OPINIÓN / Un minuto de silencio
![[Img #65107]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2023/607_4467_5587_283495525_5242522269139233_6455556409323343788_n.jpg)
La “Plataforma Ciudadana de Astorga por la Igualdad y contra la Violencia” convoca y organiza una concentración cada lunes en memoria de las mujeres asesinadas en la semana anterior por violencia machista. Cada vez que nos concentramos pedimos que se guarde un minuto de silencio.
¿Por qué pedimos un minuto de silencio?
Para pensar en lo que acabamos de leer y oír; la condena a muerte y ejecución de personas, una condena a muerte que nuestra sociedad dice rechazar. Condena a muerte y ejecución sin juicio previo ni posibilidades de defensa, lo que va contra toda ley que la sociedad en su conjunto respeta y exige. Condenas de mujeres por ser mujeres y cuyo supuesto delito es no aceptar, o no complacer, o no someterse a hombres, a sus ideas o pretensiones.
Silencio para digerir el asombro y la desesperación de ver con tanta frecuencia hombres, buenos representantes del patriarcado que les da una posición de poder, que se convierten en jueces y verdugos de mujeres.
Silencio para pensar, para reflexionar, para que nuestra idea de la convivencia y la justicia pueda tomar forma y servir de criterio de actuación en nuestras conversaciones, nuestras relaciones y nuestras decisiones sociales y políticas.
Silencio para considerar qué educación, en casa, en la escuela, en la calle, pedimos y ejercemos con el fin de que quienes se están formando, no sean víctimas, y sobre todo no sean verdugos, ya que víctima puede ser obligada a serlo cualquier mujer próxima o desconocida a la que un hombre quiera violentar y someter a su voluntad.
Silencio para no estar aturdidas y aturdidos por el ruido incesante de conversaciones, de aparatos de comunicación, de parloteo mediático. Como escribe Samuel Yebra Pimentel en “Astorga Redacción” a propósito del minuto de silencio: "Ese minuto remite a cada cual al juicio de su conciencia contra la grita de la plaza, que sigue como si nada en su libertad de cervecita, sigue en sí misma, ensimismada y narcisista, sin interioridad.”
Ensimismados, ensimismadas. Sin ver más allá de nosotras y nosotros mismos, no medimos el alcance de la violencia continua contra mujeres. Porque las consideramos "otras", "ajenas", merecedoras quizá de su mala suerte, o tontas, y así, con tranquilidad, podemos seguir mirándonos el ombligo.
Narcisistas. Encantadas y encantados de nuestra persona por no ser las víctimas ni los agresores, sin querer conocer las causas profundas de la matanza de mujeres para no tener que tomar conciencia de cuánto contribuimos a que ocurra cuando la negamos, la justificamos o decidimos no percibirla. Porque estos asesinatos, nos decimos, nada tienen que ver con nuestra persona tan estupenda. Y porque tenemos cosas mejores o más importantes de las que ocuparnos.
Silencio pues, para darnos la oportunidad de pensar, con argumentos, con datos, con calma y tiempo para formar un criterio no dirigido.
Y en este tiempo de silencio, damos espacio a la voluntad de entender por qué en el siglo XXI, la violencia de quienes tienen más poder e impunidad para ejercerla sigue siendo la vía definitiva y contundente para satisfacer todo deseo de posesión y de destrucción.
Tiempo para pensar por qué son hombres esa casi totalidad de agresores y asesinos y por qué esa casi totalidad de víctimas son mujeres, y sus hijas e hijos.
Silencio de vez en cuando. Un minuto de silencio en nuestras concentraciones. Y un minuto de silencio en los Plenos del Ayuntamiento por cada asesinato machista. ¿Qué menos se puede pedir? ¿Qué menos debemos exigir? Aunque algunos no lo utilicen para reflexionar, para sentir dolor por cada asesinato y preocupación por cómo la violencia contra las mujeres menoscaba la calidad democrática y humana de nuestra sociedad.
Si el minuto de silencio cansa a quienes nos miran como una perturbación de su ensimismamiento, o cansa a quienes gobiernan la política municipal porque no consideran que se trate de un grave problema social y político, a nosotras y nosotros no. Por eso cada lunes sin sol, cada lunes de luto por las mujeres asesinadas, nos concentramos y pedimos un minuto de silencio.
