Nuria Viuda
Sábado, 12 de Agosto de 2023

Agotarse o agostarse

[Img #64991]

 

 

Agosto es este mes en el que las ciudades se aletargan en un sopor lento de aguas  empantanadas  y febriles, vaciadas de sentido, como si una inmensa ola hubiese arrastrado al infinito a todos los habitantes sustituyéndolos  por unos pocos turistas despistados, que recorren las calles confusos y aturdidos.

 

Canícula y vacío. Perros solitarios rondando las fuentes con aire de príncipes destronados. Abandono y agosto se convierten en torpes sinónimos improvisados. Es apabullante el número de animales de compañía que quedan a la deriva de un barco sin tripulación. Si están pensando en adoptar un perro o un minino esta es la ocasión propicia para elegir a su gusto; los hay de todas las variantes, razas y colores. Las perreras municipales no dan abasto. Pululan entre los arbustos de los parques o se esconden en los portales de casas regias y abandonadas. Otra vez abandono y agosto como compañeros inseparables de la loca travesía. Agosto, feria y escaparate de los más variados especímenes. El asombro en bandeja; pues también se encuentran en esta isla inmensa del desamparo urbano, algunos conejos de compañía, cerdos enanos y serpientes, periquitos y canarios. ¿Dónde ubicarlos?¿En qué instalaciones darles cobijo?¿Ha de crearse un zoológico urbano de mascotas en libertad repentina?

 

La búsqueda de otras sensaciones aparentemente más placenteras, provocan esta huida hacia adelante. El ser humano en busca del placer de los sentidos a costa de lo que sea: de la mascota o del abuelo.(Ese es otro tema a tratar mucho más espinoso).

 

Vacacionar en cualquier lugar ajeno al propio territorio, y a cualquier precio, sin pensar demasiado donde ubicar el cuerpo con tal de encontrar un hueco en arenales atestados y hamacas oxidadas por el viento. Parajes que acogen y son abandonados con idéntica fruición. Devorar y alejarse precipitadamente hacia el origen, pasados unos días, para volver a la rutina de desconocer lo propio.

 

El habitual entorno es  el gran interrogante para quien lo habita, y ofrece alternativas tentadoras si sabe disfrutar como turista. No es preciso alejarse en busca del dorado; que casi siempre defrauda en este mes de canícula y precios imposibles. Buenos museos, magnos edificios, catedrales como milagros, maravillosos restaurantes, terrazas apetecibles, habitaciones de hotel de ensueño, cócteles magníficos, y un largo repertorio para ser visitante en la propia ciudad, disfrutando como verdaderos adoradores de la buena a vida sin necesidad de pasar un calvario para mojarse un pie en zonas de moda con olor a humanidad y fritanga de chiringuito. Para acercarse a esta conclusión se necesita introspección y conocimiento de las verdaderas y auténticas necesidades agosteñas. Una pizca de  imaginación, ganas de conocimiento del medio que se habita, y amor verdadero por las mascotas cuya vida debería ser tan sagrada como la propia.

 

 

 

 

 

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.