Javier Gutiérrez (Saberius)
Viernes, 11 de Agosto de 2023
LUNA DE CORTOS / ENTREVISTA / María Guerra, realizadora

María Guerra, una cineasta a la escucha

El Festival Luna de Cortos, que cumple este año su 10º aniversario, ha seleccionado el corto 'Señorías', de María Guerra, en la sección Documentales. Este sábado a las 20 horas tendrá lugar la Gala de Clausura, con la entrega de premios.

María Guerra es realizadora y docente en el TAI (Taller de artes imaginarias) de Madrid, con cinco cortometrajes previos cuatro de ficción y uno sobre la violencia de género. Con 'Señorías' trata de mostrar la parte más humana de la profesión de juezas.

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Javier Gutiérrez: Tengo entendido que combinas la docencia con la realización cinematográfica. Eres profesora de cine en el TAI y al mismo tiempo has hecho ya cuatro cortos de ficción y otro corto documental sobre la violencia de género.

 

María Guerra: No, no he hecho ningún documental sobre violencia de género, lo que más se acerca es el primer cortometraje que realicé titulado ‘Una vez’. Y el otro documental 'Un viaje inesperado', que rodé en buena parte por estas tierras de León, va sobre tres familias, padres y madres que tienen hijos con enfermedades genéticas. Sobre la inmensa problemática de afrontar esa realidad inesperada que les había llegado.

 

¿Cómo surgió este último proyecto de ‘Señorías’? Llama mucho la atención la capacidad que tienes para humanizar una profesión tan compleja como la de jueza.

 

Se lo propuse a ellas en una cena. Surge como casi todo, paulatinamente y se fueron gestando las cosas casi sin darte cuenta. Había conocido a Rosa Freire, una de las protagonistas del documental, a través de amigos…, pero sobre todo la relación se estrechó a raíz de que ella vio mi primer trabajo como directora, ese corto sobre violencia de género del que hablábamos: ‘Una vez’. Le había gustado mucho y le pareció que podría ser interesante unos encuentros, unas mesas redondas para, partiendo del cortometraje, hablar con juezas, abogadas, fiscales y demás sobre violencia de género, sobre un montón de derivadas legales que hay. Entonces, organizó unas jornadas que funcionaron muy bien hasta la llegada de la pandemia. A raíz de compartir jornadas con Natalia Velilla, con María Tardón en ocasiones, (que con respecto a la violencia de género tiene mucha formación), se fue estableciendo una relación, además de la que ya tenía con Rosa. Lourdes como amiga de Rosa aparecía también en escena y de forma totalmente natural compartía esos encuentros. Íbamos a una cena y charlábamos y yo sobre todo las escuchaba. De pronto un día sin habérmelo planteado me dije: un momento, tengo un privilegio enorme de estar conociendo la parte humana de estas personas que desarrollan un trabajo importantísimo en la sociedad, cada una de las cuatro en jurisprudencias muy diferentes, y pensé que ese privilegio debería de ser compartido, en el caso de que ellas estuvieran dispuestas. Así que les planteé la posibilidad de asistir como testigo a esos encuentros que se realizaban de forma natural. Eran encuentros de cuatro mujeres amigas, compañeras que intercambiaban opiniones acerca de su trabajo. Aceptaron mi propuesta y la prueba está en el resultado.

 

Hemos querido hacerlo así, dejarlas a ellas que hablasen, sin nadie que les hiciera preguntas. Sino que previamente les proponía uno u otro tema para hablar. En el último encuentro por ejemplo le pasé a una de ellas un asunto para que en el momento propicio lo sacara. No quería intervenir.

 

 

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A menudo en la película muestran sus dudas, sus problemas personales. Está hecha con una naturalidad que no se sabe dónde está la frontera entre su trabajo, su oficio como juezas y su propia vida. 

 

Para mí ese es uno de los grandes aciertos. Cuando decidimos junto con David Cortázar, el director de fotografía -que son mis ojos en mis documentales-, hacerlo sin intervenir, dejar que la cosa fluyera, rodar y que ellas hablaran sin filtro, sin tiempo, sin un guión previo. Eso en un primer momento, ante dos cámaras, alguien atareado con el sonido, parecía interferir; pero eso se diluyó enseguida y como nosotros no interferíamos, sino que estábamos ahí como quien dice a pescar, se olvidaban enseguida de todo el aparataje. Y eso se nota en el resultado final.

 

¿Tuvisteis muchas dificultades para rodar en esas localizaciones, en instituciones judiciales?

