El fuego purificador despide las fiestas de Astures y Romanos

Las fiestas de Astures y Romanos llegan a su fin un verano más. Los cuatro días que retrotraen a la ciudad a las luchas que los astures, los galaicos y todas las tribus antecesoras a la hegemonía romana tuvieron contra el Imperio, han finalizado.

A las 19:30h, y acompañado de todo su séquito, el emperador Octavio Augusto entró victorioso en la Plaza Mayor de la bimilenaria. Bajo una magna melodía, fue recibido con todos los honores, tras declararse vencedor del Gran Circo en el día de ayer.

"Después de cuatro días en esta ciudad, en la que me he sentido como en casa, me vuelvo a la capital del Imperio con la satisfacción del deber cumplido", afirmó.

El máximo mandatario, que aseguró se cortaría la cabellera si sus subordinados vencían en la arena, se dejó rapar la cabeza por el caudillo astur Sebius, siendo fiel a su promesa.

Tras el reconocimiento público a los vencedores, con la caída de los últimos rayos de sol y con el sepulcral silencio que antecede a una ceremonia fúnebre, los astures volvieron al campamento para enterrar a su héroe muerto en combate.

Todo el asentamiento honró la memoria de uno de sus más feroces luchadores, que falleció en una de esas tantas batallas que hubo entre las faldas del monte Medulio (las Médulas) y el río Astura (Esla).

“Te ofrecemos la tierra que te amo y te protegió, el aire que te dio aliento en la lucha, el agua como símbolo de fertilidad para que tu pueblo nunca desaparezca y el fuego purificante para que su llama y su luz te guíen hacia el descanso eterno”, recitó la encargada de realizar la ceremonia fúnebre.

Durante estas fiestas, se ha podido disfrutar de una de las mejores recreaciones históricas del panorama nacional. Basándose en la visión ptolemaica, que supone que la Legio X Gemina fundó Asturica Augusta sobre una ciudad amaca preexistente, los astorganos y los visitantes han vivido un fin de semana lleno de actividades y eventos, que han estado caracterizados por permitir a todo el mundo, independientemente de su edad, ser partícipe de esta celebración.