Conversaciones con Lidia (1)
![[Img #64741]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/07_2023/8295_3.jpg)
(Conversación con Lidia en la sobremesa de la cena del 3 de Enero del 2015 en su casa de Brimeda.)
Yo vivía en el centro de Varsovia en un sitio que cuando salía de casa tenía un supermercado, lavandería abajo, unos tranvías, y todo, pero como él vino con tres perros, y tenía que pintar, necesitaba tener un estudio. Tuvimos que alquilar una casa a 15 km de Varsovia. Eso se hizo en invierno. Entonces, él ahí sentado, y yo tenía que coger autobuses para traer comida, para abastecerle, y él continuamente de mal humor porque no entiende ruso ni entiende polaco y eso como si tuviera la culpa alguien…, era vida muy dura para mí.
“Y ¿por qué aguantabas?”
Yo un día le dije que se marche, que se marche de Polonia, pero no sé, me convenció. Y cuando acabó ese año y medio horroroso, horroroso, de una explotación, de falta de solidaridad, de falta de todo…, yo, mira, hacía 15km. cambiando autobuses con la nieve, mucha nieve… Él no quiere conducir porque, bien, porque quiere pintar…, da igual. A mí me explota a tope en todos los sentidos.
Pero entonces llegó el momento en que él tenía que marcharse porque tenía un visado arreglado aquí por la embajada polaca para un año como estudiante, porque quería estudiar ruso y ya se había acabado. Entonces él decía que nos vamos. Yo le decía que yo no voy, no, no, yo no voy, contigo no voy. Márchate y se acabó, contigo no voy. Entonces él me convenció con unos argumentos válidos. Me dice: Lidia yo me doy cuenta de que aquí tenías una vida muy dura conmigo, yo no conozco el idioma, no conozco cómo moverme, que he sido muy duro, pero en España van a ser otras condiciones. Yo tengo una casa grande, tengo dinero para tener servicio y va a ser mucho más fácil todo. Entonces yo comprendo que es un argumento válido, y digo bien, vamos a ver.
Pero antes de salir hemos hecho unos acuerdos económicos y de todo, por su parte y por mi parte también. Yo allí no puedo trabajar como aquí, y otros acuerdos que él no cumplió. Yo ya llevaba viviendo aquí siete años, ya llevaba tiempo en España para que Pepín pudiera demostrarme que cumplía todos los acuerdos. Y cuanto más transcurría el tiempo era cada vez peor, ya ni da nada ni cede nada, iba a peor, entonces yo decidí largarme porque no voy a vivir con un tío que me trata de ese modo. Y a dónde voy a ir, no podía cruzar ninguna frontera. Era una situación sin salida.
Yo me marchaba y ¿a dónde voy a ir yo? Y entonces, menos mal, por pura casualidad como siempre pasa en mi vida, por un milagro. Yo no tengo donde ir y entonces mi amigo Ravinski que siempre estaba pendiente, me insiste que vuelva a Polonia, “yo te arreglo todo…”, pero él, como todo en él, estaba casado con hijos, ¿qué hago yo? Además mi relación con él ¿cómo era? No era correspondida nunca. Él se casó tres veces y nunca conmigo, pues mira, ahora yo voy como una tonta a Polonia porque él dice ‘vuelve’. Con esto yo puedo bromear con él por teléfono. Entonces estoy en una situación sin salida… Sabes, hemos tenido acuerdos con Pepín pero de mi parte también: vivir con él hasta la vejez, cuidarlo y cerrarle los ojos cuando él muera.
“¿Cuantos años tenía Pepín más que tú?”. Diecinueve, bueno casi veinte.
Entonces en un momento dado yo tenía que marcharme para que él sepa que no ha cumplido. Pero tampoco quisiera dejarlo desamparado, así. Yo quería estar más o menos cerca para ver qué pasa.
“¿Cuándo viniste a España estabas casada?" No, no estaba casada.
