Tomás-Néstor Martínez Álvarez
Sábado, 15 de Julio de 2023

¡¡Okupa la gramática y... verás!!

El viernes tuvo lugar en Veguellina de Órbigo, a la brisa del río, una lectura comentada de poemas de Luz Pichel.
Es buena costumbre en 'Poesía a Orillas del Órbigo' repartir a los asistentes un pequeño librito con lo allí recitado. En esta ocasión el libro contiene un florilegio poético de la autora con el prólogo que abajo reproducimos, de Tomás Néstor Martínez.

En los sucesivos viernes del mes de julio intervendrán por este orden: Mario Obrero y Juan Velasco Moreno

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“gentes veloces voces coches furgo netasautob uses bicis”

 

 

La puerta, abierta. Pasen y lean, o no. La Gramática, casa de la lengua o del lenguaje,  espacio´ siempre del común, “ha sido okupada por una poesía dispuesta a destartalar la norma”, a “crear conflictos dentro de la lengua”. Llega hasta aquí poesía otra para explorar los sentidos ocultos de la palabra tras la negación de estructuras establecidas. La escritura poética se desenvuelve y madura en y con la mayor “cota de libertad” para adentrarse en cualquier territorio del alma, territorio difícil de situaren mapa físico alguno: “Ahora que no estás quiero contarte mi paisaje interior” (De El paisaje interior).

 

 

Comenta César Vallejo en su libro El arte y la revolución que en la poesía carece de razón de ser la gramática como norma colectiva. “Cada poeta forja su gramática personal e intransferible…El poeta puede hasta cambiar, en cierto modo, la estructura literal y fonética de una misma palabra”. Y Luz Pichel lo sabía: --“las donicelas son saltaparedes son salta son sal so sobre lo sal obre” (//’catorce. uno’, de ‘Alén Alén’)

 

 

Aunque en campos poéticos y circunstancias muy distantes, Nicolás Guillén –“La mericana te buca / y tú la tiene que huí: / tu inglé era de etrái guan, / de etrái guan y guan tu tri” --(‘Tú no sabe inglé’, de ‘Motivos de son’)-- o Gloria Fuertes –“No me catalogues / no me catafalco / no me catadiñes / -sería desfalco- “ (De ‘Sola en la sala’), entre otros, indagaron posibilidades lingüístico-literarias con mirada distintade la que proyecta nuestra poeta.

 

 

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Recuerda la poeta que la lengua que aprendió en Alén, su aldea, era la de los pobres, un “galegocastrapeiro” o “galego mal falado” decían los académicos; el castellano, lengua de los ricos, “la hablábamos en raras ocasiones y no muy académicamente”, despectivamente la llamábamos ‘castrapo’, “convencidos de nuestra torpeza”. En lo que los académicos consideraron “castrapeiro” y “castrapo”, la poeta gallega indagó hasta hallar un lenguaje poético “con extrañas apariciones que la poesía puede incendiar para que salte la chispa de otra armonía”, musicalidad escondida en las palabras “mal faladas”. “La noche dona agua de abundancia, / todo lo deja enlloviznando: /…/ cabecitas pobres cabecitas el pasamiento / de los astros de la luz a lo neghro. / Parece que quiere saír el sol, / los gatos vanse enjugar / a brincos”. (‘No se sabe casi nada’). No puede haber poesía sin agitación lingüística; si no se exprimen las palabras terminan por adormecerse hasta secarse en la esterilidad. Luz Pichel sabe cómo tratarlas desde su ‘entrelenguas’, “un grano para el hijo de mirada lista        una co una coooorteza para el guapo animal que guía a un ciego     a un siego      un cegho” (De ‘Alén Alén)’.

 

 

Sus poemarios –‘El pájaro mudo’ (1990), ‘La marca de los potros’ (2004), ‘Casa pechada’ (2006), ‘Tra(n)shumancias’ (2015), ‘Din din don y más Hortensias azuis’ (2021),  ‘Alén, Alén’ (2021)- nacen de la necesidad de hablar, de no olvidar, de tumbar la frontera social y lingüística entre lengua de ricos y lengua de pobres, de defender la dignidad y respeto académico a manifestaciones literarias otras. En la diversidad es más fértil la creatividad.

 

 

“Teníamos que contarles a los críos que el reportaje que estaban viendo no era un cuento aunque ocupara el lugar de los cuentos eran gentes de un lugar que iban hacia un otro lugar buscando buscando y huyendo huyendo como habían hecho antes todas las gentes que se habían ido de cada casa alguna se habían ido las gentes /… /

entonces los niños y bueno las niñas también preguntaron muchísimas cosas y como no sabíamos contestarles nos miraron con los ojitos llenos de compasión y se fueron a jugar

               con los ojitos” (//’dieciocho.dos’, de ‘Alén Alén’).

 

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A Luz Pichel, escribe Sergio C. Fanjul, “le gustan las ‘malas’ lenguas, las que se mezclan, las que se amoldan a la gente antes que a las normas. Le gusta romper las palabras, quebrar la sintaxis”. Le viene bien a la poesía, entre otras cosas, avanzar hacia lo (des)conocido, adentrarse en lo real que alguna vez fue imaginado.

 

 

En los poemarios de la poeta de Alén se reencuentran palabras y silencios, recuerdos y ausencias, memoria: partitura sinfónica para voces no armonizadas y coro; voces y coro aparecen sin anunciarse, invitados tiempo ha por la voz memoriosa de Luz. Se presentan y saltan al poema entreverados los lugares -Alén, Barquisimeto, Londres, Madrid, Alén- con aquel tiempo “de trenzas y de olor a castañas”. Conversan los versos en monólogos dialogados, ecos y resonancias los textos que Luz nos entrega, “los molinos de agua pertenecen al tiempo pertenecen a las zarzas a la infancia y a los cuentos  descansa ¿sí? ¿para esto te levantas de la tumba?” (De ‘Alén Alén’). Poliédrico es cada poema pues incorpora otros poemas abiertos desde el ahora al tiempo ido, con la infancia al fondo, a la escucha. Como escribe Olvido García Valdés los poemas son ese “lugar raro en el que se guarda la vida”.

 

 

--“una carta de México la madrecita allá eso no pudre eso no se al paso se corrompe se esa no letra no el recuerdo es incorruptible si de madre es recuerdo de madre incorruptible incluso dentro del os mantillos de los hongos la descabezada “(//nueve, de ‘Alén Alén’)

 

 

Abiertas la casa y sus puertas. Al lado “la ventana tan cerca de la tierra a una distancia del suelo de salto vertical de caracol.Ahí mismo, a una mirada de distancia una hoja del ál amo cae sin alas sin culpa sin lengua sin odio del árbol para el prado para el jardín

después otra otraotra verde blanco verde palma rep alma palma

no hay p eso no hay p risa”

(De ‘Alén Alén’)

 

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A esta casa de la poesía, la de Luz Pichel, se accede sin trabas. Sus versos no han quedado varados, siguen “en fuga permanente”. El encuentro entre lenguas y palabras no es juego fugaz ni vacuo; en ellas, sin prisa, nos va la vida.

 

                                                                       

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