Eloy Rubio
Miércoles, 23 de Agosto de 2023

Era una niña que soñaba a Rosalinda

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Si como dice Bruno Bettelheim el cuento de Caperucita sirvió para estructurar el inconsciente de los niños en el mundo rural hasta el siglo XX, las representaciones de Gorgorito del Maese Villarejo han hecho algo parecido en el imaginario de los niños de Astorga entre los años 60 y 70. Había niños que al llegar a casa construían un teatrillo a imitación del de Gorgorito y Rosalinda  y representaban las historias para los vecinos del barrio, previo pago de entrada.

 

 

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Salvo los años que van del 85 al 89, el teatrillo del Maese Villarejo viene alegrando las fiestas desde 1965. Algunos niños de entonces todavía estaban hoy en la apertura, como para evocar aquellas sensaciones primerizas de solidaridad, justicia y miedo. Una niña decía que a veces soñaba con Rosalinda, un niño que le encantaría usar la estaca como lo hace Gorgorito.

 

 

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Al poco de pasadas las doce dio comienzo la actuación de la primera de las tres sesiones de Gorgorito programadas para estas fiestas. Era la aventura de Gorgorito y el Ratoncito Pérez. Antes de escena apareció Gorgorito entre el cortinaje y preguntó a los niños si sabían quién era el Ratoncito Pérez. ¿A quién se le ha caído alguna vez un diente?, ¿y qué hacéis con él?, ¿qué os encontráis al día siguiente debajo de la almohada en la que lo habíais dejado? Golosinas, juguetes, pequeños regalos. Una niña insistía: también nos deja billetes. Lo que encajaba a la perfección con la historieta, pues el ogro, nada filantrópico, ideaba ardides para hacerse con el tesoro que debía de tener guardado en algún lugar el Ratoncito Pérez.

 

 

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Ah, Rosalinda no se olvidó de saludar a la niña que la sueña.

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