Es que sabes, Pepín como todo, cuando murió Franco nosotros ya pensábamos salir de Polonia y él dijo mira ahora hay ley de divorcio, ahora ya podemos casarnos. Ya podemos ir a España. Pero él no tenía en cuenta que después hasta que esta ley empezó a funcionar pasaron cinco años. Éramos los primeros a divorciarnos, casi. Una vez fuimos a los juzgados, ahí en la Plaza de Castilla, pero hubo amenaza de bomba y nos desalojaron. Bueno, al final, yo estaba casada.
Entonces yo no tenía donde ir en absoluto y esta amiga mía que vivía en Suiza, que murió ahora, me mandó dinero para el viaje a Suiza y me dice “tu vienes a Suiza” y me mandó dinero. Pero no era para el momento… no inmediatamente. Me dice puedes venir pero no mañana. Yo ya estaba en la calle y pienso, bien, mañana yo no puedo ir, ni tampoco cruzar fronteras. Y entonces pienso si busco otra solución porque esa tampoco era muy buena, yo era una persona ajena en casa de su marido que no conozco, no es una solución. Yo quería una solución más radical, más estable. Yo buscaba. Quería trabajar, comer, vivir y dónde poder vivir.
Estaba yo pensando, buscando, qué puedo hacer. En ese momento yo en Polonia tenía unos amigos y Ravinski precisamente era un hombre que estaba cercano. A mí siempre me gustaba aprovechar cosas y a él también. A su novia no le gustaba tanto pero ella se reía de nosotros mucho. Sí, sí, sí, mira, ahí no había unos basureros como aquí, no había nada realmente, entonces él me regaló un libro, a raíz de esos intereses nuestros comunes me regaló un libro que está escrito en Polonia que se llamaba Traperos de Emaús, pero en polaco. Entonces me enteré de la existencia de esta Comunidad que recoge a personas con dificultades (Fundación sin ánimo de lucro que facilita la incorporación laboral a través del trabajo de recogida, reutilización y reciclaje de objetos que ponen a la venta en sus rastros).
Bien, entonces, yo ya sabía que eso existía pero hace veinte años y no tenía eso presente en ese momento. Me olvidé. Así. Mientras tanto, Ravinski me ha mandado todas mis cosas porque si no se quedaban allí, en Polonia, porque a Pepín no le interesaba nada ni mi biblioteca ni mis colecciones…, ya sabes, ni emplear dinero. Todo eso lo organizó Ravinski porque dice: “Lidia yo no me imagino que tú vayas a vivir en cualquier país sin tus cosas, sin esas cosas tuyas que se identifican contigo. Yo te lo hago”. Y efectivamente él me mandó todo: biblioteca, colecciones, platos…
Ahí se portó. Sí, tuvo un gesto. En otros ‘asuntos’ se escaqueó pero aquí se portó. Porque yo lo merecía, él decía, porque yo lo merecía.
Entonces llegaron esas cajas y mi biblioteca, que de verdad, me costó un gran sacrificio reunir todos esos libros. Yo sin abrigo de invierno, estresada, reuniendo toda una biblioteca, eso hay que saberlo. Entonces llega todo eso aquí y naturalmente no hay ninguna estantería, ni se hace, ni se va a hacer…, se pone todo en el desván, de aquel que era todavía el tejado de paja… Y entonces un día veo todo esto mojado… yo no puedo conseguir una estantería en algún sitio para poner mis libros y sacar mis cosas…, no, todo en cajas y todo así. Entonces yo para poder leer algo abro una caja cualquiera y lo primero que saco es el libro Traperos de Emaús. Entonces… Por Dios… Es una señal…
Entonces pienso ¿dónde están? Yo más o menos sabía que esto empezó en Francia y pienso será que tengo que ir a Francia porque ahí puedes vivir, trabajar y comer. Entonces pienso que a lo mejor ya habrá en España porque esto era después de la segunda guerra mundial en Francia. Entones, como yo sé buscar información voy a Cáritas directamente aquí, y les pregunto si ellos saben algo de Traperos de Emaús en España y me dicen no, no, no, no nos suena nada…, de repente aparece un tío de una habitación y dice: no, es que ayer llegó una información de algo de Traperos de Emaús, y me dio unos papeles sobre la Comunidad. Entonces yo pensé ‘ahí es dónde voy a ir yo’ a Traperos de Emaús.