![[Img #65107]](https://astorgaredaccion.com/upload/images/08_2023/607_4467_5587_283495525_5242522269139233_6455556409323343788_n.jpg)
La “Plataforma Ciudadana de Astorga por la Igualdad y contra la Violencia” convoca y organiza una concentración cada lunes en memoria de las mujeres asesinadas en la semana anterior por violencia machista. Cada vez que nos concentramos pedimos que se guarde un minuto de silencio.
¿Por qué pedimos un minuto de silencio?
Para pensar en lo que acabamos de leer y oír; la condena a muerte y ejecución de personas, una condena a muerte que nuestra sociedad dice rechazar. Condena a muerte y ejecución sin juicio previo ni posibilidades de defensa, lo que va contra toda ley que la sociedad en su conjunto respeta y exige. Condenas de mujeres por ser mujeres y cuyo supuesto delito es no aceptar, o no complacer, o no someterse a hombres, a sus ideas o pretensiones.
Silencio para digerir el asombro y la desesperación de ver con tanta frecuencia hombres, buenos representantes del patriarcado que les da una posición de poder, que se convierten en jueces y verdugos de mujeres.
Silencio para pensar, para reflexionar, para que nuestra idea de la convivencia y la justicia pueda tomar forma y servir de criterio de actuación en nuestras conversaciones, nuestras relaciones y nuestras decisiones sociales y políticas.
Silencio para considerar qué educación, en casa, en la escuela, en la calle, pedimos y ejercemos con el fin de que quienes se están formando, no sean víctimas, y sobre todo no sean verdugos, ya que víctima puede ser obligada a serlo cualquier mujer próxima o desconocida a la que un hombre quiera violentar y someter a su voluntad.
Silencio para no estar aturdidas y aturdidos por el ruido incesante de conversaciones, de aparatos de comunicación, de parloteo mediático. Como escribe Samuel Yebra Pimentel en “Astorga Redacción” a propósito del minuto de silencio: "Ese minuto remite a cada cual al juicio de su conciencia contra la grita de la plaza, que sigue como si nada en su libertad de cervecita, sigue en sí misma, ensimismada y narcisista, sin interioridad.”
Ensimismados, ensimismadas. Sin ver más allá de nosotras y nosotros mismos, no medimos el alcance de la violencia continua contra mujeres. Porque las consideramos "otras", "ajenas", merecedoras quizá de su mala suerte, o tontas, y así, con tranquilidad, podemos seguir mirándonos el ombligo.
Narcisistas. Encantadas y encantados de nuestra persona por no ser las víctimas ni los agresores, sin querer conocer las causas profundas de la matanza de mujeres para no tener que tomar conciencia de cuánto contribuimos a que ocurra cuando la negamos, la justificamos o decidimos no percibirla. Porque estos asesinatos, nos decimos, nada tienen que ver con nuestra persona tan estupenda. Y porque tenemos cosas mejores o más importantes de las que ocuparnos.
Silencio pues, para darnos la oportunidad de pensar, con argumentos, con datos, con calma y tiempo para formar un criterio no dirigido.
Y en este tiempo de silencio, damos espacio a la voluntad de entender por qué en el siglo XXI, la violencia de quienes tienen más poder e impunidad para ejercerla sigue siendo la vía definitiva y contundente para satisfacer todo deseo de posesión y de destrucción.
Tiempo para pensar por qué son hombres esa casi totalidad de agresores y asesinos y por qué esa casi totalidad de víctimas son mujeres, y sus hijas e hijos.
Silencio de vez en cuando. Un minuto de silencio en nuestras concentraciones. Y un minuto de silencio en los Plenos del Ayuntamiento por cada asesinato machista. ¿Qué menos se puede pedir? ¿Qué menos debemos exigir? Aunque algunos no lo utilicen para reflexionar, para sentir dolor por cada asesinato y preocupación por cómo la violencia contra las mujeres menoscaba la calidad democrática y humana de nuestra sociedad.
Si el minuto de silencio cansa a quienes nos miran como una perturbación de su ensimismamiento, o cansa a quienes gobiernan la política municipal porque no consideran que se trate de un grave problema social y político, a nosotras y nosotros no. Por eso cada lunes sin sol, cada lunes de luto por las mujeres asesinadas, nos concentramos y pedimos un minuto de silencio.






