Tomás Néstor Martínez Álvarez
Domingo, 23 de Julio de 2023
ENTREVISTA / Mario Obrero, poeta

Mario Obrero: "Me gusta pensar que fue el envés de la lluvia, lo que me trajo a la poesía"

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Tomás Néstor Martínez: En algún sitio escribiste:  “Me gusta pensar que fue el envés de la lluvia, lo que me trajo a la poesía.”¿Qué quiere decir esto?

 

Mario Obrero: Muchas gracias, Tomás, gracias por acogernos en este lugar, y me permito pluralizar porque no soy el único los poetas en este encuentro tan único y por recordar los versos. Yo creo que muchas veces a la juventud y a la poesía en general se le aplaude tanto que se olvida oír qué está diciendo, y se olvida escuchar cuál es el mensaje. El aplauso a veces es tan estrepitoso que no se escucha el verso. El envés de la lluvia, creo que tiene que ver con ese fleco, que decía Walter Benjamin, quien obviamente no había pasado por mi vida y no estaba más que en los escombros de los sueños; pero tenía mucho que ver con esa otra posibilidad que tienen a veces los mapas de torcerse y las calles, es decir, la geografía de lo que pensamos y de lo que hacemos también en convertirse en una arruga, Esto en el gallego y en el leonés lo sabéis. En las  arrugas de las ciudades, en esa arruga geográfica está precisamente esa otra forma…No suele ver el mundo sin estar en el mundo. Cuando miras con otros ojos, cuando escuchas con otras orejas y cuando prestas otro tipo de atenciones estás viviendo ya en otras latitudes; ese es el envés de la lluvia.

 

 

En un viaje de vuelta de Cádiz, con siete años más o menos, se te agotaron las pilas de una maquinilla de juegos. Para compensar o equilibrar decidiste escribir un poema…¿Es cierto esto?

 

Sí, y además quiero pensar que no se da puntada sin hilo en esta que es también ‘terra de sastres’ y que todo lo que se hace y todo lo que no se hace tiene un porqué. Quiero pensar que también la desactivación de unos ímpetus tecnológicos tiene que ver con la activación del envés, de ese otro lado. Ojalá apagaran muchas más maquinitas; ojalá se apagaran muchas más programaciones del ocio, del entretenimiento y que al final para el disfrute del gozo humano se encendieran otras que además conllevan pensamiento. La poesía es aquello en lo que se disfruta pensando. Y no hay nada mejor que pensar ni tampoco nada mejor que gozar. Y en aquel atasco, además de coche, de familia numerosa, en ese atasco de familia que va con mil maletas de un sitio a otro, en esa trashumancia, que es un acto ‘trans’ porque es transformativo, de traslado y de transformación, consecuentemente surgió la necesidad poética. Los versos eran muy sencillos, no decían más que:“Gotitas viajeras / que van haciendo “bum bum”/ en tu coche”. Ya había un viaje de tránsito; el diminutivo ‘gotita’ es aquello pequeño a lo que se quiere,  y el ‘bum bum’ completa la forma poética.

 

 

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¿Las musas te azuzaron desde bien pronto?

 

Sí y además me gusta pensar que uno no acude a la poesía como quien va al supermercado o a las plazas ni siquiera como va a la Delegación de Hacienda. Uno acude hacia lo que no sabe. Es la poesía en muchas ocasiones la que se acerca a ti; y en esa confianza es donde están la ideología profundamente empática y lo poético. Uno se acerca hacia algo que también se está acercando hacia él. Cuando ese mapa está hecho por dos manos, está trazado por dos puntos, el propio y el de la poesía, entonces hay una empatía necesaria. Tú eres amigo de la poesía y la poesía es amiga tuya; no es otra cosa que una profunda amistad.

 

 

A la salida del ‘insti’ teníais por costumbre, con unas amigas, poneros a rapear…

 

Yo he confiado mucho siempre en la educación pública, lo hago por mi madre que es maestra, lo hago por mi experiencia.

