie puede cerrar, el camino de la libertad y la esperanza en la bondad de la gente.
 
Mandela, padre del cambio, ministro de sonrisas, maestro en el ejemplo.
 
Mandela ya camina por el huerto de los afectos, rema en el río de los reencuentros, nada en las aguas del mejor océano, el océano de la superación y el respeto.
 
Mandela, el preso número 46664, que llenó su celda del gran sentido del universo, el perdón. Porque perdonando al que te ofendió, le demuestras lo equivocado que estaba.
 
Mandela, descubridor de una raíz sanadora que unió a su pueblo.
 
Mandela está en el viento que desde el desierto traspasa fronteras y lleva su buena arena hasta los confines del corazón más pequeño.
 
Cuando la brisa te acaricie la piel, siente a Mandela recordándote que tú también puedes aportar tu bondad, tu integridad moral y tu responsabilidad para lograr un mundo más justo. Para mejorar tu propia calidad humana. Para crear con tu pequeño gesto una ráfaga que recorra los siete mares, que llegue hasta la luna y la encienda, para que nunca se apague el mensaje de Mandela.
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