Repensando Astorga
![[Img #63746]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/05_2023/3745_2-mercedes-136195064_10221307990546703_8230770210702543217_o-copia.jpg)
Pienso, y repienso, que entre las cosas de esta ciudad hay algunas que creo que con poca dificultad podrían mejorarse, y otras que claman ser solucionadas.
Una cuestión fácil de resolver y que estando como está la situación hidrográfica actual, la preocupación por la sequía, la necesidad de buscar soluciones al consumo del agua, la exigencia de sostenibilidad, el deber de concienciación del derroche al que estamos acostumbrados dejando correr el agua a grifo abierto sin ninguna moderación, la sed que nos llega, el mundo que se seca, el desierto que avanza desde el continente africano hacia la península…, los ríos que menguan su caudal, las aguas subterráneas que se reducen, etc, etc, etc…; frente a todo esto tenemos tres caños en la Eragudina dejando correr el agua mañana tarde y noche sin parar día tras día y año tras año. Y yo pienso. ¿No sería más lógico, ecológico y sostenible que se pusieran unos grifos que pudieran cerrarse y abrirse a necesidad? ¿Dónde va a parar toda esa agua que se pierde por el sumidero? Unos me han dicho que a las tuberías de desagüe, otros que sirve para regar la pradera, pero si es así ¿dónde se acumula para poder utilizarla?
Pienso, y repienso, que sería necesario poner atención a esos caños que sueltan agua sin parar, porque pienso que aunque venga de alguna gran bolsa de agua subterránea ese acuífero acabará acabándose algún día, como ha pasado en Doñana, por ejemplo, y entonces… vendrán las lamentaciones.
Otro asunto que pienso, y repienso, es lo inconcebible que resulta que para hacerse una sencilla mamografía en esta ciudad haya que recorrer 100 kilómetros. ¿Cómo es posible que en el ambulatorio no se hagan mamografías? Un ambulatorio tan grande, tan moderno, tan reciente, con tantos despachos…, no haya un servicio de mamografías, aunque tan sólo fuera una vez a la semana? Se trata de una prueba básica, sencilla, y de prevención, sobre todo de prevención, lo importante que es la prevención para la salud particular y la economía de la Administración. Tres factores importantes a considerar para disponer de ese servicio en una comarca significativa como la de Astorga. En esta comarca, como en general en el mundo rural, la población es mayorina y también especialmente mujerina. Mujeres mayores de distintos pueblos, que tienen que agenciárselas para llegar a la ciudad astorgana para coger un autobús a León y de allí otro bus para llegar a hospital adecuado. Un gran periplo, una fatigosa aventura contra reloj a costa de los horarios y las citas, para una prueba de diez minutos como mucho. Ah, y si la cita es a primera hora de la mañana hay que levantarse al alba para llegar. Eso es lo que pienso con mucho pesar de las personas que no tienen coche, que no conducen. Yo tengo coche y conduzco, y emplear toda la mañana, más el gasto que supone, para hacerme una sencilla prueba de diez minutos me parece tercermundista. ¿Qué tal si la Administración astorgana hace un encaje en sus cuentas para dedicarle una partidita a comprar una máquina de mamografías? Quizás desviando alguna partida de flusfluses de fiestas podríamos conseguirlo. O quizás el leonés Amancio Ortega, si se le pide con gracia, nos regalaría una. Todo es ponerse. ¿Despoblación rural? ¡Despoblación!