No entiendo muy bien la denominación ‘Poesía de la experiencia’. Experiencia es todo lo que se vive, lo que se sueña, lo que se imagina y todo lo que se empatiza, también las vivencias de otras personas. Es cierto que en la ficción yo encuentro unos límites, como el de no poder ponerme en otro lugar al que no pertenezco. Decía Vladimir Holan que no es indiferente el lugar donde estamos, y para mí no es indiferente la escuela pública, para mí no es indiferente el instituto de barrio del sur de Madrid, una zona obrera como lo es Getafe. Si pudiera ficcionalizar y ponerme en la piel de alguien de La Moraleja tal vez otro gallo cantaría; para mí la ficción ahí tiene algunos límites que son infranqueables.

 

 

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Con catorce años ‘Premio Nacional de Poesía Joven Félix Grande’ con Carpintería de armónicas. Un año después Ese ruido ya pájaro, nuevo poemario. Y esa precocidad, Mario, creo que es la recogida de una cosecha anterior. ¿Quién ha sembrado, cómo había sido la siembra?

 

A mí me abruma mucho siempre la palabra precocidad, porque me voy inevitablemente a la eyaculación precoz y me da mucho miedo. Espero que la precocidad vaya por otros caminos. Aun así, claro que hay una gran cosecha, cosecha de frutos, es decir, de aquello nuevo que se ‘dis-fruta’; pero cosecha muy importante de carencias, de lo que no se ha tenido. De la poesía recibo frutos; los recibo de Guadalupe Grande, de García Lorca o de Juan Carlos Mestre; de la vivencia también recibo carencias: la carencia de una abuela que no sabe escribir, la carencia de unos padres que han tenido en casa como único libro la Historia del Mueble en el salón y el comedor, y las carencias históricas de aquellos que apellidándose ‘Obrero’ no han sido otra cosa que obreras y obreros de la esperanza que sí…

 

 

¿Cómo influyen los alrededores y el entorno en un poema, a la hora de escribir?

 

En todo. Yo diría que el poema pretende descentralizarse. Es esa idea de no focalizar de no posicionar un punto concéntrico que genere esa subdivisión tan jerarquizada entre lo que es centro y lo que es periferia. La poesía si ha de quedarse en un sitio se queda en las afueras. Todo lo que sea foráneo a la poesía es lo que sostiene, lo que mantiene y lo que cultiva y no entra en la poesía. Decía María Merce Marsal en un verso estupendo. “És perquè et sé germana que puc dir-te estrangera. // (…) És per què et sé estrangera que puc dir-te germana.”Cuando entiendes a la hermana como extranjera, a la extranjera como hermana; cuando entiendes lo de fuera, sea el territorio, la lengua, el poema, el paisaje como algo que es propio, estás desarticulando esos centros y acudiendo a la hermosa periferia de la poesía. No es solo una asamblea o una casa roja, sino que siempre ha estado a las afueras.

 

 

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Es frecuente hablar o escuchar:“Mira con ojos de poeta”¿Lleva algún anteojo, o anteojos específicos el poeta para ver lo que el resto no apreciamos?

 

Querría pensar que somos como aquellas hacedores de lentes, como lo era  Espinoza. Quizá no está tanto en llevar otra mirada sino en activar una mirada que creo más fundamental, si se me permite, más natural del ser humano. Hay algo que me parece un gesto tan radical como pararse a mirar el mar, algo que hacemos con asiduidad tremenda. El 80% de la tierra es agua; y todavía hoy nos seguimos planteando que cuando uno llega al mar ha de mirarlo. Es un gesto tan universal y tan profundamente poético que me da que pensar, y quiero que así sea, que la visión poética no es un apellido ni una agregación, sino realmente un origen o una simiente, un estado fundamental y fundacional de la visión humana. Y la poesía como sensibilidad es universal; esto no implica que uno la escriba, que haga versos o ni siquiera se dedique a coser libros. Esos ya son otros quehaceres.