Yo no quería vivir en el pueblo, entre otras cosas. Pepín me decía siempre: que vamos a vivir en el pueblo, en Brimeda o Alpredrete, da igual (Pepín tenía una gran finca a las afueras de Madrid, en Alpedre, una gran casa, trabajadores y servicio, pero había comprado una casa medio derruida en Brimeda, un pueblecito pequeño a cinco kilómetros de Astorga, donde decidió instalarse). Yo no conduzco coche ni tengo dinero, ni él me lleva… Vivir en el pueblo yo puedo si puedo tener algo más, no sólo vivir en el pueblo y mirar televisor.
Entonces yo pensé ‘ah, bien’, miré esas direcciones y había unos Traperos de Emaús en Madrid. Ah mira, así yo voy a vivir en Madrid, en Vallecas, así que primero voy ahí. Con ese dinero voy a ir a Madrid, con ese dinero que me mandó mi amiga para ir a Suiza. Sin ese dinero no podría. Entonces cojo parte de ese dinero para el autobús para ese viaje a los Traperos de Emaús. Y voy a Madrid, a Vallecas. Un sitio siniestro, no puedes imaginarte. Yo fui en taxi porque no había otro modo y el taxista me dice que él no va a salir. Él me dice: ¿Va a ese sitio? Sí, sí tengo que ir a ese sitio. ¿Pero usted sabe qué es? Más o menos, no he estado ahí pero más o menos. Y me dice: bien, pero yo no voy a salir. Qué voy a hacer, bien, entonces él me lleva, no sale del taxi, yo salgo porque yo sabía de un sacerdote que ahora escribió libros, es famoso. Entonces yo salgo de ese taxi y enseguida estoy rodeada de unos adolescentes, sabes, como de mala pinta y de malas intenciones, pero era al lado de la casa de ese cura, y enseguida el salió de ahí y les dijo algo y se marcharon. Entonces hablo con él, le presento mis circunstancias y él dice que ahí no hay comunidad, no hay donde vivir. Entonces yo digo que yo tengo que vivir en algún sitio. Que él solo recoge en su casa algunos adolescentes y me recomienda Pamplona. Porque le dije que yo quiero una Comunidad aconfesional, apolítica que no haya nada que me vincule en esos terrenos. Entonces él me dijo quizás en ese sentido es los Traperos de Emaús de Pamplona que existen desde hace 10 años, están asentados, tienen una casa de acogida en condiciones y todo eso. Había una en Vitoria otra en Sabadell pero él mismo me recomendó Pamplona.
Entonces digo, bien, voy a Pamplona, pero ya no tengo dinero. Tengo tan poco dinero que no puedo llegar a Pamplona. Había un tío que era abogado del secretario del Ayuntamiento de Vitoria que conocía mi amiga Mari Paz. Y me dice que él se marcha los fines de semana y que él te puede llevar hasta Vitoria y de Vitoria yo ya tenía dinero de autobús para llegar a Pamplona. Entonces efectivamente, él me llevó a Vitoria, me colocó en una pensión que yo podría todavía pagarla y al día siguiente cogí el autobús y me presenté en Pamplona, en los traperos de Emaús. Les expliqué mis circunstancias. Apareció que no estaba en Pamplona sino a 15 km de Pamplona. Como siempre todo está en los pueblos. Pero efectivamente la casa era muy cómoda porque antes debía haber sido un colegio, con cocina industrial, habitaciones, duchas, de verdad, hasta piscina y jardín de frutales. Entonces muy cómodo.
Puedo quedarme unos días si me gusta. Hay una pareja que lo lleva con dos niños pequeños. Hay 24 tíos y la única mujer soy yo. Tíos de esos que cuando me senté la primera vez en la mesa a comer con todos ellos, de verdad, es una angustia, tíos mayores abandonados, dejadísimos. Pero al ser yo una mujer sola tenía, por primera vez, privilegios de mujer, porque tenía una habitación sola porque todos tenían habitaciones compartidas de dos en dos y yo sola. Bien, entonces me quedé ahí unos días y ya me quedé dos años y medio, y ahí cumplí mis 50 años.
