Mercedes Unzeta Gullón
Sábado, 19 de Agosto de 2023

Conversación con Lidia (4)

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Lidia me llama para contarme la conversación que acaba de tener por teléfono con su exmarido polaco, Jan, con el que se casó en San Petesburgo a los 20 años, fundamentalmente para cruzar fronteras y salir de la Unión Soviética, y del que se divorció a los 30. Pero Jan, muy afectado por el fracaso del matrimonio, siempre ha estado muy pendiente de Lidia a lo largo de los 50 y tantos años de vivir en la distancia. Lidia le ha llamado a Varsovia para preguntarle por su salud, le acaban de operar de próstata.

 

Ya salió del hospital. “Ah qué rápido”.

 

Sí, sí ya está en casa, le digo, “Jan, te voy a llamar desde casa porque el móvil es muy caro”, y le he llamado a casa. Bien, ya está. Tiene molestias…, pero mira me soltó el rollo sobre operaciones de próstata, los hombres por qué lo tienen, como lo tienen… ja, ja, ja”.

 

Yo le tuve que interrumpir. Yo con buenas intenciones quería llamarle, ya que ha estado en el hospital. Entonces me da tantas explicaciones… que le interrumpo y le digo que mi marido también estuvo operado. Pero, sabes, le digo que en esa edad yo conozco muchísimos hombres que les han operado y yo sé qué es y por qué…, y él otra vez: ‘bien en mi caso…’, y sigue y sigue y sigue. Entonces en un momento dado yo trato de preguntarle algo, más detalle o lo que sea, porque yo sé lo que es eso, entonces él empieza otra vez a darme detalles de enfermedades, de próstata, mil veces. Yo digo “sí, yo conozco, no tienes por qué decirme mucho porque eso yo lo sé”.

 

Entonces él me pregunta "y ¿tú que tal estas?", lo que a mí me saca de quicio siempre. Yo le digo “tú sabes, yo no puedo andar”, yo le he dicho eso mil veces pero no se le grabó. Entonces dice "¿cómo?, cuando llamo por teléfono tú no estás muchas veces o estás de viaje…" Yo le digo, “Jan, es porque no puedo levantarme al teléfono, no puedo levantarme pero después siempre contesto”. "Sí pero podías tener este teléfono que puedes llevar contigo…", y me suelta el rollo del teléfono… “Jan, tengo móvil que llevo siempre conmigo, no necesito más”. "Pero es que tú no quieres altas tecnologías". “Tú no lo sabes pero yo tonta no soy. No necesito… mira, tú sabes que no tengo televisor ni tengo ordenador porque no lo necesito, no necesito un teléfono más”. "Te lo puedes llevar hasta dos kilómetros fuera de casa". “Mira pero es que yo no salgo de casa a dos kilómetros”. "Pero entonces no tendrías por qué levantarte".  Y me suelta el rollo del teléfono que podría llevar conmigo.

 

Entonces, yo digo: “Mira, Jan, es que no dejas hablar”. Entonces él me dice. "Tú tampoco dejas hablar". “Mira, Jan, yo quería preguntarte sobre tu salud, por eso he llamado, y tú me das conferencias…” "Es que yo necesito el teléfono porque yo doy conferencias en la politécnica de Varsovia", yo digo, “yo esto lo sé, y yo sé que todavía trabajas”. "Es que yo no quiero trabajar pero ellos me necesitan…", y así enlazando sus circunstancias.

 

Yo digo: “Mira, sí, te llamó nuestra amiga para decirte que murió su hija y no ha podido decírtelo porque no dejas ni un hueco entre palabras para que puedan entrar otras personas”. "No, nadie me ha dicho eso", dice. “Mira”, dije, “cuando teníamos 26 años, estábamos en una fiesta feliz en casa de unos amigos, Helena y su marido, cuando uno de los presentes te dijo ‘por favor, usted, deje la oportunidad a unas personas a decir algo’”. "Ah, de eso no me acuerdo", dice, “pero yo sí”, le digo. Y él inmediatamente, en seguida, habla de esa Helena "sabes, ellos se divorciaron después y entonces ella se marchó a América con hijo". “No fue entonces cuando se divorciaron, ella marchó a América cuando se hizo profesora. En la Politécnica hizo sus doctorados y era profesora cuando marchó a América”. "Ah", dice él, "y  hace años que él ha muerto, yo le encontré en el cementerio del pueblo. Él quería vivir mucho y ha muerto hace unos años". “Mira, no hace falta vivir tanto, ¿cuántos años tenía cuando murió? Mira, este me pretendía, cuando tú marchabas a trabajar él venía a mi casa, a nuestra casa, a la diez de la mañana porque él trabajaba en la Politécnica y tenía horario libre, para pretenderme. Yo no quiero hablar de él”. "Es que tú también…" “Yo no sé si yo también, o no también, el caso es que no dejas ni un hueco. Yo te llamé para preguntar cómo estás de salud después de operación y ya me contaste de todo, de que tienes que trabajar, de eso, de próstata, cómo es, de perspectivas, de teléfono, los amigos…, mira, Jan, me estás agobiando porque tengo que tener un teléfono más. Yo no necesito un teléfono más”. ‘Pues así lo tendrías al lado de la cama’. “Yo tengo el móvil siempre conmigo, ahora yo hablo contigo por un teléfono normal y el móvil lo tengo en el bolsillo”. Sabes, y así.