Más pensamientos repensados. Las salas. Tenemos en la ciudad dos salas arregladas hace relativamente poco (relativamente), el Teatro Gullón, y la de la Biblioteca. Dos salas dedicadas a ver cine o espectáculos. Dos salas en las que se ha invertido mucho dinero, en una más que en otra, está claro. El teatro Gullón ha sido una obra más importante y se ha llevado mucho más dinero Sí, ya sabemos que las obras de teatro Gullón no las pagó el Ayuntamiento sino el Ministerio de Fomento, con un presupuesto inicial de 4.8 millones de euros. Este proyecto anunciaba que optó por rediseñar completamente el interior del teatro para obtener la máxima optimización acústica y visual. Ja, ja, ja. Lo cambiaron todo, había que gastar los millones, como nuevos ricos, y para ello se tiró lo que había y se puso todo nuevo. Quien hizo la obra bien podría ser el ‘hermano’ o ‘el cuñado’ de alguien que no pisa las salas de un teatro, y desde luego no va a los palcos, porque lo de obtener la máxima optimización visual es una broma. Si uno se sienta en el patio de butacas tiene que elegir la segunda fila para ver todo el escenario, a partir de ahí las butacas están dispuestas para que te entretengas viendo y sorteando la cabeza del que está sentado en la fila anterior. Y si se te ocurre ir a un placo lateral o las primeras filas de la gradería central superior, las barandillas dividen en dos mitades exactas el escenario, es decir que lo que más ves de lo que pasa en el escenario son los telones superiores, es decir, nada. ¿A quién se le ocurre semejante disparate? ¡Cuatro años de obras y muchos millones para esto! Y desde el 2015 tenemos un moderno teatro Gullón que difícilmente se puede ver el escenario en su totalidad. Una dificultad bastante incómoda. ¿Por qué el Ayuntamiento o el responsable del Ministerio o a quien le correspondiera, no protestó a la recepción de la obra terminada para que el arquitecto de turno enmendara tal desaguisado? No se entiende que se haya asumido ese despropósito sin más. “Da igual porque como es dinero público es dinero de nadie, regalado. Si está mal hecho… como no nos ha costado…” La vida sigue igual y los desatinos también.
Y el salón de actos de la Biblioteca otro tanto de lo mismo. Entre este salón y la sala de exposiciones parece que se han invertido 345.000€, y se ha estrenado en febrero de 2022. Un salón que igualmente se ha querido cambiar con la idea de modernizar. En esta ciudad se confunde lo antiguo con lo viejo, y son dos cosas muy distintas. Lo que está viejo se cambia sí, pero sin necesidad de tirar todo abajo. Lo antiguo no necesariamente es viejo, lo antiguo no viejo tiene su gran valor en su solera, su historia, su mensaje…, y precisamente el salón de la biblioteca tenía todo ese mensaje histórico que le correspondía. Dicen que se ha pretendido que la gente sienta que está en Astorga cuando está en el salón de actos, y para ello puesto unas ramitas de roble y han eliminado los magníficos retratos de todos personajes astorganos significativos de la literatura y la intelectualidad. ¿? Ay, sí, las ramitas de roble nos acercan más a Astorga que el retrato de los Panero, los Gullón, los Luengo… En cuanto a los asientos nuevos son más incómodos y menos prácticos que los antiguos, y volvemos a sufrir lo que pasa en el Gullón que la cabeza del de delante tapa el escenario. Finalmente la estética conseguida es como inspirada en la oferta de grandes almacenes. El salón ha quedado sin personalidad ninguna, como cualquier local actual de cualquier lugar provinciano del mundo globalizado. Es un canto a “qué moderno soy que lo pongo todo nuevo como ‘de revista’ ”. Se puede modernizar la tecnología, los servicios, la acústica…, sin necesidad de tirar lo antiguo sino manteniéndolo y utilizándolo bien porque es lo que le da personalidad al local. Qué pena. Qué pena que se vaya tirando lo antiguo para poner en su lugar cosas vulgares. Así ha pasado con las casas y así va pasando con la esencia de la ciudad. Podía ser una ciudad preciosa si se hubieran mantenido tantas cosas que se ha llevado el vertedero, sus casas por ejemplo, en lugar tirarlas para llenarla de columnas de pisos. Se podía haber construido viviendas fuera de las murallas y haber dejado una ciudad llena de jardines, como era. Pero eso ya pasó. Ahora, ya puestos en la actualidad, lo poco que queda autentico habrá que cuidarlo y no tirarlo. ¿Podemos esperar un criterio superior de los políticos? Esperemos.