 

 

Sueles decir que tienes una auténtica legión, no belicosa, de poetas amigos: Whitman,  Ginsberg, Silvia Plath, Rimbaud, Pessoa, León Felipe, Mestre… ¿De qué hablas con tantos amigos?

 

Hablo de muchas cosas con los compañeros del alma y, sobre todo, hablo desde un lugar que si bien quita los centros, también quita los tiempos, es decir, quita los presentes, entendidos como pequeñas parcelas del pensamiento de la vivencia humana. Claro que se puede ser amigo de Cernuda y claro que se pudiera ser amigo de Safo de Lesbos, de Enheduanna y de tantas y tantos escritores a lo largo de la historia. Se puede hablar con Juana de Asbaje en Ciudad de México. Esta capacidad tan trasgresora, esta capacidad tan opuesta a la lógica imperante de entender el pasado, etimológicamente como algo por lo que se pasa, como un participio, es decir participar y pasado, a muchas cabezas no les entra. Muchas lógicas imperantes, poderosas, no lo quieren aceptar como una forma de ver el mundo. Para mí la poesía precisamente está en eso, en esa desarticulación de los tiempos, en esa cadena de manos que te acompaña, que nunca te aprisiona,  cadena que no encadena.

 

 

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Humildad, trashumancia, exhumar, dices que proceden del latín culto ‘humus’, tierra; ¿están ligadas estas palabras a tu escritura poética?

 

Sí, y de nuevo están desde la carencia. La carencia da el cariño, cariño es ‘carere’, lo que careces: Cuando una persona nace en 2003, y nace en una ciudad del sur, donde se pierden los acentos, donde se homogeniza y se aglutina la vivencia, donde tienes abuelas y abuelos que han tenido palabras que hoy no dicen y, sin embargo, de alguna forma, piensan, necesitas esa tierra. Yo que no soy una persona de tierra, que mis manos no han tenido un ‘zacho’, que no he tocado una azada, necesito esa tierra; es decir, está en la carencia la poesía, está en lo de fuera; y desde ahí, desde esa tierra es desde donde todo termina. Es el espacio, no solo de lo que se entierra, sino también de lo que brota. Como decíamos antes, no es solo un espacio de diálogo con el pasado, sino un profundo espacio de compromiso hacia el futuro. La poesía también mira hacia delante y lo hace sin tener que elegir. Esa idea de las dicotomías de una u otra, o pasado o futuro, o recordar u olvidar…La dicotomía queda abolida en la poesía. No hay blancos y negros.

 

 

 

Peachtree City si fuera un sendero, un camino sería o bien DIE - Desempeño, Imagen, Exposición-  o en inglés ‘die’, morir. Explícalo.

 

Esto tiene que ver con el asombro del idioma. Decía García Lorca que se vuelve de la imaginación como de un país extranjero; cuando uno verdaderamente hace ese traslado corporal, ese mismo desplazamiento del que hablábamos antes, lo poético llevado a un cuerpo, así sea a mil km, a un avión y a una maleta de 35 kg, entonces llega el asombro, el asombro hacia lo que suena, hacia lo que es ritmo, hacia lo que es sonido, como dice Gamoneda. Ahí están la fundación de la poesía y los sonidos. Cuando un acrónimo además significa morir ,de repente tienes esa sonoridad de las cosas, cuando la palabra tiene la sombra en su palabra como dice Juan Carlos Mestre. Peachtree tiene una ciudad de Estados Unidos que no tenía la sombra en su palabra, pues en castellano significa Ciudad del Melocotonero; allí no había ese tipo de árboles; es decir, la palabra sin su sombra. La poesía precisamente lo que intenta buscar es el envés o sombra, universo, fleco o arruga de esa palabra. Poner melocotones allí donde hay sed de frutos. 

 

 

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¿Son estos tiempos malditos en los que se prostituye el lenguaje, se expande la contaminación lingüística para deshuesar la palabra y dejarla a la intemperie?

