Arrasando
![[Img #64171]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/06_2023/5112_4-nuria-dsc_5556-copia.jpg)
No existe mejor publicidad para una cadena de supermercados que colgar el letrero de “liquidación por cierre de negocio”. Dicho cierre solamente se anuncia, por norma general, en una de las tiendas de la cadena, y los artículos se ‘regalan’ casi a precio de ganga. Algo por supuesto engañoso, como es toda la publicidad en nuestros días.Una estrategia perfecta de marketing nada desdeñable.Desde que nos instalamos en la sociedad del espectáculo todo vale, y estafar al personal es uno de los tan traídos y llevados mantras.
Resulta que yo, embutida en mi pellejo de pobre mortal. Abducida por el dios del ojalá, me acerqué muy curiosa a este lugar para conseguir las galletas de mi merienda a precio irrisorio, y poder aprovecharme así de la improbabilidad; pues son de una marca selecta y especial.Ya saben, que si harina de centeno, semillas de sésamo y chía,bla,bla ,bla, requeteblá. Todo muy sano y sin alérgenos. Tales galletas ya se habían esfumado de los estantes, aunque su precio seguía allí haciéndose ver como una oferta lujuriosade lo más atrayente.Exhibiendo sus letras y precio en dorado y azul.Pueden imaginar cual no sería mi estupor al comprobar que el precio marcado casi doblaba el habitual. Continué mi periplo por la superficie comercial observando que todos los artículos habían desaparecido como por arte de birlibirloque. El lugar aparecía saqueado, arrasado por un batallón de guerra. Parecía haberse anunciado el fin del mundo u otra pandemia feroz. Algo quedaba claro está, porque algo siempre lo consideramos superfluo para subsistir sin ello: la zona de los yogures contenía alguna mercancía ya caducada, la de los quesos ídem, pero lo que llamó profundamente mi atención fue que las estanterías de comida para mascotas rebosaban de productos. Nadie se paró a pensar en las supuestas ofertas de comida para perros y gatos. Lo que lleva a deducir que frente al caos, primero somos nosotros y en última instancia las mascotas. Deduzco todas estas consideraciones porque la zona de vinos y licores, así como la de cremas y perfumes, también habían sido arrasadas. Ni una sola botella de vino, incluso peleón, ni frasco de colonia, ni mucho menos una sola caja de crema solar. El hedonismo por bandera que nos abduce y deslumbra. El parecer frente al ser, pasando por encima de todo, incluidos nuestros animalitos de compañía que serán abandonados en el campo o las gasolineras por mucho cretino en cuanto empiece el verano.
Mi estupor más profundo hacia los abuelos depositados a la intemperie por sus abyectos familiares –Penadecárcelcadenaperpétuaporfavoryabastamequedosinaire-
Dense una vuelta cuando un cartel de cierre aparezca frente a sus ojos y adéntrense en el rostro de la noche más profunda.
No existe mejor publicidad para una cadena de supermercados que colgar el letrero de “liquidación por cierre de negocio”. Dicho cierre solamente se anuncia, por norma general, en una de las tiendas de la cadena, y los artículos se ‘regalan’ casi a precio de ganga. Algo por supuesto engañoso, como es toda la publicidad en nuestros días.Una estrategia perfecta de marketing nada desdeñable.Desde que nos instalamos en la sociedad del espectáculo todo vale, y estafar al personal es uno de los tan traídos y llevados mantras.
Resulta que yo, embutida en mi pellejo de pobre mortal. Abducida por el dios del ojalá, me acerqué muy curiosa a este lugar para conseguir las galletas de mi merienda a precio irrisorio, y poder aprovecharme así de la improbabilidad; pues son de una marca selecta y especial.Ya saben, que si harina de centeno, semillas de sésamo y chía,bla,bla ,bla, requeteblá. Todo muy sano y sin alérgenos. Tales galletas ya se habían esfumado de los estantes, aunque su precio seguía allí haciéndose ver como una oferta lujuriosade lo más atrayente.Exhibiendo sus letras y precio en dorado y azul.Pueden imaginar cual no sería mi estupor al comprobar que el precio marcado casi doblaba el habitual. Continué mi periplo por la superficie comercial observando que todos los artículos habían desaparecido como por arte de birlibirloque. El lugar aparecía saqueado, arrasado por un batallón de guerra. Parecía haberse anunciado el fin del mundo u otra pandemia feroz. Algo quedaba claro está, porque algo siempre lo consideramos superfluo para subsistir sin ello: la zona de los yogures contenía alguna mercancía ya caducada, la de los quesos ídem, pero lo que llamó profundamente mi atención fue que las estanterías de comida para mascotas rebosaban de productos. Nadie se paró a pensar en las supuestas ofertas de comida para perros y gatos. Lo que lleva a deducir que frente al caos, primero somos nosotros y en última instancia las mascotas. Deduzco todas estas consideraciones porque la zona de vinos y licores, así como la de cremas y perfumes, también habían sido arrasadas. Ni una sola botella de vino, incluso peleón, ni frasco de colonia, ni mucho menos una sola caja de crema solar. El hedonismo por bandera que nos abduce y deslumbra. El parecer frente al ser, pasando por encima de todo, incluidos nuestros animalitos de compañía que serán abandonados en el campo o las gasolineras por mucho cretino en cuanto empiece el verano.
Mi estupor más profundo hacia los abuelos depositados a la intemperie por sus abyectos familiares –Penadecárcelcadenaperpétuaporfavoryabastamequedosinaire-
Dense una vuelta cuando un cartel de cierre aparezca frente a sus ojos y adéntrense en el rostro de la noche más profunda.