 

No, no tuvimos ningún problema. Cada una en su lugar de trabajo, -cuatro lugares diferentes-, nos ayudaron para realizar la gestión del permiso, que se nos dio sin ningún problema tanto en los juzgados de Móstoles como en Plaza de Castilla o en la Audiencia Nacional que a priori era un lugar un poco más complejo. Sí tuvimos que seguir un protocolo de solicitud, pero con todo tipo de facilidades. En el Tribunal Europeo de Justicia (TJUE), Lourdes Araste, que es nuestra magistrada nacional, la magistrada de todos los españoles, nos puso en contacto con el jefe de prensa del Tribunal, que nos guió con desparpajo por todos los recovecos.

Fueron difíciles otras cosas, las agendas de ellas, las agendas nuestras, la falta de presupuesto…

 

 

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Me lo imagino. Además llama la atención el acceso de la mujer a una profesión como esta. La diferencia entre el número de hombres que ejercen la profesión de jueces y el número de mujeres, que si lo comparamos con otras profesiones…y te queda la percepción de que las mujeres pudieran ser más sensibles a los temas sociales como la protección al inmigrante…

 

Eso es muy difícil de responder, porque habría que haber hecho una comparativa. En cualquier caso ellas son solamente cuatro, y tampoco es que pretendamos que representen a toda la profesión. En este caso ellas humanizan su profesión, pero solo se representan a sí mismas. Lo que sí creo es que tanto ellas como juezas como cualquier mujer que ocupe puestos donde su actividad, sus decisiones puedan afectar a las vidas de los demás suele haber una visión femenina de las cosas, una actitud femenina ante las cosas que suele propiciar más el diálogo y la solidaridad con el entorno. Ese ‘liderazgo femenino’ del que se está hablando mucho últimamente. Yo sí que creo que en general hay una actitud más dialogante. No sé si eso las hace más sensibles. En este caso sí que lo son. Pero ello no quiere decir que lo sean todas. Nosotras lo que hemos pretendido es abrir una ventanita, romper el prejuicio de que los jueces son unos seres inaccesibles. Las personas que componen la Judicatura son muchas y muy variadas y hay muchas mujeres con las mismas complicaciones que las de cualquier mujer, complicaciones de tipo familiar etcétera. Pero ahí no hemos podido entrar. Y sobre todo que hay muchos puntos de vista y que hay dudas también. Son personas.

 

Y que se pueden equivocar en un momento dado.

 

Y esa es una de sus grandes preocupaciones también, equivocarse.

 

Creo que al principio tuvisteis algunos problemas para financiaros, lo cual dilató mucho los problemas de rodaje de las secuencias. No acababan de entrar algunas de las instituciones que curiosamente deberían estar ahí, respaldando el proyecto.

 

Francamente esperábamos que instituciones como la Comunidad de Madrid, o el Ministerio de Cultura hubieran mostrado más interés por el documental, y no ha sido así. Las dos únicas instituciones que nos han apoyado financieramente han sido la Junta de Castilla y León y la Facultad de Derecho de la Universidad de Salamanca, gracias al esfuerzo de una de nuestras productoras, Marta Fuertes, que es profesora en la Universidad de Salamanca. Hemos conseguido poca financiación y eso ha supuesto que el tiempo de producción se haya ido dilatando, y de momento nos ha dejado parados ahí. Hubiéramos querido convertir este trabajo en algo más largo, en sesenta minutos por lo menos, para poder acceder a plataformas y televisiones y que generáramos el interés suficiente.

 

 

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Las críticas hasta ahora han sido excelentes, y creo que tenéis material para editar un largometraje simplemente con que tuvierais un pequeño apoyo de televisiones o plataformas.

 

O un productor privado, nos vendría fenomenal. No hacemos ascos a nada, siempre que no pretendieran intervenir. Pero también es cierto que el hecho de que no haya habido un apoyo tipo mecenas o privado nos ha dado una libertad impagable, pues no estamos obligados con nadie a seguir ningún tipo de directriz.

 

Esa es una de las grandezas de este documental. Con esta entrevista queremos hacer un llamamiento a esas plataformas que tienen mucho interés por el cine independiente, el cine que hacen creadoras como María Guerra, con una idea muy clara de lo que quieren; y para eso deberían estar precisamente estas plataformas, para potenciar esta creatividad.

 

Pues ojalá que fuera así y nosotros estamos deseando, y no solamente nuestro equipo, sino que las propias juezas están comprometidas y encantadas de rodar algo más y de hacer de esto un proyecto un poco más grande.

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