Yo marché a Traperos de Emaús en el año 87.
O témpora o mores
(Conversación con Lidia en la sobremesa de la cena del 3 de Enero del 2015 en su casa de Brimeda.)
Yo vivía en el centro de Varsovia en un sitio que cuando salía de casa tenía un supermercado, lavandería abajo, unos tranvías, y todo, pero como él vino con tres perros, y tenía que pintar, necesitaba tener un estudio. Tuvimos que alquilar una casa a 15 km de Varsovia. Eso se hizo en invierno. Entonces, él ahí sentado, y yo tenía que coger autobuses para traer comida, para abastecerle, y él continuamente de mal humor porque no entiende ruso ni entiende polaco y eso como si tuviera la culpa alguien…, era vida muy dura para mí.
“Y ¿por qué aguantabas?”
Yo un día le dije que se marche, que se marche de Polonia, pero no sé, me convenció. Y cuando acabó ese año y medio horroroso, horroroso, de una explotación, de falta de solidaridad, de falta de todo…, yo, mira, hacía 15km. cambiando autobuses con la nieve, mucha nieve… Él no quiere conducir porque, bien, porque quiere pintar…, da igual. A mí me explota a tope en todos los sentidos.
Pero entonces llegó el momento en que él tenía que marcharse porque tenía un visado arreglado aquí por la embajada polaca para un año como estudiante, porque quería estudiar ruso y ya se había acabado. Entonces él decía que nos vamos. Yo le decía que yo no voy, no, no, yo no voy, contigo no voy. Márchate y se acabó, contigo no voy. Entonces él me convenció con unos argumentos válidos. Me dice: Lidia yo me doy cuenta de que aquí tenías una vida muy dura conmigo, yo no conozco el idioma, no conozco cómo moverme, que he sido muy duro, pero en España van a ser otras condiciones. Yo tengo una casa grande, tengo dinero para tener servicio y va a ser mucho más fácil todo. Entonces yo comprendo que es un argumento válido, y digo bien, vamos a ver.
Pero antes de salir hemos hecho unos acuerdos económicos y de todo, por su parte y por mi parte también. Yo allí no puedo trabajar como aquí, y otros acuerdos que él no cumplió. Yo ya llevaba viviendo aquí siete años, ya llevaba tiempo en España para que Pepín pudiera demostrarme que cumplía todos los acuerdos. Y cuanto más transcurría el tiempo era cada vez peor, ya ni da nada ni cede nada, iba a peor, entonces yo decidí largarme porque no voy a vivir con un tío que me trata de ese modo. Y a dónde voy a ir, no podía cruzar ninguna frontera. Era una situación sin salida.
Yo me marchaba y ¿a dónde voy a ir yo? Y entonces, menos mal, por pura casualidad como siempre pasa en mi vida, por un milagro. Yo no tengo donde ir y entonces mi amigo Ravinski que siempre estaba pendiente, me insiste que vuelva a Polonia, “yo te arreglo todo…”, pero él, como todo en él, estaba casado con hijos, ¿qué hago yo? Además mi relación con él ¿cómo era? No era correspondida nunca. Él se casó tres veces y nunca conmigo, pues mira, ahora yo voy como una tonta a Polonia porque él dice ‘vuelve’. Con esto yo puedo bromear con él por teléfono. Entonces estoy en una situación sin salida… Sabes, hemos tenido acuerdos con Pepín pero de mi parte también: vivir con él hasta la vejez, cuidarlo y cerrarle los ojos cuando él muera.
“¿Cuantos años tenía Pepín más que tú?”. Diecinueve, bueno casi veinte.
Entonces en un momento dado yo tenía que marcharme para que él sepa que no ha cumplido. Pero tampoco quisiera dejarlo desamparado, así. Yo quería estar más o menos cerca para ver qué pasa.
“¿Cuándo viniste a España estabas casada?" No, no estaba casada.
Es que sabes, Pepín como todo, cuando murió Franco nosotros ya pensábamos salir de Polonia y él dijo mira ahora hay ley de divorcio, ahora ya podemos casarnos. Ya podemos ir a España. Pero él no tenía en cuenta que después hasta que esta ley empezó a funcionar pasaron cinco años. Éramos los primeros a divorciarnos, casi. Una vez fuimos a los juzgados, ahí en la Plaza de Castilla, pero hubo amenaza de bomba y nos desalojaron. Bueno, al final, yo estaba casada.