O témpora o mores
Pienso, y repienso, que entre las cosas de esta ciudad hay algunas que creo que con poca dificultad podrían mejorarse, y otras que claman ser solucionadas.
Una cuestión fácil de resolver y que estando como está la situación hidrográfica actual, la preocupación por la sequía, la necesidad de buscar soluciones al consumo del agua, la exigencia de sostenibilidad, el deber de concienciación del derroche al que estamos acostumbrados dejando correr el agua a grifo abierto sin ninguna moderación, la sed que nos llega, el mundo que se seca, el desierto que avanza desde el continente africano hacia la península…, los ríos que menguan su caudal, las aguas subterráneas que se reducen, etc, etc, etc…; frente a todo esto tenemos tres caños en la Eragudina dejando correr el agua mañana tarde y noche sin parar día tras día y año tras año. Y yo pienso. ¿No sería más lógico, ecológico y sostenible que se pusieran unos grifos que pudieran cerrarse y abrirse a necesidad? ¿Dónde va a parar toda esa agua que se pierde por el sumidero? Unos me han dicho que a las tuberías de desagüe, otros que sirve para regar la pradera, pero si es así ¿dónde se acumula para poder utilizarla?
Pienso, y repienso, que sería necesario poner atención a esos caños que sueltan agua sin parar, porque pienso que aunque venga de alguna gran bolsa de agua subterránea ese acuífero acabará acabándose algún día, como ha pasado en Doñana, por ejemplo, y entonces… vendrán las lamentaciones.
Otro asunto que pienso, y repienso, es lo inconcebible que resulta que para hacerse una sencilla mamografía en esta ciudad haya que recorrer 100 kilómetros. ¿Cómo es posible que en el ambulatorio no se hagan mamografías? Un ambulatorio tan grande, tan moderno, tan reciente, con tantos despachos…, no haya un servicio de mamografías, aunque tan sólo fuera una vez a la semana? Se trata de una prueba básica, sencilla, y de prevención, sobre todo de prevención, lo importante que es la prevención para la salud particular y la economía de la Administración. Tres factores importantes a considerar para disponer de ese servicio en una comarca significativa como la de Astorga. En esta comarca, como en general en el mundo rural, la población es mayorina y también especialmente mujerina. Mujeres mayores de distintos pueblos, que tienen que agenciárselas para llegar a la ciudad astorgana para coger un autobús a León y de allí otro bus para llegar a hospital adecuado. Un gran periplo, una fatigosa aventura contra reloj a costa de los horarios y las citas, para una prueba de diez minutos como mucho. Ah, y si la cita es a primera hora de la mañana hay que levantarse al alba para llegar. Eso es lo que pienso con mucho pesar de las personas que no tienen coche, que no conducen. Yo tengo coche y conduzco, y emplear toda la mañana, más el gasto que supone, para hacerme una sencilla prueba de diez minutos me parece tercermundista. ¿Qué tal si la Administración astorgana hace un encaje en sus cuentas para dedicarle una partidita a comprar una máquina de mamografías? Quizás desviando alguna partida de flusfluses de fiestas podríamos conseguirlo. O quizás el leonés Amancio Ortega, si se le pide con gracia, nos regalaría una. Todo es ponerse. ¿Despoblación rural? ¡Despoblación!
