Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 12 de Agosto de 2023

Conversación  Lidia (3)

[Img #64993]

 

 

 (26/11/ 2018)

 

“Pepín siempre compraba un décimo y yo compro porque me acostumbré que hay que comprar. A mí, fíjate, solamente 60 euros me tocó en esa lotería de un décimo después de morir Pepín en breve. Me vino de perlas porque tenía que cambiar un retrovisor del coche, justo 60€, me vino estupendo.

 

Ahora ya está oscuro pero, mira, viene un gato más. Un gato yo ya tengo en casa, sabes, de acogida. Y ahora viene otro que es muy simpático, el que tengo en convivencia es muy salvaje todavía, pero este viene de vez en cuando y es muy simpático, simpatiquísimo. El gato de aquí ya tiene marcado el terreno, pero este es tan atrevido que viene y casi se acerca a la comida. No es como el mío que vino en estado famélico y yo empecé a darle leche por su estado. Este no, este viene de una buena casa, pero quiere socializar.

 

¿Qué tal con tu hijo viviendo contigo? ¿Te sube leña para la chimenea? No te la sube, claro, tu no pides nada y no te la sube. Nunca pides nada. Pero el hijo tendría que hacer sin que pidieras.

 

-Pero, mira, el amor es ciego. Yo siempre me daba cuenta, porque los hombres que yo amaba podrían hacer conmigo lo que les diera la gana. Siempre fue la pérdida de voluntad total con ellos, si estaba enamorada, por supuesto. Mira, si yo tuviera una hija o hijo, sería igual. El amor de madre es así, ciego, entonces es difícil. Aquí sólo la voluntad del hijo y su buen carácter puede intervenir.

 

-Sí, sí, mira,  yo, luego, he pensado que perdí totalmente toda la voluntad cuando  los hombres me estaban ‘un poco’ llamando. Yo pensaba ¿cómo puede ser eso? ninguna o poca satisfacción,  sólo dar y dar y dar. ¿Sabes? y querer dar más y más…, es una cosa impresionante. Así fue la vida.”

 

-Pero yo creo que es parte de la naturaleza femenina.

 

-Sí, sí, naturalmente.

 

-Hay quien da más y quien da menos, pero va en la naturaleza nuestra. Un hombre no es así.

 

-Sí, sí, sí. Entonces, aun cuando no podía resistir, solo pensaba cómo puedo agradar, cómo puedo dar, como puedo… Impresionante… Aun así no los he retenido y hay que coger hombres nuevos. Con mi primer marido ejercí un egoísmo tan brutal sobre él…, pero yo hablo del  momento en el que te gusta.

 

-Quizás la táctica para retenerles ha de ser la contraria. Ser duras. Mira como a tu primer marido le tienes todavía ahí bebiendo de tu mano, y le trataste mal.

 

-Ya, pero yo de él no estaba enamorada.

 

-Pero le trataste mal y todavía está ahí, pendiente de ti.

 

-No, pero no era manifiesto. Él no se daba cuenta probablemente, era un egoísmo que no era para facilitarle, yo qué sé, indignación. Yo me acuerdo que muchas veces trabajaba y tenía que ir a sitios fuera de Varsovia donde había las fábricas donde él tenía que trabajar. Se levantaba temprano, los trenes salían a las 5 de la mañana. Yo no me levantaba para prepararle el desayuno.

 

-No me extraña, cómo te ibas a levantar a esas hora para preparan el desayuno.

 

-No sé, para compartir. No es que él estaba maltratado. Son esas cosas egoístas mías que ahora me doy cuenta de ellas.

 

-Sí, lo ves ahora, con la distancia.

 

-Mi suegra estaba probablemente asombrada que su hijo, pobre, está tan mal tratado, no en el sentido de maltratado. Pero, bien, son cosas de la vida.

 

-Bueno, ahora tengo que atender al señor de la caldera de la calefacción que está limpiando los filtros. Están sucios, siempre están sucios. En tres limpiezas ya funcionaba, ahora, imagínate, séptima vez. Esperemos que tarde o temprano empiece a funcionar. A ver si me toca la lotería y puedo cambiar la caldera para cambiar el frío de la casa. Los gatos, como yo, estaremos más calientes.

 

-Seguiremos hablando de la vida. Hasta mañana.

 

O témpora o mores

 

 

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.