 

A mí no me importaría abrazarlo maldito, pensando que del latín tenemos ‘mal dictum’, lo mal dicho; pero ya es un decir y ya es un ‘pro-diquere’ y una profecía, un ‘pro-fero’ que además de ser, decir es lo que transporta. Creo, sin embargo, que son tiempos de homogeneización, es decir, yo lo pienso como si fuera un embudo y creo que cada vez el ‘pico ’de cómo pensaba ‘Uxio Novoneyra’ “NO bicarelo do bico do brelo,” ’el ‘bico’ cada vez se va haciendo más pequeñito y el embudo cada vez es más fino; lo que el pensamiento necesita es ensancharse, necesita horizontes o llamémosle tierra o llamémosle regueros, ríos o ensanchamientos. Frente a esa idea de las dicotomías cada vez más simples, más simplonas, la poesía está sí asumiendo la dificultad de las cosas, la dificultad de la palabra para no nombrar, la dificultad del lenguaje para no definir, la dificultad de que una hortensia no sea lo mismo que una azucena ni un pensamiento, una margarita ni tan siquiera un clavel ni una hortensia azul va a ser una hortensia rosa y una hortensia del Órbigo va a ser una hortensia de Getafe. Creo que más que contaminaciones lo que se producen son simplificaciones. Y en la poesía se entiende que lo inherentemente complicado no deja de ser lícito y legítimo y mucho menos disfrutable. Hay una posibilidad de gozar, degustar y convivir con lo difícil. No lo que no se entiende.

 

 

 

Exilio, muertes, fosas ¿tiene este país una condena histórica?

 

Este país sufre una condena histórica, una condena histórica que no llega, estoy seguro; y esta es la tierra de los Trece de Priaranza y de Emilio Silva; en fin, germinal para el movimiento de la ‘Memoria Histórica’ en España. No llega esta condena por una inherencia o una tendencia del pueblo, una especie de fatalismo. No. Llega por instituciones franquistas, de índole fascista que dan un golpe de Estado, que mantienen durante 40 años una dictadura que se basa en la represión, en el casi podríamos decir genocidio de gran parte de la población. Cuando tú piensas en un país donde no caben mujeres, donde no caben homosexuales, donde no cabe gente de izquierdas, ni caben las lenguas, ni cabe todo pensamiento divergente, quizás se te queda un país demasiado pequeño. De nuevo el embudo lo estás haciendo muy estrecho, y esto no es tanto una condena que soportemos como un Prometeo encadenado, sino que es fruto de unos procesos históricos reprochables y que además habrían de estar en nuestro ADN. Eso me parece imposible. Ser un poeta en este país sin recordar cada día que García Lorca está en la fosa común, no se puede escribir desde otro lugar. Se pueden ficcionalizar muchas cosas, no el lugar donde estás; y el lugar donde estamos, el país donde vivimos es un país con 3000 fosas comunes y con 114.000 desaparecidos y no es otro. Desde ahí qué podemos hacer, pues desde ahí, escuchar. Muchas veces en la memoria pensamos o tenemos ese ímpetu de dar voz. Aquello de dar voz me suena a cuando los banqueros dan hipotecas. Yo prefiero escuchar las voces, porque para nada están en silencio. Quizá estén silenciadas, pero en esa escucha es donde ha de estar siempre la poesía.

 

 

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Estarás harto de oír, y en cierto modo ya lo comentaste anteriormente, esa etiqueta de ‘poeta precoz’.

