Mario Paz González. Fotos: Susa Blanco
Domingo, 03 de Septiembre de 2023
ENTREVISTA / Baldo Ramos, poeta

"La poesía que no se alimenta de su entorno suele ser anacrónica y vacía"

Baldo Ramos (Celanova, 1971) es uno de los poetas más singulares que ha dado la poesía actual en lengua gallega. Desde prácticamente los inicios de su producción literaria su obra ha tendido puentes entre la poesía y las artes plásticas, de hecho, son conocidas sus colaboraciones con poetas (como Eva Veiga, Álvarez Cáccamo...), artistas plásticos (como Caxigueiro) o fotógrafos (como Carlos Lorenzo, Nachok…). Entre sus últimos títulos publicados podríamos destacar: 'As aldeas da memoria' (2023), 'Criptografías' (2022), 'Quérote canto' (2020), 'Palabras sen ninguén' (2019)... Además de publicar su obra en editoriales de referencia como Galaxia, Espiral Maior, Tigres de Papel o Alvarellos, es autor de innumerables libros de artista de ejemplar único. De todo ello hemos hablado estos días con él en Compostela.

[Img #65433]

 

 

Mario Paz González: En tu obra, como en la de algunos otros creadores, se da una conjunción poco habitual de la imagen y la palabra encaminada a un único fin. ¿Surgió esto como algo espontáneo o fue premeditado? ¿Cómo fue el proceso de asumir que, en tu caso, ese era el camino?

 

Baldo Ramos: De la misma manera que empecé a escribir de una manera espontánea, casi sin tener previamente una cultura literaria, llegué a la plástica también de un modo casi inconsciente y motivado por la necesidad de compartir mis poemas de forma manuscrita. En ese momento descubrí la caligrafía como forma de expresión gráfica y de ahí acabé derivando a otras formas de expresión plástica que hibridan lo literario con lo pictórico. Luego asumes que ese es el camino cuando disfrutas explorando esa hibridación y el público acoge tu trabajo con aprecio.

 

 

En alguna parte se ha dicho que tu obra se integraría en la corriente de la llamada ‘poesía visual’, aunque sería más exacto decir, como creo que tú has dicho en alguna ocasión, que, en realidad, tiende puentes entre la pintura, la caligrafía y la poesía. ¿Estás de acuerdo con estas categorizaciones o crees que las clasificaciones acaban siendo limitadoras? 

 

La crítica es una forma más de lectura y yo creo que parte de mi obra quizá pueda interpretarse como un código próximo a la poesía visual, pero casi siempre me he sentido un verso suelto que no acaba de encajar en lecturas basadas en canonizaciones previas, que en ocasiones se han hecho interesadamente. Algunos de mis trabajos solo pueden entenderse visualmente, por eso digo que pueden encasillarse bajo esa etiqueta, pero pocas veces me he sentido demasiado próximo a la poesía visual que se ha hecho en España en las últimas décadas.

 

[Img #65434]

[Img #65435]

 

 

Dos de tus últimos proyectos son ‘No interior do abandono’, con el fotógrafo Carlos Lorenzo, y ‘As aldeas da memoria’ con el también fotógrafo Nachok, que encierran un mensaje de denuncia de la situación de abandono del rural ¿Cómo surgieron estos trabajos? ¿Crees que todavía falta conciencia sobre el tema? ¿Qué crees que se puede hacer para mejorar la situación actual del mundo rural?

 

El proyecto surgió cuando descubrimos Carlos Lorenzo y yo que compartíamos orígenes en una aldea ourensana que estaba prácticamente en ruinas. Quisimos regresar a aquellos espacios que para nuestros antepasados habían sido su modo de vida y reivindicar la belleza de estos lugares, así como la necesidad de volver a ellos, aunque sea para restaurar su memoria y para enfocar las problemáticas que el rural debe afrontar para vislumbrar un futuro. Parte de la sociedad urbana, después de la pandemia, ha empezado a tomar conciencia de que el rural es una alternativa habitacional e incluso rentable económicamente. Y todos podemos hacer algo para dignificarlo, por pequeño que sea el esfuerzo. Evidentemente son los poderes públicos y empresariales los que deben apostar por él, mejorando las condiciones de vida de sus habitantes, pero desde el arte y la literatura también se puede prestigiar dedicándole nuestra atención y planteando actividades que lo dinamicen.