 

Me sacó de quicio. Mira y en vez de tranquilizarme llamando amablemente por su salud…, pero él es así. Hasta él se enfadó un poco, se sintió mal. Yo le llamo para que vea que me intereso y me preocupo por él y por su salud, y entonces él: "Mira tú sabes, en el hospital, como era mi cumpleaños me han llamado muchísimas personas sorprendidas de que es mi cumpleaños y estoy en hospital, Magda ha venido a buscarme y sabes, me ha traído un vino español al parecer bueno, un Rioja o algo así’ y me empieza a hablar: "al parecer estos  vinos de Rioja son muy buenos". “Sí, sí, Jan, yo vivo 40 años en España y sé muy bien qué vino es Rioja” Tú, sabes…, con tranquilidad le digo, “sí, es muy buen vino”. Y así seguimos, él me cuenta de Rioja, él me cuenta no sé qué. Es impresionante. Tiene una verborrea…, como tu amigo Nacho, pero Jan, además, las cosas que me cuenta no me interesan. No es tonto ni inculto, es inteligente, tiene una memoria prodigiosa, pero el modo en que él cuenta y cómo lo cuenta es que no me interesa.

 

 

Entonces ya quiero cortar, porque veo que me pone nerviosa, pero le he llamado no para que se sienta mal. Yo sólo llamaba para preguntarle por su salud, pero no me deja preguntar. Eso de que nadie le decía, todo el mundo le decía, bueno, no, a él no le decían pero lo decían. Es que enseguida empieza a hablar de sus éxitos, de sus viajes…, alrededor de él.

 

Yo le digo: “ves, como hablamos tanto en general, no ahora, y tú ni sabes que yo no ando, tengo una silla de ruedas en casa, y ando con andadores, y que no puedo levantarme de cama al teléfono”. "Lidia, cómo puede ser, yo te recuerdo…, ¿cómo que tú tienes dificultades?". “Porque tú me recuerdas con 25 años” Y así. Yo me lamento mucho que le hice sentir mal en un momento dado, pero mis intenciones eran diferentes.

 

Creo que su mujer y su hija generalmente pasan de él por esta verborrea. Él tiene éxitos en el trabajo, después él viaja, entonces siempre tiene algún tema a enlazar, y ahora me enlaza con esa familia que ese tío me pretendía por las mañanas…, era muy mal de su parte porque era amigo de Jan ¿no?, pretendía sin éxito, por supuesto, pero el hecho en sí… Increíble. Yo le digo: “pero yo llamé para preguntar”. "Bien, pregúntame". “Yo sé que estás en casa, que tienes muchas molestias..”  "Es que, tú sabes, me hicieron esa inyección, la epidural, qué sensación…" y me describe (hablamos en ruso, no en polaco) "estás como de trapo". “Mira Jan, yo he tenido una operación también con epidural en un momento dado y conozco esa sensación”. "Pero, bien, parece que no es tu mano, parece que no es tu pie". Mira, y otra vez, otra vez. No hay modo, porque una persona más o menos normal si le dices, mira yo también he tenido esas sensaciones, las conozco, deja de hablar de eso. No, él sigue, "parece que tu mano, parece que tu pie…"

 

Pero mira, estoy descontenta conmigo misma porque yo llamé y le he hecho sentir mal con esos comentarios. Yo veía que esto podía acabar mal entonces yo quería cortar pero era imposible porque habla, habla, habla y enlaza, y enlaza… y esos amigos y Rioja… y así mira. Quién podía pensar que vamos a discutir sobre el Rioja.