Entonces yo no tenía donde ir en absoluto y esta amiga mía que vivía en Suiza, que murió ahora, me mandó dinero para el viaje a Suiza y me dice “tu vienes a Suiza” y me mandó dinero. Pero no era para el momento… no inmediatamente. Me dice puedes venir pero no mañana. Yo ya estaba en la calle y pienso, bien, mañana yo no puedo ir, ni tampoco cruzar fronteras. Y entonces pienso si busco otra solución porque esa tampoco era muy buena, yo era una persona ajena en casa de su marido que no conozco, no es una solución. Yo quería una solución más radical, más estable. Yo buscaba. Quería trabajar, comer, vivir y dónde poder vivir.
Estaba yo pensando, buscando, qué puedo hacer. En ese momento yo en Polonia tenía unos amigos y Ravinski precisamente era un hombre que estaba cercano. A mí siempre me gustaba aprovechar cosas y a él también. A su novia no le gustaba tanto pero ella se reía de nosotros mucho. Sí, sí, sí, mira, ahí no había unos basureros como aquí, no había nada realmente, entonces él me regaló un libro, a raíz de esos intereses nuestros comunes me regaló un libro que está escrito en Polonia que se llamaba Traperos de Emaús, pero en polaco. Entonces me enteré de la existencia de esta Comunidad que recoge a personas con dificultades (Fundación sin ánimo de lucro que facilita la incorporación laboral a través del trabajo de recogida, reutilización y reciclaje de objetos que ponen a la venta en sus rastros).
Bien, entonces, yo ya sabía que eso existía pero hace veinte años y no tenía eso presente en ese momento. Me olvidé. Así. Mientras tanto, Ravinski me ha mandado todas mis cosas porque si no se quedaban allí, en Polonia, porque a Pepín no le interesaba nada ni mi biblioteca ni mis colecciones…, ya sabes, ni emplear dinero. Todo eso lo organizó Ravinski porque dice: “Lidia yo no me imagino que tú vayas a vivir en cualquier país sin tus cosas, sin esas cosas tuyas que se identifican contigo. Yo te lo hago”. Y efectivamente él me mandó todo: biblioteca, colecciones, platos…
Ahí se portó. Sí, tuvo un gesto. En otros ‘asuntos’ se escaqueó pero aquí se portó. Porque yo lo merecía, él decía, porque yo lo merecía.
Entonces llegaron esas cajas y mi biblioteca, que de verdad, me costó un gran sacrificio reunir todos esos libros. Yo sin abrigo de invierno, estresada, reuniendo toda una biblioteca, eso hay que saberlo. Entonces llega todo eso aquí y naturalmente no hay ninguna estantería, ni se hace, ni se va a hacer…, se pone todo en el desván, de aquel que era todavía el tejado de paja… Y entonces un día veo todo esto mojado… yo no puedo conseguir una estantería en algún sitio para poner mis libros y sacar mis cosas…, no, todo en cajas y todo así. Entonces yo para poder leer algo abro una caja cualquiera y lo primero que saco es el libro Traperos de Emaús. Entonces… Por Dios… Es una señal…
Entonces pienso ¿dónde están? Yo más o menos sabía que esto empezó en Francia y pienso será que tengo que ir a Francia porque ahí puedes vivir, trabajar y comer. Entonces pienso que a lo mejor ya habrá en España porque esto era después de la segunda guerra mundial en Francia. Entones, como yo sé buscar información voy a Cáritas directamente aquí, y les pregunto si ellos saben algo de Traperos de Emaús en España y me dicen no, no, no, no nos suena nada…, de repente aparece un tío de una habitación y dice: no, es que ayer llegó una información de algo de Traperos de Emaús, y me dio unos papeles sobre la Comunidad. Entonces yo pensé ‘ahí es dónde voy a ir yo’ a Traperos de Emaús.