 

 

En la presentación del proyecto os acompaña un músico, con lo que cada presentación adquiere un aspecto de performance interdisciplinar. Cuéntanos cómo surgió esta idea. 

 

Hacemos un espectáculo en el que Mano Manforreteiro lee musicalmente los poemas de ‘As aldeas da memoria’ con una sensibilidad y complicidad de músico multinstrumestista increíble. Crea una atmósfera con su música que nos acerca a esos espacios rurales atravesados por el abandono, la soledad, el frío, el aullido del lobo, las voces de la memoria que todavía custodian las casas a punto de caer, la esperanza traicionada, la belleza del declive… Acompasa mis palabras con una instrumentación muy precisa, apegada a la tierra y a las raíces que compartimos en Galicia. Hace años que nos conocemos y desde el primer momentos sentimos que había una complicidad natural entre nuestros trabajos.

 

 

[Img #65437]

 

 

Has trabajado en varios proyectos conjuntos con otros artistas con los que tu obra sintoniza: poetas como Álvarez Cáccamo, Eva Veiga o Frank Meyer, artistas plásticos como Caxigueiro, Marcos Viso o Carlos González Villar… A veces a través de la palabra, otras a través de la imagen y otras a través de ambas en proyectos conjuntos. ¿Cómo es este proceso? ¿Resulta fácil crear en común?

 

Con creadores afines o amigos sí. Debe haber una proximidad estética para que la cosa funcione. Y luego tiene que haber un espacio intemedio para explorar y un respeto recíproco por la dicción de cada uno. En ese espacio intermedio es en donde se produce el diálogo, la convergencia o divergencia, el reto de la experimentación compartida. Con el poeta Xosé Mª Álvarez Cáccamo y con el pintor Carlos González Villar, por ejemplo, he llevado a cabo varios proyectos por la amistad que me une a ellos y porque nuestras expresiones artísticas empastan con facilidad. Y siempre tiene que haber también en estas iniciativas una ambición por modular o modificar tu registro para aproximarse al del otro. Dialogar sinceramente, en definitiva.

           

 

Aunque en tu poesía abunda la reflexión metaliteraria, metafísica o existencial, en algunos de tus poemarios vemos un cierto compromiso, en concreto con un tema que podríamos llamar, de forma genérica, la memoria y que se traduce en referencias a las personas mayores, a las aldeas abandonadas. ¿Hasta qué punto crees que la poesía debe encerrar en alguna medida un cierto compromiso?

 

Todos los creadores nos debemos a un tiempo y a un espacio. Por más que nuestro trabajo sea una abstracción de nuestra relación con el entorno, el compromiso con el momento que nos ha tocado vivir y con quienes nos relacionamos es inevitable. La poesía que no se alimenta de su entorno suele ser una poesía anacrónica y vacía. Y con esto no quiero decir que la poesía tenga que ser reivindicativa, que en ciertos momentos debe serlo; me refiero a que la poesía tiene que tener sus raíces en los lugares que habitamos, en el tiempo que nos cincela y en la gente que nos acompaña en el camino, aunque no sea de un modo explícito. Cuando hablo de este compromiso no estoy hablando de una poesía explícita, surgida de la experiencia, anecdótica. Esa poesía me interesa bastante menos y creo que, en el fondo, no es una poesía comprometida.
 

 

Además de publicar en editoriales de renombre como Galaxia, has colaborado en pequeños proyectos editoriales y has elaborado infinidad de libros de autor (más de doscientos) de ejemplar único. ¿Qué crees que aportan a un creador este tipo de experiencias?

 

A mí me enriquecen y me hacen crecer como artista. La experiencia como creador de libros de artista es la que me ha hecho aprender y disfrutar con lo que hago. Crear de cero un ejemplar único que acabe encontrando su lector es un proceso realmente estimulante. Cuidar todo el proceso de elaboración de un libro, desde la selección de los papeles, la ilustración y la elección de los textos hasta el cosido final es el espacio de encuentro conmigo mismo más motivador como poeta y artista plástico que he experimentado nunca. El libro, así, se convierte en una especie de casa habitable, en un refugio para el lector. Hacer un libro como el que construye una casa. Esa idea es la que me llevó a trabajar durante años en una serie que se llamó Libros para habitar, libros de formato gigante, de hasta dos metros, en los que se dialogaba con la escala humana precisamente para reforzar ese símil del libro como habitáculo.