Más pensamientos repensados. Las salas. Tenemos en la ciudad dos salas arregladas hace relativamente poco (relativamente), el Teatro Gullón, y la de la Biblioteca. Dos salas dedicadas a ver cine o espectáculos. Dos salas en las que se ha invertido mucho dinero, en una más que en otra, está claro. El teatro Gullón ha sido una obra más importante y se ha llevado mucho más dinero Sí, ya sabemos que las obras de teatro Gullón no las pagó el Ayuntamiento sino el Ministerio de Fomento, con un presupuesto inicial de 4.8 millones de euros. Este proyecto anunciaba que optó por rediseñar completamente el interior del teatro para obtener la máxima optimización acústica y visual. Ja, ja, ja. Lo cambiaron todo, había que gastar los millones, como nuevos ricos, y para ello se tiró lo que había y se puso todo nuevo. Quien hizo la obra bien podría ser el ‘hermano’ o ‘el cuñado’ de alguien que no pisa las salas de un teatro, y desde luego no va a los palcos, porque lo de obtener la máxima optimización visual es una broma. Si uno se sienta en el patio de butacas tiene que elegir la segunda fila para ver todo el escenario, a partir de ahí las butacas están dispuestas para que te entretengas viendo y sorteando la cabeza del que está sentado en la fila anterior. Y si se te ocurre ir a un placo lateral o las primeras filas de la gradería central superior, las barandillas dividen en dos mitades exactas el escenario, es decir que lo que más ves de lo que pasa en el escenario son los telones superiores, es decir, nada. ¿A quién se le ocurre semejante disparate? ¡Cuatro años de obras y muchos millones para esto! Y desde el 2015 tenemos un moderno teatro Gullón que difícilmente se puede ver el escenario en su totalidad. Una dificultad bastante incómoda. ¿Por qué el Ayuntamiento o el responsable del Ministerio o a quien le correspondiera, no protestó a la recepción de la obra terminada para que el arquitecto de turno enmendara tal desaguisado? No se entiende que se haya asumido ese despropósito sin más. “Da igual porque como es dinero público es dinero de nadie, regalado. Si está mal hecho… como no nos ha costado…” La vida sigue igual y los desatinos también.
Y el salón de actos de la Biblioteca otro tanto de lo mismo. Entre este salón y la sala de exposiciones parece que se han invertido 345.000€, y se ha estrenado en febrero de 2022. Un salón que igualmente se ha querido cambiar con la idea de modernizar. En esta ciudad se confunde lo antiguo con lo viejo, y son dos cosas muy distintas. Lo que está viejo se cambia sí, pero sin necesidad de tirar todo abajo. Lo antiguo no necesariamente es viejo, lo antiguo no viejo tiene su gran valor en su solera, su historia, su mensaje…, y precisamente el salón de la biblioteca tenía todo ese mensaje histórico que le correspondía. Dicen que se ha pretendido que la gente sienta que está en Astorga cuando está en el salón de actos, y para ello puesto unas ramitas de roble y han eliminado los magníficos retratos de todos personajes astorganos significativos de la literatura y la intelectualidad. ¿? Ay, sí, las ramitas de roble nos acercan más a Astorga que el retrato de los Panero, los Gullón, los Luengo… En cuanto a los asientos nuevos son más incómodos y menos prácticos que los antiguos, y volvemos a sufrir lo que pasa en el Gullón que la cabeza del de delante tapa el escenario. Finalmente la estética conseguida es como inspirada en la oferta de grandes almacenes. El salón ha quedado sin personalidad ninguna, como cualquier local actual de cualquier lugar provinciano del mundo globalizado. Es un canto a “qué moderno soy que lo pongo todo nuevo como ‘de revista’ ”. Se puede modernizar la tecnología, los servicios, la acústica…, sin necesidad de tirar lo antiguo sino manteniéndolo y utilizándolo bien porque es lo que le da personalidad al local. Qué pena. Qué pena que se vaya tirando lo antiguo para poner en su lugar cosas vulgares. Así ha pasado con las casas y así va pasando con la esencia de la ciudad. Podía ser una ciudad preciosa si se hubieran mantenido tantas cosas que se ha llevado el vertedero, sus casas por ejemplo, en lugar tirarlas para llenarla de columnas de pisos. Se podía haber construido viviendas fuera de las murallas y haber dejado una ciudad llena de jardines, como era. Pero eso ya pasó. Ahora, ya puestos en la actualidad, lo poco que queda autentico habrá que cuidarlo y no tirarlo. ¿Podemos esperar un criterio superior de los políticos? Esperemos.
O témpora o mores