Yo no quería vivir en el pueblo, entre otras cosas. Pepín me decía siempre: que vamos a vivir en el pueblo, en Brimeda o Alpredrete, da igual (Pepín tenía una gran finca a las afueras de Madrid, en Alpedre, una gran casa, trabajadores y servicio, pero había comprado una casa medio derruida en Brimeda, un pueblecito pequeño a cinco kilómetros de Astorga, donde decidió instalarse). Yo no conduzco coche ni tengo dinero, ni él me lleva… Vivir en el pueblo yo puedo si puedo tener algo más, no sólo vivir en el pueblo y mirar televisor.
Entonces yo pensé ‘ah, bien’, miré esas direcciones y había unos Traperos de Emaús en Madrid. Ah mira, así yo voy a vivir en Madrid, en Vallecas, así que primero voy ahí. Con ese dinero voy a ir a Madrid, con ese dinero que me mandó mi amiga para ir a Suiza. Sin ese dinero no podría. Entonces cojo parte de ese dinero para el autobús para ese viaje a los Traperos de Emaús. Y voy a Madrid, a Vallecas. Un sitio siniestro, no puedes imaginarte. Yo fui en taxi porque no había otro modo y el taxista me dice que él no va a salir. Él me dice: ¿Va a ese sitio? Sí, sí tengo que ir a ese sitio. ¿Pero usted sabe qué es? Más o menos, no he estado ahí pero más o menos. Y me dice: bien, pero yo no voy a salir. Qué voy a hacer, bien, entonces él me lleva, no sale del taxi, yo salgo porque yo sabía de un sacerdote que ahora escribió libros, es famoso. Entonces yo salgo de ese taxi y enseguida estoy rodeada de unos adolescentes, sabes, como de mala pinta y de malas intenciones, pero era al lado de la casa de ese cura, y enseguida el salió de ahí y les dijo algo y se marcharon. Entonces hablo con él, le presento mis circunstancias y él dice que ahí no hay comunidad, no hay donde vivir. Entonces yo digo que yo tengo que vivir en algún sitio. Que él solo recoge en su casa algunos adolescentes y me recomienda Pamplona. Porque le dije que yo quiero una Comunidad aconfesional, apolítica que no haya nada que me vincule en esos terrenos. Entonces él me dijo quizás en ese sentido es los Traperos de Emaús de Pamplona que existen desde hace 10 años, están asentados, tienen una casa de acogida en condiciones y todo eso. Había una en Vitoria otra en Sabadell pero él mismo me recomendó Pamplona.
Entonces digo, bien, voy a Pamplona, pero ya no tengo dinero. Tengo tan poco dinero que no puedo llegar a Pamplona. Había un tío que era abogado del secretario del Ayuntamiento de Vitoria que conocía mi amiga Mari Paz. Y me dice que él se marcha los fines de semana y que él te puede llevar hasta Vitoria y de Vitoria yo ya tenía dinero de autobús para llegar a Pamplona. Entonces efectivamente, él me llevó a Vitoria, me colocó en una pensión que yo podría todavía pagarla y al día siguiente cogí el autobús y me presenté en Pamplona, en los traperos de Emaús. Les expliqué mis circunstancias. Apareció que no estaba en Pamplona sino a 15 km de Pamplona. Como siempre todo está en los pueblos. Pero efectivamente la casa era muy cómoda porque antes debía haber sido un colegio, con cocina industrial, habitaciones, duchas, de verdad, hasta piscina y jardín de frutales. Entonces muy cómodo.
Puedo quedarme unos días si me gusta. Hay una pareja que lo lleva con dos niños pequeños. Hay 24 tíos y la única mujer soy yo. Tíos de esos que cuando me senté la primera vez en la mesa a comer con todos ellos, de verdad, es una angustia, tíos mayores abandonados, dejadísimos. Pero al ser yo una mujer sola tenía, por primera vez, privilegios de mujer, porque tenía una habitación sola porque todos tenían habitaciones compartidas de dos en dos y yo sola. Bien, entonces me quedé ahí unos días y ya me quedé dos años y medio, y ahí cumplí mis 50 años.
Yo marché a Traperos de Emaús en el año 87.
O témpora o mores