 

[Img #65438]

[Img #65436]

 

 

¿Cómo llega Baldo Ramos a la ejecución final de una obra?

 

De una forma intuitiva y siempre buscando la novedad respecto a obras anteriores. Me interesa improvisar formatos, materiales, ampliar técnicas, experimentar con nuevas formas y contenidos.

             

 

La poesía escrita en Galicia está alcanzando una proyección cada vez mayor a todos los niveles. ¿Cómo se ve ese panorama desde dentro, es decir, desde la perspectiva de alguien que tiene una postura muy activa en cuanto a publicaciones, participación en recitales, exposiciones, colaboración con otros artistas…?

 

Se ve con mucha satisfacción. No siempre es fácil que se ponga el foco de atención en la periferia, pero en los últimos años desde fuera de Galicia se ha empezado a entender que las propuestas poéticas que germinan aquí no solo están al nivel de otras poéticas del Estado español sino que en algunos aspectos son propuestas de vanguardia que hay que tener en cuenta y que están influyendo discretamente en otros autores que escriben en otras lenguas. Seguramente haya sido Antonio Gamoneda el primero que afirmó que la poesía gallega estaba innovando más que la poesía castellana, y en los últimos años esto se ha aceptado como verdad, porque realmente hay muchos poetas en Galicia creando obras realmente sólidas y reconocibles fuera del ámbito literario gallego.

 

 

[Img #65440]

[Img #65439]

 

 

En ocasiones se te ha incluido, por edad, por participación en actos conjuntos, por la coincidencia en el tratamiento de algunas temáticas…, en la llamada generación de los 90; sin embargo, tu obra presenta unos rasgos propios que la singularizan y que, incluso, la proyectan en otras direcciones. ¿Consideras que se te puede adscribir a algún otro grupo o tendencia dentro de la poesía gallega contemporánea?

 

Por edad, la llamada Generación de los 90 sería mi generación, pero lo cierto es que yo publico mi primer libro en 2001. Yo venía escribiendo desde finales de los 80, pero por diversas razones no quise publicar ese primer libro hasta 13 años después de haber empezado a escribir. Compartí iniciativas literarias con los componentes de ese grupo pero siempre mantuve con él cierta distancia estética. Creo que mis libros comparten con el grupo pocos de sus rasgos característicos y la verdad es que siempre me sentí un pájaro solitario entre sus miembros, quizá por mi inclinación hacia una poesía más abstracta, más interiorizada, más decantada hacia lo experimental y el mestizaje con otras artes.

 

 

Baldo Ramos es de Celanova, como Curros o Celso Emilio Ferreiro. ¿Hasta qué punto crees que el haber nacido en un pueblo con esa tradición detrás puede condicionar, para bien o para mal, a un creador?


En mi caso, no es que haya nacido en la misma localidad que Curros o Celso Emilio, es que he vivido en mi etapa de formación como escritor en la misma calle en la que ellos vivieron. La tradición, aunque lo neguemos muchas veces, siempre condiciona nuestro presente y nuestra forma de ver el mundo. Cuando empecé a escribir en la adolescencia, la influencia de estos dos autores no era tanto poética como ética. Ambos fueron poetas comprometidos con su país, en cierto modo autores contracorriente, éticamente intachables y creo que esa actitud de honestidad creativa afianzó mis raíces en esa tierra y en la visión que tenía y tengo de este oficio de escribir.

 

 

[Img #65441]

 

 

También has publicado un libro de poesía infantil, ‘Porque te quero’, ¿cómo surgió y qué dificultades encuentras en la poesía hecha para ese público tan exigente que son los niños?

 

Escribí ese libro como un juego literario y pictórico con mis dos hijos. Realmente es un libro escrito entre ellos y yo. La poesía también es juego, contorsión de las palabras que acaban tramando acertijos, complicidades, escondites. Escribimos para desvelar esos entramados. Soy un gran lector de poesía ‘para niños’ y a veces echo en falta el riesgo, la apuesta por elaborar un discurso novedoso en el que al niño se le trate como una criatura inteligente. Creo que hay escritores especializados en escribir para niños que repiten unos códigos demasiado trillados que no provocan sorpresa en el lector. Y un niño que lee, si no se sorprende, si no siento cierto desconcierto al leer, nunca crecerá como lector ni como persona.

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.