 

Hablando de otra cosa ¿no quieres venir a comer por casualidad? ¿Cuáles son tus circunstancias?

 

Pues por casualidad me parece que no porque mis circunstancias son como siempre, tengo que hacer cosas, como acumular leña. Es que si voy a comer pierdo todo el día.

 

Mira no pierdes, ves estas cosas…. No vas a perder nada, sólo vas a encontrar.

 

Tienes razón, tienes razón, reconozco que no es acertada la frase.

 

Cada uno, mira, tiene su punto de vista.

 

No, no, tienes razón no es cuestión de perder.

 

A mí me parece, cuando yo quiero que alguien esté conmigo y me dice que va a perder el tiempo…, pues mira.

 

Es una frase desacertada, sabes que yo contigo no lo pierdo.

 

Yo digo lo que quiero pero no significa que tenga razón.

 

Y haces bien. Ha sido por mi parte una desconsideración.

 

Todo el mundo trata…, no solo a mí. Pues mira, si estar conmigo es perder el tiempo pues nada, pues vale, pues no vengas.

 

Tienes toda la razón. Fatal frase. Estaba organizando mi mañana. A ver cómo lo organizo para ir a comer contigo.

 

Olvida el último comentario. Y no quiero que vengas a comer conmigo.

 

Por qué ahora.

 

Porque has dicho que tienes muchas cosas que hacer.

 

Ya pero voy a ver cómo me organizo.

 

Es que si vas a comer conmigo pierdes mucho tiempo.

 

Bueno, verás es un error cómo lo he dicho.

 

No. No. Ya no quiero que vengas. Otro día sí, pero hoy no.

 

Ahh, ahora te pones rafita.

 

No, tengo que atenerme a mi realidad. Eres la segunda persona que piensa que venir a verme es perder el tiempo.

 

No te pongas dramática, es una frase hecha lo de ‘pierdo el día’, porque se me va el día sin resolver las cosas pendientes. Ya sabes lo que disfrutamos con nuestras charlas, no se trata de perder el tiempo contigo.

 

Hoy no vamos a comer. A ver si me lavo el pelo, si me ducho…

 

Es que, como hace este tiempo y ha salido el sol, quería aprovechar para hacer esas cosas que tengo pendientes porque mañana quiero que venga este señor a hacer cosas y ese es el aprovechamiento al que me refiero porque en seguida se pone de noche.

 

Yo lo comprendo y asumo. Tengo que ver y asumir mi realidad.

 

Como llevo varios días que no he avanzado en lo que tengo que hacer…

 

Tu haz lo que tú pienses que es mejor hacer, y ya.

 

Yo voy a comer encantada contigo lo que pasa que luego tendría que volver relativamente pronto y eso te da más rabia todavía.

 

No, yo ya no quiero comer contigo, no.

 

Ahh, qué rabia, ahora nos ponemos muy dignas.

 

Solo te digo como son las cosas, no solo tú.

 

No, no sé lo de otras personas, a mí me ha salido esa frase porque el día es importante para arreglar ciertas cosas para mañana.

 

En cualquier caso es cuestión de percepción del tiempo. Para mí el tiempo nunca se pierde, lo puedes emplear en otra cosa, pero no se pierde.

 

Tienes razón, eso es cierto. Pero si nos ponemos a hablar del  tiempo, el tiempo no se pierde refiriéndose en general al tiempo en abstracto, pero en concreto puedes llegar a emplear el tiempo en cosas que no te interesan y entonces sí estás perdiendo tu tiempo, el que tienes y te marca la vida, lo pierdes porque ese tiempo ya no lo puedes recuperar, ni comprar aunque tengas todo el dinero del mundo. Pero este tiempo que nos ocupa no es el caso. Lo sabes bien, no te hagas la sufrida.

 

 

Nada, está todo dicho. Las cosas son así, la gente pierde tiempo estando conmigo. Yo como atiendo a mi realidad voy a intentar lavarme el pelo y ducharme con cierta soltura porque quiero entrar en la bañera, porque hace frío, y en la ducha de abajo está frío y no me resulta agradable, está muy bien para el verano.

 

Bueno que te quede claro que la frase que tanto te ha molestado iba de que se me va el día y no resuelvo lo que tenía que resolver, no que pierdo el tiempo contigo. Te has puesto dramática. Ya me conoces para saber lo que pienso de ti, no me chinches.

 

Ja, ja, ja, bueno que cada uno haga sus cosas.

 

O témpora o mores

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