 

Hace poco pensaba que se usa también mucho la expresión muy manida de ‘insultantemente joven’ y, ¡claro!, yo me preocupo y me pregunto a quién insulto; insultantemente hacia quién; y ahí de nuevo hay un pensamiento, ¿quién está definiendo qué es lo joven? ¿quién se siente insultado por el hecho de la juventud? La juventud que a mí me comporta tanto como el pelo rizado, como haber tenido un abuelo del Atlético de Madrid o como ser asmático. No le aporto ni más valor ni le quito; pero creo que no. Es algo comercial. Se puede ejercer un fetichismo sobre eso; estoy muy en contra de ese fetichismo. Mi juventud es la misma juventud que tiene Froilán, es la misma juventud que tiene María Victoria Eugenia Federica, es exactamente igual que la que tiene la princesa ahora mismo de España y futura jefa Estado según la actual ley. Me separan tantos siglos, tantos mares y tantas cosas de la princesa de Girona que aunque tengamos la misma edad no veo punto en común, Cuando se habla de los jóvenes o la juventud, así en singular, se mete en un saco muy grande a personas muy distintas. Pocas veces escuchamos hablar de los adultos como de un genérico de personas que van por un mismo camino y por un mismo reguero. La juventud claro que sí es algo que da un lugar, un lugar que cambiará y por el que ha de transitar. Esto es algo maravilloso, pero más allá de eso, cada uno decide qué autobuses escoger, qué taxi rechazar y hacia qué lugares encaminarse.

 

 

Mario, tocas la guitarra, eres políglota y además hincha del ‘Atleti’. ¿Qué tiene el equipo colchonero que dentro del mundo de la creación artística en general tiene tantos seguidores?

 

Muchísimo. Colchonero es aquel que tenía esos colores del colchón o de aquella tela del jergón. Y yo el jergón siempre lo he pensado como ese espacio donde se han guardado las tres o cuatro pesetas, como las migas del hambre de aquel poema de Juan Carlos Mestre, que se guardaban en pequeños paños y se esperaba que llegaran los largos días de viento. El jergón es ese lugar donde guardar la pobreza, donde guardarla falta, ahí es donde encuentro al Atlético de Madrid, en esas formas de palmar tan honrosas, en esa pérdida como estancia en el mundo, en ese lugar que es el del que pierde, y también a la poesía como aquello que sin retener, sin poseer, sí que se permite guardar, meter en su bolsillo con mucho respeto, con mucho cariño y con bastante, bastante amor las pequeñas migas, que no por ser diminutas, dejan de ser esenciales…

 

 

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El otro día comentaba con Luz Pichel que habías recibido un premio esa misma semana, la semana pasada; ¿cuál es ese premio?

 

El ‘Premio Nacional de la Juventud’ del INJUVE, en la categoría de Cultura; y ahí de nuevo volví a echar para atrás y pensé en mi abuela vareando olivos o en mi abuelo plantando ajos del revés, porque no le gustaban y no quería que crecieran. No me parece tan descabellado que a uno lo premien por hacer algo de cultura, que tiene que ver profundamente con cultivar, aunque yo no he comido esas algarrobas; no está mal el cultivo con otras herramientas y de otras maneras, con palabras también semilla, otra clase de semilla.

 

 

De un acto del ’INJUVE’ nació un poema.

 

Sí, sí, ‘La ruta al exilio’, es uno de los proyectos más emocionantes que se han hecho en la última legislatura en este país; congregaba a treinta jóvenes de todo el Estado español para que recorrieran el camino que casi 400.000 españolas y españoles hicieron en febrero de 1939; a partir de ahí surgió Cerezas sobre la muerte, un libro que tiene que ver directamente con una anécdota, como hay tantas, de las fosas comunes de este país. Podríamos hablar de Priaranza, podríamos hablar de Foramontanos, podríamos hablar de Grau. Y sí, de la confianza en lo público, en aquello que te permite llegar a ese sitio, escuchar esas historias; en todo eso tiene que estar presente también la escritura poética. Cuando hablamos de publicar hablamos de hacer públicas las cosas; para mí hay un vínculo profundo entre lo que es público, las políticas públicas y también la poesía como forma pública de convivir en el mundo. Cuando tú en tu poema dejas entrar una cereza, un melocotón o una estrella estás haciendo pública tu vivencia, tu intimidad, tu pensamiento para que lo que pareciera ser extraño sea algo creativo.

 

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